Espera, no institucionalices tus miedos. Déjalos dentro de ti, como argamasa informe y sucia y busca arrancarlos con el poderoso martillo del conocimiento antes de que se enquisten y hagan más impenetrable el muro en el que emparedas tus ansias más primigenias de comprender.

Espera, no institucionalices tus miedos. No quieras que el verdugo accione la palanca. No hagas más lacerantes las concertinas. No invoques la piel estigmatizada y los ghettos, preámbulos ellos de los campos de exterminio. No escores el barco haciendo piña a estribor con tus iguales: a babor hay alguien que en su fuero interno es cómo tú y no podemos zozobrar.

El cuchillo más afilado del odio es el que no se sabe cuchillo del odio.

Sé que es difícil y más en los tiempos que corren.

Yo solo te digo: no seas el hijo favorito del miedo institucionalizado y por ello, el acólito recalcitrante del odio institucionalizado.

Pero si los miedos se enquistan y el muro del odio se alza sin remisión dentro de ti, espera, date tu tiempo y sigue escuchando las voces de los muertos y de los vivos. No olvides que, estés donde estés, eres el hijo pródigo de una Humanidad que te necesita.

5 de enero de 2023

David Galán Parro

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