Empecé a dejar el miedo de lado, a volar por un cielo despejado, llegar a imaginar que puedo decir todo lo que pienso sin sufrir. Ahora entiendo que las ganas de mantenerme fuera de los focos es para que la atención ni los malos comentarios nos afecten. Si pudiera buscar otra forma de conservar mi mente en cero y no preocuparme porque todo lo que vivo sea una ilusión, no estaría aquí, sino en otro continente. Algo que tengo en cuenta es que no puedo dormirme en esta vía, que aún así habrá mucho con que lidiar y que mis hábitos son tan distintos que pueden separarme de las grandes intereses que tengo en este presente tan bueno y cruel a la vez para una vuelta inesperada.   

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