Réplica a Escritura(s)

Comunicarse es cuestión de forma, en esto estoy de acuerdo con lo que se expone en el artículo Escritura(s). La aplicación de las innovaciones tecnológicas a una disciplina artística concreta puede provocar que surjan nuevas formas de arte o que se amplíen las existentes. Por ejemplo, la aplicación de la tecnología de la tinta electrónica no trajo consigo tanto una nueva forma de arte, sino que amplió las posibilidades de consumo del arte literario a partir de, entre otras ventajas, su comodidad y facilidad de transporte.

Ahora bien, un nuevo lenguaje como el que propone el autor, Ramón C., en el mencionado artículo Escritura(s) debe implicar transformaciones más profundas que un simple cambio de formato, por muchas ventajas que este suponga. Debe introducir, en primer lugar, innovaciones técnicas también a la hora de la creación literaria -ya que hablamos de escritura- y no sólo la innovación en el consumo que supone el libro electrónico. En este sentido, de hecho, el libro electrónico es un buen ejemplo del soporte en que la nueva forma de escritura que propone Ramón C. podría encontrar el campo abonado: un soporte que permita, a diferencia del libro tradicional de papel, la conexión a internet, la reproducción de archivos audiovisuales (incluso aunque sean sólo audibles o sólo visuales) y la interacción con la narración a través de la interacción con el dispositivo.

Es cierto que, de primeras y como punto débil, se me ocurre que en el caso de la aplicación de esta nueva forma de escribir estaríamos perdiendo a más del 70% de lectores en España. Aunque visto de otro modo, esta nueva forma de arte contaría desde un primer momento con una audiencia potencial de, al menos, el 29,4% de los lectores españoles (ya sabemos que las estadísticas podemos leerlas casi siempre a nuestro gusto). No es una mala forma de comenzar. Sobre todo si tenemos en cuenta que también podemos contar con todos aquellos que leen en una página de luz (por citar palabras textuales del autor) de cualquier otro tipo.

Esta última opción, igual que la que se refiere a los libros electrónicos, parece ofrecer intuitivamente un mayor número de lectores potenciales y puede proporcionar también usos de lo más variado e interesante:

– en primer lugar, estoy seguro (aunque esta «seguridad» es más la expresión de un deseo que la constatación de una certeza) de que las obras poéticas gozarían de mayor difusión si el autor, o incluso un actor especializado en ello, pudiese declamar alguno de sus poemas e introducir la posibilidad de verlo o escucharlo en el texto;

– en este mismo sentido, hablar de una obra audiovisual y poder completar la explicación con un fragmento o un anuncio de la misma puede dotar, si no se abusa de ello, de mayor riqueza al texto;

– como último ejemplo me gustaría destacar también, en el campo de la enseñanza de idiomas, la importancia que tiene (aunque no es capital, en ocasiones puede evitar muchos malentendidos) una correcta pronunciación de palabras casi homófonas y las ventajas potenciales que este tipo de lenguaje híbrido ofrece en este campo.

Debo decir que personalmente veo más posibilidades, o al menos más amplias, en el campo de la literatura de no ficción que en el de la ficción. Si hablamos de introducir todos estos recursos en la literatura de ficción sí estaríamos, como expone Ramón C. al inicio de su texto, ante la creación de una nueva disciplina artística, una nueva forma de escribir diferente de la literatura, pero deudora de ella en, al menos, su origen. Una de las bases de la literatura en sentido estricto es la implicación que exige por parte del lector a la hora de recrear en su mente todas aquellas sensaciones (ya sean visuales, auditivas o hápticas, por nombrar tres sentidos) que el autor ha reflejado usando solamente palabras. En cambio, en cuanto podemos echar mano de otras herramientas para representar un paisaje determinado o una emoción muy concreta, estamos hablando de una disciplina totalmente diferente.

Y siempre resulta emocionante situarse en el umbral de una nueva disciplina artística.

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