Personaje relata una historia respondiendo a supuestas preguntas que le hacen como si estuviera en una entrevista.
¿Una derrota?
Disculpen por esta modestia, pero en mi vida no hay una derrota mejor que otra. Todas se caracterizan por sobresalir por igual.
No podría definir sólo a una como la mejor para ser contada. Cómo le explico a las demás que seguirían guardadas en el compartimento de las vergüenzas?
Así que para no meterme en un embrollo con las propias, me dignare a contar las de mi amiga.
¿Que si le he pedido permiso?
Claro que no. Para calumniar no se pide permiso Mirta.
No perdamos más tiempo. Que el tiempo es plata. Y la plata es la fuente de todos los buenos males.
Eso no lo escribas por favor.
¡Borralo!
A esta amiga siempre le pasan todas y nunca le pasa nada.
Y esta historia me la contó una amiga de mi amiga.
Llevaba una vida bastante aburrida a mi parecer. Ya le estaba haciendo falta un cambio. Y no en el pelo, en la ropa y esas cosas superficiales. Eso ayuda al autoestima, no vamos a negarlo. Pero algo más significativo, que la movilizara de verdad. – pausa.
Ahora que lo pienso, recordándola, el colorado le sentaba muy bien. Pero se dejó estar, es muy descuidada con ella misma.
Creo que fue en una charla conmigo que le cayó la ficha. No es que quiera llevarme los méritos y los créditos, pero yo la hacía recapacitar bastante.
Ella quería viajar. Siempre quiso viajar. Creo que desde el útero. Su madre, estando embarazada de ella, siendo maestra jardinera, hacía dedo de un pueblo a otro para ir a trabajar. ¡Osada la madre! Después se mudaron, nació ella y les atrapó la rutina y de la mano las costumbres más tradicionales, lo cual trae cierto miedo a la aventura.
¿Si yo conocía a la madre?
No, para nada. Sólo de nombre y por una foto. Guapa, guapa ella!
La cosa es que por cierta imposibilidad de viajar indefinidamente, decidió escribir un proyecto para una beca. Para tomar un seminario con dos profesionales de la comicidad. Algo así. El cual, si salía, sería en Bs. As. al año siguiente y así cumpliría de alguna manera con el deseo de viajar y estudiar el humor.
Toda esa idea nació en un viaje que tuvo que hacer a Capital Federal, para acompañar a su padre que estaba bien vivo, pero había estado casi bien muerto por comer unos pimientos verdes en mal estado. «El botulismo le agarró». Han escuchado algu vez? De 100 frascos de conserva que fueron analizados, sólo uno contenía el mal. Y como el que toca toca porque la suerte es loca, ese, justo ese fueron a comer su padre, su tío y un grupo más de 5 hombres.
Inflado como un sapo lo vió a su padre. Una cosaaa…
Bueno, pero la cosa es que estando allá en Capital, se le prendió la lamparita y se le ocurrió esto de la beca.
¿Los hombres?
Sí sí, vivos todos. Se salvaron por un pelo y porque los asistieron muy rápidamente.
Tuvieron ángeles aparte esos hombres, y «sus señoras esposas» claro.
Bien, luego de ese viaje, escribió el proyecto para la beca y la presentó. Volvió a viajar a Bs As. en el mismo año, pero esa vez a un festival de circo en el que participó como payasa, clown o algo así. Una semanita allá, en una residencia de creación que cerraba con una presentación a público, un gran chou. Conociendo gente, viendo espectáculos, paseando y así… viviendo y gozando la vida que deseaba y confirmando que eso era lo que quería hacer. Por supuesto termina el festival con una fiesta, alcohol, brillos, baile, pegoteo y chapa con uno de la organización y no va que se enamora la tipa.
Una noche cogieron. Una. La última. Y se vuelve a Córdoba toda re enamorada la boba… porque hay que ser… boba!
Cuestión que ahora tenía un motivo más para ir a Bs As. Un chongo, un guacho, un hueso, un filo o como le quieran llamar.
¿Si lo conocí?
