Mis trenes interiores
son retales de Galicia.
Sienten hambre de cebolla
cruzan puentes de nostalgia
y regresan del exilio.
Se abren paso entre la bruma
de la lluvia intermitente
lánguidos y lejanos
milenarios y eternos.
Mis trenes actuales
cargan la memoria
de mis trenes ausentes
llevan el vértigo
de los tiempos que corren
inasibles, precoces.
Furtivos.
Estos trenes que habitan
la tarde anochecida
el instante preciso
en que las aves
son seres migratorios
y la partida del sol
inevitable.
Sólo los trenes permanecen
con sus siluetas de hierro
pasajeros constantes
de todos los caminos.
Trenes que van
hacia todos los encuentros
mientras otros, desgarrados,
lloran despedidas.
Espero sentada
mis trenes del presente
amo las estaciones
con olor a comida
y el presagio latente
de otros trenes lejanos.
Recupero mi historia
en los rostros de tantos
que esperaron los trenes
al borde de la vida.
Poemas imperfectos
Gabriela Fernández Rosman
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