MI MITO Y YO
Por
Carlos Andrés Quinchía MillánDerechos Reservados de Autor
(2017)
ACTO PRIMERO
“EL ESCLAVO”.
Cuando voy al teatro quiero soñar. Cuando uno es parte de una obra de teatro es como si fuera parte de ese sueño.
Contamos los días que pasamos despiertos por este mundo, pensando ajustar nuestra obra como en la bóveda de una Capilla Sixtina. Desde «La creación» hasta «El juicio final», vamos por la vida sorteando mil azares y trazando pinceladas con enormes dificultades para terminarla. Al final, la mayor parte de las veces; ni siquiera captamos toda la belleza de lo que sucede alrededor nuestro. En realidad, intentamos pintar en los cielos al dios más conveniente para la crítica; aún por encima de hacerlo porque ello nos agrade.
Sentenciado a su suerte, el esclavo Romano lleva una paupérrima vida de duros jornales y humillaciones. Es de aquellos hombres sin espíritu, que jamás ansía algún sentimiento de libertad.
PRIMERA ESCENA.
(El incrédulo).
DOMINUS. (ENTRA AL ESCENARIO, UN HOMBRE CON UNA ACTITUD EXCESIVAMENTE SOBERBIA E HISTÉRICA; EN UNA BÚSQUEDA FRENÉTICA, CON UN TONO FUERTE DE VOZ, QUE REPITE VARIAS VECES). ¡ENDÉMICUS! ¿Dónde andamus malditus esclavus?, o apareces de una buena vez o te daré mil azotes en el traserum. ¡Uy! Perdón, que groserum. (DICE ESTO EN FALSO LATÍN Y TONO DE VERGÜENZA). Una vez más. ¡ENDÉMICUS! Por Júpiter que ya se me hizo tarde para que este esclavo no aparezca. (SE VA FURIOSO A TRASESCENA RENEGANDO).
ENDÉMICUS. (“EL ESCLAVO”. UN HOMBRE CON UNA FIGURA POCO CONVENCIONAL, MARCADO POR EL CONFORMISMO Y LA RESIGNACIÓN. ADEMÁS, ES UN AMARGADO, PEREZOSO; OBSESIVAMENTE AVARO CON LO POCO QUE TIENE Y REFUNFUÑÓN). ¡Mande usted mi Dominus! ¿Dominus? ¿Qué querrá esta vez? ¿Querido público disculpe, le ha visto alguno de ustedes de casualidad? (VOCIFERANDO POR UN MOMENTO, LO REMEDA A MANERA DE BURLA). ¡Ya lo imagino diciendo!, ¡Inútil! ¿Me alistaste el carruaje para la carrera? ¿Limpiaste mi armadura para la presentación con el emperador? O a lo mejor; ¿enviaste el vino al gobernador de las Galias? Como si no fuera suficientemente alcohólico el pobre (COMENTA A MANERA DE CHISME). Por cierto, el otro día me enteré de que el gobernador y mi amo, tuvieron una disputa tremenda de pareja. (SUGIERIE CON SEÑAS HISTRIÓNICAS, UN CIERTO SARCASMO SOBRE LA ORIENTACIÓN SEXUAL DE SU DUEÑO). Todo por el problema de bebida del gobernador. Le dijo que si querían continuar juntos, debía irse derechito a alcoholicus anónimus, y por eso se distanciaron. Agorita el pobrecito miserable de mi Dominus, anda de un desconsuelo que no sabe qué hacer. Pero eso sí, bien merecido se lo tiene. Que sufra por avaro, por mezquino, por abusador; eso le pasa por “Maricus”. (INTERRUMPE ABRUBTAMENTE AL SENTIR UNA MANO EN SU HOMBRO Y PALIDESE DEL SUSTO, URDIENDO UNA CARA DE MOMIA ANTIGUA, COMO DE TRES MIL AÑOS).
NUBIA. ¿Qué haces tonto? ¡Hablando de tu amo! ¿Quieres que te crucifiquen acaso?
ENDÉMICUS. ¡Vaya! que me has dao tremendo susto mujer, casi me matas de “Infartus”. (TOMA AIRE Y SE TRANQUILIZA). Pero dime a que debo tu visita, ¿tu ama te permitió venir?
NUBIA. Aproveché una encomienda que me solicitó del mercado y vine hasta aquí, porque quiero que me escuches. No tengo mucho tiempo, así que he venido a hablarte de algo muy serio e importante.
ENDÉMICUS. (LE INTERRUMPE Y LE CORTA EL PASO RAPIDAMENTE). Mira, si es otra vez por eso del matrimonio; quiero aclararte de nuevo que no es que yo no quiera, es sólo que pienso que debemos conocernos mejor. En realidad, considero que doce años de noviazgo son muy poco tiempo.
NUBIA. (INDIGNADA). ¡No seas “Ridículus” que no es eso! He venido a darte una noticia que estoy segura te alegrará muchísimo.
ENDÉMICUS. (PALIDECE, E REALIZA LOS GESTOS EXAGERADOS DE UN NERVIOSO Y NEURÓTICO AL BORDE DE UN INFARTO). ¡No me vengas con esa mujer!, que no estoy para bromas pesadas. Me dijiste que te estabas cuidando. ¡Claro!, yo sabía que querías amarrarme de cualquier forma. Pero eso sí, me niego; quiero pruebas. Ese hijo qué esperas no es mío.
NUBIA. ¡Pues no! Tranquilo que no es eso, si tanto te molesta.
ENDÉMICUS. (DESCANSA Y RESPIRA PROFUNDO). ¡Uf! Menos mal. ¿Pero qué es entonces?
NUBIA. Vine a contarte una buena nueva. He encontrado por fin, la respuesta a nuestro deseo más preciado. Eso que tanto hemos anhelado siempre.
ENDÉMICUS. (EMOCIONADO CON ALGUNA IDEA EN PROSPECTIVA DE NUBIA, QUE YA ESPERABA CON ANSIEDAD). No me lo digas. ¿Al fin sí? ¡No me lo puedo creer!
NUBIA. Sí.
ENDÉMICUS. ¿Pero de verdad me lo juras? ¿Lo que yo he deseado por tanto tiempo?
NUBIA. (DICE A ENDÉMICUS MIENTRAS ESTE CORRE A ABRAZARLA FUERTEMENTE CON EMOCIÓN. SE TOMAN DE LAS MANOS, JUNTAN SUS ROSTROS MIRANDO AL INFINITO LLENOS DE FELICIDAD). ¡Sí!
ENDÉMICUS. Al fin mi sueño más preciado se hace realidad. Haremos un trío con tu prima africana para mi cumpleaños.
NUBIA. (SE ROMPE LA MAGIA Y ESTA LE APARTA BRUSCAMENTE, DICIÉNDOLE COMO CON SORPRESA Y DESPRECIO). ¡No idiota, eso no! ¿Es ese tu sueño más preciado? Pero si ya te dije que eso nunca iba a suceder.
ENDÉMICUS. (CON DESILUSIÓN). ¿No era eso?
NUBIA. (MUY BRAVA LE DA UN GOLPE LEVE EN LA CABEZA). ¡Pues no era eso! En verdad que eres un tonto; yo me refería a lo de “mi libertad”.
ENDÉMICUS. (DESPECTIVAMENTE). ¡Ah! ¿Con qué era eso? ¿Otra vez tú con eso?
NUBIA. Pues sí era eso, ¿cómo te parece? (SE VOLTEA Y LE DA LA ESPALDA CON LOS BRAZOS CRUZADOS).
ENDÉMICUS. (COMO UN AVARO MEZQUINO SE VOLTEA TAMBIÉN). Pero si ya te he dicho miles de veces, que mis ahorros no me alcanzan para comprar tu libertad. Además, te repito soy muy joven para casarme aún. Sostengo a mi madrecita en el asilo de esclavos ancianos. Tengo un sobrino huérfano al que le ayudo con su estudio, pues al pobrecito no le alcanza con lo que se gana cuidando carruajes al frente del coliseo romano. (LEVANTANDO LAS MANOS AL CIELO Y LUEGO TOMÁNDOSE LA CABEZA, HACIÉNDOSE EL DESESPERADO). Yo siempre te he dicho que no soy el único. Necesitas conocer otras experiencias. Necesitas prepararte y ser una mujer de mundo.
NUBIA. (SE VOLTEA MAS FURIOSA CON CARA DE ¿CON QUE ASÍ ES LA COSA?). ¿Eso es lo que piensas? (SACANDO SU ORGULLO FEMINISTA). Pues no necesito de tus ahorros, pequeño hombre con futuro insignificante. Yo no iba a hablar de eso, ni vine a pedirte nada.
ENDÉMICUS. (SE RASCA LA CABEZA). ¿No?
NUBIA. Pues no de esa manera. Y para que veas, yo venía a hablarte de alguien más.
ENDÉMICUS. (CON PLENA DESCONFIANZA). ¿De quién?
NUBIA. Fue alguien que conocí hace poco.
ENDÉMICUS. (SARCÁSTICO, EN UN TONO DE CELOS). ¿No me dirás ahora que es un tipo?
NUBIA. ¡Pues sí!, y la verdad por lo que he conocido hasta ahora de él, es un hombre maravilloso. Es alguien estupendo y fabuloso; todo un fenómeno.
ENDÉMICUS. (SE VOLTEA LA TORTA Y DICE FURIOSO). ¡Yo sabía! Mi mamá siempre me lo dijo: “Esa novia tuya, es una golfa que no sirve para nada, se quiere aprovechar de ti y quién sabe con cuantos andará. Mírala nada más como se viste. Una mujer así no debe traer buenas intenciones”. ¡Las madres siempre tienen la razón! Pero yo no creía. Y claro; uno enamorado es un tonto. (EN GESTO DICE AL PÚBLICO SIN PRONUCIAR SONIDO, PERO GESTICULANDO EXAGERADAMENTE). “Un Hüeón”; un ciego inútil del amor. ¡Pero eso sí!, esto no me va a volver a pasar. ¡Lo juro! No me va a volver a pasar. (SUFRE Y REFUNFUÑA MIENTRAS LA ESCLAVA DISIMULA UNA SONRISA VENGADORA). Cuando uno es blando con las mujeres y las trata bien, así es como te pagan. Te dan la espalda, te dan una patada en el trasero cuando ya no les sirves y se marchan con el primer legionario que les ofrece más denarios. (SUSPIRA PROFUNDO, Y LE DICE CON EL ORGULLO HERIDO Y MENOSPRECIO). ¿Pero sabes qué?
NUBIA. ¿Qué? (CON UNA SONRISA DE GOZO).
ENDÉMICUS. ¿Sabes qué? (REPITE, LEVANTA LA VOZ MAS FUERTE CON EL DEDO ÍNDICE EN ALTO).
NUBIA. ¿Qué? (CON LAS MANOS EN LA CINTURA Y EN TONO DESAFIANTE).
ENDÉMICUS. (DE CARA DE BRAVO A UNA QUE ROMPE EN LLANTO, EMPIEZA SOLLOZAR MUY DESCONSOLADO; SE POSTRA A SUS PIÉS Y LE SUPLICA CON DESESPERO). Por favor amorcito, no me dejes que yo te necesito. Sin ti mi vida no tiene sentido alguno. Sin ti, soy como un caudal de río seco por dentro. Te prometo que voy a cambiar, esta vez sí que voy a cambiar. Por lo que más quieras, ¡No me dejes!
NUBIA. (APARTÁNDOLE). Te repito, deja de ser tan patético y ridículo que yo no me refería a eso.
ENDÉMICUS. (MAS CALMADO SE LEVANTA). ¿No? Pero si tu acabaste de decir que….
NUBIA. Sí, ¡yo sé!, pero no me refería a eso en realidad.
ENDÉMICUS. En verdad ¿no? ¿Entonces, no me voy a quedar solito?
NUBIA. Yo me refería a un hombre que no sólo va a cambiar mi vida, si no la tuya también.
ENDÉMICUS. (CON MUCHA MAS DESCONFIANZA QUE ANTES). Puede que a mí me guste la plata y ser un mantenido. Perdóname, pero hasta allá no llego. Yo no le voy a esas cosas raras sexuales. (SUGIRIENDO CON CIERTO SARCASMO, SOBRE LA ORIENTACIÓN SEXUAL DE ELLA).
NUBIA. Definitivamente tú no escuchas. Este hombre al que yo me refiero, sin denario alguno nos dará la libertad.
ENDÉMICUS. ¿De qué manera? ¿Quién podría ser ese? ¿Algún gladiador esclavo que se reveló nuevamente en contra del imperio? Ya sabemos cómo terminó la última vez.
NUBIA. No.
ENDÉMICUS. ¿Quizás un conquistador Huno, o uno Cartaginense?
NUBIA. No precisamente.
ENDÉMICUS. ¿Algún rey, o emperador que venga desde el oriente? (COMO CON PICARDÍA Y ALGO DE EMOCIÓN).
NUBIA. (RESPONDE CON LA MISMA PICARDÍA). ¡Caliente! Por ahí es la cosa.
ENDÉMICUS. ¡Vamos mujer, habla ya!, (LA TOMA EMOCIONADO POR LOS BRAZOS). Dime de una buena vez.
NUBIA. Bueno hasta donde yo sé, en realidad dicen que es un carpintero.
ENDÉMICUS. ¿Un Carpintero?,(LE RECLAMA CON DESILUSIÓN Y LA SUELTA).
NUBIA. (POR EL CONTRARIO, ELLA SE EMOCIONA). ¡Sí! ¿Cómo te parece?, un hombre diferente a los demás nos va a liberar, y viene del sur.
ENDÉMICUS. (CRITICÁNDOLA Y CASI GRITANDO). ¡Pero mujer! ¿De quién me estás hablando, estás loca? ¿Con quién es que estás andando? Porque si se trata de uno de esos Hippies flacos, mechudos, barbados y que hablan raro que tanto te gustan; te recuerdo que no traen nada bueno. Piensa como lloraste un mar de lágrimas la última vez con ese tipo de la banda. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah sí, “Nirvánus”! Y es que tú eres de esas personas, que va por el mundo siguiendo a otros como una loca fanática y luego ¡Ahí caes! Cuando te das cuenta ya es tarde y siempre nos cuesta demasiado. Ese tipo debe ser como tus “Gurúes” anteriores; un embustero, un canalla de esos que les gusta aprovecharse de mujeres inocentes. Y claro como siempre, tú cándida vuelves a tropezar. ¡Pero ya no más! Deja de ser tan ingenua.
NUBIA. (LE INTERRUMPE EXALTADA NUEVAMENTE), ¡Ya está bueno!, ¡no más! Esta vez te estoy hablando de algo diferente, algo más espiritual.
ENDÉMICUS. (SIGUE CON LA CRITICADERA). Si claro algo espiritual. Como la vez que compraste esos productos, que decías que te iban a ayudar a hacerte bella desde adentro, y lo único que lograron fueron dos semanas de daño de estómago, llagas por todo el cuerpo, tres semanas de dolor de cabeza y dos meses de abstinencia. Sobre todo ese último, como le recuerdo. Y es que ahí está pintada tu mamá; siempre la que te arrastra a esas cosas es ella. Porque a vieja loca esa, para meterte cucarachas en la cabeza.
NUBIA. ¡Bueno, ya es suficiente! (MUY BRAVA), te he dicho que con mi mamá no te metas. Si no me vas a escuchar, mejor me voy y esta vez para siempre.
ENDÉMICUS. Está bien, no te enojes amor. Lo que sucede es que me es muy difícil creer en lo que me estás diciendo. Yo le he escuchado muchas historias a mi amo, pero nunca que un simple carpintero fuera un gran libertador. Dime, pero contéstame con una verdadera lógica; ¿Tiene poder?
NUBIA. No.
ENDÉMICUS. ¿Tiene dinero o tierras?
NUBIA. No precisamente, creo que nada de eso.
ENDÉMICUS. Me imagino que tiene un ejército de generales con él, o tan siquiera una enorme pandilla de crueles y feroces guerreros.
NUBIA. No, en realidad hasta donde tengo entendido, sólo le acompañaban doce hombres y en su mayoría pescadores. Es más, por lo que me contaron ya murió. Incluso hasta tuvo una muerte horrible a manos de los romanos.
ENDÉMICUS. (LE TOCA LA FRENTE TRATANDO DE DETECTARLE FIEBRE, AL FINAL ESTALLA DE RISA). ¿De qué estás hablando mujer? No puedo comprenderte. ¿Un simple carpintero muerto es el que nos va a liberar? No puedo creerlo; en verdad esta vez sí que enloqueciste definitivamente.
NUBIA. (FURIOSA). Sí eso crees, entonces me voy.
ENDÉMICUS. (TOMÁNDOLA DEL BRAZO PARA QUE NO SE MARCHE Y HABLÁNDOLE UN POCO MAS EN SERIO). Espera mi vida, no te vayas; no te enojes conmigo. Yo simplemente quiero que me expliques, ¿cómo un hombre como esos, podría lograr lo que tú quieres? Si según lo veo yo, me estás hablando de un pobre diablo. Hasta podría decir que yo tengo más cosas que él. Mira por ejemplo; yo si estoy “vivo” y hasta nací en Roma. Respóndeme queridita, ¿qué puede tener ese tonto que no tenga yo?
NUBIA. (SIN SABER QUE RESPONDER, AL NO TENER UN ARGUMENTO DE PESO Y OFENDIDA POR LA BURLA DUBITATIVA). Pues al menos tiene su propia religión y su propio dios.
ENDÉMICUS. ¿Pero uno sólo?
NUBIA. ¡Sí! (SE VA FURIOSA).
ENDÉMICUS. (DESPÚES DE LA PARTIDA DE LA ESCLAVA, ESTE SE PONE A TRABAJAR, MIENTRAS DISERTA EN VOZ ALTA). ¡Bien!, pues no vengas luego aquí llorando arrepentida a decirme que yo tenía razón. Con que una religión, ¡Já!; habrase visto. No sé cómo se le ocurren semejantes cosas; mujer en fin y al cabo ¡ya verá cómo le va! Como si ya no tuviéramos suficientes religiones y no existieran bastantes dioses para agregar uno más. Digo, ¿qué se puede esperar de una religión importada del sur? Con lo pobres y subdesarrollados que me han dicho que son, que solo les alcanza para un solo dios. Vaya y nos salga este de mala calidad y nos traiga algo así como “El mal de las vacas locas” o “la fiebre del Chicunguña”; no quiero ni imaginarlo. Definitivamente estos tratados de libre comercio van a acabar con todo el imperio. (CON UN TONO PARANÓICO SE ECHA LA BENDICIÓN). En el nombre de Júpiter, que los dioses nos favorezcan. Faltaba más, yo con tantos deberes como para ponerme a pensar si quiero ser libre. Como si ser libre fuera la gran cosa. ¡Uy Sí!; digo, no es algo que uno pueda ponerse y ya. Es más, ¿quién quiere la libertad? ¿La libertad para qué? Si con la libertad debemos decidir; mientras siendo un esclavo sé lo que se puede esperar de mí. Sé las tareas que debo hacer y se me ordena por donde debo continuar. Además, se me mantiene. ¡Ah! y lo mejor de todo, es que no tengo que pagar impuestos al imperio, (SUELTA UNA RISA BURLONA). En cambio, el tonto de mi amo que si es libre, está lleno de responsabilidades. Siempre debe velar por sí mismo y por su suerte; debe decidir cómo conseguir y gastar su dinero. Hasta debe pagar esos impuestos que cada vez suben más y más. La verdad eso me hace mucha gracia, porque siendo libre; es un pobre infeliz y un pobre desgraciado. Pobre ¡HIJO DE P! …
SEGUNDA ESCENA.
(El encargo).
DOMINUS. (APARECE DETRÁS DEL ESCENARIO Y LE DA TREMENTO SUSTO INTERRUMPÍENDOLE). ¡ENDÉMICUS!, Ahí estas esclavo perezosus. Ven estupidus e insignificante animal, ¿Dónde os habíais metido? Llevo un largo rato ya buscándote. Te mereces unos azotes y te los voy a anotar para más tarde. (SACA UNA PLUMA Y UNA LIBRETA, ANOTANDO LA DEUDA DEL ESCLAVO). ¡Muy bien!, te buscaba porque necesito que brilles mi vieja armadura legionaria. El emperador me ha convocado nuevamente para servir a Roma, y hacerle frente a la invasión de esos despreciables Bárbaros.
ENDÉMICUS. Mi señor, ¿irá usted nuevamente a combatir por Roma?, Honestamente le digo; mire que es usted un hombre valiente. Enfrentarse a los Bárbaros. ¡Vaya!
DOMINUS. (SACANDO PECHO Y GALLARDÍA SE DIRIGE HACIA EL PROSCENIO CON EL PUÑO AL HOMBRO). ¡Ese soy yo! “El General Máximus”, sirviendo siempre fiel al imperio.
ENDÉMICUS. (ORGULLOSO DE SU SEÑOR). ¿Los Bárbaros? ¿Quién lo diría? Con lo sanguinarios que son.
DOMINUS. Primero Roma. Por una Roma soberana, ¡que viva Roma!
ENDÉMICUS. Dicen que los Bárbaros de las tierras del norte son tan grandes que parecen osos. Incluso, que hasta de un solo golpe, son capaces de arrancarle a uno la cabeza desde el pescuezo.
DOMINUS. (CON ASOMBRO, EMPIEZA A NO GUSTARLE LO QUE ESCUCHA. LENTAMENTE VA TRANSFORMANDO SU ROSTRO EN ADELANTE). ¿Si?
ENDÉMICUS. (ENFATIZA CON FUERZA CONVENCIDO DE LA FIEREZA DE SU AMO). Mi señor, lo repito; es usted un ¡BRAVO!
DOMINUS. (YA NO SE VE TAN SEGURO). Bueno, eso me dicen algunos.
ENDÉMICUS. Después de arrancarle la cabeza, hacen caldo de ojo para todos sus ejércitos. ¡Ah!, y que no se nos olvide como les encanta la morcilla de intestino de legionario. (EMPUÑANDO LA MANO Y DOBLANDO EL CODO, SACUDE EL BRAZO). Pero mi señor, eso no importa; porque por encima de ello, es usted el guerrero más fiero.
DOMINUS. (SU ROSTRO SE VA TRANSFORMANDO A PARANÓICO, CON UNA RISA NERVIOSA). ¡Ja! Tampoco es para tanto. No hay necesidad de exagerar.
ENDÉMICUS. (EN EL CLIMAX DE LA NARRACIÓN). Pero lo peor de todo es lo que hacen con sus genitales.
DOMINUS. (SE PREGUNTA Y GRITA CON CARA DE TERROR, ENVIANDOSE LAS MANOS A LOS GENITALES, PARALIZADO ESPERANDO QUE CONTINÚE LA NARRACIÓN). ¡Qué! ¿Qué les hacen?
ENDÉMICUS. Mientras uno está vivo, se los cogen con un martillo de forja contra un yunque de hierro, machacándolos para hacer “Tostones o arepas”. (PENSANDO EN LO DURO QUE SERÍA ESTAR EN ESA SITUACIÓN E INSPIRADO EN LA VALENTÍA DE SU AMO; LE DICE ESTA VEZ AGITANDO AL TIEMPO CON LAS DOS MANOS EMPUÑADAS Y LOS CODOS DOBLADOS). Es usted un ¡BERRACO! Qué digo Berraco, usted realmente es ¡UN VARÓN!
DOMINUS. (GRITA COMPLETAMENTE ATERRORIZADO Y ESTALLA EN LLANTO CAMBIANDO DE OPINIÓN). ¡NO! ¡Ya no quiero ir! ¡YA NO VOY A IR!
ENDÉMICUS. Pero mi señor; usted representa lo mejor del imperio.
DOMINUS. (MAS CALMADO SE VOLTEA, CRUZA LOS BRAZOS Y CON ABSOLUTA INDIFERENCIA LEVANTA LOS HOMBROS REPLICANDO). No me importa, ya no quiero ir.
ENDÉMICUS. ¡Pero mi Señor!, sus tropas confían en que usted sea quien les guíe.
DOMINUS. (NUEVAMENTE COMO NIÑO CAPRICHOSO LEVANTA LOS HOMBROS REPLICANDO), ¡Que no me importa!, ¡que vaya otro!
ENDÉMICUS. Amo, pero ¿qué hay de su orgullo y su valentía?
DOMINUS. De nada me sirven si ya no tengo cabeza, así que ¡NO, NO y NO! ¡QUE NO VOY! (MIMADO SE CHUPA EL DEDO Y SE COGE UNA OREJA).
ENDÉMICUS. ¿y qué pasará con Roma?
DOMINUS. ¿Roma?; ¡Roma que se vaya a la Puta Mierda!
