La mañana había encontrado a Laura tendida sobre una cama mal oliente apenas vestida sin memoria alguna de lo que había transpirado la noche anterior. Era un cuarto pequeño, cuatro paredes pintadas de blanco, piso cerámico, igualmente ordinario, algunos cuadros mal enmarcados con las imágenes difuminadas por el paso del tiempo. Había poca ventilación y en el ambiente aún flotaba el resabio de cigarrillos sin filtro y ron barato. Laura se apeó con dificultad y comenzó la afanosa tarea de ubicar su ropa; al fondo se escuchaba la regadera del baño, dispuestos en una silla había un pantalón vaquero de hombre, botas y una tejana de diez galones, debajo de la silla estaba el vestidito rojo con estampado de flores que traía puesto la noche anterior, levantarlo no representó ni la mitad del esfuerzo que representó ponérselo de nuevo. Laura contaba veintitrés años pero cuando se miró al espejo su rostro evidenciaba al menos treinta y tantos, ojeras tan negras que pertenecían a un pugilista de carrera y no en el rostro de una jovencita, sugilaciones en los senos y el cuello, el cabello enmarañado que usaba hasta el hombro y parecía un trapeador; Laura sintió pena por la imagen que se reflejaba en el espejo pero la sensación le duro poco, de entre el vapor que escapó de la puerta del baño emergió Miguel Ángel con una tremenda sonrisa, tenía la toalla mal amarrada a la cintura que apenas lograba cubrir su barriga peluda. Miguel Ángel se retiró la toalla sin ceremonia y sin pena para exhibir aún más vellosidad y más defectos de manufactura, era un hombre feo, obeso y calvo, Laura estaba sentada sobre la cama con las manos en las piernas.
– buenos días muñeca, ¿qué tal dormiste? Exclamó Miguel Ángel en un tono entre burlón y coqueto. – Bien, gracias. Respondió Laura con la vista al piso.
– Qué bueno, ¿quieres ir a desayunar? Preguntó Miguel Ángel mientras se ajustaba los pantalones frente al espejo.
– No, mejor sólo dame un aventón a Revillagigedo, tengo cosas que hacer. Respondió Laura al mismo tiempo que se apeó y se encaminó a la puerta.
Estaban en el segundo piso de un edificio así que al salir por la puerta del cuarto bajaron una escalera y se encontraron en un garaje mal iluminado donde los esperaba un magnífico auto rojo convertible. Miguel Ángel echó a andar la máquina sin subirse al auto y accionó la puerta automática del garaje oprimiendo un botoncito que estaba en la pared en un acto reflejo demasiado familiar, Laura seguía con la mirada al piso donde encontraba los dedos de sus pies sucios de polvo o tierra que se asomaban de sus zapatillas. Condujeron en perfecto silencio un par de kilómetros, era evidente para Laura que estaban a las afueras de la ciudad en la zona de moteles lo que seguía siendo un misterio era cómo había llegado ahí anoche, quién era el hombre que conducía y qué diablos había pasado la noche anterior. Miguel Ángel contestó una llamada en su teléfono celular y lo hizo diciendo su nombre, al menos uno de los misterios se había resuelto, parecía una llamada de negocios, sobre unos pendientes que había que hacer y personas que había que poner en orden, Laura infirió que Miguel Ángel era una suerte de empresario, se concedió voltearlo a ver mientras estaba absorto en la llamada, era claro que estaba hablando en clave y disimulo. Al llegar a la plaza de armas, a sólo unas calles del departamento de Laura, ella le pidió a Miguel Ángel que detuviera la marcha y la dejara salir del auto, Miguel Ángel acató la instrucción y se volteó en torno a Laura para abrazarla tiernamente y darle un desagradable y húmedo beso en los labios. Laura hizo su mayor esfuerzo para no volver el estómago, darle una bofetada al sujeto o gritar de frustración, cuando salió del auto Miguel Ángel la despidió con una palmada en la nalga derecha so pretexto de ayudarla a apearse. Laura se quedó ahí, inmóvil y desconcertada por unos instantes hasta que empezó a caminar rumbo a la calle de