Luis Castillo || Postsimbolismo digital, una necesidad del capitalismo financierista

Luis Castillo || Postsimbolismo digital, una necesidad del capitalismo financierista

Luis Castillo

17/04/2023

La experiencia subjetiva de la percepción de la conciencia se ha ido modificando a lo largo del tiempo, incluso la cultura contemporánea ha pasado a convertirse en términos obsoletos para una realidad que se desborda.

Estamos quizás atravesando una experiencia muy profunda en la mutación antropológica de nuestro presente histórico, que en términos informáticos está vinculada con la transición de la infoesfera alfabética a la infoesfera digital.

El capitalismo financiero globalista, aprobó de facto un cambio de paradigma antropológico al generar un intercambio de información deshumanizado, construyendo formatos mecánicos digitales que reducen la capacidad de conjuntar una auténtica conexión humana.

En los hechos ha servido para transferir nuestra conciencia a un vaciado de sistema de manipulación de colmena o de rebaño, mostrando cada vez más el deseo que se tiene por dominar cada rincón del pensamiento y comportamiento humano.

La piel social que desde mi punto de vista son todas aquellas instituciones que permiten la sensibilidad y la estética de un pueblo y que nos dota de un deseo.

Deseo que es producto no de la necesidad sino del proceso creativo sensible del mundo en tanto entorno cargado de sentido estético. Este deseo está mutando y generando nuevas estéticas simbólicas que alteran todos nuestros sistemas de codificación de la realidad; desde un cambio lingüístico hasta un cambio en el valor que se asigna el propio ser humano.

Esta mutación en la piel social es responsable del poco valor con el que se tratan los seres humanos, la forma más sencilla de lidiar con la experiencia tan abrupta de nuestra piel social con la decadencia de un orden global que se está reformando a marchas forzadas es quizás formar una identidad aséptica.

Es decir no comprometernos con una verdad absoluta y caer en la relativa interpretación, una nueva forma mucho más superficial de relacionarnos cómo seres humanos, quizás por ello es que nos parezca tan sencillo creer que la inteligencia artificial puede reemplazar a un ser humano, evidencia del poco valor con el que se sitúa el hombre de la postpostmodernidad ante la supuesta superación que se está dando de la máquina por sobre el hombre, ahora en términos intelectuales incluso artísticos.

El sexo es remplazado por la pornografía y los tratamientos psicofarmacológicos remplazan la felicidad, estamos frente a la abstracción simbólica más poderosa en toda la historia y ahora gracias a la inteligencia artificial que puede fabricar fotografías que nunca existieron, audios que nunca se dijeron o videos que nunca ocurrieron la verdad ya nunca más le pertenecerá a los seres humanos.

El cuerpo de los seres humanos podría estar en riesgo de seguirse devaluando, al ser un organismo que genera dolor, finitud y amplias limitaciones por lo que eventualmente nacerá el deseo de remplazarlo por prótesis que mejoren capacidades en general, el valor de la máquina bajo este enfoque elitista ha servido para devaluar nuestro lugar en el universo.

El capitalismo tardío en el que habitamos ha generado una evolución técnica de la producción, pasando a concentrar cada vez mayores esfuerzos en los servicios de la economía digital, lo que ha generado una interpretación intuitiva de distopia con diferentes visiones muy oscuras.

La digitalización de nuestra realidad ha provocado que nos centremos en el reconocimiento de nuestra realidad de una manera muy superficial, desconectándonos de una parte fundamental del proceso cognitivo, las experiencias físicas y sensoriales.

El limitar nuestra capacidad de experimentar nuestra existencia de manera más autentica a degenerado en fuertes enfermedades que promueve el capitalismo tardío cómo nuevas herramientas para controlar a la población; la soledad, la ansiedad y el estrés.

El recurso técnico con el que se está impulsando la evolución tecnológica es la ideología teórica de una clase dominante que a nivel global busca escalar en su deseo por no sólo acumular el capital a través de la producción dada por el trabajo en contacto con la materia.

Sino sobre todo por el intercambio simultáneo de valores que no tienen ningún respaldo más allá del estatus del país o institución que la respalda, es decir intercambiar nada por nada para generar dinero.

Es esta la monetarización o financierización de la economía, fase final de un plan diseñado para controlar cada aspecto de la vida social y que se logra abstraer a través de la nueva ola de criptodivisas, instrumento con el cual dominarán buena parte de esta nueva era.

La máquina se nos interiorizo, entre otras cosas debido a que la ciencia se incorporó a la automatización tecnológica lo cual limita la capacidad de cambio que es la que debería guiar su capacidad operativa y funcional como fuente de la verdad humana, es quizás esa aplicación orientada a la producción y a la dominación la que nos ha llevado a esta limitada capacidad perceptiva que no permite que el ser humano desarrolle su espiritualidad y logré su cometido, elevar al grado más superior su conciencia.

No cabe duda que la neuroplastia de la humanidad está aprueba, existe una lobotomía del cerebro social, que busca ocultar los métodos auténticos para experimentar la realidad y que son en última instancia el único vehículo a la verdad.

¿Serán las élites capaces de orientar de manera consiente la evolución neruronal? Sin duda es casi imposible renunciar al desarrollo tecnológico sin embargo no se puede continuar con un enfoque dónde se promueva la perdida de sensibilidad y de vinculación con nuestro entorno en favor de la abstracción financiera del capitalismo absoluto.

Esta fase económica parece ser fundamental para la profundización y culminación de la última etapa del modelo de la posguerra que había construido un orden global que está siendo remplazado.

Nos urge construir un lenguaje más espiritual que nos permita reconectarnos cómo humanidad, pues los sistemas lingüísticos fabricados por la ideología elitista, cómo las redes sociales no están ni cerca de ayudarnos realmente a rencontrarnos y conectarnos cómo humanidad, reencontrar nuestro camino depende de lograr volver a comunicarnos.

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