El puente de los deseos colgantes

Las cadenas le colgaban de las extremidades, le golpeaban los pensamientos y los pedazos del oscuro metal estaban atascados en su garganta. El golpeteo oxidado llegaba hasta las manos de sus padres, de su moralidad, sus dogmáticos papeles de apariencia serena, sus malditas zonas de confort. Llegaba a las alegóricas tumbas de sus antepasados que concibieron en el vientre la malvada replica, que hoy hace sonar sus cadenas.

En las noches acostumbraba no dormir, por las luces segadoras de la enfermedad del insomnio y las pocas veces que pasaba el umbral las pesadillas se escapaban de sus fauces, lo corrían de entre las sombras, por los pasillos de su vida cotidiana, habían abierto las rejas de las jaulas y empezaban a vivir en el infierno terrestre. 

Se sentaba en su sillón aterciopelado, que tenia un hueco en el medio por donde observaba sus recuerdos _Una mañana cuando era feliz, los atardeceres me abrazaban… las ataduras no resonaban porque no sabia que existían.