Retiro todo reclamo

– ¿Cómo es el color de tu pelo a la luz del sol? – pregunté para que el reproche fuera medio poético. – Marrón claro – respondiste, porque no captaste la indirecta. (Como te habías dejado un broche, que por suerte tiene muchos pelos tuyos, lo había mirado a la luz del sol, así que ya sabía la respuesta.)- ¿Y el de tus ojos? – También “marrón claro”(He estado revisando tus fotos de perfil en las redes sociales, y, aunque no es lo mismo que en persona, ya me había dado cuenta.) – ¡No sabés lo buena que está la feria orgánica los domingos, capaz mañana podemos darnos una vuelta … ¡- Ah, allá en mi barrio tengo una los jueves. (Yo nunca voy a la feria orgánica, me hubiera gustado que te quedaras a dormir, hacer más cosas con vos, no me gusta mucho que me agarren de amante, te extraño cuando te vas, era lo que quería decirte cuando te dije lo de la feria orgánica.)La otra vez volvía del Centro por la calle Cassinoni y al doblar en la esquina del KFe me invadió una tristeza repentina, la certeza de que nunca más volveré a verte, una punzada en la amígdala. Pero lo curioso fue cómo recordé aquella primera noche, la recuerdo como si hubiese sido en el día, bajo el sol del verano. La segunda noche, la que fue en Las flores, a las diez de la noche, esa también la recuerdo como un mediodía, casi casi recuerdo el calor del sol en mis párpados y tus mejillas rojas. La tercera noche esa en que llegaste transpirada, las gotas de sudor que te caían desde el pelo marrón claro, están iluminadas por la luz del sol, y en cada una de ellas se proyecta el arco iris. La última, nuestra última noche, a la que nos entregamos sin saber que era la última, esa en que todo ocurrió en mi habitación oscura y achacosa, fría y triste, es una noche iluminada por un millar de lucecitas, como si estuviésemos en el campo rodeadas de luciérnagas o flotando en las aguas de un arrecife tropical nadando entre hipocampos. Así que retiro todo reclamo, doy todas las gracias y todas las caricias y pido todas las disculpas.Porque, aunque nunca viniste de día, igual todas las noches fueron luminosas.

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