Uruguay 2023

17 de Julio: Día Nacional para la Prevención del Suicidio  
Autora: Mariana Noemí Severo Cabrera, Lic. en Psicología & Co-Autoría: Maite Noel Aguiar Cabrera, estudiante de Facultad de Ciencias Sociales 

“…pensaba que el problema era yo. Me acuerdo que ahí fue cuando empecé a pensar que estaba mal en el mundo, que no pertenecía, que me quería ir de él”.

Esta foto la subí a mi Instagram, el día 1° de Mayo del 2021. Todo parece estar bien, pero en ese momento no quería vivir más. Maite Aguiar. 

Maite, es una historia que puede resonar dentro de miles de jóvenes que en algún momento de su vida sintieron tanto dolor que no encontraron otra salida que pensar en quitarse la vida. También, es una historia de vida que puede resonar dentro de vos.

Porque más allá de las cifras del Suicidio que conocemos, más allá de saber que en el mundo cada 40 segundos una persona se quita la vida, más allá de tener presente que nuestro pequeño paisito de 3 millones y medio de habitantes tiene la tasa más alta de muertes autoprovocadas, más allá de tener todos los años los números concretos (…) Al lado de nosotrxs y muy cerquita hay miles de personas que en este momento lo están pensando. Sí, miles. Y la mayoría de esas personas son adolescentes y jóvenes que pueden ser hijxs, nietxs, hermanxs, primxs, compañerxs de clase, novixs, amigxs, vecinxs (…). Puede ser la persona que tengas al lado.

Uruguay es nuestro país, un país diverso y plural, con rincones y paisajes pintorescos que aún nos restan conocer. Uruguay es río, tierra, nubes y sol. Uruguay es otoño pero también es primavera. Uruguay es libre, es educación y salud pública. Es el mate, es la torta frita y es compartir un abrazo con personas que no conozco cuando ganamos un partido de fútbol, es pasión. Uruguay es garra, es solidario. Uruguay es carnaval, es tambores, es candombe, es samba no pé, es brillo, es turismo y también es fin de semana largo. Es marcha de la diversidad, es orgullo. Uruguay es popular, es empatía. Uruguay es campeón de América y del Mundo. Uruguay es gigante.

Pero, en las sombras y a plena luz del día; Uruguay también es vulneración de derechos. Es violencia doméstica, es discriminación, es bullying, y es abuso sexual hacia niños, niñas y adolescentes. Uruguay es pobreza y desamparo. Es homo y transodiante. Uruguay es adultocéntrico, Uruguay no escucha. Uruguay, es carencias de recursos para una atención integral en salud mental.

Uruguay también es el país en donde dos personas se matan por día. Uruguay somos nosotrxs.

¿Por qué la gente se suicida?

El suicidio es una problemática compleja. La gente no se suicida solamente por una cosa.

Todas las personas tenemos que lidiar con la salud mental, y ésta puede ir mejor, peor, o en una montaña rusa. Durante mucho tiempo, nos ocultamos la realidad de que el sufrimiento psíquico es universal. Todas las personas sentimos, todas las personas sufrimos. El suicidio está atravesado por múltiples causas, probablemente nunca sepamos qué fue lo que llevó a una persona a quitarse la vida. Pero sin dudas sabemos que fueron un cúmulo de vivencias que le hicieron creer que no habría otra solución. Lo que es indiscutible es que esa persona estaba sufriendo y sufría mucho, y no pudo encontrar un espacio de confianza para ser escuchada y pedir ayuda. O si, lo encontró, pero no fue escuchada o ya era tarde. Algo que me parece importante poner en palabras es que no es que la persona quiera dejar de vivir, sino que quiere dejar de vivir de esa manera.

Partamos de la base de que las personas con las que nos relacionamos influyen en gran medida en nuestra salud mental.

Entonces; ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué pasa qué tantos adolescentes y jóvenes tienen deseos de morir a nuestro alrededor?
Foto extraída de los Talleres de Promoción de Salud Mental en el marco del Programa Ni Silencio Ni Tabú INJU/MIDES
“Hay gente importante para nosotros que minimiza nuestros problemas”, “No estamos llamando la atención, te estamos pidiendo ayuda”, “A veces tratamos de hablar pero no nos escuchan”, “Los adultos piensan que los problemas de los adolescentes, no se comparan con la vida adulta”, “Mis padres a veces no tienen tiempo de escucharme” (…) 

Son algunas de las cosas que repiten y repiten adolescentes y jóvenes que participan de talleres de promoción de salud mental en el marco del Programa Ni Silencio Ni Tabú del Instituto Nacional de la Juventud (INJU/MIDES), del cual soy parte y me siento muy cercana. Además de significar una tarea dentro de mi rol laboral, estas instancias me acercan a los gurises y las gurisas en lo más humano y vulnerable de sus vidas. Con otras palabras, de diferentes maneras, pero la esencia es la misma, hay un patrón: y es que se sienten incomprendidos, sienten que sus problemas son minimizados y están convencidos de que ocultar su dolor es la mejor forma de afrontarlo.

