Esta es una historia que se vive a diario en todo el mundo aunque con circunstancias muy diversas, pero este relato está relacionado con Edbert un hombre ecuatoriano que habita en la ciudad de Guayaquil, en la actualidad tiene 45 años y hoy puede contarnos cómo llego a ser un hombre roto.

Hace muchos años en 1972 cuando la vida en Ecuador era un poco más fácil que hoy en día, en ese entonces las familias eran más numerosas, el país ponía sus esperanzas en el boom petrolero y Ecuador vivía el derrocamiento de Velasco Ibarra el 15 de febrero del mismo año, acción conocida como “El Carnavalazo”. A comienzos de ese año, Ecuador era un país sumido en el caos, con un presidente convertido en dictador civil, desde 1970, en medio de todo este ambiente nació un miércoles 22 de noviembre de 1972 a las 23:58 pm, Edbert, él fue el primer hijo de la familia Arellano Mora, creció en una familia que tenía algo de posibilidades que después de un tiempo fueron mermando ante el despilfarro y la mala cabeza de su padre, quien preso del vicio del alcohol y las mujeres pasaba días bebiendo mientras derrocha el dinero que se ganaba en sus viajes donde ejercía la profesión de comerciante.

Cuanto Edbert, tenía la edad de 8 años de edad un día de repente despertó con la noticia que su casa de madera se estaba hundiendo, un madero central del piso se quebró su padre por ese tiempo dijo que desbarataría la casa para construir una con bloques y cemento sin embargo los días pasaban y la casa se deterioraba con rapidez una noche mediante una acalorada discusión entre sus padres por el arreglo de la casa su progenitor decidió abandonarlos dejándolos con una casa cayéndose a pedazos, luego de tres meses la vivienda colapso, sin embargo la madre de Edbert saco fuerzas para renacer de entre los escombros y gracias a la ayuda de los vecinos construyo un cerco con las hojas de zinc que salieron del techo de la gran casa, pasaron a vivir de una casa grande a un pequeño chalet construido a base del techo. El piso era de tierra y de haber tenido comodidades pasaron a ser los últimos del barrio donde habitaban.

La madre de Edbert era una mujer de orígenes humildes así que de inmediato se puso a lavar ajeno, puso un negocio donde vendía comida típica ecuatoriana, tortillas, corviches. Edbert ya con 11 fue un puntal para su madre pues como el mayor de sus hermanos asistía a su madre en el negocio haciendo cuentas e incluso saliendo a vender a las calles cuando el negocio no iba también, sentía mucha emoción cuando salía a vender y regresaba con su charol vacío y eso lo motivaba para salir una y otra vez, muchas personas de su barrio lo ayudaban dándole trabajos pequeños de vez en cuando los mismos que el realizaba con mucha emoción y alegría y su dulce corazón se deleitaba cuando podía acercarle a sus madre las monedas que había ganado por hacer algún encargo de los vecinos que lo apreciaban mucho, es que durante el tiempo de su niñez tuvo que conocer el mundo de una manera apresurada y en lugar de tener intereses como jugar, saltar, estudiar y sentir el amor de sus padres, él tuvo que ponerse un disfraz de hombre adulto y si bien es cierto que esto desarrollo en él un gran amor por trabajar también es cierto que su niñez fue un gran camino que tuvo que obviar, tuvo que aprender a caminar por las calles, vendiendo pan, lustrando zapatos, vendiendo caramelos en la escuela y los buses pero sobre todo tuvo que aprender que la vergüenza al momento de trabajar no existía. En la calle conoció cosas buenas y malas, así como personas que lastimaron su corazón durante una etapa de su vida, ¿sabes lo que se siente si tu familia te trata como ladrón? Eso le paso cuando ya tenía 12 años, en 1984 entró a trabajar en un taller mecánico cerca de la casa de su abuela, y para evitar gastar tanto en pasaje de bus, su madre le pidió a la abuela que le permitiera quedarse de lunes a viernes, a los 2 meses de vivir con su abuela llego una tía llego desde los estados unidos de américa y entre su equipaje habían traído cámaras fotográficas profesionales, relojes y ropa para vender, sin saber cómo un día desparecieron 3 cámaras y claro como el extraño en la casa era él lo acusaron directamente, y su corazón sufrió mucho en las noches mojaba la almohada de tanto llorar, una tía lo consolaba y le decía que para que no lo traten mal debería irse pero eso era como dejar por sentado que él había sido el ladrón, una tarde mientras habla su abuela con sus tíos del supuesto robo, un primo interrumpió la plática y dijo las cámaras no se las robo Edbert, las tomo Yolanda… ella era hija de la tía recién llegada quien vivía con la abuela en un encierro que no permitían que saliera a ningún lugar por ningún motivo las llevaban y traían de la universidad, aun así ella se había enamorado de un ladroncillo del barrio quien le pasaba mensajes por la ventana cada vez que pasaba y esas cámaras iban hacer su boleto para escapar con su novio, una vez que se aclaró la situación él se fue de la casa de su abuela con un gran resentimiento en su corazón que nadie procuro sanar continuara……….

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