Una noche mientras caminaba por la ciudad, encontre una rosa fresca en las manos de un vagabundo. Y me pregunté que hacía una rosa triste en un rostro tan alegre. El vagabundo sonreía y yo ignoraba su alegría. Y entonces le pregunté:
-Por que sonríes amigo?
Y el respondió como si fuera su hermano:
– Pues cada vez que tomó una rosa de aquel rosal, la rosa cuando respiro su aroma me recuerda a mi madre.
Y mire la rosa sorprendido.
Y prosiguió el vagabundo:
– Cada noche me siento en esta banca en el parque y tomo una rosa y respiró su aroma. Pero lo hago por qué en mi infancia mi madre sembraba rosas rojas y eran bellas y mi madre me dijo cada vez que la vida vaya mal o quieras recordarme respira el aroma de una rosa y mi recuerdo te abrazará de nuevo. Y cuando las cosas vayan mal recuerda que la rosa te dará con su aroma una bella sonrisa.
Escuche la historia del vagabundo el sonrió antes de irme y note que su alegría venía del alma.
Dos días después recordé aquel hombre y decidí caminar hacia donde se encontraba aquel hombre y para mí sorpresa vi otro vagabundo y al no ver aquel hombre le interrogue sobre él:
– Si lo recuerdo, lo encontraron muerto de frío. Tenía una rosa marchita en las manos, la más triste de todas las rosas que había visto, pero había algo extraño en él, su semblante era otro, pareciera como si se hubiese muerto recordando algo bello.
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