No es fácil hablar de nuestro malestar ¿No?. Esa pregunta que hacemos cotidianamente: ¿Cómo estás? y que del otro lado esperamos un: Bien, ¿Y vos?. ¿Qué pasa si del otro lado escuchamos un “más o menos”, “mal”, “triste”, “no sé cómo me siento”? ¿Qué pasa si en medio de una charla un amigx nos dice: “No tengo ganas de vivir más”?

¿Cómo afrontamos el malestar si nos han enseñado que hay que evadir y mostrarnos fuertes todo el tiempo?

Ante la carencia de espacios para hablar de las emociones y del dolor como parte de la existencia humana, hemos aprendido a que respuestas como “Todo irá bien”, “Es cuestión de ponerle ganas a la vida”, “Pero… si tenes todo” son una forma de afrontar el dolor. Este tipo de respuestas dan la sensación de que las personas elegimos el malestar de manera voluntaria. Debemos aprender que ante la expresión de dolor, tristeza, angustia de una persona; esa persona lo que necesita es sentirse escuchada y apoyada sin juicios de valor o moralistas. Probablemente no necesite consejos, a menos que te lo pida.

¿Cómo sobrevivimos en un mundo que nos enseña que mostrar nuestras emociones significa ser débil? ¿Cómo sobrevivimos en un mundo que nos exige y nos presiona por todas partes: el estudio, el trabajo, la familia, las redes sociales, el éxito? ¿Cómo sobrevivimos en un mundo en donde las personas que dan el paso de hablar y pedir ayuda se encuentran con una sociedad y un sistema que responde: “no es tan grave, a otras personas le pasan cosas peores, tu dolor puede esperar”?. ¿Mi dolor puede esperar?, ¿Cuánto tiempo soy capaz de tolerar y esconder lo que siento, días, meses, años?, ¿Qué consecuencias trae la no expresión de las emociones en mi vida?

Lo que no decimos, se acumula y lo que se acumula, comienza a pesar.

Nunca me voy a olvidar de ese día y las sensaciones en mi cuerpo. Viéndolo de afuera, ahí estaba yo, acostada y recibí un mensaje de mi hermana. “¿Estás?. Te voy a mostrar algo pero no quiero que te desesperes”. Ahí está ella, enviándome una carta de despedida. Si, se despedía de este mundo y de todas las personas que la amamos. Pedía disculpas por no poder enfrentarlo. Nunca me voy a olvidar como esas palabras atravesaron mi cuerpo, dejándome sin aire. Inmediatamente replegué mi cuerpo y me sentí indefensa, impotente, vulnerable. Comencé a llorar en mi cuarto, sola, era como si las paredes se fueran juntando cada vez más hasta asfixiarme. Yo sabía, muy adentro de mí, que ella tenía mucho dolor. Pero, tal cual, como lo venía hablando. Evadí. ¿Quién quiere enfrentar la realidad de que una de las personas más importantes de tu vida quiere dejar de vivir?. Creemos que es más fácil evadir, tapar, fingir. Pensamos que así el dolor se va a ir. Cómo nos equivocamos. El dolor se queda y va creciendo, porque el dolor cuando es silenciado y no es compartido, se apodera de nuestra vida. Si así me sentí yo al leerlo… ¿Cómo se estaría sintiendo ella?. En ese momento me derrumbé, me dolía, no sabía cómo enfrentarlo, ni que decirle. Pero confíe, desde lo más humano, que validar todo lo que estaba pasando, era el camino. Era su sentir y eso era suficiente para darle lugar. Ahí estuvimos las dos. Llorando, no sabiendo para donde agarrar en muchos momentos, pero siempre juntas y siempre hablando. Incondicionalmente juntas. Fue construir red, y decir: “Todo puede mejorar, te acompaño a buscar tu camino”. El dolor apareció, deja que salga. Compartilo conmigo y con las personas que quieras. No lo ocultes más. Saldremos de esta, hermana.

Vos, que estás ahí, leyendo del otro lado (…) te quiero decir que: todo lo que sentís es importante, que a veces algunos de los momentos que nos tocan vivir o algunas personas con las cuales nos cruzamos nos hacen pensar que no vale la pena, nos hacen pensar que no vamos a poder, nos hacen pensar que nuestra vida es inútil, nos hacen pensar que compartir el dolor es ser débil. Te quiero decir que la debilidad y la fortaleza hacen parte de la vida, hacen parte de nosotrxs y eso nos hace ser humanxs. Te quiero decir que aunque no lo veas, hay personas a tu alrededor que están para escucharte incondicionalmente y con las cuales podes compartir tu dolor. Te quiero decir que el primer paso es hablar. Hablar de lo que sentís. Hablemos de nuestras emociones. También, a vos, que sabes que alguien puede estar transitando una situación complicada, el primer paso también puede ser preguntar. No tengamos miedo de hablar del dolor, no tengamos miedo de hablar de lo que nos está pasando, no tengamos miedo de mostrarnos vulnerables. 

Las personas atravesamos batallas y tenemos/podemos tener la fortaleza suficiente para sobrevivir, sobrevivir y sobrevivir. Saldrás. Saldremos de esta.

Gracias por leerme. 

Mariana 

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