Un pedacito de mi historia

Un pedacito de mi historia

Re-evolucionDMH

18/06/2023

Hace tiempo que me planteo retomar el blog, pero no sabía muy bien cómo, cuándo ni porqué… pero creo que ha llegado mi momento. 

Escribir siempre ha sido muy liberador para mí, y normalmente lo hago desde las tripas y esta vez además, he decidido abrirme en canal y compartir experiencias muy íntimas de los últimos años, que he ido guardando sin saber muy bien porqué, ni para qué.

Os pongo en antecedentes. El pasado año, además de una pandemia mundial, ocurrió un suceso en mi vida que marcó un antes y un después: una ruptura de pareja. Pero no una ruptura cualquiera, una ruptura triste, dolorosa, sorprendente, inesperada y sin opción a despedida, por orden de una jueza que tuvo que marcar la distancia mínima que a partir de ahora habría entre mi expareja y yo. 

Supongo que os podréis imaginar de qué va el tema… Por suerte no fue tan dramático como múltiples historias que suceden cada día, ya que al primer bofetón y al grito de “todo esto pasa por tu P*TO feminismo”, quedó interrumpida (y espero que detenida definitivamente), aunque mi hermana en mi defensa, llevó la peor parte con cuatro puntos en su rostro que a partir de ahora formarán siempre parte de nuestra historia. Y hablo de NUESTRA historia, porque gracias a ésto, mi hermana y yo hemos empezado una nueva historia, un nuevo vínculo, una nueva relación indestructible que nos ha unido mucho más de lo que estábamos hasta el momento. Como se suele decir, no hay mal que por bien no venga… Y a mí, siempre me ha gustado quedarme con lo positivo de las cosas, … incluso de las peores.

A partir del fatídico día empezó un camino tormentoso de policías, abogadas, trabajadoras sociales, psicólogas, juzgado, papeleos, cambios laborales… Camino que hasta dentro de 3 años, como mínimo, no llegará a su fin por completo. Con todo esto, comienza un recorrido de introspección, autoanálisis, apertura de ojos y perspectiva, de la toxicidad en la que llevabas metida años sin llegar al ser del todo consciente. 

Mi historia no es una historia de maltrato físico, ni mucho menos, en algunos momentos hasta quise creer que era feliz… pero cuando empiezas a ver tu propia historia desde la seguridad, la calma, la tranquilidad y el quererte a ti misma, te vas dando cuenta de que tu “historia de amor” hacía aguas por todas partes, y que en el fondo, tú nunca fuiste la protagonista, si no la complaciente, la que siempre estaba ahí para la otra persona, la que daba sin a penas recibir a cambio, la que pasaba noches de angustia sin dormir, sin saber cuándo y cómo volvería y cuándo sería el próximo día que dormiríais juntos, mendigando cariño por momentos… La que renunciaba a darse caprichos, y sin embargo se esforzaba por cumplir los de él. La que se llegó a creer que estaba más a gusto horas y horas en casa, sin quedar con su gente y salir por ahí, que realmente siempre fue lo que más disfrutó. Pasar horas alrededor de una mesa, con unas cervezas y tratando de arreglar el mundo.

A lo largo de tantas noches sin dormir, fui escribiendo pequeñas cartas dirigidas a esa persona. Cartas que después nunca le daba o le leía, y simplemente tenían la función de desahogo para mí en esos momentos de angustia y servían como recordatorio para intentar hacerme ver a mí misma la rabia, la frustración, el miedo que sentía por la noche, para tratar de no olvidarlo por la mañana, como era lo habitual. Quizá en algún momento, me decida a compartir alguna de estas reflexiones y breves pensamientos nocturnos, en los que tantas veces me despedía de él y ponía fin a nuestra relación, aunque luego nadie más leía.

Mi entorno, como siempre, veía que no era bueno para mí. Pero yo me convencía de que era la única persona que conseguía leer en su corazón, y a pesar de tener comportamientos socialmente poco aceptados, de no tratarme especialmente bien en algunas ocasiones y comportarse a veces de forma agresiva tanto con otras personas como con algunos objetos, paredes y/o puertas de casa… Yo seguía pensando que era un buen corazón, que era noble y simplemente yo era la única que podía comprenderle. YO, LA ÚNICA… Ni su propia familia. ¿En qué momento te empiezas a creer que eres la única que puede ver eso en una persona? ¿Que solo tú tienes la razón? ¿Qué son el resto las personas que están equivocadas? Y dejas de atender, dejas de hacer cosas, dejas de bajar tan a menudo con tus amistades, te autoconvences de que así estás bien, de que eres feliz aunque nadie más lo pueda ver.

Por suerte para mí, salí de ahí, aunque tuviera que llegar a pasar algo grave y a una distancia impuesta. Todo esto me ha servido para aprender, aprender mucho, para autoanalizarme, para reflexionar sobre lo que quiero, y sobre todo, para aprender a ser más feliz conmigo misma y perderle el miedo a estar sola otra vez después de tantos años.

Ahora mismo, acercándome “peligrosamente” a los 40, tengo más claro lo que quiero, soy más feliz y vivo el día a día, con mucha más calma, disfrutando y con menos expectativas, simplemente la de levantarme cada mañana y tratar día a día de ser más feliz con menos, ya que estoy convencida de que menos es más.

Gracias a todas las personas que estuvisteis, estáis y estaréis conmigo. Algo que también he descubierto es lo afortunada que soy por toda la gente que tengo a mi alrededor que me quiere y me apoya. ¡Sois lo mejor de mi vida! Ahora mismo solo siento agradecimiento hacia mis amistades, hacia mi familia y hacia “el p*to feminismo” que contribuyó a que nada de esto fuera más grave y yo cada día me sienta más fuerte e independiente.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS