La boca en la cueva, la sonata de la luna que reza un final,
los sueños se coagulan en la espina dorsal del ángel dormido condenado a soñar;
dedos como carámbanos formando un glaciar, un frío hielo del que no se puede escapar…
Ojos dormidos y sangre de mi sangre formando ríos que navegar,
¿es que un final puede llegar sin tener que a la muerte besar?
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