Solares, fue hasta ese momento que entendió lo que había pasado la noche anterior entre el dolor que le venía de los muslos donde Miguel Ángel había puesto sus manos y cargó todo su peso, un dolor intermitente que le venía de la espalda de los jalones de cabello que Miguel Ángel le había propinado y el dolor punzante que le venía del recto donde Miguel Ángel la había penetrado. Laura caminó despacio, arrastrando un poco la pierna izquierda deteniéndose cada centenar de pasos a jalar aire y tragar saliva procurando alejar su mente de sus dolencias. Pasadas las nueve de la mañana Laura llegó a casa se sentía sucia y patética. Vivía frugalmente, un pequeño pasillo que actuaba como un recibidor llevaba a la salita con sólo dos sillones y a la cocina que ocultaba una maquina lavadora de ropa detrás de una cortina y debajo del fregadero que había venido con el departamento y funcionaba como closet, había litografías de obras celebres regadas en las paredes, el piso era de melanina verde olivo a cuadros y parecía estar ahí desde la construcción del edificio, al fondo de la sala había dos puertas de vidrio biselado a la izquierda se entraba a un pequeño baño como de avión, era tan diminuto que la puerta abría hacía afuera, finalmente a la derecha se entraba a la recamara donde había un bello ropero tallado en madera en color natural, un espejo de cuerpo entero opuesto a la ventana, una cómoda sobre la cual descansaba un viejo televisor de caja. El apartamento de Laura evidenciaba dos cosas, por una parte su ocupante era meticulosa con la limpieza y el orden, por otra parte era claro que Laura no era una persona acaudalaba.
Laura trabajaba como recepcionista en la oficina del Diputado Andrés Galán, había conseguido el empleo más por casualidad que por otros motivos cuando una tarde en casa de su tía Ágata ojeó el periódico y vio un anuncio clasificado “se busca asistente, atractivo sueldo más prestaciones de ley, oportunidades de crecimiento”, en la realidad el sueldo era paupérrimo, el horario infame y las oportunidades prácticamente inexistentes, sin embargo, su empleo posibilitó su salida de casa se sus tías, que era un triunfo en sí mismo. La tía Ágata era la hermana mayor de su madre Julieta quien había muerto de influenza cuando Laura era niña. Ágata se había hecho cargo de Laura desde los cinco años, la cambió, la vistió, la cuidó de cuanta enfermedad contrajo de niña y se hizo cargo de todos los gastos de su crianza y educación, su pecado, sin embargo, lo que Laura no podía perdonarle era que había terminado su relación de casi doce años con Fernando García, el único padre que Laura había conocido, para enlazar su vida a la de Romina Magallanes. Ágata y Fernando se habían conocido en el liceo, se habían mudado a vivir juntos y parecían ser felices. Romina por su parte siempre tuvo claro quién era y qué le gustaba, cuando conoció a Ágata en el despacho de arquitectos donde trabajaba quedó prendada de ella, el amorío subsecuente comenzó discreto y fugaz empero al cabo de los meses Fernando descubrió a las mujeres enmarañadas en la cama de su casa, se fue esa misma tarde con lo que traía puesto para no volver jamás, Laura contaba veinte años y le tenía gran afecto a Fernando con quien, a pesar de sus mejores esfuerzos, no pudo mantener contacto, Fernando se iría a trabajar a la capital, se olvidó de Ágata y Laura, a la primera el olvido le sentó de maravilla al cabo de una semana Romina ya estaba viviendo con ella, para Laura, sin embargo, fue un golpe devastador, Romina era muy dominante e impuso su sentido de orden y sus rutinas de inmediato, Ágata que por aquel entonces acababa de ajustar los treinta y cinco estaba perdidamente enamorada por lo que los cambios se le resbalaron a Laura por el contrario los modos de Romina le parecían soberbios y groseros. Pequeñas discusiones se tornaban en violentas peleas que de poco en poco fueron convenciendo a Laura de que ella salía sobrando.
