Mas allá de mi caminata solitaria por el boulevard Oroño, estabas en el reflejo de los charcos de la lluvia, de ese impensado Julio.
Mas allá del regalo inexistente por tu cumpleaños ese Julio, estabas en el sorbo de café, que preparé en mi nueva casa a las tres de la mañana.
Mas allá de los poemas que todavía no había escrito, estabas en mis vísceras, en mi sudor, en mi piel gastada, y en las verdades que callé en ese maldito Julio.
Mas allá de mi presente imperfecto,
todavía tengo lo vivido antes de la llegada de ese Julio.
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