Volar y quemar el cielo a gritos, sonámbulo, lleno de espanto y vacío de amor. Sembrar alas en el cielo que llegan a cenizas. Sacudirse el corazón, de espinas, de rosas negras, que huelan a recuerdo. Abrir las ventanas ciegas y oscuras, como los labios del viento. Sonreírle a la vida sentado en el abismo. Esperar a Dios en la ventana, con los pies secos, ahogados. Volar con una sonrisa, sorda, aturdida, volar y dejar una huella en el alma. 

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