A los cuerpos que ame

A los cuerpos que ame

Brayan Ramirez

27/03/2023

Una gota de lágrima caía sobre la mejilla, se recostó sobre la cabezera de su cama. Mientras aquella lámpara tomaba forma de hombre y le hacía imaginar fantasías deplorables.

¿Acaso este era el fin? ¿Podía tener otro tipo de sentimiento por Eythan? ¿Estás ganas de llorar que me sumergían en un mundo miserable, acabaría?

Lo odio, odio tanto que me haya hecho sentir tan miserable. Confíe mi corazón a él, dedique cada parte de mi cuerpo en su nombre, subí cúspides, aloje los peores demonios y el tan solo me alejo.

Debo parecer un idiota, «Me sentía especial» bueno, ante sus ojos era ver una galaxia por descubrir, su voz se había convertido en mi veneno, escucharlo cantar cada noche y saber que su piel canela me hacía elevar a lugares inimaginables. «Eythan, Eythan» desperté gritando su nombre a la mitad de la noche, su recuerdo estaba matando cada espacio de mi ser. Las cadenas que me ataban a su locura, tan extrovertido, y aquella sonrisa que me hacía perder la razón. Maldita sea, lo amaba.

Todo había sucedido tan rápido, yo solo quería olvidar a Marcos y me enamoré de él.

Golpeó la pared, lastimo mi puños. Solo siento aquella impotencia, ¿No soy suficiente? ¿Que tengo que hacer? ¿Porque Marcos me usa de esa manera? ¿Eythan, porque regresaste?

Siento que mi cabeza es atravesada por cientos de balas, y me hunden en una utopía.

Puedo saborear la dulce venganza, es que lo amo tanto, y aquel idiota no podría hacerle algo similar. Soy tan débil, no es nada sencillo dejar estos pensamientos. Estaba evitando a toda costa dormir con Marcos, aquellas noches donde nos poníamos ebrios y terminábamos teniendo sexo.

Podría ser algo sencillo, usar a los que se me coloquen en el camino, pero yo no era igual a ellos. Lo sigo queriendo, después de todo es mi amigo.

Debo dormir, la noche aún es joven y mañana será un largo día. El trabajo me está consumiendo, y está depresión nocturna no me ayuda en lo absoluto. Quizás mañana todo sea distinto.

Aunque podría levantarme y enviarle un mensaje de texto a Eythan, el sabe que lo amo y que haría cualquier cosa por el. Pero aún recuerdo las veces que me ha hecho sentir que no existo, y con aquella confesión que me hizo. Creo que no vale la pena volver a escribirle, le haré una carta y luego la quemaré.

-Jeremias, levántate.

Escuché decir de la voz de mi mejor amigo. Ezequiel era un hombre muy atractivo, su contextura le hacía lucir muy bien, aquellos músculos deseados por muchos, y sobre todo el tamaño de su virilidad. Aunque dijeran que éramos novios, somos hermanas.

– De nuevo estuviste llorando, deja de ser tan insensato, y no pienses en esos hombres que lastiman tú corazón, eres muy bonito para rogar. Dijo entre lágrimas y una mirada suspicaz.

Asentí y mientras sonreía, el sabía que yo me estaba muriendo por dentro. Aquellos sentimientos que navegaban en mi me estaban volviendo loco, no podía escapar de tan miserable decisión.

Soy un idiota, debo secar mis lágrimas tomar las fuerzas que me quedan y darme una nueva oportunidad. Sería más fácil si tan solo mi vida acabara en este instante.

Ezequiel estaba allí esperándome, su mirada resaltaba con un tono un poco preocupante. Me conocía tan bien, podría describirme con los ojos cerrados. Suspire, y le hice seña con mi mirada de que prosiguiéramos.

Todo estaba tan confuso dentro de mi, las pesadillas venían a mi mente una y otra vez. Estas heridas parecen no sanar, esquivo las balas.

-Jeremías, Jeremías. Dijo Esequiel en un tono un tanto burlesco. Me tomo la mano y suspiro. Tienes que avanzar amigo, deja ir el pasado. Centra tu vida en cosas nuevas, eres muy atractivo.

Sus palabras, me decía una y otra vez lo mismo. ¿Tengo que alejarme de todos? ¿Tomar esta vida que conozco y dejarla? Nada parece ser suficiente, nada de lo que hago tiene sentido alguno. Es detestable, soy un asco.

Supuse que vendríamos a este lugar, era necesario estar aquí. El inicio de todo, ya no hay vuelta atrás. El amor estaba dentro y había sido destruido y ahora solo estoy sobre este pavimento sangrando.

Crecí creyendo que el amor era tal y como se reflejaba en aquellas historias. Donde me sentía encerrado en un castillo, y alguien vendría en mi rescate. Cuan equivocado estaba.

Sin vida, no ser se encontraba sin vida. Marcos me tenía atado a los recuerdos, y a la forma de amar que yo desconocía. ¿Que soy para el? ¿Porque siento todo esto, y no me puedo separar?

Mi corazón estaba divido en dos, una parte se arraigaba a mi pasado. Quería cambiar el destino, y volver aunque sea una noche donde me sentía amado.

Y la otra mitad estaba en este presente tan ausente, en una tierra donde me mantenía confundido y perdido. Quizás con el pasar de los días podría aprender a entenderlo. Pero, se me hacía difícil la idea de que alguien volvería amarme. ¿Alguna vez alguien realmente me amo? La respuesta seria un rotundo ¡No! Que idiota soy, una pequeña ave en busca de un buen nido y algo de comida. Y solo encontraba depredadores a mi acecho.

La idea de saber que todo estaba de mal en peor me consumía. Ezequiel estaba allí mirándome y solo eso hacía.

Volvió a mirarme y me dijo: «¿Que harás ahora?»

Podrías dejarme tranquilo, tú tienes tú vida y yo la mía. Repliqué con un tono tanto alto, y consumido por mi miseria.

-Hablas de separar nuestras vidas, muy bien Jeremías. Las vamos a separar.

Fue la última vez que supe de él, vi como su sombra se apartaba y se escondía entre la multitud. Allí se terminaron años de amistad, fue como si el vaso de cristal por fin se había roto. Después de todo, yo sentía que el amigo siempre fui yo. Todo parecía un bucle, se repetía nuevamente algo que ya había vivido. Esta vez sería para siempre. Estaba totalmente roto, cada pedazo de cristal estaba por todo el suelo y la sangre corría. La sombra del pasado se reía de mi, es el final.

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