La guillotina de los sueños

Soñé que los amores golpeaban en mi puerta y girasoles crecían en sus pechos, desgastaban las suelas de sus zapatos para correr en el bosque luminoso… algunos se perdían en la comodidad de sus cárceles y otros en el esplendor onírico. 

Soñé que algunos pocos quebraban sus miedos y se apretaban fuerte las manos, aun sabiendo que se acercaban al dolor de corazones ajenos. 

Me lance al vació ominoso y comprendí a aquellos que sufren cuando tocan sin sentir, fusilan sus pechos de amores clandestinos y terminan por perder el afecto por si mismos. 

Soñé con la partitura del arte rozando el canibalismo de la ignorancia y los vi tocar el fruto, sin saber que las manzanas pudrirían sus ojos aun sin morderlas. 

Sueños donde tuve que amputar las culpas, como si fuera la extremidad de un cuerpo enfermo. 

Soñé con caricias que quemaban y marionetas a las que quise romperles las cuerdas. Me ardieron los oídos y sentí el dolor en un apretado puñal que no pude soltar hasta clavarlo en mi pecho, y volví a la lucidez, alguien frotaba sus dolores contra los míos, era un extraño y placentero dolor, hasta que los perjuicios me vieron y los sueños fueron pesadillas. Allí la suciedad era tan agria que me vi convertido en una rata durmiendo en sabanas de ceda. Fue tan lucido que olvide que soñaba, solo cuando ya había pasado demasiado tiempo y fue mi turno de acercarme a la fosa, vi a mi padre, envuelto en el manto, carcomido por los murciélagos, aun vivo, me obligo a vociferar mis verdades.

_ Espero el día que puedas verme sin la cara del pasado y mi preguntas no terminen en la alucinada lucidez, para así no sentirme tan muerto.