Como casi todas las noches, le costó mucho acertar la llave en la

cerradura. Era toda una proeza ingresar a su casa de madrugada borracho

como una cuba tratando de no hacer ruido.

Por fortuna la puerta se abrió con sólo accionar el picaporte.

—Un ruido menos —susurró aliviado.

Con los zapatos en la mano ingresó al dormitorio, los dejó al pie de la cama, y sin encender la luz se acostó rápidamente.

Ella no se movió como en otras oportunidades, ni tampoco lo increpó por su tardanza y estado.

La cama estaba tibia y húmeda de su lado.

—Pasó el peligro —murmuró.

Su pierna fría comenzó a mojarse muy lentamente con un viscoso líquido caliente.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS