Sentía miedo de lo que pronto iba a pasar, tenía mucha sed y no podía ver gracias al antifaz que había encima de mis ojos.
No sabía cuantos días habian pasado, pero los extrañaba, a la familia que si me había recibido y que seguramente estarían haciendo lo posible para encontrarme.
Sabía que era imposible salir de acá, no quería volver a sentir sus manos encima de mí y prefería no hablar ni hacer ningún movimiento para evitar que se enojarara.
Me sentía débil y aunque quería llorar, mis lágrimas ya no estaban, las había agotado en los primeros días. Quería gritar, quería abrazar a mi hija y a Declan, sentir sus brazos, sentir su compañía. La que el hombre me había dicho que no merecía.
—Traigo comida —sentí sus manos al quitarme el antifaz, preferí no decir nada —son sanduches, los hice yo —mis ojos se estaban acostumbrando a la luz del lugar, sin embargo pude ver la sonrisa que se formaba en su rostro.
—No tengo hambre —pronuncié con dificultad.
—No me importa, no pregunté si querías comer, ¿o quieres que hagamos lo de la vez pasada? —Quité la mirada de su rostro y apreté mis labios para no decir nada, tomó mi menton obligandome a mirarlo.
—Lo tomaré como un no —se hizo detras de la silla en la que me encontraba amarrada y quitó las esposas de mis pies y de mis manos.
Tomé el plato y con mucha dificultad empecé a comer.
—No puedo más —dije al terminaf el segundo sanduche y ver que había otro en el plato.
—Yo salgo de aquí con el plato vacío, así que apúrate, no eres lo más importante —con náuseas tomé el último sanduche y al terminarlo de comer, sin darme espera vomite todo lo que me había dado.
—Lo siento —seguía con mi cabeza abajo, no quería ver sus ojos llenos de enojo.
—Lily, tu no aprendes. Bien, yo com gusto haré que lo hagas—
halo mi pelo hacia él.
Mi sueño fantástico se había acabado.
Me sentía sucia y sola. Me sentía peor que cuando vivía con mi madre y su esposo.
Si el no me mataba, lo haría con mis propias manos, no quería seguir viviendo esa pesadilla.
(PRESENTE)
EMMA
Estaba en mi antiguo cuarto, nada había cambiado ya que mi padre quería recordarlo de esa manera.
Al salir de él vi a mi padre con un diario.
—¿Qué lees?
—Nada —limpió una lagrima que se deslizaba por su mejilla.
—Pa, muéstrame —estiré ambas manos esperando a que me pasara el diario.
—Tu madre… escribió algunas cosas de su vida en este cuaderno, pero prefiero que no lo veas.
—No entiendo.
—Luego te muestro, te lo prometo —se levantó de la cama y guardo el diario en su mesa de noche, salí con él y nos dirigimos a la cocina.
En la noche el se fue a trabajar y entre a su cuarto para ver el diario que me causaba tanta curiosidad, lo abrí y lo primero que decía era:
«espero nadie lea este libro»
—Demasiado tarde —dije para mí.
«Probablemente no quiera recordar las cosas malas que pasaron en mi vida. Las buenas las viviría de nuevo mil veces, pero eso no lo decido yo.
Leo, mi psiquiatra me dijo que era importante recordar los momentos malos para superarlos, pero que al mismo tiempo debía recordar todo lo bueno que había vivido a lo largo de la vida. No me hace feliz que alguien lo mire, considero que lo que voy a escribir es algo muy personal y prefiero ser la unica que sepa de la existencia de este libro, si embrago, si Declan llegara a verlo o Sergio, les pido perdón de antemano por lo que puedan encontrar»
Por un momento pensé dejar el diario en el lugar que lo había encontrado y respetar la privacidad de mamá, pero la curiosidad me mató y pasé la página para leer la vida de ella.
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