Conducta finalmente conceptuada

Conducta finalmente conceptuada

From Another Time

31/05/2023

En la plenitud de mis años dorados ya advertía que cierta conducta resultaba ser el factor por el cual el género opuesto mostraba interés, bilateralmente claro. Por aquél entonces el objetivo era conseguir, y no a cualquier costo, el contacto a tiempo indeterminado con aquellas almas recubiertas de materia estética que aprobara la crítica despiadada de mis pupilas rehenes de un insensible sistema hipercomplejo, mi cerebro, que al mismo tiempo era inocente en el juicio de dañar, limitado ante encause inquebrantable y oportuno que le marcaba mi corazón atento. Esa conducta sentaba sus bases en la duda, ocultando lo esencial de la persona, el centro del blanco se teñía de secretos ocultando la verdad del sentimiento y los valores que guiaban su accionar en sociedad, y era el centro al que se apuntaba, pero todavía no estaba en la conciencia del sentido común. Por el contrario, mi inercia siempre me llevó a estar transparentemente expuesto cual campo ante la lluvia, me desesperaba transmitir los delirios sanos que motorizaban mi andar improvisado. Aun en aquél entonces había destino para ese excéntrico flujo energético de inocencia visible. Con el paso del tiempo y mi cambio de rumbo perdí contacto con ese proceso, las decisiones me llevaron al rumbo fácil de evitar el horizonte incierto, a pisar sólo la llanura firme del cemento, a enfocar mis objetivos válidos para un esquema social estructuradamente recto, desconfiado de aquello que no conoce y juzga de incorrecto. Sobreviví hasta que no pude más ser la marioneta de ese encierro y me arriesgué a transitar otra vez, eventualmente, aquél universo paralelo. Aquella conducta que era una opción de algunos adeptos, hoy es parte del impune e insensato sentido común, un acto elemental en una joven generación mayoritaria en el campo de los experimentos. Se materializó, firmado por la vacuidad en cada rincón de su insípido y reinante cuerpo, conceptuado y bautizado por el lugar que le da la ignorancia al miedo, bajo el importado nombre de: «ghosting», nacido en actitudes tecnológicas del silencio, y ahora parte del aire de nuestro cielo. Desaparecer no deja más que un momento incompleto, la interrupción en la concepción de un recuerdo, la condena de muerte a la pintura de una historia y el freno a la evolución de nuestro mundo por la falta de conexión. Algún día mi voz será tan fuerte que quitará la ceguera en un fragmento de las miradas que ignoran el corazón y empezará el apocalipsis inversor empoderando subjetividad, cual fuego a la madera de barreras que dejamos crecer siendo ocupas voluntarios de ésta prisión. Sigo creyendo.

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