INSPIRADO EN SUS RECUERDOS

INSPIRADO EN SUS RECUERDOS

Rene Vaicilla

31/07/2023

INSPIRADO

EN SUS

RECUERDOS


Capítulo 1

Tu mirada

Acabo de terminar la secundaria, estoy encerrado en mi habitación sin nada que hacer, pienso en aquella chica que robo la atención de mis ojos, recuerdo algunas de las cosas bonitas que vivimos juntos, de las peleas sin sentido y aquellas reconciliaciones que sucedían con tan solo un beso después de cada discusión, las escapadas del colegio solo para verla, no importaba la ausencia en el salón, mientras que nadie nos viera juntos.

Recuerdo la vez que nos conocimos en aquella avenida cuando estaba distraída, me cautivó con solo una mirada, estaba acercándome a ella y sin pensar le salvé de ser arrollada por un auto conducido por un idiota ebrio, que no tenía control de sí mismo, mucho menos de conducir en ese estado. Ella gritó del gran susto, al ver que el coche se acercaba muy rápidamente en su dirección, se quedó paralizada, con la mirada fija en el auto que se dirigía con una devastadora intención hacia ella, corrí, en el acto desesperado de un hombre que quedó fascinado con su sonrisa, simplemente seguía mi instinto, con rapidez halé su brazo quitándole del camino, haciendo que el ebrio chocara contra un poste.

En ese momento conectamos las miradas, tenía el rostro palidecido, se había llevado un gran susto y la sorpresa de que un extraño haya salvado su vida, sabía que aún sentía miedo, traté de calmarlo brindándole un sorbo de agua, había olvidado todo, que incluso fui yo quien recogió su cartera de mano que sé había caído durante el incidente, permanecimos unos momentos juntos hasta que se recuperara por completo.

La invité a pasear, esa tarde caminamos por las calles de la ciudad, empezamos a caminar sin decirnos una sola palabra, fue una hermosa tarde, el sol ya empezaba a ocultarse tras las montañas, despidiéndonos con un simple apretón de manos, tomamos rumbos diferentes, sabiendo que algún día nos volveríamos a encontrar.

Desde aquella tarde no nos volvimos a ver durante todo el fin de semana, sabía que no podría encontrarla, no sabía su dirección y olvidé pedirle su número de teléfono, solo me quedaba esperar que llegase el lunes.

Me dijo su nombre, el cual era Josselyn, ese fin de semana pensaba mucho en ella, no sabía dónde ir a buscarla, cuando me encontraba solo en casa recordaba esa mirada tan dulce que me cautivó, esa sonrisa que hechizaba a cualquiera, aquel apretón de manos que de seguro no significaba nada para ella, para mí significaba mucho, aquel sencillo apretón de manos, me contagió de algo que podría jurar que nunca antes había sentido.

Llegó el lunes y la vi sentada en el graderío que se encuentra al frente del portón principal del colegio, antes solamente la había visto una o dos veces, nunca me había dado cuenta de que estábamos cursando el mismo año escolar, solo que en distintos salones. Empecé a observarla en las horas de recreación, la miraba de lejos deseando poder hablarle.

Esta noche me encuentro solo en casa, dibujo un poco, estoy sentado frente al escritorio, a la luz de mi lámpara, realizo un retrato suyo con carboncillo en un papel, luego de varios intentos fallidos debido a que no soy un buen dibujante, en realidad soy pésimo para dibujar, he decidido empezar a leer un libro que me gusta mucho, el cual es “los ojos de mi princesa” de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, pero no logro concentrarme. Salí a caminar, las calles se encontraban con varias personas merodeando, observo parejas abrazándose otras besándose, sin embargo, me encuentro solo sin tener a nadie a quien brindarle mi cariño.

Entre aquellas parejas agarradas de la mano la vuelvo a ver, caminaba cerca por el lugar en que la conocí, estaba más linda que nunca, su rostro parecía que brillaba.

Anhelé acercarme, pero algo me lo impidió, era su enamorado que caminaba de su brazo, parecían tan enamorados, por la forma en que se miraban y sonreían, su pareja tenía el cuerpo robusto a diferencia del mío, con el cabello color negro y el color de ojos que no pude distinguir por la obscuridad y la distancia a la que nos encontrábamos. Aunque no pude acercarme más que unos cuantos metros, por el miedo a que ella me viera, aunque si me hubiera visto esa noche no me reconocería, ya que tal vez pasé tan desapercibido por su vida.