Nooo, no quería presentarlo. Sólo pude chusmear que era un poco robusto, porque era acróbata, según ella.
Bueno, pasa navidad, llega año nuevo, propone un juego a su familia, amigues más cercanes y al chongazo. Una cadena de deseos para que se dupliquen, tripliquen y más las intenciones de esos deseos.
Había que anotar en papelitos separados el deseo propio y los de las demás personas y lo mismo harían esas personas con los deseos que recolectaran; y cuando se hicieran las doce, luego del brindis, besos, abrazos y tiritos artificiales, hacer el ritual de los deseos lanzados al universo para que se multipliquen las intenciones. Cada quien lo haría a su modo, ganas y momento, en eso ella ya no podía interferir (aunque le hubiera encantado).
Ella por supuesto pedía principalmente que le salga la beca y así poder concretar esos deseos de viajar, entre otros deseos más inmediatos. Buena temporada, diversión y plata.
Del mío no hablaré, porque bueno, estamos hablando de mi amiga. Y al parecer ahora sólo les está importando su historia, verdad?
¿Celosa?
Nooo, para nada. ¿Aún no te enteras con quién estás hablando Marta?
Continúo.
Llega el verano, y con él su bienaventurada temporada de trabajo. Harían una obra de teatro, la cual querían encajar a todo tipo de público, pero desafortunadamente les fue bastante mal. Fue una temporada rica en traumas y desdichas. Pero nada que el río de Mina Clavero no pudiera llevarse.
En ese tiempo ella sacó la atención de la beca y la puso en el guacho, con quien no dejó de hablar en los tres meses subsiguientes al encontronazo que tuvieron. Mensajito va, mensajito viene, guasap guasap guasap, fotos, videos llamadas, sexting.
Terminó el verano, llegó marzo y con él las incertidumbres habituales de “comienzo de año”.
¿Por qué las comillas?
Bueno, porque el año claramente empieza en enero, pero ahora marzo, o abril me arriesgo a decir, es el nuevo comienzo de año.
La cosa es que en esas incertidumbres entraba la de los resultados de la beca. Si era aprobada, el rumbo de sus días cambiarían significativamente. Y además, en esos días, él iba a ir a visitarla a Córdoba.
Hasta que un día, sucedió. Una sucesión de malas noticias se desencadenó en una semana.
Primero le avisan que el resultado de la beca era negativo. No llegaba con el puntaje. Nunca estuvo tan triste por un resultado negativo. Le quedaba acobijarse en el chongo cuando llegara de visita. Pero ya corría el rumor de que comenzarían a restringir los horarios, permisos de circulación, etc., porque la gente que afortunadamente había podido viajar al exterior, estaba regresando y trayendo consigo el virus del coronavirus. Ese que parecía tan lejano y al cual no le había prestado atención.
Cuestión que finalmente anuncian la primera quincena de confinamiento y él no puede viajar. Y seguido de eso, pandemia mundial.
Aplausos a la protagonista, La Pandemia.
Pero algo particularmente a ella la dejó pensativa, haberse enterado que echar pensamientos, ideas, deseos al fuego, es para dejar que se vayan, para que mueran, para soltarlos, liberarlos.
Y encender una vela blanca, es para atraerlos, para que se cumplan.
Instantáneamente eso la llevó en retrospección a la noche de año nuevo. A la noche del juego de los deseos con intenciones multiplicadas y a ella misma prendiendo un fuego en la parrilla y lanzando hacia él los deseos de todes y pidiéndole con mucho énfasis que se cumplan.
Se desmayó en esas milésimas de segundo. Su cuerpo no pudo soportarlo.
El fueguito hizo lo suyo. Y ella no sólo se autoboicoteó los deseos y el amor, peor aún, generó la máxima pandemia mundial que ella haya presenciado.
¿Supersticiosa yo?
Aaayyy No, para nada. Si estamos hablando de mi amiga. Y a la amiga de mi amiga que me lo contó le creo todo.
¿Qué fue de ella?
No tengo idea. – pausa – pero a mí me cagó la vida la muy zorra.

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