Hay un capitán en mi barco, el que me ayuda a manejar la nave, el que me enseña el camino a seguir, el que me guía por mareas seguras y serenas.

Un capitán de dulce sonrisa, de alegre mirada y de semblante paciente; un capitán fuerte y valiente, que no teme a nada ni a nadie, que lucharía sin descanso para protegerme a mi y a nuestro barco; un capitán de amabilidad abrumadora, que me lanza frases llenas de ternura y de amor, que me toca con sus manos llenas de dulzura, que me acaricia el alma con su besos, que me enamora con toda su presencia.

Un capitán por el que soportaría maremotos y tsunamis.

Un capitán por quien navegaría en busca del fin del mundo.

Un capitán con el que me dejaría arrastrar al fondo del mar, con tal de no separarme de su lado.

Porque si me tengo que mojar, que sea por mi capitán; porque si tengo que luchar, que sea por mi capitán; porque si llega el momento, en el que me tengo que dejar hundir, ahogarme y tengo que dejar de respirar, que sea por mi capitán,…

… que sea, con el capitán de mi barco.

Para, por y con mi capitán.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS