Y usted, ¿qué dirá?

Y usted, ¿qué dirá?

ESTEFANYA PARRA

07/06/2023

En algún punto llegamos a estar rodeados del «que dirán», de una o varias personas…

Me había atormentado por un millón de segundos, es algo exagerado, lo sé. Sin embargo, quiero decirlo así porque suena más a tragedia, aun sin serlo y no, no importaba el escenario, de cualquier manera hubiera dicho lo mismo.

Jamás estuve en una agencia de seguridad o que brindara protección a terceros. Me imagino que de cualquier manera mi protegido habría pedido más protección porque no quito la posibilidad de que haya salido corriendo junto a él en caso de un asalto o algo parecido. Lo del robo lo menciono porque ni siquiera el mejor villano ha podido aún robarse las ganas de vivir o el sueño de alguien, a menos de que la cobardía por seguir adelante nos haya ganado.

El reloj marcaba las 1:00 am y no podía dormir, los pensamientos eran como lobos intentando comerse las ovejas de mis sueños. No había la posibilidad de encender la radio a todo volumen y crear desorden como me gustaba hacerlo en el día, pues mis vecinos eran algo extraños. La música después de algunos años perdió en ellos volumen, incluso el gusto por los dulces era lo que más les molestaba a sus 85 años.

Por un demonio.!!, qué haré?, me pregunté, abrir los ojos y darme cuenta de que por haber sobre pensado las cosas me había quedado sin cobija no me causaba frío, por el contrario, me alegre al observar a mi gato durmiendo sobre ella. Estaba completamente estirado, así que asumí que lo disfrutaba.

Tomar un baño con agua fría era el plan perfecto para evadir un poco las amenazas de mis pensamientos que venían hacia mí llenos de armas blancas con el único objetivo de hacerme sangrar hasta morir. En alguna otra ocasión de poderse habría corrido hasta que el corazón quisiera salirse de mi pecho para evitar el peligro. Esto me recuerda a aquella vez en la que una abeja tenía empeño en incrustar su aguijón sobre mi piel y yo sin importar que el que dirá de la gente corrí despavorida hasta ir a caer en la laguna del pueblo.

Esta vez no podía salir a correr para evadir los pensamientos negativos, después de todo «que pensaría la gente». Hay mucha gente que lo hace desde las 3:00 am, pero yo estaba abusando. Cuando yo caía en una crisis existencia me gustaba correr y gritar al mismo tiempo. Era mi exorcismo de desintoxicación personal.

Al dejar caer el primer chorro de agua ingresé en una reunión bastante seria con mi cerebro, pues últimamente habíamos estado separados. Sé que somos uno solo, pero él parecía haberse enfocado en todo lo negativo que me había estado pasando y eso me estaba generando noches sin dormir y creer que era cierto todo aquello en lo que yo ponía mi atención.

Llegue a evadir las cosas positivas que me estaban pasando y fui capaz de arruinar mi existencia con una crítica mal habida de alguien que no tenía nada bueno en su vida como para que me afectase y aun así lograba hacerlo.

Examine rápidamente la última semana que había pasado así, y me encontré vistiendo, comiendo, escuchando y haciendo lo que otros decían y les gustaba que hiciera sin importar que a mí me desagradara. Empecé a usar el color fucsia en mis pantalones que tanto había criticado a otros, a comer cosas que eran demasiado agrias o dulces solo por tener compañía, a escuchar en la oficina música que no era de esta época solo por no desagradar a mi jefe y a quedarme hasta altas horas de la noche en el trabajo por cumplir todas mis tareas aun si no hacerlas a tiempo hubiera sido por situaciones inesperadas.

Deje de decir, no quiero, no puedo, no me gusta, no lo necesito, no lo haré, porque no y ya. Sonreí algo incrédulo porque no había visto mi vida desde fuera. Olvide que de algún modo, por más cosas buenas o malas que se ejecuten, las personas siempre tienen una opinión de nosotros. Entonces hacer cosas para ser agradable ante el resto me estaba haciendo tener una vida inauténtica.

Al final del día no somos tan importantes para los demás, porque cada uno tiene sus propios problemas sin resolver. De ser así, me dije, que estoy haciendo mal, qué clase de pensamientos estoy teniendo, que me llevan a estar a estas horas tomando un baño de agua fría, si sé muy bien que después de esto me enfermaré y pasaré todo un día en agonía por la fiebre que me abundará.

El primer paso para dejar de estar así fue dejar de suponer las cosas, salir de la ducha y antes de que mi cerebro pudiera hacer un comentario desatinado me asegure de que cayera mucha, mucha agua caliente sobre mi cabeza para que él dejara de pensar y ardiera hasta entender que debía vivir con menos imaginación y más realidad.

Eso no fue suficiente, parecía que el calor no hizo nada sobre él, así que me enfoque en quienes habían criticado mi forma de vestir, comer, escuchar música, y saber decir que no, y fue justo allí que vi sangrar a mi cerebro porque mi entorno estaba plagado de gente que no tenía nada bueno que ofrecer y mucho menos que yo haya querido imitar.

Era demasiado joven como para darle sentido a todo lo que me sucedía, así que decidí tomar las cosas con humor, y con alegría lidiar con los demás. Después de todo me parecía exquisita la idea de callar a alguien por contarme lo que decía un tercero al contestar: «supongo que esa persona no conoce mis demás defectos, de ser así no habría mencionado solo eso».

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