De noches y Silencios

Que peligrosa la noche, capaz de tanto y a la vez de nada. Acompañada por la soledad, posiblemente su mejor aliada, puede ser tanto creadora como destructiva, una dualidad que sólo conocen quienes la interpretan. Junto al silencio se adueña del pensamiento, ¿y qué es éste?, sino nuestra propia alma preocupada. 

Noche que se apodera, reordena, analiza y categoriza emociones y sentimientos, juez omnipotente. Tiempo libre que se encarga de traer una suave brisa de lo que algunos considerarían realidad, racionalidad pura llena de dudas y cuestionamientos, preguntas disfrazadas de miedos, deseos vestidos de culpa, anhelos con forma de incertidumbre.

Quizá, la conjunción de la noche y la soledad es cuando el espíritu más libre se siente, o quizás, cuando está más presente.

El silencio aparece como una escenografía capaz de encerrar a la noche dentro del alma, obligándola a buscar una manera de salir. Batalla constante que no busca un vencedor, porque donde se pierde, en realidad, es donde se gana.

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