… ¿No es más desesperante la incertidumbre de no ser en el futuro, a la certidumbre de no haber sido en el pasado? (Marqués de Sade)
Desde que el ser humano primitivo empezó a plasmar sus vivencias y su conocimiento mediante la pintura rupestre, no ha podido parar y aunque el tiempo ha sido el causante de evolucionar la forma en la que se representaba este tipo de grabados y memoria histórica, su objetivo siempre ha sido transmitir su sentir generación tras generación, como capacidad fundamental que permite la subsistencia de comunidades y civilizaciones, como entretenimiento o como una colmena diría Aristoteles, sin embargo, según el relativismo todo cambia en función del tiempo, el lugar y el contexto cultural en el que nos encontremos, por lo que no existe tal absolutismo ni verdades universales, existen las emociones, los sentimientos y aquellos criterios que los activan o los estimulan, de eso estamos seguros. En este ensayo -basado en el contexto de la película Cinema Paradiso de 1998- exploraremos cómo el amor y la pasión por algo en medio de la complejidad y la incertidumbre de la vida, pueden darle forma a nuestra existencia, siendo conscientes de que no tenemos el control de todo y hay que aceptar la inevitable imperfección, desafiandonos a encontrar un equilibrio entre nuestras aspiraciones y nuestras limitaciones, sacrificando lo necesario.
Habitualmente el amor siempre ha sido asociado a un sentimiento de afecto y apego, de ahí que resulte en experiencias y actitudes que deslumbran por su emoción. Es posible desarrollar una actitud altruista y colaborativa u otra egoísta y competitiva, aunque generalmente las personas tienen un poco de ambas, según sus valores o conveniencias. La guerra proviene del egoísmo, por lo tanto, si partimos de las dos premisas anteriores, en un contexto filosófico la guerra es desatada por un sentimiento negativo ligado al amor en función de la virtud que representa el afecto, la bondad y la compasión del ser humano, por lo tanto, si la guerra siempre ha sido un punto clave para el desarrollo tecnológico de una población y la revolución industrial fue el efecto de una guerra que influyó en el cambio abrupto de paradigma en la industria que fue orientado hacia la producción masiva, para una comercialización y un consumo mucho mayor, entonces, la revolución industrial dentro de los muchos aspectos que la componen y son fundamentales para su desarrollo, incluye un sentimiento de amor, lo cual inequívocamente, es uno de los trasfondos que se refleja con el paso del tiempo en la película, que se encuentra situada en la Italia que poco a poco transiciona de una sociedad en la que la religión todavía conserva cierto control sobre los habitantes, a un país más abierto al mundo que se encuentra en constante progreso por el auge de la ciencia y el cambio de mentalidad de entre 1930 y 1980 aproximadamente.
En los primeros minutos de la película sentí curiosidad por adentrarme más en la historia, pues en un principio la sola banda sonora fue capaz de atraerme como un imán y los efectos visuales sobre el rostro de Salvatore (el protagonista) en el presente durante las primeras escenas, me maravillaron. Tuve empatía con Toto (el protagonista en su niñez) y todas sus picardías, pues siempre supe que era un niño, aunque nunca me dejo de sorprender, pero conecte mucho más con aquel joven que creció y ya aparentaba ser un adulto con los sueños y tal vez la ingenuidad desbordante de alguien iluminado y un poco inexperto en cuestiones del amor y el romanticismo, porque sencillamente logré identificarme y aprecie como la incertidumbre recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, pues vi el destello de mi vida pasando frente a mis ojos y perduró durante toda la obra. Ese soy yo, alguien que intenta disuadir a la vida para salir victorioso, sabiendo que la muerte ya ganó la carrera antes de que incluso, yo pudiera haber nacido.
Siempre soñé ser el Romeo de una Julieta inexistente, seguramente muchos cometimos ese error, ¿verdad?, pues un amor platónico solo es digno de los cuentos de hadas y lo eterno como lo perpetuo se desvanece progresivamente, lo dice la relatividad, es más, con algunas excepciones, todos los amores que se juran incondicionalidad terminan en tragedia o en infortunios. El amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos (William Shakespeare). Esta es una de las grandes críticas que considero, se realizan en la película (por parte de Giuseppe Tornatore, el director) y uno de los grandes puntos de inflexión que le dan el cambio argumental radical para el desenlace del número, ya que en consecuencia, Salvatore nunca tuvo una relación estable una vez “perdió” de alguna forma u otra el contacto de su enamorada, por quien “lo daba todo”, aunque en un comienzo el romance nació de algo muy superficial, o al menos es lo que se aprecia en el filme, “Romeo y Julieta”. Posteriormente dejó su pueblo natal para cumplir sus sueños, aunque aquello significara dejar un vacío en el corazón de sus más allegados y también perder el recuerdo tangible del lugar donde conoció y perdió a su querida.
Al extrapolar los sentimientos y las emociones de Salvatore en el tiempo presente, por el final de la cinta, cuando regresa al pueblo para el funeral de Alfredo (su amigo de toda la vida, “su padre de crianza”) sentí como si yo también hubiese vivido aquella historia un poco agridulce, pues era infeliz, me sentí incompleto, me hizo cuestionar mi propia existencia, mi vida, mi valía, como si de alguna forma cumplir mis sueños implique perder uno aún mayor, mi alegría y aquello que me motiva a salir adelante con un propósito definido y pude notar como la incertidumbre de Toto me transmitió un golpe de realidad, de consciencia, a lo cual se sumó la nostalgia de que al final como último presente, el difunto le dejó al protagonista la recopilación de todos los besos grabados que por censura de la iglesia, cuando él era aún más joven, nunca se pudieron mostrar en público, finalizando con una sonrisa liberadora que por un instante opacó al tiempo y su efecto en las personas, la vejez, quizá su vida fragmentada y los recuerdos afligidos de la persona que tanto quiso, pero ya no está.
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