Laura se recibió de licenciada en Administración en julio y se mudó fuera de la casa de sus tías un mes más tarde. Laura era muy blanca, menudita con el cabello encrespado de rubio castaño, los ojos verdes y epicúreas proporciones, le gustaba el rock pesado, los gatos y los colores pastel aunque después de salirse de la casa de su tía le agarró por enfiestar cada que surgía la oportunidad.
Para una chica guapa como Laura las oportunidades no escaseaban, había aprendido de las intrincadas artes del amor con Néstor Graue hijo de un empresario de Puente Grande ocho años mayor que ella quien ocultaba los años tanto como las mañas, Néstor no era el más guapo, ni el más alto, ni el más fuerte, inteligente o simpático, tenía un auto deportivo que le había regalado su padre por haber cumplido veintiún años y un libido desquiciado. Néstor seguía siendo estudiante al tiempo que conoció a Laura, él estudiaba la licenciatura o al menos eso le decía a su padre, llevaba seis años en aquel proyecto, su verdadero oficio era andar levantando jovencitas de bachillerato para llevarlas a la casa de campo familiar. Laura había visto a Néstor en alguna u otra ocasión a la entrada de la escuela en ropa ceñida en tonos pastel, con las mangas de la camisa arremangadas hasta los codos, desabotonada casi hasta el ombligo exhibiendo su pecho lampiño con orgullo. Néstor tenía estatura promedio, tez morena clara y una prodigiosa cabellera negra, había dominado el arte de caminar aparentando ser y tener mucho más, para una niña de catorce años empezando el bachillerato Néstor era un sueño, para Laura sería una pesadilla.
Laura vestía zapatillas con tacón de cuatro centímetros casi religiosamente, vestiditos ajustados y faldas voladas de buen gusto que no dejaban ninguna duda de lo hermoso de la percha. Al inicio rechazó los avances de Néstor más por miedo que por otra circunstancia, Néstor le gustaba y hasta ese momento ella no había tenido novio ni pretendientes quizá porque el uniforme de la escuela secundaria le quedaba muy grande o ella se veía muy pequeña en él, cualquiera que haya sido el motivo Laura sólo necesitaba de un poco de insistencia y Néstor era un tipo muy insistente. Las primeras salidas vislumbraban un noviazgo tranquilo, sin embargo, rápidamente Néstor convenció a Laura de cambiar las salidas a tomar un helado o caminar en la plaza de armas por estancias cada vez más prolongadas en la casa de campo de su familia donde organizaba pequeñas reuniones con el único propósito de perder el juicio y perderle el respeto a Laura, fue en una de esas reuniones donde Laura perdió su virginidad. Néstor pasó a buscarla saliendo de la escuela, Laura se había inventado una pijamada con unas amigas y Ágata no sospechó o no le importó y Laura se dispuso un pequeño veliz que estuvo cargando todo el día en la escuela, en su interior había unas medias caladas, ropa interior y una pijama de seda color rojo vino que sólo sacó a pasear; los acompañaban otras dos parejas Gabriela y Enrique que estudiaban en los últimos semestres de la carrera que Néstor supuestamente estudiaba y Bernardo y Jazmín que claramente habían terminado de estudiar. Al llegar a la casa de campo las mujeres dispusieron la comida, que eran frituras en bolsitas, en platos hondos y sacaron vasos para servir ron con refresco, Enrique propuso un juego de hacer preguntas y responder bebiendo, al cabo de cuarenta minutos Gabriela estaba ebria y Enrique la llevó a descansar a una de las habitaciones, tardó casi dos horas en bajar a la sala con los demás. Jazmín que aún mantenía la verticalidad susurró algo al oído de Bernardo e hicieron mutis a otra de las habitaciones. Una vez solos Néstor sacó a relucir todas las mañas, Laura cedió aunque se espantó cuando sintió los dedos fríos de Néstor en su interior, procuraba concentrarse pero el estupor causado por el ron aunado a la falta de alimento le producían nauseas, no se percató que Néstor optó por no usar un condón hasta que el semen tibio resbalaba por su espalda, el humo en la sala que seguía en el ambiente disfrazaba los olores que había producido su encuentro con Néstor, estaba confundida de todo el acto que parecía haber terminado súbitamente y sin explicación, al final se encontró con la blusa arremangada hasta el cuello, la falda y su ropa interior tirada en el piso mientras se encontraba fundida en un abraso con su amante. El lunes siguiente al salir del colegio repitió el acto amatorio, en la misma casa donde se había entregado a Néstor apenas días antes, se convirtió en una rutina rápidamente, Néstor sólo la buscaba para tener relaciones al menos eso era claro, no la trataba de novia, la presentaba como su amiga, al principio Laura no lo notó pero al cabo de unos meses la indiferencia de Néstor se volvió evidente, sin tristeza ni culpa Laura decidió terminar su relación con Néstor. Fue un jueves cuando Laura decidió comunicarle su decisión a Néstor quien acababa de llegar por ella al colegio.