ENDÉMICUS. (DESPUÉS DE UNA PAUSA REFLEXIVA). Mi señor, ¿pero acaso usted, no ha comprometido ya su palabra con el Emperador?
DOMINUS. (CON UNA FRÁGIL VOZ DE TRAGEDIA, MIENTRAS EMPIEZA CON DESESPERACIÓN A CAMINAR DE UN LADO A OTRO, RASCÁNDOSE LA CABEZA). ¡Sí!, Lamentablemente eso es cierto, y hasta por escrito. Incluso, hasta podría ser juzgado por vil traición. Conociendo como es el emperador, sería mejor morir a manos de los Bárbaros. ¡Qué haré!, ¿Qué haré?; ayúdame a pensar. Esta misma tarde parten las legiones.
ENDÉMICUS. Está en una situación muy difícil. No existe otro General más destacado en esta parte del imperio para asumir tan dura tarea. Sinceramente le compadezco.
DOMINUS. (SE DETIENE DESPUÉS DE UN MOMENTO, CON ROSTRO DE TENER UNA TREMENDA IDEA. VOLTEA A MIRAR AL ESCLAVO Y LE DICE CON UNA MIRADA ALGO SÁDICA). ¿Endémicus?
ENDÉMICUS. (RESPONDE CON CARA DE CORDERO INOCENTE). ¿Sí mi amo, dígame?
DOMINUS. ¿Lleváis muchos años a mi servicio verdad?
ENDÉMICUS. Sí mi Dominus, muchos años; casi toda mi vida.
DOMINUS. (DELIRA HACIA EL PÚBLICO BUSCANDO ENTERNECERLO CON SUS PALABRAS). Recuerdo que eras tan sólo un niño huérfano y abandonado por sus padres, tirado a su suerte en las calles de Roma.
ENDÉMICUS. (SIGUIÉNDOLE LA NARRACIÓN A SU AMO CON GESTO DE AGRADECIMIENTO Y REMEMBRANSAS). Sí mi Dominus, usted me sacó prácticamente de las catacumbas y me dio de comer, porque tenía hambre. ¡Mucha hambre!
DOMINUS. (EXAGERANDO UN GESTO TRISTE Y MELANCÓLICO). Recuerdo esa carita sucia, esos ojitos tristes y esas manitas pequeñas que mendigaban por un mendrugo de pan.
ENDÉMICUS. (CON DELIRIOS DE RECUERDOS, REVIENTA FINALMENTE EN LLANTO COMO UN NIÑO CHIQUITO). Sí Amo, lo recuerdo como si fuera ayer. ¡Yo solito! … ¡Mi tiene frio!… ¡Yo bebé!… ¡Mi, agugú!
DOMINUS. (LE EXTIENDE LOS BRAZOS INTENTANDO REVIVIR EL MOMENTO). ¡Ven!, ven a mis brazos hijo mío.
ENDÉMICUS. (CAMINANDO COMO BEBÉ CON EL DEDO EN LA BOCA, CORRE A ABRAZARLE Y EMPIEZAN A LLORAR COMO DOS MAGDALENAS). ¡Papá!, ¡papito!
DOMINUS. (ABRAZADOS Y AÚN EN MEDIO DEL LLANTO). Yo sé que no he sido el mejor padre, ¡lo sé!; pero he hecho el esfuerzo porque seas un hombre de bien.
ENDÉMICUS. Lo sé amo, pero eso no importa porque yo así lo he querido.
DOMINUS. Que te he dado de azotes sí, está bien; pero lo he hecho con amor para que no pierdas el camino. Para que tomes ruta correcta en la vida.
ENDÉMICUS. Lo sé amo, y cada uno de esos azotes los he recibido con cariño.
DOMINUS. Que nunca te di educación pensando que lo mejor para ti, era mantenerte alejado de ese sistema cochino y corrupto.
ENDÉMICUS. Lo sé amo. Y hay cosas que es mejor no saber, para ser feliz. Yo aun así le he respetado y le estoy eternamente agradecido.
DOMINUS. En mis momentos de enfermedad, has estado a mi lado y me has cuidado. Has dado buen trato a mi hogar, cuando me encuentro en guerras lejanas.
ENDÉMICUS. Usted sabe que siempre le seré fiel, Y prometo que así ya no esté; velaré por su buen nombre y daré cuidado pleno a su casa y sus bienes.
DOMINUS. ¿Con que cuidarías de mí, mi buen nombre y mis bienes si muero?
ENDÉMICUS. (CON PLENA CONVICCIÓN, PENSANDO EN LA POSIBLE HERENCIA QUE DISFRUTARÍA SI YA NO ESTÁ). Si amo créame, eso haría por usted; por supuesto si fuera el caso que ya no estuviera.
DOMINUS. ¿Cualquier cosa?
ENDÉMICUS. Cualquier cosa amo. Sacrificaría en ello lo que me queda del resto de vida. ¡Eso haría por usted hasta la muerte!
DOMINUS. ¿Hasta la muerte?
ENDÉMICUS. (REAFIRMANDO). ¡Hasta la muerte!
DOMINUS. (ROMPE CON SUMA FRIALDAD SU GESTO BENEVOLENTE). ¡Muy bien!, Por eso serás tú quien vaya a luchar por Roma en contra de los Bárbaros y no yo.
ENDÉMICUS. (PÁLIDO Y PARALIZADO POR LA NOTICIA; PREGUNTA CON UN TERROR QUE SE EMPIEZA A APODERAR DE ÉL). ¿Yo?
DOMINUS. Sí, tú.
ENDÉMICUS. (SIN PODER CREERLO TODAVÍA, REPITE CON RISA NERVIOSA COMO SI FUERA UNA BROMA). Claro ir a luchar con los Bárbaros. Pero ¿Yo?
DOMINUS. (LE GRITA NO SOPORTÁNDOLO MÁS). ¡Que sí! Ya te lo dije; tú irás en mi lugar.
ENDÉMICUS. ¡Pero papi!, ¿cómo puedes hacerme eso?, yo por allá que oso tan peludo; francamente que boleta, ¡oséa déjame decirte, eso conmigo nada que ver!
DOMINUS. ¡Cállate de una buena vez idiota! Preparad vuestras insignificantes cosas y tomad mi armadura; mientras tanto, yo haré una carta al emperador diciendo que adolezco de una enfermedad mortal, y por tal motivo le enviaré a mi hijo más fiel.
ENDÉMICUS. ¡Cobarde! (CON UNA AIREADA, PERO ESCONDIDA PROTESTA, HACIENDO MALACARA AL PÚBLICO Y SIN QUE SU AMO SE ENTERE).
DOMINUS. ¿Decías algo esclavo?
ENDÉMICUS. (POSTRÁNDOSE A SUS PIÉS). ¡Mi Señor! comprenda; yo no sé nada sobre las guerras. Si tan sólo se me destiemplan los dientes cuando como helado, imagínese no más; como me hará daño el frío del norte. El otro día en el pozo de agua, un niño loco llamado David; me golpeó la cabeza con una honda porque le recordé a alguien llamado Goliat. Fíjese que me salió tanta sangre, que quedé tendido de la impresión. ¡Tenga piedad de mí, se lo imploro! Piense en mis hijos. ¡hágalo por mis hijos!
DOMINUS. ¿Tus hijos? Quieres decirme entonces que para evitar tu castración, ¿me hiciste creer todos estos años que tú ya eras eunuco desde pequeño? Además, ¡idiota!; hasta donde yo sé, ¡tú no tienes hijos! ¿O pretendes seguir engañándome?
ENDÉMICUS. (CON ALGO DE DESCARO, INTENTANDO SALIR DE LA ACUSACIÓN DE SU AMO Y SUS CONSECUENCIAS). Señor, yo prefiero llamarme medio vasectómico, por aquello de que la esperanza es lo último que se pierde. Además, con los adelantos de hoy en día, estaba ahorrando para procrear “INVITRUS” y comprar quizá, un par el próximo año. Mi señor se lo imploro, por lo que más quiera. ¿Porque debo ir yo?
DOMINUS. (LE GRITA HISTÉRICO). ¡Porque yo lo mando y porque ya os he ordenado!, Así que basta de una buena vez; no pierdas más el tiempo y preséntate ante el Emperador. Dile que vas de parte mía y comunicad lo que ya os he dicho. (ABANDONA A TRAS ESCENA).
ENDÉMICUS. (REFLEXIONA UN MOMENTO Y EMPIEZA A DIVAGAR EN VOZ ALTA). Que desgraciado soy al haber nacido esclavo, sobre todo en estos tiempos tan verdaderamente difíciles. ¡Por Júpiter! ¿Porque me tocó vivir tan miserablemente en esta época? Seguro si hubiese nacido en el futuro, y no digo un futuro cercano; me refiero a unas veintiún centurias por delante, en el que el mundo debe ser ya para entonces totalmente diferente. Así es, me parece verlo. Pleno siglo veintiuno. Todos los hombres son iguales, nadie se rige por el poder o el dinero. Gobiernan todos y no sólo unos pocos que buscan sus propios beneficios. Los hombres ya no son esclavos del interés y no hay corrupción en los estados. Todas las naciones son libres y autónomas, pues no existen imperios que rijan a otras naciones. La gente ya no se muere de hambre y está todo en paz, equilibrio y armonía con la naturaleza. Así debe ser, para ese entonces todo tiene que haber cambiado. El siglo veintiuno será un mundo fantástico, “El mundo perfecto”. Pero por desgracia, el destino me tenía que lanzar a esta época de mierda donde no soy nada.
TERCERA ESCENA.
(Un dios ambulante).
APOLO. (HACE SU APARICIÓN EL ANTIGUO DIOS CON UNA CAJITA DE DULCES EN SU PARTE DELANTERA). Yo os ayudaré, desdichado hombre Postmoclásico. (SÁTIRA AL POSTMODERNISMO).
ENDÉMICUS. (SORPRENDIDO POR LA REPENTINA APARICIÓN). ¿Quién sois?
APOLO. Soy vuestro dios, ese mismo al que elevas todas tus plegarias.
ENDÉMICUS. ¡Ah!, ¿JÚPITER?
APOLO. No, no soy ese presuntuoso.
ENDÉMICUS. ¿MARTE?
APOLO. No idiota, menos ese fastidioso pendenciero buscabulla.
ENDÉMICUS. ¿Acaso eres la hermosa diosa Juno?
APOLO. Ya quisiera esa ingrata tener este cuerpo y esta gracia, con lo arrugada que está la pobre. (RECIBE UN PIQUETE EN EL TRASERO DE LA NADA). ¡Ay, está bien! perdón. (MIRANDO AL CIELO PARA CONGRACIARSE CON LA DIOSA). ¡Divina! Soy APOLO, pero me puedes llamar APOLINAR de cariño y confianza. Mira, estoy aquí para ayudarte.
ENDÉMICUS. (MIRA CON DESCONFIANZA AL PAUPÉRRIMO DIOS POR LO DEL CARRITO. SE LO SEÑALA CON LA TROMPA ESTIRADA). ¿Y eso?, ¿qué significa?
APOLO. Bueno lo del carrito es porque el negocio divino anda muy mal. Está muy competido y toca ayudarse con algo papá. Porque si no, (LA PALMA A LA NUCA), ¡vea! pailas que no hay aguapanela pa’ los pelaos. (RESPIRA PROFUNDO). Sí, Así es la triste realidad hoy en día. Ya nadie “cree”.
ENDÉMICUS. ¡Está bien! En realidad, mi situación es tan desesperada, que cualquier porquería divina que me sirva será de gran ayuda. Además, que se podía esperar para un pobre esclavo como yo. Seguramente debía existir un paupérrimo dios de séptima.
APOLO. Bueno como sea, ¿quieres ayuda o no?
ENDÉMICUS. (RESIGNADO), está bien.
APOLO. Cállate entonces y escucha atentamente. Dentro de este pequeño cofre existe una joya que contiene el poder del amor de Cupido. Se la he robado. Cuando vayas donde el emperador, sin que este se entere; entrégaselo a su esposa como un presente de tu amo y solo le abrirás en su presencia. (LE ENTREGA UN COFRECITO QUE HA SACADO DEL CARRITO). Ella quedará prendida de ti y recibirás sus favores salvándote. ¿Soy un genio verdad?
ENDÉMICUS. Seguramente, si tú lo dices, (CON DESCONFIANZA DEL PLAN). ¿Bueno y a cambio que deseas?
