La Noche

La Noche

Gifty

13/08/2023

Son las diez de la noche, y ella se encontraba tumbada en la cama preparándose para irse a dormir. Se sentía demasiado cansada, había tenido un día bastante duro; había discutido con su madre acerca de su futuro después de haber dejado su trabajo actual, ya que se había cansado del agobio, estrés y cansancio que le resultaba ese tormento.

Mañana por la mañana iba a coger un vuelo para ir a visitar a su amiga en las afueras del país, debía intentar dormir, puesto que se tenía que levantar muy temprano, pero no podía dormir a pesar de haberse tomado las pastillas, no conseguía conciliar el sueño. Decidió ir a la cocina a por un vaso de agua, se levantó de la cama, se puso sus cholas y se dirigió hacia allí. De camino a la cocina, se dio cuenta de que la puerta del balcón que se encontraba en el salón estaba abierta, era extraño, ya que ella recordaba haberla cerrado. Se acercó y la cerró con llave, se quedó un rato observando las vistas desde ese sitio, se veía hermoso como las luces de la ciudad brillaban y como los edificios y sus alrededores se sentían diminutos desde la altura de su apartamento.

De repente se escuchó un ruido que venía de la cocina, se asustó, ya que esa noche su marido no se encontraba en casa, fue a visitar a su hermana y se quedaba durante toda la semana. Asustada cogió lo primero que vio en el salón, que era una lamparita que utilizaba su marido para leer y su móvil, con el número de la policía marcado, y se dirigió al lugar procedente del ruido.

Cerca de la cocina decide ir más despacio, haciendo que se escuche menos sus pasos; cuando llegó encendió lo más rápido que pudo las luces, al encenderlas observó toda la cocina y no vio nada raro, nada fuera de lo común ni nada fuera de su sitio. Seguía asustada, así que se puso rápidamente el vaso de agua y salió corriendo de esa zona, cerrando detrás de sí la puerta de la misma. Se quedó un rato en el pasillo, pensando en lo que había escuchado, cuestionándose si el ruido era real o era parte de la producción que le hacía pasar su cerebro por la falta de sueño. Definitivamente, era su cerebro dándole señales de que era hora de dormir, así que sin reflexionarlo dos veces se dirigió a su habitación con el vaso de agua, pero antes tenía que pasar por el salón para dejar la lámpara.

Llegando al salón, miró al frente y se quedó paralizada. El balcón estaba abierto otra vez, pero esta vez algo entró en su casa. Lo que había entrado no se sabría describir bien con palabras. Tenía unos ojos de color amarillo brillante y el pelaje como la de un león, pero era todo de color negro, un negro que parecía absorber la oscuridad en la que se encontraban ella y esa criatura. Ninguno de los dos se movía, el ser parecía estar muy calmado, con los ojos fijos en la chica, en cambio, la chica estaba aterrada, no podía moverse por el miedo que le resultaba esa cosa. Se quedaron un par de minutos así, hasta que la criatura decidió acercarse a la chica, medía más de un metro y la forma en la que caminaba aterraba; atemorizada, decidió intentar moverse, pero su cuerpo no reaccionaba por más que lo intentaba, su cuerpo no paraba de temblar y sudar. Mientras el animal se acercaba lentamente hacia ella, esta sudaba más, llegó un punto que de tanto sudor se le cayó de la mano la lámpara que sujetaba. El impacto del objeto en el suelo hizo enfadar a la cosa y esta sobresaltó sobre ella, haciendo que pegará un grito; un grito tan fuerte que la hizo despertar de esa espantosa pesadilla.

Eran las seis, casi las siete de la mañana, el sol estaba saliendo y se reflejaba por la ventana de su cuarto, había despertado llena de sudor, era normal después de aquel sueño horroroso que tuvo. Decidió levantarse para prepararse para coger el vuelo que tenía. Al levantarse de la cama decidió ir al salón para ver que todo estaba en su sitio, pero había algo raro, algo que la asustó y era que la lámpara de su marido no estaba allí, así que se dispuso a buscarlo por el apartamento. En la cocina no estaba, en su cuarto tampoco, en el cuarto de lavado tampoco, ni en la habitación de invitados, el único sitió que le faltaba era el baño. Abrió la puerta del baño y vio que había una luz encendida y no era la del baño, sino la de la lámpara que estaba encendida en la bañera. Se acercó lentamente a la bañera aterrorizada, echó la cortina y lo que se encontró la hizo retroceder hacia atrás e ir en busca de su teléfono lo más rápido posible. Marcó el número de la policía y le explicó lo que acababa de ver, en su bañera estaba el cadáver de un niño. El temor de la chica no era solo por el cuerpo de ese niño, sino que no sabía quién era el niño, ya que ella no tenía hijos.

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