Los ojos de un dragón

Los ojos de un dragón

Andres Sanchez

21/07/2023

─Si miras a los ojos de un dragón intensamente, el dragón desaparece.
Había sido la primera respuesta de su maestro y mentor. Por aquel entonces, Yoo no comprendía aún.
─No es cierto. No encontrarás un dragón entre las almenas de un castillo. A los dragones no le gusta la altivez de las princesas. Detestan el metal bruñido y el sonido de las trompetas. Odian los tambores y los estandartes. Los dragones buscan la luz de la sencillez. Ése es su verdadero alimento.
Había sido la segunda respuesta de su maestro y mentor. Yoo había recordado las palabras de su mentor aquella mañana. La muchacha transitaba por los senderos flotantes que cruzan los trigales. La sombra roja de los árboles intentaba oscurecer su silueta a ráfagas. La muchacha con cántaros. La voz sobre cuyas modulaciones descansaban pájaros de cabeza dorada. Yoo la saludó con timidez sobre el puente de juncos. Prosternación de Yoo.
─El tiempo no es nunca insuficiente, y nunca es tampoco excesivo. Observa el tiempo: porque el tiempo eres tú.
Había sido la tercera respuesta de su maestro y mentor. Y Yoo había clavado su espada sobre la tierra húmeda del margen del río. Sobre una roca se sentó en silencio. Yoo pescaba con su arco. A veces el tiempo se detenía sobre un nenúfar, entonces era imposible pestañear, ni siquiera respirar, la flecha se disparaba sola cuando llegaba el momento. Yoo entrenaba su espada cada mañana y cada tarde. Yoo se preparaba para enfrentarse al dragón, daba igual cuántos años tardara en aparecer.
─No vemos las cosas, sólo la imagen de las cosas. Un hombre que grita, un niño que llora, un bosque que arde, no son para nosotros más que la imagen de un hombre que grita, de un niño que llora o de un bosque que arde.
Había sido la cuarta respuesta de su maestro y mentor. Y si Yoo veía a la muchacha de los cántaros pasar por el sendero y escuchaba su voz fresca como un jardín, Yoo no quería comprender que la muchacha de los cántaros que pasaba por el sendero con su voz fresca como un jardín, fuera otra cosa que la muchacha de los cántaros que pasaba por el sendero.
─El momento siempre se anticipa al momento. Si los ojos te han de servir para observar el tiempo, es el corazón el que te dará a conocer el momento.
Y aquella mañana el corazón de Yoo despertó antes que el propio Yoo. Y notó el corazón de Yoo las alas de un dragón batiendo en el núcleo del bosque, un poder nuevo para el que el tiempo no tenía ningún significado. Y Yoo templó su espíritu y envainó su espada. Luego se adentró en el bosque. En el bosque halló la cabaña donde vivía la muchacha de los cántaros. No había señales de violencia, pero Yoo sabía que el momento se anticipa al momento: Yoo desenvainó su espada y entró en la choza. En el interior contempló a la muchacha de los cántaros, que limpiaba unos cuencos. La muchacha miró a Yoo. Los ojos de la muchacha eran grandes y luminosos. Yoo los contemplo con detenimiento, cerca, muy cerca de ellos. Los ojos de la muchacha reflejaban el rostro de Yoo. El tiempo se había detenido definitivamente.
─Si miras a los ojos de un dragón, intensamente, el dragón desaparece.
Había sido la primera respuesta de su maestro y mentor. Ahora, Yoo comprendía

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