En la sombra de la soledad yace mi alma,
Excluido, ignorado, un ser en el abismo,
Silenciado por la indiferencia fría,
Mi corazón, un río que fluye sin cauce.
Bajo un cielo de miradas indiferentes,
Mi voz se pierde, como eco sin destino,
Soy un barco varado en el océano,
El eco de mi llanto apenas es susurro.
Las estrellas se burlan desde lo alto,
Destellos de luz que no alcanzan mi esencia,
En la vastedad de esta oscuridad amarga,
Mis sueños yacen rotos, sin esperanza.
La brisa mece las hojas de la angustia,
Como danza triste de hojas que se caen,
En cada paso, una sombra me persigue,
En cada intento, el muro de indiferencia.
¿Qué crimen cometí para merecer esto?
¿Acaso soy un fantasma en este mundo?
Mis lágrimas son océanos de tristeza,
Y nadie las ve, ni siente mi dolor profundo.
Anhelo ser un verso en sus memorias,
Ser pintura en sus lienzos, un verso hermoso,
Pero soy el olvido, el rincón olvidado,
El espectro sin nombre, el alma sin reposo.
Sin embargo, en esta oscuridad sombría,
Encuentro fuerza en lo más profundo de mí,
Acepto mi ser, mi esencia rechazada,
Me abrazo con amor, me vuelvo a descubrir.
En la soledad, crezco y me hago fuerte,
Y de las sombras, surgen luces que danzan,
Soy un verso que en letras de fuego arde,
La exclusión no me define, mi alma avanza.
En el silencio, encuentro mi propia voz,
Y aunque ignorado y rechazado me sienta,
Sé que mi valor trasciende las fronteras,
Soy un alma valiosa, y mi esencia es eterna.
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