Existió alguna vez una niña, que caminaba buscando y buscando, pero no sabía lo que era. Solo sentía la imperiosa necesidad de encontrar eso, aquello que la llenara con completa felicidad. Así que caminaba, viajando en medio de caminos y remolinos de sueños, pesadillas y pensamientos. Encontraba quienes decían ser eso que ella anhelaba, pero eran viles personas que usaban máscaras como armaduras y palabras como espadas. Fue pasando el tiempo y la pequeña niña sentía que cada vez más desfallecía. Caminaba y caminaba y no encontraba nada…Tal fue su abatimiento que fue devorada por el dragón de la muerte.
O así pasó en sueños, en sus pesadillas. La pequeña niña despertó y supo por fin que era aquello que buscaba. Así que caminó otra vez, pero no se detuvo en ello, corrió. Corrió con todas sus fuerzas, porque esta vez no iba a dejar que eso se escapara. Lo encontraría. Y cuando su corazón latía desenfrenadamente y sus lágrima formaban mares y sus pies ya volaban…Lo encontró. A pesar de que su cuerpo le gritaba que se acercara y lo abrazara, solo pudo observar. Miró cómo esa persona, solo siendo ella, solo existiendo, lograba calmar su triste corazón. Y ella, sintiéndose en casa y pequeña, dijo: Hola papi…
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