¿Por qué no decirle que la amas?
Que tu piel se vuelve ceniza cuando no está,
que sueñas con morir a su lado
como un pacto de sombras y luz.
Que en la foto no es su imagen lo que ves,
sino la forma en que la imaginas,
esa que solo existe en la mirada que le guardas,
en la grieta de un sueño que no se atreve a ser.
Me demostraste que la distancia
no es un adiós,
que el amor sobrevive en lo que no se dice,
en lo que se extraña,
en lo que duele.
No fue solo el peso de las palabras,
fue el roce invisible de la compañía,
el hilo fino de la atención,
el refugio del apoyo,
la piel desnuda de la admiración,
y el amor,
el amor como un latido perpetuo.
Toqué tu cabello, sentí tu aliento,
pero aun sin tu piel
aprendí a amarte.
Y aun sin tenerte,
aun con el vacío extendiéndose entre nosotros,
pude conocer el amor más puro.
No eres el amor de mi vida.
La vida es tan corta,
tan absurda,
tan mínima,
para encerrar lo que siento en su frágil límite.
Porque aunque mi corazón se detenga,
aunque mis ojos se cierren,
aunque mi cuerpo se hunda en el polvo del tiempo,
mi alma,
mi alma siempre te amará
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