No me he atrevido a dirigirle la palabra en toda esta semana por mi timidez y ahora que sé que tiene enamorado peor aún, jamás podré competir con él para ganar su cariño, el tiempo seguirá su dirección y sentido llevándose lo bueno, lo malo, lo fácil, lo complicado, las alegrías, las tristezas, así como ella conocerá a más personas, también conoceré a mucha gente nueva, entendí que fue muy corto el lapso que hablamos, pero sentí que ya la conocía desde hace mucho tiempo atrás.

Tal vez la vi en uno de mis sueños que he tenido cuando he estado en busca del posible amor de mi vida. Me prometí a mí mismo que si la volvía a ver en otro lugar que no sea el colegio, me acercaría saludándole con un beso en la mejilla. Tenía muchas ganas de volver a charlar con ella, aunque sea por un corto tiempo como lo hicimos la última y única vez cuando la conocí. Cuando estoy frente a una chica se me hace muy difícil poder articular preguntas sin qué parezcan estúpidas.

Me perdí en sus ojos desde aquel instante en que conectamos miradas, me perdí en ese universo de intriga y aventura que logré observar tras sus pupilas. Todo esto pasó por mi mente en un instante al verla, ella ni siquiera se fijó en mí, parecía tan feliz. Solo la observé por un momento y acelerando el paso me marché, di la vuelta a la cuadra, empezando a correr, sin volver la mirada atrás, me sumergí en un callejón obscuro que quedaba a unos metros para llegar a casa, me adentré en ella dando un empujón a la puerta, subí las escaleras adentrándome en la habitación, tomé un lápiz y papel del escritorio, abalanzándome a la cama empecé a escribir un poema que decía.

Asombrados quedaron mis ojos al verte

Tus cabellos brillaban con la luz de la luna,

Pero a ti te opacaba algo que no te dejaba brillar

Como las nubes opacan la luna

Cuando va a caer la tempestad.

Tu risa se escuchaba sonora

Un poco aguda, un poco tierna

Mientras que yo suspiraba en silencio

Al ver que no reías conmigo.

Estaba tan bella, tan resplandeciente con su cabello largo y ondulado que llegaba a su cintura, no lo traía hecho una cola como la última vez que la vi, pero me encanto así. No me importa que esté con otro mientras sea feliz. Tal vez es un poema que no tiene rima, pero son las palabras de un chico que se sentía cautivado, he inspirado con su sonrisa.

Capítulo 2

Accidente

He ido perdiendo el interés por ella, ya no la pienso demasiado, ni la persigo con la mirada por los pasillos que están frente a su salón de clase, ha ido desapareciendo de mi radar.

Conocí a una chica, era muy bonita por cierto, nos hicimos muy amigos, un problema que ocurrió entre nuestros padres fue el detonante de aquella amistad, ya que Sara, mi madre, se distrajo un poco mientras conducía, realizándole un pequeño raspón en la parte trasera del auto en el cual viajaba el padre de aquella chica. Mi madre salió del coche para pedirle disculpas y ver cómo arreglar el problema, sin embargo, el dueño del otro auto salió muy enojado, pese al problema, fue muy respetuoso al ver que era una mujer quien se movilizaba en el otro vehículo.

Salí del auto y miré a alguien que empezó a abrir la puerta del otro coche, era una chica de cabello lacio, color castaño con varios rayos rubios y ojos café, nuestros padres pidieron que nos retiremos de ahí, hasta que ellos arreglen el problema acontecido.

Empezamos a caminar, ella estaba muy disgustada conmigo por el accidente, como si hubiera tenido yo la culpa, pero logré ganarme su confianza realizándole algunas preguntas, era muy carismática una vez que empieza a hablar.

– ¿Cuál es tu nombre? Pregunté.

–No tengo por qué decir mi nombre a un desconocido, sabiendo que su madre es una distraída que acaba de estrellar su coche con el de mi padre, ¿sabes cuánto costara la reparación? De seguro no tienes ni la menor idea. Respondió histérica.

–No soy un desconocido, ya ves, nos acabamos de conocer, lo siento por lo de tu auto, pero no tuvimos la culpa de nada, solo fue una pequeña distracción. Interrumpió en ese momento.

– ¡Distracción! Gracias a su pequeña distracción sin importancia como tú lo dices, acaban de darme un gran susto, ¡ash tengo los nervios de punta!

Pedí que se tranquilice, arriesgándome a que eso agravara la situación, pero no fue así, se tranquilizó, procedí a preguntarle nuevamente su nombre, teniendo éxito esta vez.

–Mi nombre es Jessica. Dijo al fin

–Es bueno que te hayas decidido en decirme tu nombre. Comenté. Sonrió, se había tranquilizado por completo.

– ¿Y cuál es tu nombre? Preguntó serenamente.

–Alexander, pero me puedes llamar Alex. Contesté brindándole una sonrisa.

–Si tú quieres me puedes decir Jessi. Replicó al instante.

Al momento ya fuimos agarrando confianza, habíamos caminado dos cuadras y empezó a sonar el celular de Jessica. Era su padre quien la llamaba para decirle que regresase porque ya habían resuelto el problema.

Le pedí su número telefónico y planeamos vernos al siguiente día en ese mismo lugar donde ocurrió el accidente.

Llegamos al lugar donde nos esperaban, nos despedimos y cada quien subimos a los autos para marcharnos del lugar con rumbos diferentes.

Sara, mi madre, pagará la mitad del daño del otro auto, ya que no fue del todo su culpa haberse chocado y el coche de mi madre también tenía daños en su parte frontal.

Sara empezó a preguntarme sobre Jessica de una manera fastidiosa.

– ¿Es muy linda aquella chica, verdad?

–Sí, es linda.

Sonrió retirando la vista de la carretera para mirarme y hacer una mueca como diciéndome que me había flechado cupido.

– ¿Te gusta? Dijo de una manera sarcástica

–No, ¿tan solo la veo un momento y ya crees que me ilusiono así de rápido?

Respondí.

No respondió y dejo de preguntar, llegamos a casa, subí a la habitación para empezar a leer y olvidar el mundo por unos momentos, mientras me sumergía en el universo fascinante que tiene cada libro.

El día siguiente salí a caminar con Jessi, estaba recogida el cabello en forma de una cola, con sus labios pintados de rojo, saludamos con un beso en la mejilla, empezamos a caminar en la misma dirección mientras conversábamos de lo que había sucedido el día anterior, caminamos una cuadra, deteniéndonos en una heladería para comprar un par de helados, ella ordenó un helado de chocolate con un poco de fresa, mientras que yo, pedí sabor a vainilla con chocolate.

Conversamos de varias cosas, llegamos a conocernos mejor mientras caminábamos por la ciudad, sentados en el césped de un pequeño parque un poco aislado del pueblo que quedaba cerca de una escuela, mirábamos los árboles, el parque se veía desolado no había nadie más que el que cuidaba de él y una pareja de enamorados, estuvimos charlando mientras observábamos como el viento movía los árboles y ellos dejaban caer sus hojas, nos miramos fijamente por un instante, dejándonos llevar por el momento, rozamos nuestros labios muy lentamente, aquella tarde me pareció que había pasado volando, que el viento se llevó consigo esas horas.

Ya era próximo a las seis de la tarde cuando salimos apresurados de aquel parquecito, se había tornado tenebroso, todos se habían marchado del lugar, solo estábamos nosotros, sin darnos cuenta, corrimos hasta la ciudad, caminamos hasta la calle que dividía nuestro rumbo, nos despedimos con un fuerte abrazo, mientras pensaba. Como quisiera volverla a besar, quise hacerlo, pero me detuve porque creía que ella no estaría de acuerdo.

Estaba con un aire de felicidad, mi madre me esperaba con la cena y con un gran regaño por no llegar temprano, pero no le tomé la mayor importancia, solo oía un sonido alarmante en mis oídos, la felicidad no me dejaba escucharla bien, no dije nada, cuando terminó solo subí a mi habitación luego de cepillarme los dientes y caí en un sueño profundo durante toda la noche.