– Hola chiquita, que linda te ves hoy, ¿quieres ir al campo?
– No, quiero ir a tomar un café
Llegaron al Café Clan Destino en la plaza de armas, Néstor revisaba su teléfono compulsivamente, Laura tenía la mirada al frente y las manos en las piernas, vestía un vestido blanco con motas negras cuyo corte enfatizaba el cuello y las clavículas sin mencionar las piernas de Laura, Néstor sin embargo, absorto como lo estaba en su teléfono no hubo reparado en lo bella que se veía su acompañante. Laura tomó un sorbo de su mocha, dispuso la galletita y el plato a un lado, se limpió la boca con cuidado, como dándole un beso y dijo – Néstor, la verdad es que la escuela me está costando mucho trabajo y tú eres un gran tipo y me divierto mucho contigo, no quiero que me mal intérpretes, no es por ti, es porque yo no tengo el tiempo de estar en una relación y no quiero hacerte … Néstor la interrumpió, – Muñequita, yo no quiero una relación, quiero algo libre, como lo que tenemos, quiero que te sientas libre de hacer lo que tengas que hacer con toda confianza, cuando tengas tiempo nos vemos y nos hacemos felices. Contestó Néstor al mismo tiempo que le agarraba la pierna a Laura por debajo de la mesa, Laura retiró su mano con poca sutileza y le dijo – Mira, no quiero ser tu “free”, ni quiero ser tu novia, ni quiero seguir contigo, estoy tratando de ser clara al respecto. Néstor vaciló un instante y respondió: – Muñeca tengo todos nuestros encuentros en fotos y vídeo, tú me dejas de dar las nalgas y se los enseño a todo el mundo. Cuánto tiempo crees que pase para que te conozcan como la más puta de Puente Grande. Laura sintió nauseas, un dolor clavado en la boca del estómago y antes de que pudiera responder Néstor le mostró sólo uno de los vídeos en su teléfono, no tenía la mayor calidad sin embargo era claramente ella con el pene de Néstor en la boca, tendida en la cama de la casa de campo desnuda, bañándose, recogiendo su ropa mientras Néstor hacia perniciosos comentarios sobre sus senos o su falta de experiencia. Laura sintió el peso del mundo sobre sus hombros, el siguiente sorbo de su mocha le supo a ceniza y en silencio dejó escapar una lagrima, Néstor se apeó, sacó su cartera de la bolsa trasera de su pantalón y dejo un billete sobre la mesa, – mañana vamos a la casa de campo, así que te enjuagas esas lágrimas y te me pones bonita, dijo al tiempo que le pasaba la mano por la mejilla, después se fue. Laura quedó ahí inerte por buen rato, tenía todo que perder y nadie que la defendiera, pensó en decirle a Fernando, quizá decírselo a Ágata, quizá a los padres de Néstor que conocía ya de varios meses pero en todos los escenarios ella sería tildada de puta. Laura decidió que cansaría a Néstor de estar con ella y le haría casi imposible tener relaciones sexuales.
