Espejo de compromiso, fatiga permanente. No hay un momento en paz, en el ruido mental que la culpa somete. Amigos y sociedad, un binomio integral al que corresponde el buen portar y no la oscuridad personal. Cada día en particular, se vuelve un nuevo intento de perdonar algo innegociable y aterrador.
Uno despierta con consciencia, vacía o repleta. El silencio desvanece la tensión del cuerpo y uno comprende el final de su elección. Frustración o calma, son dos opciones en el camino sin fin de nuestras acciones cotidianas. Es probable que en la toma correcta de decisiones, exista una cuerda impensada de romper. Soltar debe ser la única opción, y sus consecuencias lo que nos aliviara el corazón.
En reestructuración y sin ayuda en la recamara, encuentro la esperanza del cambio. Desde el cielo y con brisa en Tierra, siento que mi destino conlleva detención y alegría. Emerger de momentos complejos y turbios es lo que dará tranquilidad y enfoque en la meta. No hay punto medio en la excelencia, el camino debe ser mortificado. Resucito en la luz que Dios me brinda, por más opaco que el cielo me amanezca y la vida me merezca.
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