Dejo aquí esta reseña del escritor y editor Daniel Soria. Gracias Daniel por tus palabras por esta reseña queme llena de esperanza

Dejo aquí esta reseña del escritor y editor Daniel Soria. Gracias Daniel por tus palabras por esta reseña queme llena de esperanza

Silvana FG

23/06/2023

Contraseñas para el paraíso
Gloria y otros paraísos es, de entrada, un ejercicio agudo e inquietante que labra verso a verso el camino de búsqueda de sentido de una voz poética cuya expresión está hecha de vivos colores, pulsiones y experiencias extremas, así como de delirios, pero para nada irracionales, sino más bien testimonio de un discurso que haya su logos en los límites de la experiencia, que, como sabemos, son los límites de nuestro lenguaje.
En su primera parte, “Gloria y otros paraísos”, relumbra el simple placer de estar vivos, a veces bajo el imperio de la noche y rodeados de fauna y flora por momentos exuberantes. En este escenario hay lugar para el cumplimiento de los más íntimos deseos, acaso el amor o el hallazgo de una finalidad a los afanes de la poeta sobre la tierra. En este cosmos hay espacio también para entidades celestes: dioses, santos y ángeles protectores que sin embargo propician placeres terrenales.
De esta y otras maneras, Freyre se precipita tras la búsqueda de la gloria y su multiplicación de significados (sea como gusto, placer, majestad, esplendor o magnificencia), que apuntan a afirmar la propia existencia durante un viaje a través de la integración con los elementos del entorno natural. Este ámbito configura una manifestación del ser que se propone ser la topografía del paraíso aquí en la tierra, de donde suelen emerger aquí y allá los objetos de una forma sublimada del amor pasión en su exacto sentido etimológico de padecimiento, es verdad, pero también como vehículo para alcanzar los dulces goces de la carne.
La segunda parte, “No hay ángeles en la tierra”, es una entrega a nuestra sensorialidad más descarnada como habitantes de un horizonte donde los ángeles no tienen más protagonismo; pero no se crea que por eso hemos perdido nuestra divinidad. Para nada, pero es un dios pagano de violenta voluptuosidad al que ahora Freyre eleva sus plegarias, al parecer no siempre desatendidas, pero al alto costo que la lucidez suele cobrar en horas de ansiedad a cambio de ver el rostro de algunas verdades. Es por eso que esta parte ha abandonado el tono celebratorio de la primera para ofrecer una experiencia gobernada por una sensibilidad que, librada a su propia suerte, explora su corporalidad para hallar lugar en un mundo sometido al imperio de las sensaciones.
¿Y qué podemos decir de los paraísos que el título prometía? Agotado el último poema, apurado el verso final, descubriremos, aunque tarde, que fuimos felices habitantes de sus linderos, pero a cambio de abandonar aquella idea corriente de que la felicidad es un estado de grata satisfacción espiritual y física. No, no era eso. Nunca lo fue. Así, perdida la inocencia, en adelante deberemos aprender a vivir con la certidumbre de que mereceremos solo los paraísos que nos ganemos. Silvana Freyre visitó los suyos. Este poemario es el valioso testimonio de que pasó por allí, y tuvo la fuerza y el talento para volver y contárnoslo.
Daniel SoriaPoesia

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