Capítulo 3

Pesadilla

Esa noche tuve un sueño, más bien diría que fue una pesadilla, soñé que ella se moría. Y fue en ese momento que sentí como si me desgarraran la garganta, quise gritar y no podía, me sentía impotente al no poder moverme mientras que Jessi era arrojada a un precipicio, el lugar era el pequeño parque donde nos encontramos esa tarde, pero a una orilla se encontraba un gran barranco, dos individuos la sujetaban fuertemente mientras se encaminaban para arrojarla al abismo, me encontraba desesperado sin saber qué hacer, algo poseía en mí, algo que me envolvía, no me permitía gritar, decir una sola palabra, mucho menos moverme para conseguir ayudarla, ella gritaba desesperadamente cuando de un empujón la echaron al despeñadero.

Fue entonces que me desperté gritando su nombre, empezaron a salir lágrimas de mis ojos, sentí una angustia en el pecho y no dejaba de pensar en ella, entonces miré la hora, eran las dos y cincuenta y nueve de la madrugada. Me quedé despierto un lapso de treinta minutos antes de intentar dormir de nuevo, tenía miedo de que en realidad le sucedió algo, quise llamarla, pero me dije, solo es un mal sueño, entonces no pretendí despertarla mientras creía que dormía.

Intenté dormir, pero no lograba conciliar el sueño, daba vueltas en la cama, no me acomodaba en ningún lado ni forma en la que me posicionaba, hasta que al fin quedándome quieto en un solo lugar logré dormir, sin tener ningún sueño o pesadilla, dormí hasta que llegó la mañana, sin darme cuanta había dejado activado el despertador, di un brinco al escucharlo, eran las seis en punto de la mañana, era domingo así que desactivé la alarma e intente dormir de nuevo, pero no lo logré, solo me quedé acostado en la cama porque aún nadie despertaba, era el único que deambulaba con mi mente por la casa pensando a quien encontraré en la cocina si bajo las escaleras, me quedé afligido y con temor por la pesadilla que tuve esa madrugada.

Luego de unos instantes escuché un ruido en las Escalinatas, era mi madre que descendía hacia la cocina para preparar el desayuno. Me levanté de la cama, dirigiéndome al escritorio, agarre un lápiz y arrebaté una hoja en blanco de mi libreta, empecé a escribir.

LA MANERA EN QUE ME HABLAS

Fue aquella tarde que te conocí, que se metió dentro de mí, tu melodiosa y dulce voz, es la manera en que me hablas, la dulce manera en que me hablas, que me hace sentir especial cuando estoy junto a ti, me haces sentir seguro y afortunado de tenerte a mi lado, porque alguien como tú no se encuentra en cualquier lugar.

Cesé de escribir, solté el lápiz en el escritorio, empecé a viajar con mi mente, pasaba por la curva de sus labios pensaba en su sonrisa, su mirada, buscaba inspiración para seguir escribiendo, pero no la encontraba, mi mente se bloqueó de repente y dejó de funcionar durante unos segundos, y en ese lapso de tiempo se atravesó por mi cabeza la inspiradora sonrisa de Josselyn, había pasado mucho tiempo sin verla, pero cuando busco inspiración solo la puedo encontrar en ella, en su sonrisa, su mirada, sus manos, en los hoyuelos de sus mejillas, en su fascinante piel y hasta en sus uñas y cabello que son quebradizos por su falta de alimentación.

Jessi y yo nos seguíamos encontrando a escondidas solo como amigos, hasta que un día salimos a caminar como solíamos hacerlo, de pronto observamos un choque entre un bus escolar y un auto pequeño, el bus había impactado al coche por un costado al pasarse el semáforo en rojo. Jessica casi se desmayó al darse cuenta de que el auto pequeño era el de su padre que salía del trabajo rumbo a casa, el accidente ocurrió como a las 5 de la tarde, Jessica corrió a ver que le había sucedido a su padre, ella desesperada no sabía qué hacer, en unos instantes llegó la ambulancia que uno de los espectadores había solicitado, con gran desesperación, Jessi acudió con su padre al hospital y me pidió que diera la noticia a su madre que se encontraba en casa, acudí con desespero para comunicar la fatal noticia a la señora Lourdes madre de Jessi, no duró muchos segundos en desplomarse al piso al escuchar tal desoladora noticia, al poco tiempo se recuperó de su estado con ayuda de su hijo mayor Michael, luego de eso acudieron al hospital donde se encontraba internado don Jorge papá de Jessica, él se encontraba estable con golpes y heridas que no eran de gravedad.

