Todos lo miran caminar sin rumbo por las calles de la ruidosa ciudad, descalzo casi desnudo, sucio y mal oliente; nadie sabe su nombre real, le llaman simplemente “el loco”, ignoran de donde vino, un día apareció y desde entonces se volvió parte de la ciudad; su voz que nadie escucha se confunde con el ruido del claxon de los vehículos y los gritos de los vendedores, su figura que nadie quiere ver, se mezcla con el cemento y los colores desgastados de los edificios; a nadie le importa pero allí esta él, “el loco” se para en una esquina, ve la gente y sonríe, y dice algo, nadie sabe qué.
Por la noche, recostado sobre un pedazo de cartón en un oscuro agujero de un edificio en construcción, el loco piensa: cuánta locura hay en el mundo, cada vez es más escasa la cordura, ¡pobre gente!
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