APOLO. (CUAL VENDEDOR AMBULANTE DE SEMÁFOROS), ¡Huy!, que me lleve uno de estos dulcecitos, Mire tengo de estos, uno en doscientos y tres en quinientos. ¡Doctor! ¡Doctor!, le limpio el parabrisas (LEVANTA LA MANO COMO SIGUIENDO A ALGUIEN FUERA DE ESCENA. ANTES SE DETIENE Y LE DICE). Recuerda esto, es muy importante; solo en presencia de ella. De lo contrario podría tener consecuencias terribles. (CONTINÚA SU CAMINO, HACIA LA SALIDA DE ESCENA).
ENDÉMICUS. Está bien, no me arriesgaré; tal vez sea mi única salida. Empacaré y haré lo que este loco me dice. (ABANDONA EL ESCENARIO).
CUARTA ESCENA.
(EL IMPERIO. Apología al poder del estado imperial).
(DISERTACIÓN INICIAL, HECHA CON ARROGANCIA POR QUIEN INTERPRETA AL EMPERADOR). Y porque no decirlo; desde Egipto hasta Britania no existe duda alguna que todos los hombres tiemblan ante mí. Aun cuando ni siquiera me conocen, sólo nombrarme les produce el más profundo de los miedos. Eso hace “El Poder”. Y aunque ejercerlo tal vez para muchos represente opresión o invasión. Yo prefiero simplemente imponerlo como “Libertad”.
EMPERADOR. (EL EMPERADOR SE ENCUENTRA EN AUDIENCIA AL LADO DE SU ASISTENTE, RESOLVIENDO LOS PROBLEMAS DE ESTADO. SE PRESENTA COMO UN OIDOR FRENTE A SUS CIUDADANOS. SIN QUE NECESARIAMENTE INTERVENGAN LAS PERSONAS, ESTE ESTÁ SENTADO EN SU TRONO). Permítame a ver si le entendí señora. Usted me dice que ese bebé es suyo y no de esta mamacita, ¡perdón!; señorita aquí presente. ¡Ya veo! ¿Dónde habré escuchado yo algo similar? (SE ACERCA SU ASISTENTE Y LE DICE ALGO AL OÍDO QUE NO SE ENTIENDE). ¡Ah Claro!, ya lo recordé. Bien pues he decidido con sabiduría. Os digo lo siguiente: De acuerdo al decreto vigésimo quinto; el imperio está en la obligación de velar por la salud y el bienestar de sus ciudadanos, pues estos son Roma y Roma son sus ciudadanos. Por este motivo, un bien Romano no debe ser considerado divisible, como lo propone allá la lindura. (LA MIRA HACIÉNDOLE OJITOS Y SONRIÉNDOLE HACIA UNO DE LOS LADOS). Su unidad pertenece al imperio. Así que, se decide que este bebé, pertenece a la ciudad estado de Roma. Por lo tanto, llevadlo a la guardería para esclavos. (MIRANDO HACIA LA CONTRAPARTE CON DESAGRADO Y GESTIPULANDO LUEGO HACIA EL PÚBLICO, LA EXPRESIÓN “LA FEA”). En cuanto a usted señora. ¡Si, usted!; la que dice que es “La mamá real”. Por enajenar un bien Romano, usufructuarse y beneficiarse de él, a través de la felicidad que le produce el placer de su cariño, sin pagar por ello los correspondientes impuestos al imperio. Se le expropiarán sin apelación alguna, el total de sus propiedades en favor del mismo, y usted será condenada a una décima de centuria por evasora. ¡Llévensela!, no la quiero ver ni un segundo más. (VOLTEA A MIRAR A LA OTRA CON CARA DE DEPRAVADO). En cuanto a ti. ¿Qué vamos a hacer ah? (CON ALGO DE PICARDÍA). No mi amor, no me ponga esa carita triste. No se asuste que eso de andar jugando con bebés ajenos no es tan grave, ¡Qué va! Eso es para que muchas aprendan a ser madres responsables, ¿No cierto linda? Tranquila. ¿Quién es uno bebé hemocho? A ver niña traviesa, una sonrisita. Eso es, vaya; vaya tranquilita a ese cuartito que yo ya voy para allá. Aquí en confianza. ¿Ese bebé no era suyo cierto? (ELLA RÍE CON PICARDÍA). ¡Já! me lo imaginé, porque con ese cuerpito tan lindo que tiene, era imposible. Vaya, vaya pues bien bonita y me espera. Eso, sí mamita eso, vaya bien juiciosa. (SEÑALÁNDOLE CON LA MANO Y LA PLUMA DESDE SU PUESTO, ELLA LE OBEDECE CON PREMURA). ¡Manganesius! ¿Alguna otra tonta cuestión de estado por resolver?
MANGANESIUS. Si mi señor emperador, (CON VOZ DE UN ESTIRADO Y PETULANTE BURÓCRATA). El exfuncionario de impuestos del estado de Roma, Saulo de Tarso Alias “Pablo el Cristiano”.
EMPERADOR. ¿De qué se le acusa?
MANGANESIUS Se le acusa de rebelión, de perpetración en contra de los principios civiles de nuestro estado social de derecho imperial. De emancipar a través de cartas subversivas y revolucionarias para nuestros ciudadanos romanos.
EMPERADOR. Bueno. ¿Qué tienes que decir a tu favor?
SAULO DE TARSO ALIAS PABLO. Sólo vengo en nombre del absoluto y verdadero altísimo. De aquel que talla su nombre en el corazón de los hombres de voluntad y paz. Mis epístolas (REFIRIENDOSE A SUS CARTAS), tienen un mensaje de amor e igualdad.
EMPERADOR. ¡Ya basta! Es suficiente. Ya he escuchado antes ese cuento y ya no lo tolero más. Otro loco, pregonando ideas de igualdad por ahí suelto. ¡Contesta! ¿Acaso el estado de derecho ya no nos hace iguales? Se mata uno legislando para estos pobres miserables y así es como te lo pagan. No hay derecho a ello, en verdad que no es justo. (REFLEXIONANDO HACIA EL PÚBLICO). Que somos todos ciudadanos, ¡ya está!, que somos un estado participativo y democrático donde todos decidimos, ¡ahí lo tienes! Que no hay represión, que hay libertad de opinión, que trabajamos conjuntamente por una civilización mejor para todos. Y entonces claro; como siempre resultan los inconformes, los antisociales, los anarquistas. ¿Qué es lo que quieren de mí? Me esfuerzo por ser un buen emperador; por ser un ejemplo de ciudadano. (MIRA AL CIELO CON DESCONSUELO). ¡Pero no!, a estos delincuentes les parezco un… (NO PUEDE RECORDARLO), un … ¿Cómo se dice?
MANGANESIUS. (CON SUTILEZA INTERVIENE). “Un tirano” mi señor.
EMPERADOR. ¡Eso! Un tirano.
MANGANESIUS. (VUELVE A INTERVENIR). Un “Tirano cruel” mi señor.
EMPERADOR. Si eso también; un tirano cruel. (AFIRMA NUEVAMENTE CON UN GESTO UN TANTO MÁS MACABRO).
MANGANESIUS. (ABUSANDO TOTALMENTE). Un “Tirano cruel, absolutista y déspota”.
EMPERADOR. ¡Bueno ya!, ya es suficiente ¿no te parece? (PIENSA Y VOLTEA AL PÚBLICO). Un tirano cruel, absolutista y déspota ¡NO!; me niego a creerlo. (EN ESTADO APARENTE DE CONTRADICCIÓN). No puede ser. ¡Yo, nunca! ¿O sí?, ¿Será que tal vez un poquito?, (CON UN TONO DE ACEPTACIÓN CON ALGO DE EXTRAÑEZA). Bueno Pensándolo bien, como que sí. (BURLA PROFUNDA DESPUÉS DE UN CORTO PENSAMIENTO REFLEXIVO), ¡Já! Sí que lo soy; el más cruel absolutista y déspota de los emperadores. (JUNTA SUS MANOS CONTRA UNA DE SUS MEJILLAS EN UN GESTO DE TERNURA Y DICE AL PÚBLICO CON ESE MISMO GESTO). Pero es que tener poder, se siente tan bien (SUSPIRA PROFUNDO Y ROMPE ABRUPTAMENTE SU GESTO INSPIRADO). Así que no perdamos más el tiempo con este emancipador y enviadle a las arenas del coliseo; será un buen espectáculo. Colocad los leones a la derecha de mi palco, y en la izquierda a este despreciable terrorista; para poder divisar personalmente su ejecución. Y no olviden colocar en el encabezado de los carteles: “Condenado por traición al imperio. Por cobrar impuestos muy altos a los ciudadanos romanos y por porte ilegal de pistolas. En roma combatimos a los corruptos y a los violentos”. Manganesius. Toma atenta nota y proclama la siguiente ley que voy a enunciarte…
MANGANESIUS. Si mi señor, como usted lo ordene (TOMA ESCRIBA Y PRONTA NOTA).
EMPERADOR. Ley promulgada en el tercer año de mi legislatura, Vigésima Novena, atenta nota… (PAUSA Y PIENSA); Dado el estado de conmoción interior, todo acto en contra de la tranquilidad de la ciudad estado imperial de Roma, será calificado como terrorista. De tal forma que, siendo imperante para los intereses comunes del imperio y su máximo líder, es decir ¡yo!; proclamo que ¡Dios ha muerto!, Por razones de seguridad nacional.
SAULO DE TARSO ALIAS PABLO. (ANTES DE SER LLEVADO PROCLAMA EN TONO REFLEXIVO). ¡Señor Emperador de Roma!, ¿si muere Dios que le quedará al hombre?
EMPERADOR. ¿Pues qué crees?, (CON CINISMO). ¡Los programas de Discovery!, Los Reality’s, y las noticias de farándula por supuesto. No perdáis el tiempo llevadlo. Llevadlo pronto. (SE VA CON MANGANESIUS TOMÁNDOLE EL BRAZO).
MANGANESIUS. Mi señor, una pregunta; ¿y si el senado se opone? (ANTES DE SALIR DE ESCENA)
EMPERADOR. Recuérdales que los incluiré en la mermelada y en la reforma pensional. Que lata con esta chusma cristiana, ya me tienen hasta la coronilla. “El poder”; se está tan solo en él. (DE PRONTO INTERRUMPE Y ENTRA UNA MUJER).
QUINTA ESCENA.
(Emperatriz).
EMPERATRIZ. (VIENE DE TRASESCENA, UNA MUJER BASTANTE ESNOB). ¡Ay gordo! estoy muy aburrida, ¿qué hago?
EMPERADOR. (REFUNFUÑANDO). ¿Y el coche imperial que acabo de regalarte apenas ayer ¡Qué!?, ¿No fue suficiente?, ¿No era eso lo que querías?
EMPERATRIZ. (COMO SI NADA). ¡Ah sí! Pero ese ya lo choqué. Además, tú sabes en realidad que es lo que yo quiero. (SE LE ACERCA SENSUALMENTE INSINUÁNDOSE Y LE TOMA DEL BRAZO).
EMPERADOR. (CON VOZ TEMBLOROSA COMO DE NO PODER CUMPLIR). Pero es que tú lo sabes; últimamente he tenido muchas presiones. Estos cambios de la nueva legislatura, la muerte del tío Marco Aurelio. ¿Cómo quieres que me concentre? (SE QUEJA AL CIELO NUEVAMENTE COMO EXCUSA). «EL PODER». ¡Se está tan solo en él!
EMPERATRIZ. ¡Ya lo ves!, entonces no te quejes queridito. Por cierto, he escrito un nuevo libro.
EMPERADOR. (DESPECTIVAMENTE). Otra vez con esas tonterías tuyas. Recuerdas que tu último libro, si así puede llamársele a ese adefesio; fue todo un fracaso. Una mujer hablando de política legislativa sobre derechos para la mujer. Donde se habrá visto tal locura. ¡Ja! Lo que hacen las mujeres por matar el tiempo.
EMPERATRIZ. (OFENDIDA ANTE EL DESPRECIO, LO ASUME CON ESTOICA DIGNIDAD). Con que así es la cosa; ¿eso piensas de mí? Pues ahora será muy diferente.
EMPERADOR. No estoy tan seguro. Ya ves cómo eres, un día comienzas algo y al siguiente ¡Saz! Ahí lo dejas.
EMPERATRIZ. Pues esta vez no; es distinto. Estoy escribiendo un libro sobre la impotencia sexual masculina.
EMPERADOR. (SUELTA A CARCAJADAS). Ya me imagino, “Cocina erótica afrodisíaca, para enaltecer el amor”. O mejor aún “Faenas para atrapar a su hombre”. (PERSISTE CON LA RISA, CASI AHOGADO); ¡ay no!, mejor aún, “Cómo levantar su matrimonio”.
EMPERATRIZ. ¡Pues no! A decir verdad, le he titulado de una manera un poco más sencilla. (LEVANTA SU MANO AL CIELO COMO CONTEMPLÁNDOLO EN LOS TITULARES). Le he llamado: “Emperador Caído”. (DEJA CAER SU MANO, COMO SIMBOLIZANDO LA FALTA DE RIGIDEZ SEXUAL DEL EMPERADOR).
EMPERADOR. Mira que ya esta buena ¡eh!, No me tientes que ya me estás cansando con tus tonterías e insinuaciones; ¡Te lo advierto de una buena vez!
EMPERATRIZ. ¿Y qué? ¿Me vas a coger a patadas?
EMPERADOR. (PENSANDO ENTRE DIENTES, CON LA MANO EN LA BARBILLA). No es mala idea, no es mala idea.
EMPERATRIZ. (CON VOZ CONCILIADORA), está bien amor, ya no te molesto más. Pero es que quiero que me prestes más atención; mira que hace días que no vamos de vacaciones. ¡Ya sé!; porque no aprovechamos y nos vamos para nuestra casa en macedonia. Mira que es verano.
EMPERADOR. Pero mujer, sabes que ahora estoy muy ocupado con los nuevos requerimientos legislativos del Senado; ya sabes cómo presionan.
EMPERATRIZ. (ASEGURA CON FRIALDAD). ¡Claro! Es que ya no te importo. Además, desde que mandaste a crucificar a mi hermoso esclavo nubio, me aburro demasiado.
EMPERADOR. (ABOCHORNADO). Claro y que querías; entró furtivo la noche oscura de aquel día, que me quedé en tu cuarto cuando te fuiste a visitar a tu madre. Recuerda que el muy imbécil me hizo suyo.
EMPERATRIZ. (JUSTIFICÁNDOLO CON INDIFERENCIA BURLONA). Pues la verdad el pobre no tenía la culpa, era sordomudo; ¿cómo podía saberlo? En fin, el caso es que no me estoy sintiendo muy satisfecha últimamente y tú eres el responsable. ¿Tú ya no me amas?
EMPERADOR. ¿Y qué es el amor? Sí, “El amor”. El amor es todo lo que existe para ustedes. Cómo si con el amor conquistaras naciones o ganaras batallas. Siempre pensando en tonterías.
MANGANESIUS (ENTRA EN ESCENA) Mi señor emperador, anuncio la llegada del hijo del general “Máximus Cúmulos Di Merda”, “Endémicus Cúmulos Di Merda”. (DICHO ESTO, VUELVE A SALIR DE ESCENA).
EMPERATRIZ. (PIENSA Y DICE A SU ESPOSO CON EXTRAÑEZA Y A MANERA DE CHISME, ANTES DE LA ENTRADA DE ENDÉMICUS). ¡Máximus!, ¿tu primo? ¿tiene un hijo? No lo sabía, que bien que se guardaba el secretito.
EMPERADOR. (SUSPICASMENTE HABLANDO). En verdad qué raro, ¿Qué no era el amante del gobernador de las Galias? Hazlo pasar.
ENDÉMICUS. (ENTRA DICIENDO CON LA MANO EN GESTO DE FACSIO) “Ave César”.
EMPERADOR. ¡Eh! ¿Pero hasta cuándo? No puede ser. ¡Mira!; (SEÑALANDO UN BUSTO DE AUGUSTUS CÉSAR). Este es César; ¿acaso me parezco a este viejito, ah?, ¡Ya me tienen cansado! “Ave césar”, “Ave César”. No más lo vuelvo a escuchar y algo va a arder; lo juro, algo va a arder.
ENDÉMICUS. Mi señor, mi intención no era ofenderlo; vuestra magnificencia es solo comparable a la inmensidad del mediterráneo.
EMPERADOR. (DICE A LA EMPERATRIZ ENTREDIENTES) Viste, te dije que este si era un “MARICUS LAMBONICUS”. Bueno, en fin; cuéntame que nuevas me traes.
ENDÉMICUS. He venido a luchar en nombre de mi amo ¡perdón!, mi padre; para presentar mis servicios a Roma. Decidme, ¿cuándo marcharé con vuestras filas?
EMPERADOR. (ENFÁTICAMENTE) ¡Pues ya!
ENDÉMICUS (CON UN SUSTO ENDEMONIADO). ¿Tan pronto mi señor?
EMPERADOR. ¡Claro!, ¿Qué esperabas? las tropas bárbaras nos asedian en el norte y mañana tengo un juego de golf en esa zona; debe estar despejado para entonces.
ENDÉMICUS. Pero ¿Ya?
EMPERADOR. Si ¡Ya!
ENDÉMICUS. No en serio, ¿Ya?
EMPERADOR. ¡Que sí!, ¡que ya mismo! (GRITA ENFÁTICAMENTE), ¿o me quieres contrariar?
ENDÉMICUS. “Bueno papito si es ya, es ¡ya!”
ENDÉMICUS. (TRATANDO DE EVITAR). Mi señor, pero antes quiero deciros que mi padre ha enviado un presente para su majestad la Emperatriz, como muestra de su aprecio. (EN UN ACTO DESESPERADO POR CAMBIAR LA SITUACIÓN LO OFRECE HACIA ELLA).
EMPERATRIZ. ¡Hay muchas gracias!, pero no. Dígale que aprecio el detalle, pero ya tengo muchos.
ENDÉMICUS. Pero mi bondadosa señora, está hecho con los diamantes nubios de Cartago. Fue arrancado al propio Aníbal. (LE DA EL COFRE QUE CONTIENE EL ANILLO).
EMPERATRIZ. ¡Hay que no!, no insistas que yo no me pongo baratijas, me dan unas ronchas alérgicas que ni te imaginas; Además solo uso HARROTS o CRISTIAN DIOR. (LO TIRA CON TOTAL DESPRECIO AL SUELO O ALGÚN CUBÍCULO MEDIANO CERCANO).
ENDÉMICUS. (DESESPERADO). Pero mi señora, dicen que tiene un inmenso poder, porque esta bendecido por los dioses egipcios.
EMPERADOR Y EMPERATRIZ. (SE MIRAN UNO AL OTRO CON UN INTERES AMBISIOSO REPENTINO).
ENDÉMICUS. Si mi señora, incluso dice que el que lo posea tendrá el poder absoluto y gobernará sobre todos los hombres.
EMPERADOR Y EMPERATRIZ. (AL TIEMPO) ¿Sí?
ENDÉMICUS. Y parece que tiene el don de conservar pleno y joven a quien lo lleve puesto.
EMPERADOR Y EMPERATRIZ. (SE ARROJAN AL TIEMPO SOBRE EL COFRE PARA VER QUIEN LE ATRAPA PRIMERO Y EN LA CONFUSIÓN, NO SE SABE QUIEN LO TOMA. SE LEVANTAN Y SE DAN LA VUELTA DE ESPALDAS AL PÚBLICO COMO SI SE ESTUVIERAN COLOCANDO EL ANILLO. UNO POR UNO, SE VOLTEAN LENTAMENTE; PRIMERO LA EMPERATRIZ).
EMPERATRIZ. (CUANDO SE DA VUELTA COMPLETAMENTE, NOS DAMOS CUENTA DE QUE EL GESTO DE COLGARSE EL ANILLO, ERA LA PREPARACIÓN PARA SOLLOZAR Y LUEGO LLORAR DESCONSOLADA. SECANDOSE LAS LÁGRIMAS EN LOS OJOS, SEÑALA AL EMPERADOR DICIENDO). ¡Mami! Él me lo quitó.
EMPERADOR. (EN ESE MISMO MOMENTO, SE VOLTEA CON UNA SONRISA ESTÚPIDA DE OREJA A OREJA. LO LUCE Y EMPIEZA A MOFARSE FRENTE A LA EMPERATRIZ). ¡Yo gané!
ENDÉMICUS. (SE TOMA LA CABEZA DESESPERADO, PORQUE NO SABE QUE CONSECUENCIAS TRAERÁ ESTE SUCESO INESPERADO). ¿Por todos los dioses, ahora que sucederá?
EMPERADOR. (NO OBSTANTE, COMO EL DIOS LO HABÍA PREDESTINADO; OCURRE ALGO QUE LO HACE SACUDIRSE Y ACTUAR COMO BORRACHO. DE PRONTO, HACIENDO OJITOS, MIRA FIJAMENTE A ENDÉMICUS). ¿Os habían dicho que tienes unos ojos maravillosos?
ENDÉMICUS. (QUEDA ATÓNITO, DE UNA SOLA PIEZA). Mi señor, la verdad es que dicen, que los heredé de mi madre.
EMPERADOR. (EN UN GESTO INTIMIDANTEMENTE BOCHORNOSO Y LIBIDINOSO). Claro, lo que tú digas. Cuéntame, ¿te gustan las experiencias fuertes?
ENDÉMICUS. (DESCONSOLADO POR EL RESULTADO DEL HECHIZO Y TRATANDO DE PRESERVAR LA DIGNIDAD). Mi señor, la verdad toda mi vida he vivido al servicio de Roma, entre las huestes y los fieros legionarios. (TRATANDO DE SACAR UNA VOZ CON HOMBRÍA).
EMPERADOR. ¡Huy que mono! (RAYANDO UNA MIRADA CARGADAMENTE LASCIVA CONTRA ENDÉMICUS. SE LE ACERCA Y LE PELLIZCA UNA NALGA). Eso, ¡Duro por Roma!
ENDÉMICUS. (EN BUSCA DE DISTRAER LA SITUACIÓN). El otro día, uno de los muchachos salió de la tienda a buscar agua; en eso una enorme lanza enemiga lo atraviesa y salen volando todas sus entrañas. ¡La verdad que terrible!, un verdadero desastre. (SE VOLTEA TRATANDO DE DAR PASITOS PARA HUIR).
EMPERADOR. ¿Una Atravesada?, que concepto tan verdaderamente interesante. (CON FRENESÍ SEXUAL AGARRA A ENDÉMICUS POR DETRÁS Y LE ABRAZA, INTENTANDO QUE ESTE SE SOMETA A SUS BAJOS INSTINTOS). Ven hijo, no huyas; aquí vas a encontrar aquello por quienes prueban ya no regresan. ¡Ven!
SEXTA ESCENA.
(La derrota en el norte).
MANGANESIUS. (ENTRA EN MEDIO DE LA SITUACIÓN Y LANZA UNA EXTRAÑA MIRADA DE APETITO CARNAL Y ENVIDIA POR LA OPORTUNIDAD DEL ESCLAVO CON EL EMPERADOR). Mi señor emperador, ha llegado el General “BOLÍMICUS ESTADUS FAMÉLICUS” y el glorioso Gobernador de las Galias “CAYO SEVERO SUPLICIO”, Con importantes noticias de la región del norte. ¡huy, y en que guachafita! (ENTRAN EN ESCENA, UN ESQUELÉTICO LEGIONARIO EN MUY MALAS CONDICIONES Y EL GOBERNADOR, UN HOMBRE ABSOLUTAMENTE ÉBRIO, QUE ESTÁ A PUNTO DE CAER AL PISO Y A DURAS PENAS SE MANTIENE).
EMPERADOR. (NO PRESTA INICIALMENTE MUCHA ATENCIÓN Y SIGUE ABRAZANDO A ENDÉMICUS, COMO UNA SERPIENTE CONSTRICTORA).
EMPERATRIZ. (YA UN TANTO CELOSA, TOMA DEL BRAZO AL EMPERADOR Y LO SEPARA DE ENDÉMICUS). ¡Mira idiota! Son noticias importantes, al parecer ya no podré viajar con mamá al norte.
EMPERADOR. (UN POCO BRAVO POR LA BRUSCA REACCIÓN DE SU ESPOSA, DECIDE HACERLE CASO). Enseguida continuamos mi vida. (REFIRIENDOSE A ENDÉMICUS).
CAYO SEVERO. ¡A mí que me manden cien, yo me doy con todos !, ¿Quién dijo derrota? ¡No señor, esas no son penas! (BORRACHO, TAMBALEA POR EL ESCENARIO DANDO TOPES Y LANZANDO PUÑOS, TODOS LO ESQUIVAN POR UN RATO, HASTA QUE AL FIN CAE DORMIDO AL SUELO).
EMPERADOR. General FAMÉLICUS, ¿Cómo está la situación en el norte?, Espero que no me traigan malas noticias; saben lo que me enfadan y lo malhumorado que me ponen, y cuando eso ocurre, como siempre alguien debe salir castigado severamente.
GENERAL FAMÉLICUS. (SABIENDO QUE LAS MALAS NOTICIAS QUE TRAE, PUEDEN ACARREARLE GRAVES CONSECUENCIAS, ASUME UNA POSICIÓN SÚTIL, PERO VALIENTE). Mi señor, permítame; ¿cómo se lo explico? (MANTENIENDO UNA LÍNEA DE SUSPENSO).
EMPERADOR. ¡Cuenta ya de una vez!, te lo ordeno; que tengo una faena antes de que termine este día.
GENERAL FAMÉLICUS. Su Magnificencia, como usted comprenderá, nuestros hombres han sido paulatinamente retirados desde hace algunos meses, para marchar al oriente con el General Gneo. Sus fuerzas en el norte han disminuido, al igual que el aprovisionamiento. De tal modo, que las agresiones de los pueblos del norte; vienen en aumento ya desde hace algún tiempo.
EMPERADOR. Pero como asedian esos sujetos. ¿Cómo fue eso posible? Enviar tropas al oriente, ¿A quién se le pudo ocurrir tal locura?, ¿quisiera saber quién fue el imbécil que dio esa orden? Me gustaría tenerlo en frente para decirle unas cuántas cosas. (EXCLAMA SEVERAMENTE DISGUSTADO EMPUÑANDO SU MANO). Habría que ser un retardado para tomar tal decisión, que tiene un costo político tan alto.
MANGANESIUS. Mi señor emperador, si me permite, (ENTRA IRRUMPIENDO SACANDO UN ROLLO DE PAPEL DE ANOTACIONES). Decreto XXII de la actual legislatura, párrafo uno, línea dos mi señor. “Transfiéranse las legiones al oriente con el General Gneo de inmediato, no importa lo que cueste”. Atentamente firmado por usted.
EMPERADOR. Un día de estos no respondo Manganesius, te tomas demasiadas atribuciones.
MANGANESIUS. Gracias mi señor. Privilegios de la burocracia, (UN POCO EN SON DE BURLA). Bueno tonto, pero aún no nos has explicado lo que sucedió.
GENERAL FAMÉLICUS. Su excelencia, como venía diciendo, Estos últimos días han sido verdaderamente terribles. Mucho frio, mucha lluvia, mucha nieve, mucho sol, mucho calor. (DISVARÍA Y SE CONFUNDE, ANTE LA MIRADA PERPLEJA DE SUS RECEPTORES). ¡Bueno en fin! Para colmo se nos agotaron las provisiones; Agua, vino, leche, carne, incluso las palomitas de maíz del cine, ¿se imagina la tragedia? ¿cine sin palomitas? ¡NO! Eso era ya, un verdadero infierno. Con el trascurrir de los días, la falta de mujeres se fue haciendo más evidente en las tropas. Después de tantos meses en las mañanas, ya nos veíamos con cariño.
MANGANESIUS. Sobre todo, el Gobernador Cayo Severo supongo, (UN POCO EN SON DE BURLA). Bueno, pero explícanos de una buena vez lo que sucedió.
GENERAL FAMÉLICUS. Al final todo fue confuso, empezaron a llegar por el norte y cada vez se aproximaban más a la fortificación. Comenzó una invasión de pequeñas hordas, (DEBE SONAR COMO SORDAS Y QUE LA GENTE LO IDENTIFIQUE DE TAL MODO. PAUSA PARA QUE EL PÚBLICO LO ASIMILE). Luego llegaron las mudas y empezamos a festejar (RECORDÁNDOLO CON SATISFACCIÓN). Pero la verdad fue ahí. (FRENA ABRUPTAMENTE SU NARRACIÓN CON GESTO ATERRORIZADO). ¡Fue ahí!
EMPERADOR. ¡Ya basta, no te soporto! cuenta de una vez o daré buena cuenta de ti. (SACA SU ESPADA Y EL GENERAL CAE DE RODILLAS SUPLICANDO POR SU VIDA). ¿Ahí qué? ¡Explícate atorrante!, ¡ignorante!, ¡bruto!
GENERAL FAMÉLICUS. (CONTINÚA SU NARRACIÓN) No, en realidad el General Bruto no se encontraba, porque había salido a visitar a su tía Martha a las playas del Mediterráneo, pues recordó tarde su cumpleaños y la pobrecita está muy anciana y enferma. Si vieran la infeliz. Así que, como un favor especial le solicitó al gobernador Cayo Severo, que lo dejara marchar a verla. y que yo quedaría al frente. Sin embargo, no contábamos con… (INTERRUMPE Y SE QUEDA PENSANDO UN RATO COMO ELEVADO).
EMPERADOR. ¡Bien!, Si así lo quisiste (CUANDO SE DISPONÍA A DAR LA ESTOCADA AL MOZO ARRODILLAO). ¿Con qué?
GENERAL FAMÉLICUS. (EMPIEZA A LLORAR). Todo fue una trampa, un complot; una vil treta.
EMPERATRIZ. (REACCIONA CON VIOLENCIA Y DESESPERO, LO TOMA POR EL CUELLO, LO SACUDE DE LADO A LADO, LE DA VARIAS BOFETADAS) ¡No más! ¿Pero cómo que todo fue una trampa?, ¡habla animal!, ¡canta!; dilo todo de una maldita vez. (SE DA CUENTA DE LO QUE ESTÁ HACIENDO, LE SUELTA Y RETOMA LA COMPOSTURA). Lo siento, me dejé llevar por la curiosidad.
ENDÉMICUS. (BUSCANDO UNA CONCILIACIÓN), Vamos hombre no te hagas matar; explícalo todo de una buena vez.
GENERAL FAMÉLICUS. (SE LEVANTA Y SE REINCORPORA). Está bien, el general BRUTO huyó al sur en realidad, con AL VËRINGA; La esposa de un gran jefe guerrero Bárbaro. Por lo tanto, sabían que invadirían la fortaleza y abrirían las puertas desde adentro y no nos lo dijeron.
ENDÉMICUS. ¿Y las mujeres que llegaron primero?
GENERAL FAMÉLICUS. ¿Cuáles?
ENDÉMICUS. (EXALTADO POR UN TONO DE TARADO), pues las sordas y las mudas que mencionaste antes.
GENERAL FAMÉLICUS. Bueno, la verdad es que al principio si me parecieron un poco sospechosas, más grandes y peludas de lo normal. Incluso se dice que el bigote es ciertamente común en su raza. Pero tenían cabello largo y rojo, con unos lindos ojos azules que contrastaban con el azul del cielo. Admito que ciertas preferencias me parecieron algo sospechosas. Más ¡qué diablos! En estos tiempos vivimos tanta liberación, que todo parece muy normal. Y bueno. (PENSANDO AUTOREFLEXIVAMENTE EN VOZ ALTA CON LA MANO CASI EN EL PECHO). Y grande era la necesidad. Yo solo, tu sola. Tu no me conoces, pero te aseguro que vengo de una gran familia, y hasta el momento nadie ha presentado alguna queja formal. (IMITA LOS MOVIMIENTOS QUE NARRA HASTA EXTENDER LA MANO COQUETEANDO), mucho gusto me llamo BOLÍMICUS, pero llámame “ÍCUS”; soy un prominente General Romano. Y tu nena, (EN UN TONO DE CONQUISTADOR ARGENTINO). Anda, ¿dime cómo te llamas amor? Me contestó. ¡CONNAN YORG HËLG!; Rey Bárbaro y esposo de AL VËRINGA. (LO REPITE CON UNA VOZ FUERTE, COMO DE VIKINGO EN GRITO DE GUERRA). Ese fue el comienzo del fin.
EMPERADOR. ¿Me estás diciendo, que mis fieros y entrenados legionarios fueron derrotados por esos salvajes de las montañas del norte?
GENERAL FAMÉLICUS. Su magnificencia, tengo que decir que muchos de nuestros hombres abandonaron nuestras filas.
EMPERADOR. ¡Eso es deserción! y es considerado como traición. ¡Muerte a esos traidores!
GENERAL FAMÉLICUS. Más que traición yo diría en realidad, fue por “Amor”.
EMPERADOR. ¿Amor?
GENERAL FAMÉLICUS. Dadas las circunstancias presentadas y la oportunidad, muchos fueron a casarse al norte; porque allá si los cobija la seguridad social y el matrimonio gay.
EMPERATRIZ. ¡HUM! Qué romántico, Pero al final; ¿cómo dieron ustedes dos aquí?
GENERAL FAMÉLICUS. Al final, solo sobrevivimos diez mil doscientos dos hombres mi señora.
EMPERADOR. Al menos no se perdió toda la legión.
GENERAL FAMÉLICUS. En realidad, depende de donde usted le mire mi señor.
EMPERADOR. ¿Qué quieres decir?
GENERAL FAMÉLICUS. Al final, solo sobrevivimos diez mil doscientos dos hombres. Diez mil de ellos, doscientos nuestros que viajaron a casarse al norte, y nosotros dos; que regresamos a Roma porque perdimos los pasaportes internacionales e inmigración no nos permitió el paso.
MANGANESIUS. ¡Traidores mi señor! da muerte a estos dos traidores de Roma, (LE SUGIERE CON UN GRITO POCO AMIGABLE AL EMPERADOR).
EMPERATRIZ. Al final triunfa el amor y no esas tontas peleas, en las que acostumbran a meterse los hombres.
EMPERADOR. ¡Calla mujer!, no sabes lo que dices; el frente norte está ahora descubierto. El camino a Roma está totalmente libre para estos salvajes. ¡No te metas en asuntos de guerra!
EMPERATRIZ. ¡Ok!, estoy de acuerdo, iré a prepararme para la llegada de estos churros. Puede que hasta consiga uno. (ABANDONA LA ESCENA).
EMPERADOR. No sabes lo grave de la situación y tu diciendo sandeces, (SE VOLTEA HACIA EL GENERAL). En cuanto a ti, haragán traicionero; daré cuenta de una vez. Manganesius, sacadle de mi vista pronto; este debe morir. Llevadlo al coliseo y tiradlo en las fiestas a los leones hambrientos.
MANGANESIUS. (CON SATISFACCIÓN). Como ordene su excelencia. (TOMA DEL BRAZO AL DESDICHADO CONDENADO).
GENERAL FAMÉLICUS. Pero mi señor, clamo su misericordia; ¡piedad por favor!, entiéndame. (CON DESESPERO). Yo pertenezco a la delantera y puedo jugar de nueve bajo o centro líbero. (HABLANDO EN TÉRMINOS DE FÚTBOL), Tenga en cuenta que fue un partido difícil, las metas no se lograron y el otro equipo jugó Bárbaro. Disculpas a los hinchas. ¡Piedad!, ¡Piedad! (MIENTRAS ES SACADO POR EL BRAZO POR MANGANESIUS).
SEPTIMA ESCENA.
(La estrategia).
EMPERADOR. (APROVECHANDO LA SOLEDAD CON ENDÉMICUS, CORRE A COGERLE Y RETOMAR SU IDILIO). Estoy muy consternado. Somos totalmente vulnerables en el norte, y el general más cercano se encuentra a no menos de setecientas leguas de aquí. ¿Qué haremos ternurita?, cuéntame. (SE DISPONE A BESAR AL ESCLAVO POR LA FUERZA EN LA BOCA). Dime, ¿Qué haré?; seguro que ya deben venir en camino. (ENDÉMICUS LOGRA SAFARSE DEL EMPERADOR UN POCO REPELENTE Y ESTE LE DICE CON PICARDÍA, EN UN TONO SUAVE Y UN POCO AFEMINADO). Hay no sea así. ¡BRUSCO!
CAYO SEVERO. (DESPIERTA ABRUPTAMENTE UN POCO MAS EN SUS CABALES). El Rey CONNAN, no está muy contento con lo de su esposa, ni con las nuevas políticas de Roma. Dice que prefieren un corte socialista más moderno y quieren venir a discutirlo con usted. (SE DISTRAE POR UN MOMENTO Y MIRA A ENDÉMICUS DE PIES A CABEZA). ¿Y este mozuelo quién es? Me parece algo conocido.
ENDÉMICUS. (SABIENDO QUE DE ANTIGUAS FAENAS CON SU AMO, EL GOBERNADOR LE PUDIERA RECONOCER; INTENTA DISIMULAR). Prestante soldado Romano a buen servicio de mi emperador. (SIN DAR MAYORES DETALLES).
EMPERADOR. Es hijo del General MAXIMUS. Deberías reconocerle.
ENDÉMICUS. (MUY ASUSTADO ANTE LA EXTRAÑEZA DEL GOBERNADOR). La verdad no creo. He pasado muchos años lejos de casa preparándome. Mi padre me envió de niño a huestes extranjeras muy lejanas al sur de Roma. El gobernador Cayo Severo no debe recordarme, pues mi padre no gusta hablar mucho de mí.
CAYO SEVERO. Si, seguramente es por eso. (DESPIERTA UN POCO MÁS Y VUELVE A CONECTARSE CON LA IDEA, RESTANDO IMPORTANCIA A LO ANTERIOR). En fin. Si podemos discutirlo un poco entre los dos, vería que podríamos salir beneficiados de esta situación. (EN UN AIREADO MOMENTO DE ABUSO DE CONFIANZA CON EL EMPERADOR, LE TOMA DEL BRAZO, LE SEPARA DE ENDÉMICUS Y LE POSA SU MANO SOBRE EL HOMBRO). A lo que me refiero es que si logramos discutir los términos con este salvaje aquí en Roma, en un ambiente de tregua; podríamos beneficiarnos mutuamente. Sé de buena fuente, que ha tenido algunos problemas en su actual legislatura. Sobre todo, ciertos inconvenientes con varios Senadores, por el tema del gasto invertido en ciertas fiestecitas alegres, de las cuales por cierto aún no he sido invitado. (APROVECHANDO PARA INCREPAR LA ESPINA). Pero bueno eso no importa ahora. El caso es que negociaremos con estos salvajes, el convertirlos en ciudadanos Romanos. Posterior a ello, les haremos la promesa de algunos escaños y curules de poca importancia. A cambio, ellos deberán prometer antes de entrar bajo nuestro estado de derecho, que se desharán furtivamente de todos esos molestos senadores. Eso evitaría sospechas de cualquier complot de parte nuestra. Se les recibirá como visitantes diplomáticos y realizaremos una gran fiesta en su honor. Pero cuando cometan los asesinatos, serán acusados por traición durante la fiesta, y los asesinaremos nosotros a ellos. Usted quedará nuevamente como el salvador de Roma, pero ahora su poder será verdaderamente magnánimo y absoluto. Que tiemble la tierra y Júpiter, porque nadie podrá detenerlo para hacer lo que os venga en gana.
EMPERADOR. (LE QUITA LA MANO DEL HOMBRO DE UNA FORMA DESPECTIVA). Has de saber que la dignidad del estado Romano no estará jamás en juego. Además, eres un ¡Traidor! ¿Porque debería fiarme de ti, si prácticamente estás cerca de las arenas del coliseo? Para que lo sepas, mis ancestros construyeron esta república imperial, con el más puro sentimiento de unidad. Se debe nacer romano estando en Roma. No cualquiera puede ser Romano. El que no nace en Roma es enemigo de roma o esclavo de Roma. No existe forma alguna en el que cualquier aparecido pueda tan siquiera aspirar a la grandeza de ser Romano. Lo decía el bisabuelo Claudio. Lo recuerdo: “¿Puede el corazón de un hombre latir verdaderamente cuando no se nace Romano? o simplemente se es solo una roca más del mundo”. (PERO TRAS UN DESPERTAR AMBICIOSO, DESPÚES DE PENSARLO POR UN MOMENTO). Bueno, pero entonces; ¿En cuánto nos saldría el banquete de comida por salvaje, para la tal fiestecita esa?
CAYO SEVERO. Bien mi señor, (SUMA CON LOS DEDOS EL NÚMERO DE INVITADOS. SE TOMA SU TIEMPO, MIENTRAS EL EMPERADOR SE LE UNE PARA ULTIMAR LOS DETALLES LOGÍSTICOS). Ya piensa usted como un gran estadista. Su idea fue excelente. Veamos entonces. (SE PONE HACER CUENTAS EN UN HÁBACO).
ENDÉMICUS. (APROVECHA LA DISTRACCIÓN DEL EMPERADOR, PARA ESCABULLIRSE, CUANDO MIRA UNA PIERNA Y UNA MANO QUE SALEN DETRÁS DE LAS CORTINAS Y LO INSITAN DE UNA MANERA ERÓTICA; PENSANDO QUE ES LA EMPERATRIZ. ASÍ QUE SE RETIRA SUTILMENTE). ¿Yo? (LA MANO DE TRAS ESCENA LE INDICA QUE SI. DE TAL MODO QUE INTENTANDO APROVECHAR LA OPORTUNIDAD, SUTILMENTE SE MUESTRA TRAS CORTINAS QUITÁNDOSE EL CINTURÓN Y DESABROCHANDOSE LA ARMADURA).
EMPERADOR. ¡Pues mira, está claro!, (CONJUNTAMENTE DESENRROLLAN, SOSTENIENEN Y SEÑALAN UN PERGAMINO QUE HABÍAN LEVANTADO, DONDE LLEVA UNA ESPECIE DE PLANO ESTRATÉGICO). Este plan que se me ha ocurrido de un modo u otro, aunque admito lo impredecible y algo descabellado; su resultado puede traerme grandes beneficios. No obstante, el riesgo debe ser reducido para lograr el propósito esperado.
CAYO SEVERO. Así es mi señor, debemos elaborar un plan intermedio, con el que garanticemos que todo se realice según lo hemos, ¡perdón!; Según lo ha planificado su excelencia. Algo debe asegurar que lleguen a Roma y cumplan con nuestros objetivos.
EMPERADOR. De mi experiencia como estratega militar, me quedó muy claro que la mejor forma para lograr que el enemigo mueva sus filas donde uno quiere, no es la confrontación directa necesariamente. Debe uno urdir ciertos engaños, que lo lleven como cordero a su destino final.
CAYO SEVERO. Bien dicho mi señor. Algo que expone al enemigo, es mostrarle una aparente, pero convincente debilidad.
EMPERADOR. ¿Y cómo cuál se te ocurre?
CAYO SEVERO. Supongamos que no llegamos hasta allá, con una gran tropa de Generales y centuriones. Digamos que nos presentamos ante él, con un emisario valiente, con títulos importantes, y unos cuantos hombres de seguridad, pero que sean prescindibles; esto obvio en caso de que los bárbaros decidan dar cuenta de ellos. Estos entregarían un presente notable, para que al menos duren lo suficiente para dar el mensaje. Quien lo lleve, debe ser una persona totalmente convincente; una persona de confianza, con la que no quede la menor duda de que vuestras intenciones son legítimas.
EMPERADOR. La verdad es que no se me ocurre nadie. No confío lo suficiente en alguien, como para que ejecute esa operación tan riesgosa. Nada más esta mañana maté a mi gato, porque me dio la sensación de que este me veía raro y pensé que me quería envenenar.
CAYO SEVERO. No sé señor, alguien especial de la familia que hace mucho tiempo no visite.
EMPERADOR. Bueno, en ese caso podría ser la tía Lucrecia. Es la única, pero la verdad ya tiene 95 años y no sé si le sentaría muy bien el aire frío del norte. Sin embargo, si nos sirve; ¡Cuenta con ella! La sacamos del ancianato y listo. (CON DESPIADADO HUMOR Y CINISMO).
CAYO SEVERO. La verdad no estoy seguro mi señor. Su estado sería un riesgo para nuestros intereses.
EMPERADOR. Tienes razón. Pero no se me ocurre nadie más. Aunque pensándolo un poco, bien podría ser… (VOLTEA Y MIRA CON UNA EXTRAÑA SONRISA MACABRA). ¡Querida!, ¡Queridita! (LEVANTANDO LA VOZ, PERO CON UN LEVE Y SUTIL LLAMADO DE NECESIDAD) Amorcito lindo y precioso, ¿puedes venir un momento aquí?
EMPERATRIZ. (ENTRA A ESCENA COMO LEVITANDO DISTRAÍDA. NÓTESE QUE ENTRA DEL LADO CONTRARIO, POR EL QUE SALIÓ ENDÉMICUS). Dime amor, ¿acaso oí que me llamabas?
EMPERADOR. ¿Recuerdas que esta mañana me dijiste que querías ir a esquiar a las tierras del norte con tu madre? Y me insististe que querías tu espacio, para hacerte un SPA. Y yo, muy conectado con tus necesidades de libertad femenina, te pedí que lo hicieras.
EMPERATRIZ. (MUY EXTRAÑADA POR EL REPENTINO CARIÑO DE SU ESPOSO). Pero si me dijiste que no podías costearlo; que siempre pensaba solo en gastar y gastar. Que despilfarrar era mi deporte favorito. Y que no me ibas a prestar el coche imperial. Que no me importaban tus presiones; que solo pensaba en mí. Que era una vacía, con una vida sin sentido.
EMPERADOR. Pero mi vida, no habrás pensado que lo decía en serio.
EMPERATRIZ. ¡Claro que sí! Si mandaste al marica a realizar un decreto que firmaste sobre ello.
EMPERADOR. ¡Yo jamás haría eso mi tesoro! Si tú eres mi reina.
EMPERATRIZ. ¿Ah no?
EMPERADOR. ¡Nunca haría tal cosa! (ENFATIZA NEGÁNDOLO CON INDIGNACIÓN).
EMPERATRIZ. ¡MANGANESIUS!, Maricus. Deja lo que estás haciendo y mueve tu traserum aquí.
ENDÉMICUS. (ENTRA GRITANDO DETRÁS DE ESCENA, ACOMODÁNDOSE COMO SI HUBIERA SIDO VÍCTIMA DE UN INTENTO DE ABUSO SEXUAL SIN LÍMITES, CASI A PUNTO DE HABER SIDO VIOLADO Y CONFUNDIDO POR LA OSCURIDAD. DETRÁS DE ÉL, ENTRA TAMBIÉN MANGANESIUS ACOMODÁNDOSE). ¡No!
MANGANESIUS. (TERMINA DE ACOMODARSE, SONRÍE SOCARRONAMENTE Y SACA UN PERGAMINO, LO EXTIENDE Y LO LEE). DECRETO XIII de la tercera legislatura, año ciento cincuenta y nueve juliano. “Prohibiciones de gasto de su majestad la Emperatriz”. Dice: Los bienes subyacentes del imperio, pertenecen en su persona al Emperador y sólo a este. La cónyuge no posee bien alguno, del que pueda usufructuar algún beneficio o satisfacción. Cualquier acción realizada por esta, que se presuma como una acción que implique una transacción comercial por simple o vacía que sea, será tomada como prevaricato por acción. Acentúo: “Lo digo en serio”. Y firma, vuestro amado emperador.
EMPERADOR. Gracias idiota. (ENFATIZA A MANGANESIUS). Pero mi amor, no lo había pensado bien, eso no tiene sentido. ¡Discúlpame! ¿Además que es un decretito tonto? La ley no aplica para nosotros y tu bien lo sabes. Ya sabes que la ley se hizo de aquí para allá, (SEÑALANDO SEPARACIÓN, CON EL PÚBLICO QUE HAY DESPÚES DEL PROSCENIO). ¿Qué te parece si te llevas el coche imperial deportivo, las tarjetas de crédito y un nuevo esclavo nubio? El que tú elijas. Paga el sitio más caro si quieres.
EMPERATRIZ. (TODA EMOCIONADA PARECIERA ACEPTAR, RECIBE LAS TARJETAS QUE LE HA PRESENTADO EN LA MANO EL EMPERADOR). Bueno siendo así, tan bondadoso y amplio, te digo que ¡NO!
EMPERADOR. ¿No? (MUY EXTRAÑADO). ¿Porque no?
EMPERATRIZ. Ya no quiero. Cambie de parecer. ¡Así que ya no insistas!, Seguramente quieres algún favor.
EMPERADOR. Así son las mujeres, cuando quieres ser atento con ellas. Les das lo que piden y aun así no están conformes. Mira, en ese caso no esperes nada de mí en un futuro. Vuélveme a pedir algo, para que veas lo que te tengo preparado. Ya verás la misma voluntad que voy a tener para tus tonterías. Ya vas a ver quién tiene los pantalones bien puestos en la casa. (SE AGARRA EL CINTURÓN, SE LO AJUSTA Y SIGUE REFUNFUÑANDO). Vamos a ver quién manda, hija de su madre esta.
