El Aprendizaje de un buen amor

Las personas te enseñan a amar cuando se van, te enseñan cuando te das cuenta que ya no las tienes.

No quería tener que aprender de ti, de la soledad de mi cama y lo frío de la almohada.

Cuando digo que me duele no me refiero a algo que pasará al amanecer, es un dolor que me arde el alma. Porque si pudiera hablar solo sabría llorar los recuerdos de la sangre que sale desde dentro y aún que se supone que no me lastimarias, estoy con el corazón en las cenizas.

No puedo odiarte, y muy en el fondo no voy intentarlo, porque mi nombre dicho por alguien más ya no me gusta. Aún sigo recordando la fecha donde no tenía que hablarte a las espaldas rogando que me vieras como antes, aquellos días en los que no tenía que ser nadie para que me amarás. La noche en la que me convenciste que podías quedarte me hiciste llegar una idea, de esas que son contagiosas. Me pintaba la vida ese «jamás te dejare sola»… Ahora desde la soledad tengo esa idea, solo que ya no colorea los arcoiris, ahora solo pinta grises.