La melancolía hacía de las suyas y de las mías. Intentando colarse en mi pequeña caja de Pandora. Releía mis pequeños relatos, a modo de terapia. Eran los únicos que sabían a ciencia cierta sobre mi. Me sentía tan perdida…
Siempre paraba en el mismo.
Mi reloj, irónicamente, se había apagado. Aun así los minutos pasaban en la pantalla del móvil.
Refugiada en aquella plaza, rodeada de palmeras. En aquel banco donde un hombre leía el periódico. Con una media sonrisa y al percibir mi mirada, levantó sus ojos por encima de sus pequeñas gafas. La paz inundó mi corazón.
Recordé el significado de la palabra amor, con su todo y con su nada.
No quería llorar, la noche estaba preciosa, tenía miedo a vagar por la oscuridad.
Así que, me quedé en el banco, mirando aquel hombre leyendo el periódico, en la plaza, donde un día fui feliz…..
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