“La memoria guardará lo que valga la pena”.
Siempre fue traviesa, desde que estaba en el vientre de su madre ya mostraba lo inquieta que iba a ser; se movía y pateaba como jugador de fútbol aficionado cuando le dan la oportunidad de jugar un partido profesional.
Al crecer siguió igual: brinque aquí, corra allá, salte ahí, caiga acá; sus padres debían estar a cuatro ojos para que no le fuera a suceder nada.
La pequeña rondaba por la edad de 8 años y ya tenía en su haber varios récords, entre ellos el mayor número de llamados de atención con asistencia de los padres al colegio: cinco en una semana.
Un lunes en la mañana el padre la dejó en la entrada de la escuela; entró corriendo, mientras se alejaba alcanzó a decir: papá voy a portarme bien, el próximo viernes te voy a dar una sorpresa.
Toda esa semana por las tardes la pequeña estuvo dedicada a sus deberes y tareas escolares, no vio la tele, no salió a jugar con sus amiguitos, se esforzó al máximo para adelantar sus pendientes de matemáticas y español.
El viernes en la tarde el padre fue citado nuevamente a la escuela, no se extrañó ante el llamado. La profesora lo estaba esperando en la entrada; dialogaron un buen rato, ella comentó al padre que su hija había estado muy activa y cumplidora en los quehaceres y trabajos de la escuela, que había estado esforzándose mucho, y todo esto porque la niña había prometido darle a su padre ese día una gran satisfacción; la maestra explicó que ese premio era un cuaderno denominado “El Personaje de la Semana”, y consistía en un cuaderno que el alumno más responsable y distinguido de la semana llevaba a su casa, como recompensa por destacarse en las labores académicas y en donde en compañía de sus padres y hermanos debía contar su historia durante el fin de semana que lo tuviera. Pero que infortunadamente su pequeña hija, a pesar del gran esfuerzo, esta vez no era merecedora del premio.
El padre trató de persuadir a la profesora para que le diera el tan anhelado galardón a su hija, para no desmotivarla, pero todo fue en vano, la educadora, licenciada en Humanidades, inflexible no accedió.
Como era de esperar, al salir de la escuela la niña iba triste por no llevar el obsequio que había prometido.
Al llegar a su casa, la pequeña encontró una fiesta que su padre le había organizado con sus mejores amigas del barrio; resaltaba en la sala un letrero que decía: Hija, eres el personaje de mi vida.
¿Cuántos estudiantes no pudieron ser lo que pensaron ser, derruidos por un cuaderno no otorgado, un insensible docente y un disfuncional sistema educativo?
 
         APRENDIZAJE
                                    APRENDIZAJE                                
OPINIONES Y COMENTARIOS