La vida de un policía rural

La vida de un policía rural

zeferino silva

01/08/2023

El comisario Cacho y Chuy Balas.

Pancracio Mercado era el comisario de policía de aquel pueblo, un pueblo tranquilo donde todos se conocían y casi nada pasaba; algunos pleitos de vecinos, piropos subidos de tono que molestaban una mujer o un borrego atropellado por alguien que se excedió de tequila.

El comisario Cacho, como todos le decían, vestía al estilo del viejo oeste y para solucionar cualquier problema sacaba su pistola y le vaciaba los seis tiros al aire. Cierto día de la capital le mandaron a un compañero y más que mandárselo venía castigado, porque era igual a Cacho, en la ciudad era más penado disparar al aire, de modo que lo enviaron a ese pueblo.

Cuando el nuevo llegó con su nombramiento fue y se lo entregó a Cacho, este lo miró y le dijo: ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Jesús, pero mis amigos me dicen Chuy Balas.

-Pues sabe que Chuyito, me cae mal, así que si le gusta nos salimos para afuera, o se queda usted o me quedo yo.

-Para luego es tarde mi Cacho

Salieron y se separaron diez metros, sacaron las pistolas y dispararon seis balas cada uno, con tan mala puntería que las balas se topaban en medio de los dos contendientes, quedando todas en un montoncito en el suelo. Cacho se quitó el sombrero:

-Sabe que mi Chuy usted es de los míos.

Se dieron un fuerte abrazo y se hicieron muy amigos.

La fiesta de Doña Anastasia.

Un día, doña Anastasia Ramírez, una señora viuda con tres hijas casaderas decidió hacer una fiesta para promocionar a sus hijas, ella no tenía hombre en su casa, de modo que acudió con los flamantes policías del pueblo para que le mataran un cerdo gordo que ya tenía criando mas de un año, estos ni tarde ni perezosos, mas bien emocionados con las hijas aceptaron el trabajo. Batallaron mucho para sacar al puerco del corral y también para sostenerlo; mientras Chuy lo sostenía, Cacho le apuntaba con la pistola a la cabeza, pero a la hora del disparo el animal se movió, pegándole el balazo en el cuello. El animal con el balazo y asustado se les escapó y lo persiguieron por todo el pueblo disparándole a diestra y siniestra, diez cargadores cada uno, 60 balazos le tiraron, hasta que el cerdo por fin murió y se hicieron las carnitas y los chicharrones.

Cuando todos comían en la fiesta hubo un problema, con la novedad que toda la carne tenía esquirlas de plomo, a veces hasta el plomo completo, Doña Anastasia al darse cuenta de esto salió con una enorme escobeta a aporrear a Cacho y a Chuy, que muy presurosos se fueron.

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