Memoria 2.

Respeto… curiosa palabra.

No termina de agradarme.

Siempre que comienzo a pensar en algo, discutir conmigo sobre algo, reflexionar, darle vueltas, termino pensando en que necesito buscar su definición. Sobrepienso tanto algo, que termino perdiendo de vista hasta su básica definición… ¿Qué es el respeto?

“Consideración, acompañada de cierta sumisión, con que se trata a una persona o una cosa por alguna cualidad, situación o circunstancia que las determina y que lleva a acatar lo que dice o establece o a no causarle ofensa o perjuicio.”

Como dije en la memoria 1, le doy clases a un grupo grande de 70 estudiantes, junto a otro profesor que le da clase a un grupo de igual tamaño. Siempre nos ponemos al día en cómo vamos en el desarrollo del curso y comparamos el comportamiento de ambas secciones. Yo tengo una inasistencia bastante mayor a la de él: (por ejemplo, en un día, 57 de 70 vs 43 de 70, que es la de mi grupo). Que en porcentaje sería, 81% vs 61 %. Si no hago algo, esto empeorará, así que tengo que decidir si quiero hacer algo… y ese es el motivo de esta memoria.

Déjenme explicar el hilo de mis pensamientos, usando la definición de respeto que puse antes:

  • Consideración,

Realmente quisiera, hasta el grado de casi anhelar, que los estudiantes mostraran consideración a la clase. Que valoraran el esfuerzo de lo que se explica en el aula, que lo aprovecharan, y que responsablemente asistieran a ella de manera consistente, para completar o hacerse más fácil su proceso de aprendizaje.

acompañada de cierta sumisión,

Aborrezco esta idea. Este es el origen de mi crisis de identidad como docente. Por alguna razón, una parte de mí, asocia la palabra respeto, con un acto forzado, obligado para hacer algo; y eso no me interesa. Quiero que los estudiantes vayan a clase porque CONSIDEREN que les sirve y QUIERAN sacarle provecho, no porque yo les amenace pasando asistencia cada clase, para recordarles que DEBEN ir. En el peor de los casos, si creen que no les sirve, me gustaría entonces, que de forma autónoma y responsable estudiaran por su cuenta y asumieran las riendas.

Tengo 30 años, ellos de 16-20 años, yo no quiero decirles qué hacer. A estas alturas, en la universidad, TODO ES OPCIONAL… Esto no quiere decir que no me importe su actitud; por supuesto que me importa, y porque me importa más de lo que debería es que estoy escribiendo esta memoria.

  • con que se trata a una persona o una cosa por alguna cualidad, situación o circunstancia que las determina

No quiero que me respeten porque soy su docente, no quiero que respeten la clase porque yo la estoy dando; quiero que me respeten porque soy una persona, simplemente por eso; quiero que respeten la clase porque sean capaces de reconocer que les facilitará el proceso de aprendizaje.

  • y que lleva a acatar lo que dice o establece o a no causarle ofensa o perjuicio.

Ciertamente me molesta y me preocupa su inasistencia, me molesta y me preocupa cuando no ponen atención en la clase; pero estoy intentando entender, verbalizar y luego expresarles a ellos, que no se trata de mí; se trata de ellos. No me ofende ni me viene perjudicando su inasistencia… hasta que vienen bajos resultados en los exámenes y vienen las evaluaciones estudiantiles… es ahí cuando caigo un poco en la cuenta que quizás SÍ DEBERÍA ser una docente exigente, y no admitir inasistencias, presionarles para que hagan su trabajo de estudiar y quizás así vería un mejor resultado; pero siento que hacer eso es como una especie de traición a mi idea actual de lo que quiero ser; y es ésta infantil, absurda y ridícula idea la que debo combatir.

Debo abandonar los ideales demasiado ideales de que las personas pueden/quieren escuchar, tomar conciencia y comportarse a la altura. Quizás debo resignarme y finalmente aceptar, que por naturaleza no somos buenos. Que, de una masa de gente, sólo una minoría lo es. Y como al final se me evalúa a mí en base a la masa, entonces debo volverme más exigente, rígida, trabajar en la idea de inspirar respeto.

Leí la memoria 1 como 5 veces, y debo decir que no me hizo sentir bien. Estoy bastante ambivalente, sobre todo. No sé si quizás sea mejor mantener estas conversaciones sólo conmigo. No sé si tiene algún sentido esto que estoy haciendo…

Finalizaré escribiendo en un párrafo corto una idea que se terminó de asentar en mi macor recientemente:

“Dios es la fuente… Fuente de todo lo bueno [y lo malo (?)]. Independientemente del contexto: culturas, filosofías, religiones; es decir cualquier constructo de ideas hecho en algún punto del tiempo y el espacio; Dios tiene un propósito claro para la humanidad, y es que, ésta le reconozca, le busque; Dios quiere tener una relación con el ser humano. En otras palabras, el propósito del ser humano, es buscar a Dios y crecer en sus caminos.”

Cuando encuentras un poco a Dios, amas al prójimo, aborreces las injusticias, crees en el progreso, abrazas la excelencia, buscas permanentemente la verdad… pero todo eso, con el objetivo de honrar a Dios, todo eso lo haces, en su nombre, por Dios y para Dios. No es válido “el fin justifica los medios”, ni alguna idea-práctica parecida; esto por la sencilla razón de que los medios definen la naturaleza del fin. Una vez le reconoces y buscas crecer en sus caminos, es decir, tener sabiduría, fortaleza, riqueza… provenientes de Dios; todo lo demás (trabajo, familia, amigos, etc.) se va viendo positiva, justa y correctamente afectado. Las cosas van teniendo un propósito, el sinsentido se va desapareciendo, la incertidumbre deja de sonar tan alto. Y aún, ante los eventos desafortunados e injustos de la vida, renace una calma en el interior, desde lo más profundo del macor, hasta que logra reverdecer hasta tu exterior.

Y es una decisión, no es una coincidencia, eventualidad o cuestión de las “cartas que me tocaron”. Es una decisión. Buscar a Dios, en nuestro plano, a nuestros sentidos_ físicos, mentales y espirituales_ es una decisión.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS