Me cuesta hilar las palabras para contarte esto en mi actual condición. Pero haré el
esfuerzo, a pesar de que mi presencia no la soportará tu biología.
Siempre creí que dentro de mí se ocultaba algo oscuro y siniestro. Un habitante
desconocido que a veces tomaba decisiones por mí e inundaba mi mente con ideas y
conjuros de otros mundos. Diversos psicólogos me diagnosticaron esquizofrenia
paranoide y trastorno de la identidad. Sabía que eso no era cierto.
Todos los eventos extraordinarios ocurrieron luego de una fiesta a la que me invitaron. Era
de esas fiestas con estética post-punk apocalíptico, en alguna casa ocupa de la ciudad.
Había mucha droga y gente en jaulas donde practicaban ritos sexuales. Yo estaba
bastante aburrida la verdad. A lo lejos vi a alguien que se notaba perdido y que era su
primera vez en estos encuentros católicos.
Le hablé. Le di un éxtasis para que se soltara un poco. Nos besamos. Tuve un salto
temporal y me vi contándole una historia antigua de mi vida. Ella estaba muy drogada e
ida. Recuerdo que invoqué unos conjuros relacionados con la consagración del pan y
vino. Luego, ella empezó a gritar y chillar de dolor, se retorcía en el suelo sucio, hasta que
logró irse corriendo. «Obvio que fue el éxtasis. O quizás mi conjuro», pensé. Me reí.
Luego de eso llegué a la casa. Abrí el refrigerador, estaba vacío. Abrí la llave del baño
para beber agua, no funcionó. Abrí mi alma y tomé mi libro de conjuros. Llevaba
practicando unos meses en uno nuevo, sabía que con él podría llamar a un ser de otro
mundo. Alguien o algo que llevaba hablándome hace años. Quizás solo quería que saliera
de mi cuerpo. Esa fue la noche en la cual el conjuro funcionó.
A la mañana siguiente, cuando desperté, vi que todo el cuarto estaba destrozado, de
hecho ya no existía el cuarto. Rápidamente pensé que algún terremoto había destruido el
edificio. Traté de levantarme del suelo y no pude sostener mis pies, miré en dirección a
ellos y me espanté, ya no tenía pies. Veía todo en blanco y negro.
Muchas personas estaban reunidas al rededor mío observándome con terror, algunos
gritaban, otros hacían videos. Vi que llegaba la policía a lo lejos. «Yo no maté a la mujer
de la fiesta», pensé.
Los policías acordonaron el lugar.
Yo seguía sin entender qué sucedía. No me podía levantar, ya que mis pies se habían
transformado en unos enormes tentáculos, que se erguían por todo el lugar y se
levantaban hacía el cielo, cuyas ventosas empezaron a agarrarse y trepar por los edificios
para mantener mi equilibrio y erguirme ante todos. No podía hablar. Pero sí podía
escuchar las mentes de las personas que estaban viendo mi cuerpo.
Al levantarme por sobre la ciudad, pude ver el reflejo de mi rostro en el lago. Me había
transformado en un ser de otro mundo.
«¡Daphne ha vuelto!», exclamé en la mente de todos los humanos.
En un segundo todos fallecieron, la ciudad fue despojada de sus millones de habitantes
con un solo de mis pensamientos.
¿Te das cuenta de mi gran poder ahora? Te hablo a ti humano, el único sobreviviente.
Puedo escuchar tu mente y sé que has decidido ser mi seguidor. Lee mi mente ahora y
ejecuta el conjuro:
«Lo que tiene nombre es la madre de todas las cosas,
El infinito insondable es la puerta de todos los misterios,
mi nombre es Daphne,
el nombre cuya vibración expande este universo,
mi nombre es Daphne y he vuelto de mi letargo.»
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