…
Tal vez de poco tocarte te he olvidado
y tu me has encerrado sobre mí mismo
Mi corazón está quieto como una res viva y sedienta.
Mi puño está atrapado entre los cuatro puntos cardinales
y mi cabeza
revolotea como una daga fría antes del ocaso.
– perdón si reías poco por mi culpa
¡ya ni recuerdo el porqué de las peleas, ni el porqué
de tu sílaba hiriente sobre los dos!
Quizá dentro de veinte años yo estaré tan viejo
de tanto escribirte
y tu estarás tan ocupado descubriendo de dónde
nacen los números.
Siempre el olvido es una contrarrevolución
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