No importa cuanto me desquite. No importa cuanto lo intente. Ah, ya sé que entrar en un espiral de pensamientos no es lo correcto pero todo me lleva de nuevo a ti.
El amor de mi vida. Quien se supone que me respaldaba, quien debía acompañarme por siempre y para siempre. No, ya no guardo resentimientos, tampoco puedo pensar en reclamos pendientes. Sinceramente la mera idea de escribirte me aterra.
A veces creo que simplemente algo está perdido en mi interior, las cadenas me aprietan y no me dejan respirar, no puedo ponerle nombre. Una especie de luto infinito acerca de algo que jamás nunca tuve.
Todo es difícil. Nada y todo.
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