Tarde pero seguro

Volviste por verme de casualidad entrando en mi edificio, como si eso fuera algo fuera de lo común. Al fin y al cabo te fuiste a vivir a la vuelta de mi casa, como si en su momento eso arreglaría lo lejos que estábamos de coincidir. Como si eso nos podría llevar a un acercamiento inconsciente.

Salgo al balcón y veo a través de los edificios, tu balcón. O más bien me lo imagino, y pienso en lo que compartimos, y de repente nos volvimos desconocidos, aunque dentro mío entiendo que eso no es posible. Porque siempre pensé que de alguna forma te conocía de toda la vida, y todavía a veces lo pienso.

Te rogué para que compartieras un café conmigo, y la excusa de que te caía mal siempre estaba ahí, para evadir un momento de unión qué tal vez a mi me hacía ilusión. Ayer me dijiste que después de todo te compraste una cafetera. Y lo único que pude responderte fue un “tarde pero seguro”.

Adopte cosas tuyas desde que te fuiste, fueron tus palabras, y la oración siguiente fue “también me compré una cámara analógica”. Y mi cabeza y corazón solo se derrumbaron pensando en las veces que me dijiste que no te gustaba sacar fotos.

Que triste cuando las cosas llegan tarde.