En un bosque de sóforas, hermoso y adornado por un camino amarillo que dejaban las mismas; por él andábamos tomadas de las manos y atadas del corazón. – Allì, iluminaban tus gloriosos demonios, contrastando con las hojas secas.-
Unos pasos después…, resaltaban tus agonías, que danzaban con las formas de las ramas. Justo llegando a la salida de este hermoso follaje; me encontraba feliz mientras escuchaba tu desolada voz…
Y… (suspiro).
Poco después, al ver tus ojos, pude notar que eres un monstruo de raíces naturales. Sin vanalidad y con gran capacidad. Que destruye todo a su paso con sólo mantener la mirada.
Al salir de este pasaje, sólo éramos tu recuerdo y mi abandonada persona.
*Abrì los ojos y no pude dejar de pensarte.
OPINIONES Y COMENTARIOS