Laura empezó su plan de cansar a Néstor asumiendo más responsabilidades en la escuela, se ofreció para dirigir el comité organizador de la fiesta de primavera, a la que había decidido no acudir, se enroló en una clase de inglés en la universidad y negoció un empleo de medio tiempo con Fernando en la tienda de ropa donde trabajaba. Al principio Néstor tomó las nuevas ocupaciones de Laura con indiferencia hasta que comprendió que se trataba de un estratagema para bloquearlo de estar con ella; lo que Laura no sabía es que Néstor tenía una novia formal, una tal Patricia Ocampo que fue su compañera en la universidad, hija de un servidor público del más alto nivel al mismo tiempo tenía una relación casual con Andrea Lezama una chica de la capital recién llegada. Con Patricia él tenía todas las deferencias de un noviazgo normal, se tomaban de la mano, él era atento y galante con ella para deleite de sus padres que veían en Néstor a un buen partido, sin embargo el tiempo degrada hasta las más elaboradas mentiras y cuando su padre se enteró que Néstor había sido expulsado por haber chantajeado a un profesor le quitó el coche, las llaves de la casa de campo y la mesada, Néstor tuvo que encontrar empleo y poco después un lugar para vivir. Fue durante ese tiempo que Laura lo dejó de ver merodeando la escuela.
Laura se destacó en el bachillerato y su tiempo ahí se fue volando, cuando se graduó había alcanzado uno de los mejores promedios de su generación, había aplicado para varias universidades a lo largo y ancho del país, incluso en el extranjero, había aplicado para distintas becas que asegurarían sus estudios cuando Ágata metió su cuchara, haciéndose la mártir convenció a Laura de quedarse a estudiar en la ciudad para no dejarla sola. Laura cedió y optó por mantener a tu tía contenta y a su familia unida no sabía, por aquel entonces, que Romina se encargaría de separarlos años más tarde. Para Laura la universidad era un fastidio, las jornadas arrancaban en punto de las siete de la mañana y se prolongaban hasta pasadas las siete de la noche, tenía demasiados tiempos muertos; a veces tenía una clase de cincuenta minutos a las siete de la mañana y la siguiente hasta pasado el mediodía, era un juego de paciencia aquello. Durante el primer semestre Laura pasaba gran parte de sus tiempos muertos llorando en el baño, leyendo en la biblioteca o tirada bajo la sombra de un sauce a espaldas de la facultad y es ahí donde conoció a Rodrigo.
Rodrigo Medina era de Ognicnalut, su familia era dueña de una maquiladora y él era dueño de una pequeña tienda de playeras estampadas, siendo sinceros él no era un tipo guapo ni atractivo, no en conjunto, tenía las manos inmaculadas, vestía ropa buena y estaba en forma pero no había más en él que lo redimiera, a Laura, sin embargo, le pareció buen mozo y aunque con cautela terminó en un romance con él. Aquellos fueron quizá los mejores años de su vida, su promedio personal era excelente, era miembro del comité estudiantil, jefa de su grupo, su novio era un encanto, la llevaba a todas partes y los fines de semana convivía con Fernando y su tía, es probable que hubieran acabado juntos de no ser por Néstor que volvió en escena para el cuarto año de la carrera.
Néstor se enroló en la universidad el mismo año que su padre murió de un infarto, se había jurado terminar esta vez para honrar la memoria del difunto, el hecho de ser hijo único y que la herencia estuviera condicionada a que él mostrara un título universitario al notario encargado de la sucesión fueron también un aliciente. Se encontró con Laura en un pasillo quien venía tomada de la mano de Rodrigo, se saludaron casualmente y ninguno de los dos hizo ningún comentario sobre el pasado entre ellos, incluso cuando Rodrigo le preguntó, procurando disimilar los celos, por el tal Néstor. A Laura le volvió el malestar y el peso del mundo en los hombros, marchó taciturna por varios días hasta que Néstor la abordó saliendo de clase para hacer sus intenciones de chantaje claras. Laura no tuvo más remedio que acceder a ver a Néstor dos veces por semana en la casa de campo y en un principio malabareó la escuela, el comité estudiantil, a Rodrigo y a Néstor procurando mantener sus mentiras bien organizadas y sus horarios puntuales, para aquel entonces Laura conducía un viejo VW que Fernando había reparado para ella. En la escuela sus notas cayeron, en el comité sus participaciones se tornaron lacónicas, a Rodrigo dejo de verlo encantador y atento hasta el punto en que buscaba cualquier excusa para enfadarse con él y largarse mientras que con Néstor se divirtió mucho jugando a la casita en aquella casa de campo donde ahora Néstor tenía su residencia.
Fue en mayo, el mismo año que se graduaba cuando Néstor tuvo la magnífica idea de mostrar uno de los vídeos de los encuentros con Laura a un parroquiano incrédulo en la cafetería de la escuela, ese mismo fulano se encargó de compartir la información obtenida con quien le hubiera prestado los oídos y para el tercer periodo de ese mismo día el rumor llegó a oídos de Rodrigo quien sin ningún reparo mandó a Laura a la mierda de forma pública e indolente. Laura volvió a la rutina de llorar en el baño entre clases al tiempo que se convirtió en un cuento cautelar para otras jóvenes inquietas. Néstor la buscó por varios días hasta que finalmente la ubicó saliendo de la casa de su tía, caminaron por la calle, él la acompañó a todos los mandados, le cargó las bolsas y le abrió la puerta finalmente tuvieron relaciones en casa de su tía furtivamente en el garaje a bordo del VW.
Laura y Néstor se volvieron novios casi sin notarlo, iban a todas partes juntos tomados de la mano, se besaban en lugares públicos, terminaban las frases el uno del otro y por un tiempo fueron felices, una felicidad que terminó el día que Rodrigo Medina le cobró el agravio a Néstor con la vida. Durante el tiempo que Laura y Néstor vivían el cenit de su idilio Rodrigo conspiraba con su padre como hacer pagar a Laura su traición. Hubieron varias ideas que involucraban publicitar aún más el engaño de Laura, Rodrigo pensó en hacer la situación clara en el periódico estudiantil pero su padre que tenía ciertos alcances sugirió un anuncio en el Sol de Puente Grande, así un martes cualquiera salió a la luz la historia de Laura y Néstor, todo el mundo se enteró de lo ocurrido incluso hubo quienes ensalzaron aún más la historia afirmando que Laura y Rodrigo estaban comprometidos. A Néstor la noticia le caló hondo, en su mente él había ganado los afectos de Laura legítimamente, así que armado de toda la estulticia y bravura que le fue posible conjurar se fue a buscar a Rodrigo un domingo vistiendo botas mineras, chamarra de cuero y un palo para romper piñatas oculto entre la ropa. Dar con Rodrigo no era difícil, encontrarlo solo era otro asunto enteramente distinto, sin embargo era tal su impaciencia que se bajó del auto cruzó la calle y se dispuso a golpearlo en la cabeza mientras estaba de espaldas, su padre que manejaba habitualmente fuertes cantidades de dinero en efectivo estaba, para desconocimiento y mala suerte de Néstor, permanentemente armado con un revólver .38 especial que guardaba en una funda dentro del pantalón, cuando Néstor se dejó venir contra Rodrigo, su padre sacó el revólver y le disparó en dos ocasiones a Néstor en el pecho dejándolo muerto ahí mismo en la calle. La cámara de un banco a unos metros del lugar retrataba a Néstor acercándose a Rodrigo con intención de agredir, en el juicio que siguió a lo largo de varios meses el palo para romper piñatas se había convertido en un bastón metálico de policía, se habría encontrado droga y cartas amenazantes que exonerarían al padre de Rodrigo y dejaron a Laura devastada. Los vídeos del teléfono de Néstor no volverían a ver la luz del día dado que un lapso de buena fe Néstor los había borrado, un detalle que omitió mencionar a Laura que siguió muchos años con la zozobra.
Laura llegó a la oficina del diputado pasadas las once de la mañana, su compañera María Luisa le narró los eventos de la noche anterior ante la mirada atónita de Laura que no podía creer todo lo que había hecho. Según María Luisa, ella había estado bebiendo toda la noche con sus compañeros hasta que decidió bailar sola en la pista, un sujeto ensombrerado se le habría acercado, habían intercambiado risitas y murmullos y poco después bailaban muy pegados y con poco decoro, María Luisa no sabía que Laura había amanecido con el ensombrerado aquel, así que la anécdota quedó en comicidad y excesos, no más. El siguiente viernes los compañeros de la oficina organizaron una noche de karaoke en el Bar de moda, Laura se enfundó un vestidito de coctel que daba todas las señales equivocadas, prescindió de ropa interior para lucir aún más radiante o libre y se dispuso a cantar una y otra canción de rock mientras hacia un peligroso vaivén que no escapó a la mirada de ninguno de sus compañeros. Después de la quinta o sexta ronda de tragos y canciones, cuando Laura se sentía más cómoda apareció Miguel Ángel para dar al traste con la noche. Llegó cantando canciones norteñas escoltado por un par de guaruras vaciando el lugar hasta que sólo un puñado de personas quedaban en el bar, él ofreció pagarle la cuenta a todos, ordenó más botellas y dejó apostados a sus guaruras en la entrada. Los compañeros que quedaban en la mesa de Laura se fueron yendo uno a uno por lo incomodo del ambiente, Laura seguía cantando para deleite de Miguel Ángel quien se peinaba el bigote con las puntas de los dedos. Para las tres de la mañana sólo quedaban ellos cantando sandeces en el bar completamente vacío, veinte minutos más tarde estaban entrando a un motel al fondo de una gasolinera, Miguel Ángel le había subido el vestidito a Laura hasta la cintura mientras la besaba, Nico, el chofer/guarura conducía mientras que Manuel, el otro guardaespaldas los seguía de cerca en una camioneta negra sin placas, los dedos fríos de Miguel Ángel estaban alojados en el centro de Laura, ella estaba en trance fundida en un beso que le hizo olvidar el decoro, ya que Nico podía ver todo lo que ocurría en el auto a través del espejo retrovisor. Miguel Ángel le giró instrucciones a Nico y agarró a Laura fuertemente de una nalga mientras la conducía al interior del cuarto entonces se sacó una pistola de la espalda y la puso en una mesita a la entrada del cuarto, miró a Laura con lujuria y le ordenó que se quitara el vestidito, Laura obedeció sin reparo y se puso de rodillas, apenas podía mantener la verticalidad de lo ebria que estaba, Miguel Ángel que estaba casi igual de ebrio se sacó el pene erecto y lo introdujo con violencia en la boca de Laura al mismo tiempo que la tiraba fuertemente del cabello, Laura se dejó llevar por un instante hasta que la falta de aire le obligó a poner las manos en la cintura de Miguel Ángel tratando de separarlo de ella, el trance de Miguel Ángel no le permitió darse cuenta de ello mientras tiraba con más fuerza del cabello de Laura a punto de llegar al clímax, cuando finalmente hubo llegado a él, Miguel Ángel soltó el cabello de Laura y ella se desplomó en el piso, Miguel Ángel se recostó sobre la cama con el pantalón en las rodillas, las botas y el sombrero aún puestos y perdió el conocimiento. Despertó pasadas las nueve de la mañana con una resaca terrible para encontrarse con Laura tendida en el piso desnuda y sin vida, tenía los ojos abiertos y semen escurriéndole por las comisuras de los labios, se sentó un momento a ver a Laura en toda su magnífica desnudes tirada en el piso y en un suspiro dijo – que desperdicio. Llamó a Nico por teléfono, estaba calmado, y le pidió que trajera sus enceres, Nico tocó a la puerta instantes más tarde portando una maleta como de médico de dónde sacó una pequeña sierra, una bolsa de plástico negra y unos trapos. Toda la operación tomaría tres horas y Laura sería reducida a los contenidos de una bolsa de basura, enterrada en una tumba sin lápida ni marca a poca profundidad cerca del cerro de los coyotes, Miguel Ángel nunca sería llevado a la justicia por ese o cualquier otro asesinato y de Laura se habló poco después de su desaparición, se dijo que se había fugado con un tipo que conoció en un bar y ni Ágata ni Romina tuvieron nunca curiosidad de saber que fue de ella.
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