Ubicado al costado de la calle, enmarañado entre otros autos y humo, yace el coche del Superhéroe Tinkis, aclamado por la ciudad entera y el mundo en general, él fue bendecido con la mejor de las suertes. Es el humano más fuerte y valiente que haya existido. El coche es bastante reconocible, por su color negro oscuro reluciente cual cristal y sus rayas azules las cuales parten desde la parte delantera hasta atrás. Allí sentado, delante del manubrio y con la ventana medio abierta yace el, pensante, sus ojos grises vagan por el reflejo del vidrio delantero, su mirada se extiende por las calles delanteras, por los demás autos y el fin del mundo. No contiene en su rostro, un perfil pulcro. Debido a su rápido vuelo, bajo sus ojos nacen unas pequeñas cicatrices parecidas a las varices, estas ,pintadas con un tipo de grasa negra, sus manos, la cuales normalmente porta con guantes de su traje, están peladas y temblando. El intenta pararlas apoyándolas una arriba de la otra, sin éxito, nota como los labios empiezan a arderle, por lo que toma una botella de agua estampada con su logo y rostro. Al realizar el movimiento de dejar la botella, eso le recuerda a su infancia, de niño se ve observando las estrellas por primera vez volando sobre las nubes, recuerda aquel sentimiento de sentirse único, aquel sentimiento que normalmente lo reconfortaba, ahora ya no tanto, por no decir, que ya no está. El cielo que lo observa es verde, un verde estrellado al igual que sus guantes, los cual yacen en el asiento trasero, están entintados de sangre vieja, ya gris. Tinkis sabe de su existencia, al igual que su mirada perdida y sus manos temblantes aquella sangre son el motivo de esas situaciones. Por un tiempo cree en esto, pero sabe que en el fondo no es solo por eso. Se ve a él, parado en la torre central de la ciudad, desde allí observa todo. Aquel lugar durante sus primeros años de heroísmo le parecía el lugar más alto, pero descubrió que podía subir más arriba si se lo proponía, tomando vuelo y manteniéndose en el aire. Por mucho tiempo estuvo observando desde arriba de las nubes, su increíble visión le permitía ver todo. Ya en sus años actuales miraba desde fuera de la tierra, veía el sol, la luna, maravillas, ahora típicas para él. Cuando regresaba de salvar a todos, en su casa todos dormían, su perro en especial, quien era su único acompañante, no se despertaba con su llegada. Entonces mutado de sentimientos, salía volando hacia la luna, donde se sentaba a esperar el amanecer de su ciudad.
Sin embargo ya no estaba en la luna, ahora estaba en su coche, sin guantes y temblando, con un rostro sucio y pálido. De pronto Por la ventanilla dos niños pasan, uno de ellos advierte la presencia del coche y del superhéroe, ilusionado, se acerca hacia él, lo saluda felizmente y le pido un autógrafo el cual Tinkis da con una sonrisa forzada. Al ver alejarse los niños, sus manos dejan de temblar, se ha dado cuenta del momento donde está, de lo que está por hacer, de lo que va acabar. La guantera del coche escupe un artefacto negro que él toma y coloca en su boca,

Dios mío funciona— exclama.

La máquina cumple su efecto.

El silencio de la inocencia y el ruido de la ignorancia protege a los niños, que sin mucha importancia siguen su camino. Uno que no conoce a Tinkis por decisión de sus padres pregunta quién es el, a lo que el niño responde.

  • Él es mi héroe.

fin

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