Porque tan hermosa tarde fue arruinada por un accidente, ahora más que nunca Jessi necesita de mí para poder consolarse.

Ha pasado una semana y el padre de Jessica está recuperado. No me he separado de ella en esa semana, porque me gustaba mucho, pero tenía un gran temor de decirle lo que sentía, por no perder su valiosa amistad y me decía a mí mismo.

– “Prefiero conversar con ella como amigos, que no hablarle nunca más, prefiero que me mire con una sonrisa amistosa a que no me vuelva a mirar.”

Ya no soporto verla a mi lado y no poder besarla, acariciarla, regalarle flores, me he arriesgado sin importar nada a decir lo que mi corazón siente por ella, pero ha ocurrido lo que temía, ella me ha rechazado de una manera tajante e hiriente diciendo que solo quiere mi amistad, que nunca me ha visto con ojos que no sea de amigos que se quieren como hermanos, y que el beso que nos dimos aquella primera tarde que salimos juntos al parque, no significo nada, solo fueron simples impulsos.

Mientras la escuchaba decir eso no pude pronunciar una palabra, sentí como que me aplastaban el corazón derramando toda su sangre, solo me despedí de ella y me retiré girando lentamente para luego empezar a correr.

–Espera, no quise herirte, solo que yo no valgo, he tenido tantos tropiezos en la vida y no soy buena para ti, nadie merece esta mujer. Confesaste.

–Los tropiezos no te hacen perder tu valor, sino más bien te hacen fuerte y solo porque no me valores no significa que nadie te merezca. Respondí, con los ojos entre sollozos.

– ¡Acaso no entiendes que soy una mujer marcada que en sí nunca será feliz!

–No eres feliz solo porque no quieres, no porque no puedas.

– ¡Fui violada y esas marcas no se borran aún que pase toda una vida!

–Porque nunca me dijiste, la verdad me dejaste muy frío, no sé qué decirte.

–No te conté por qué es algo muy vergonzoso y creí poder superar pronto, pero no es nada fácil, es muy horrendo y asqueroso, te hacen sentir sucia. Es horrible pensar que los hombres solo quieran tener tu cuerpo para usarlo a su manera, cada vez que veo a un hombre experimento asco, no lo soporto. –Fue el primer día que salimos juntos, cuando llegué a casa mi madre me regañó por llegar tarde y yo sin tener una excusa, empecé a gritarle y criticarle diciéndole que me deje tranquila, que ya no esté adentrándose en mi vida, luego de eso me dirigí a mi habitación tomé mi cartera y me marché a una fiesta en la casa de un amigo, mi madre había quedado llorando esa tarde sin saber qué hacer, ya que muchas veces les he hecho lo mismo, mi padre estuvo buscándome y cuando estuvo a punto de encontrarme, alcance a esconderme en la habitación de mi supuesto amigo, cuando salí del cuarto, mi padre ya no estaba, empezamos a beber demasiado alcohol, me habían drogado y no tenía control de lo que hacía, no recordaba nada, me habían violado y dejado tendida en la puerta de mi casa a las tres de la madrugada. Mi padre me había cargado en sus brazos e introducido a la casa, mi madre, al ver manchas de sangre en mis pantalones y toda golpeada, al darse cuenta de que aún no llegaba mi periodo, lanzó un grito desesperado, me revisó, llamó inmediatamente a la policía y a una ambulancia, me realizaron unos exámenes concluyendo que me habían violado varios sujetos, la policía trataba de encontrar a los culpables, después de unos días todo estaba normal, porque no me acordaba de nada solo tenía algunos dolores.

Me retiré sin saber qué decir después de abrazarla un rato mientras lloraba. Después de eso ya nada volvió a ser igual, nos fuimos distanciando poco a poco hasta que un día ella me envió un mensaje de texto diciéndome que se tenía que marchar, que a su padre le habían cambiado de puesto de trabajo y que ya nunca nos volveríamos a ver o tal vez si un día el destino nos unía nuevamente.


URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS