Eran las 20:30 pm, la platica se había extendido y Gonzalo y Maryfer disfrutaron entre risas y tópicos profundos de la compañía mutua. La curiosa chica comentó a su profesor que debía irse, su mamá pasaría por ella en cuestión de unos minutos. Se pusieron en pie y se despidieron con un beso en la mejilla. Dicen que la memoria es algo muy complejo, incluso, hay expertos quienes afirman que, esta no se halla inserta dentro del cerebro humano, como una especie de ordenador, sino que depende en gran medida del exterior y sus estímulos.
Aquella fragancia que tanto le había agradado al profesor, al volver a olerla, le hizo caer en cuenta sobre el origen de su fascinación por tal perfume. De inmediato un nombre le vino a la mente: Giovanna. Aquella tierna chica, chaparrita y de singulares caderas, cuya sonrisa, a pesar de no tener los dientes mas perfectos, adoró durante aquellas ultimas semanas en la escuela preparatoria.
La estricta formación religiosa que Gonzalo recibió desde su adolescencia, le prohibió iniciar cualquier tipo de relación de noviazgo que no tuviera vistas al matrimonio. Pero con Giovanna todo fue diferente. Conoció a la dulce chica cuando el grupo de arte dramático se encontraba realizando un concurso de declamación. El profesor, quien desde muy joven fue un gran fanático de la literatura, decidió ingresar a la convocatoria, misma donde una amiga de Gio participaría.
Allí se conocieron, entre el drama poético y el existencial. Fue su declamación de Bécquer, la que le valió a Gonzalo para ganar el primer lugar. Transmitió, según el veredicto del jurado, un sentir tan vívido que enterneció a todos los presentes. No obstante, Giovanna se le acercó para preguntarle qué son las madreselvas y fue a través de esa interacción que comenzó su romántico idilio adolescente.
Gio fue completamente directa, lo tomó del brazo e invitó a sentarse afuera para seguir hablando de poesía. Detrás del aula de medios, donde se celebró dicho concurso, había un espacio perfecto para estar relativamente tranquilos. Sin embargo, Gonzalo no contaba con que las amigas de Giovanna la estuvieran buscando y para su suerte o desdicha, los hallaron juntos. Las molestas chicas se sentaron junto a ellos mientras bombardeaban al ganador del concurso con todo tipo de preguntas.
Carla, quien fue la que participó en la convocatoria, con su voz nasal y molesta le preguntó directamente al joven Gonzalo:
—¿Besarías a mi amiga? —El ganador del concurso volteo a ver el rostro de Giovanna, quien estaba sentada a lado de él. De manera inconsciente, contrario a la moral impuesta por sus padres y sus creencias, tomó con suavidad el rostro de Gio, lo miró fijamente y la besó. Esa fue la primera vez que Gonzalo acarició con sus labios la boca de otra chica. Ningún ritual religioso le había causado una impronta tan imborrable como la de aquel beso. Ni siquiera su bautizo, que fue en un las frías aguas de un rio, ante un ceremonial casi teatral lo determinó tanto.
El recordar aquella escena le provocó al profesor una sonrisa de idiota mientras su mirada perdida no visualizaba algo en concreto. No obstante, el mozo interrumpió dicha experiencia extática llevándole la cuenta. Sin embargo, el trance, cual experiencia religiosa se imprimió de tal forma en su mente que pasó toda esa semana pensando en Giovanna. ¿Qué serie de ella ahora? ¿Donde estaría? ¿Se acordaría de él?
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