¿Cómo te sentirías si te enterases de que tu padre te odia por ser diferente? ¿Cómo reaccionarías si te apuntan en la cabeza con una pistola? Empecemos por el principio.

Todo empezó el 10 de octubre de 1882 en mi propia casa, yo aún era una niña con solamente 2 horas de vida. No necesitaba saber lo que era la decepción para saber que mi padre estaba totalmente avergonzado de mi. Él era un hombre rico, avaricioso y soberbio que amaba la perfección en todos los sentidos. Yo por desgracia no era ese ejemplo de “perfección” que él tanto ansiaba. Nací con heterocromía y una sensibilidad auditiva superior a la de cualquier ser humano. La única persona que me quería indiferentemente era mi madre, una mujer hermosa y talentosa que enseñaba vals a personas de todas las edades, ganadora de múltiples concursos de bailes de salón. Pero aparte de eso, era una bruja blanca. También estaba mi gato, Dark, que más que mi mascota, y sé que sonará raro, era mi hermanito mayor, no se alejaba de mí.

El día que nació Ángela, mi hermanita, mi padre no asistió ni al parto ya que estaba jugando al póquer, en fin cosas de ricos. Cuando llegamos a casa él recibió a mi hermana y a mi madre con los brazos abiertos, a mi no, como de costumbre, pero no me sorprendía.

El día que cumplí los 8 años, mi madre me contó una verdad que me dejó atónita, yo no era una niña normal, era una Banshee, una criatura folclórica que según los libros, predecía la muerte pero también era capaz de provocar un derrame cerebral con un simple chillido a cierta frecuencia. Dark tampoco era un gato normal, era un demonio del espejo, mi guardian.

12 de octubre de 1900, habían pasado dos días desde mi quinceavo cumpleaños, yo estaba sola, leyendo un libro que me trajo Ángela, ella era la única de las dos que podía salir de casa, no la culpo, nos llevábamos genial, eramos uña y carne. Esa misma tarde estaba muy silenciosa, hasta que escuché a mi padre dirigirse a mi habitación a paso rápido, a medio camino se oyó el cargador de la pistola, Dark no se encontraba disponible en ese momento y no podía ayudarme, intenté esconderme pero me atrapó antes. Empecé a chillar. En menos de un segundo todos los cristales se rompieron. Apretó el gatillo. La bala de plomo de la pistola de mi padre me atravesó el cráneo y el cerebro de lado a lado como si de mantequilla se tratara. Caí al suelo y se me clavaron varios cristales de la ventana y el espejo. ¿Quién diría que mi papaito me quería muerta?

Te preguntarás cómo es que estas leyendo esto si yo nunca llegue a entregar mi diario a nadie por razones obvias. Pues, mi alma está en el mundo de los vivos gracias a Dark, aunque yo estoy muy muerta.

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