No sé ni dónde, ni cuándo,
ni que estaba haciendo o pensando,
en esos segundos dónde se detuvo el tiempo
y el espacio se tornó inmenso,
en esos segundos donde mis ojos resplandecieron;
porque enmudeció el mundo
para contemplar tu ser.
I
Hay veces que las miradas se entrecruzan
pero los caminos jamás se llegan a enlazar.
Hay veces que esos caminos se unen, y nos llevan al infinito,
y otros caminos que se unen, pero que jamás llevan a nada.
II
El tiempo y el espacio, sean quizá, los misterios
más grandes de la interrogativa humana,
pero el amor, por mucho, es de naturaleza misteriosa,
por tanto, no declama ninguna explicación racional.
III
Amor mío, que en tu corcel surcas los campos
como ave en las inmensas nubes del cielo,
libre, por doquier, sin vacilar,
algún día, todo habrá terminado.
IV
¿Qué sucederá cuando acaben todos mis días
y con ellos todos mis sentidos,
cuando por desgracia mis ojos ya no se nutran de tu silueta,
cuando los dedos no puedan sentir más la viveza de tus cabellos
ni los oídos puedan escuchar más las rogativas de tu boca,
y el aroma que de tu ser emana, no tome ninguna flor?
V
Los matices de las estaciones
ya no encontraran en las emociones, un instante para cada uno…
¡Espíritu íntimo, íntegro de fuerzas extrañas,
más allá de todo…!
VI
Y entonces, ¿qué sucederá?
Acaso… ¿Vacío?, ¿Sosiego?, ¿Tempestad?,
¿Todos en uno?
VII
Que ardan con desesperación las brechas del tiempo
y los incógnitos espacios del que nadie tiene conciencia,
pues, donde quiera que haya amor, habrá esperanza,
aún más allá de las estrellas.
Estaremos siempre unidos, corazón mío.
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