EMPERATRIZ. (SIN PERDER LA COMPOSTURA). Por cierto, te recuerdo que a la noche tenemos cena con mamá en la casa del senador Augustus Pubio. Te comprometiste a presentárselo, para ver si empatizaban; ya sabes que desde que mamá quedo viuda, ha estado muy triste la pobre.
EMPERADOR. (GRITANDO HISTÉRICO). ¿Es que tú crees de verdad que yo tengo tiempo para esas cosas?, ¿tú crees que me importa tu mamá y sus ridiculeces?, ¿No ves que estamos a punto de iniciar una guerra? ¿Qué te pasa?, por todos los dioses, ¿Qué te pasa?
EMPERATRIZ. Es a las 8 pm.
EMPERADOR. (GRITANDO HISTÉRICO Y LEVANTANDO EL DEDO). ¿Sabes qué? (SE VOLTEA Y LE HACE SEÑAS A MANGANESIUS, COMO SEÑALÁNDOLA CON EL MISMO GESTO DE QUE SE LA LLEVE A LOS LEONES). ¿Sabes qué?
EMPERATRIZ. ¡Que! (LE RESPONDE CON GRITO Y GESTO ENDEMONIADO).
EMPERADOR (COMO PERRO REGAÑADO Y CON VOZ TEMBLOROSA DE SUSTO). ¿Podemos llegar a las ocho treinta? Es que salgo un poco tarde de la oficina por unos asunticos pendientes.
EMPERATRIZ. (LE RESPONDE CON GRITO Y EL MISMO GESTO ENDEMONIADO). ¡Te dije a las ocho en punto! (ABANDONA LA ESCENA).
EMPERADOR. (FRUSTADO DICE CERRANDO LOS OJOS, APRETANDO SUS DIENTES Y EMPUÑANDO SU MANO). ¡Maldita! No sabe cómo la odio.
EMPERATRIZ (ENTRA POR UN MOMENTO IMPONIENDOSE NUEVAMENTE). ¿Qué dijiste?
EMPERADOR. (RESIGNADO DICE). Que si amorcito, las recojo a las dos bien preciosas a las siete en punto. (LA EMPERATRIZ SE VA DE LA ESCENA DESPÚES DE LA RESPUESTA DEL EMPERADOR). ¡Qué duro es ser Emperador! «EL PODER». ¡Se está tan solo en él!
OCTAVA ESCENA.
(la solución).
CAYO SEVERO. Lástima señor, esa habría sido una excelente opción para nuestro plan. Ahora si nos tocó recurrir a la tía Lucrecia. (CON DESFACHATEZ).
EMPERADOR. (AL VER EL DESCARO DEL GOBERNADOR DE LAS GÁLIAS). Ninguna tía Lucrecia. Irá alguien inteligente en el que pueda confiar; pero al mismo tiempo lo suficientemente idiota, para poner en riesgo su vida.
CAYO SEVERO. En ese caso mi señor, sugiero podríamos montar un reality show en el que unos legionarios se encierren en una habitación y el público elija a su favorito. Lo podríamos llamar “EL GRAN LEGIONARIO”, o “ROMA TIENE TALENTO”, Y podríamos vender sus derechos a la televisión internacional. Conozco unas personas especialistas en el tema que podrían hacerlo muy lucrativo. A demás es la oportunidad perfecta para distraer al pueblo, aumentar los impuestos y financiar nuestra causa.
EMPERADOR. Suena muy interesante, pero he decidido que irás tú. (SUELTAN A BURLARSE MANGANESIUS Y ENDÉMICUS).
CAYO SEVERO. ¿Yo?, ¡No mi señor gracias! pero la verdad esta cirrosis me impide ejercer funciones públicas. Llevo incapacitado más de dos años. Eso sí, cobro mi respectiva incapacidad y mi salario, pero ese no es el punto. A demás tengo una artritis reumática que me tiene al borde del colapso. En esas condiciones es dificilísimo que yo vuelva por allá.
EMPERADOR. Mira desgraciado, me importan muy poco tus razones. Sólo sé que eres un cobarde traidor. Y si te confío esta misión a ti, me aseguraré de algún modo si fallas; que nuestro plan quede en tu sepultura o en tu hoguera, no me importa. Al final, el riesgo de éxito depende de ti. Así que si lo logras, te esperaré; perdonaré tus faltas y te reivindicaré como se debe.
CAYO SEVERO. Pero mi señor, eso es injusto. ¿Además, quién va ayudar a preparar todo a la llegada de los bárbaros?
MANGANESIUS. (EMOCIONADO CON SATISFACCIÓN). Yo me apunto. soy experto organizando bodas y fiestas.
EMPERADOR. ¡Ahí está! Aprobado. (CON DEDO DE APROBACIÓN). Me ayudará en esa tarea Manganesius.
CAYO SEVERO. “Maricus Lambónicus”. (HACIENDO REFERENCIA AL BURÓCRATA).
EMPERADOR. No te preocupes, como te dije. Yo me encargo de los preparativos. Tu ve a cumplir con la misión que te he encomendado. Quedas nombrado “Cónsul de las tierras del norte”. Seguiremos adelante con nuestro plan y así perdonaré tu vida. (ATREVIDAMENTE). No obstante, por si no regresas; déjame por favor el contacto de las personas que conoces, para realizar el famoso Reality ese. La verdad, me parece una idea maravillosa. (SACA UNA LIBRETA, MOJA LA PUNTA DE SU PLUMA CON LA LENGUA Y ANOTA). ¿Cómo se llama? ¿“EL DESAFIO SUPERLEGIONARIOS”?
CAYO SEVERO. Señor, al menos en tu indulgente actitud, ¿Me enviarías con un contingente de cinco mil legionarios?
EMPERADOR. ¿Pero estás loco hombre? En caso de que tú fracases me veré obligado a enfrentarlos en las mismísimas puertas de la ciudad. Para eso tengo que utilizar todas las fuerzas que me quedan. Cada hombre, incluso en caso de que deba huir por el mediterráneo; de pronto si pides menos lo consideraré.
CAYO SEVERO. ¿Estarían bien, mil legionarios?
EMPERADOR. ¡Menos!
CAYO SEVERO. OK, con quinientos legionarios, podría defenderme.
EMPERADOR. Menos. (CON LA PALMA DE LA MANO LE INSINÚA QUE LE BAJE A LA CIFRA).
CAYO SEVERO. (PUJANDO CON FUERZA). Cien legionarios, para al menos una huida digna.
EMPERADOR. (PIENSA POR UN MOMENTO). ¡No! Menos aún. (CON LA PALMA DE LA MANO LE INSINÚA QUE LE BAJE AUN MAS A LA CIFRA).
CAYO SEVERO. Señor por favor, cincuenta legionarios. (DESCONSOLADO SE ARRODILLA Y SUPLICA). Para ofrecerlos en sacrificio por mi vida. (ENDÉMICUS Y MANGANESIUS SE BURLAN DEL PATÉTICO INTENTO DE CAYO SEVERO, POR CONVENCER AL EMPERADOR).
EMPERADOR. ¡No se diga más!, Porque hoy estoy generoso te concederé un solo acompañante. Y eso porque me siento muy dadivoso.
CAYO SEVERO. Pero mi señor, ¿Uno solo?
EMPERADOR. Si no te sirve, dímelo; porque si deseas ir solo, la oferta me suena bastante.
CAYO SEVERO. (MIENTRAS ENDÉMICUS SIGUE BURLANDOSE COPIOSAMENTE DE LA SUERTE DEL GOBERNADOR, ESTE LE MIRA CON ENOJO Y EN TONO DE VENGANZA REPLICA). En ese caso mi señor, me llevaré a alguien joven, valiente y bien preparado. Alguien decidido, que pueda cumplir mi misión en caso de que pueda fracasar.
EMPERADOR. (EN GESTO DE TOTAL APROBACION). ¿Ya lo ves? Era cuestión de cogerle la onda. Me parece una buena idea.
CAYO SEVERO. (SEÑALANDO A ENDÉMICUS), Me llevo a este.
ENDÉMICUS. (ASUSTADO CORTA SU BURLA, TRAGA SALIVA Y EXCLAMA). ¡Qué! ¿Yo? ¿Por qué? (EN LA MÁS ABSURDA SORPRESA).
EMPERADOR. (SIGUE ESCUCHANDO AL CÓNSUL, UN POCO EXTRAÑADO POR LA PETICIÓN. Y AUNQUE TIENE AUN ALGÚN SENTIMIENTO POR ENDÉMICUS, AL PARECER, YA SE LE ESTÁ PASANDO EL EFECTO DEL ANILLO). ¿Pero él? ¿y porque él?
CAYO SEVERO. Permítame explicarle. (SE DIRIGE A PROSCENIO CON EL EMPERADOR). Para esa misión de pocos hombres, se requiere toda la precisión estratégica del mundo. Como verá, con mis años de experiencia planificando este tipo de situaciones, sé que debo estar acompañado de unas manos jóvenes, ágiles y valientes en las que pueda confiar. (SUENA DE FONDO LA MÚSICA DE MISIÓN IMPOSIBLE). Como bien sabe, (A MANERA DE CHISME). No es oculto a los ojos del mundo mi estrecha relación con el General “Máximus Cúmulus Di Merda”, Progenitor de este bello muchacho, quien hoy viene dispuesto con arrojo a marchar en sus filas. Tenga en cuenta que yo soy por así decirlo su “Tío especial”. Es decir, ¿en quién más podría confiar yo que no fuera de mi propia familia? Yo a este muchacho prácticamente lo eduqué y le enseñé las artes de la guerra. Fue como el hijo que nunca tuve; bueno en realidad que no tuvimos los dos. Pero si a ciencia cierta la verdad sea dicha. Si por Máximus que era como “La Mamá” hubiera sido. Hoy en día este muchacho sería un haragán, un inútil, un juerguero y un vago. Porque eso sí; todo se lo alcahueteaba. Yo por el contrario fui como “El Papá” (SUGIERE CON LOS DOS DEDOS EL GESTO DE LAS COMILLAS). Le planté bien la raya y mírelo. Derechito ahí parado esperando su suerte y dispuesto a morir por su Emperador. Todo me lo debe a mí.
ENDÉMICUS. (POR DETRÁS PRONUNCIA QUE SE ENTIENDA, PERO SIN SONIDO Y SIN PODER PROTESTAR CON CARA DE ABSOLUTO DESPRECIO), ¡Mucho Hijueputa!
EMPERADOR. Bueno la verdad es que tenía otros planes para él. (YA NO MUY CONVENCIDO DE ELLO, COMO SI EL EFECTO DEL ANILLO SE ESTUVIERA TERMINANDO DEFINITIVAMENTE).
CAYO SEVERO. Mi señor, ¡se lo suplico!, (VA Y TOMA POR EL BRAZO A ENDÉMICUS). Este muchacho es prácticamente carne de mi carne. (ENDÉMICUS LO MIRA CON ODIO Y REPUDIO). Si mi familia no me acompaña, no voy a sentirme muy motivado a realizar mi tarea. Además, usted es tan majestuoso e importante, que se vanagloria en su nombre por poseer y desposar a gloriosos amantes y guerreros. Y francamente el buen nombre de este muchacho, apenas está despegando entre sus filas. La gloria de esta hazaña, dignificaría aún más su prestigioso dormitorio. Ahora no es más que un soldado ambicioso de fama y nombre.
EMPERADOR. Tienes razón, eso no lo había pensado, tengo una reputación que cuidar. (EL EFECTO SIGUE DISMINUYENDO, SE VOLTEA HACIA MANGANESIUS, QUIEN AL PARECER HACE UN RATO ESTUVO CON ÉL; LE PREGUNTA SEÑALANDO CON GESTOS ENTENDIBLES SOBRE QUE TAL ESTÁ ENDÉMICUS. MANGANESIUS LE CONTESTA CON SEÑAS CLARAS Y CON LA PALMA, QUE MÁS O MENOS).
ENDÉMICUS. (EMPIEZA A TOMAR MEDIDAS DESESPERADAS. LE COQUETEA AL EMPERADOR CON GESTOS SUGESTIVOS MUY AFEMINADOS, QUE TODOS OBSERVAN. EMPIEZA A TIRARLE BESOS. PERO NO CAUSAN EFECTO. TANTO QUE ESTE YA LO MIRA RARO Y CADA VEZ CON MENOS AFECTO). Mi señor emperador se ha puesto usted muy “Guapote”. No le había detallado tanto esplendor.
CAYO SEVERO. Si todo sale bien, la recompensa será la gloria de mí magnificente emperador. Eso es lo que realmente importa.
ENDÉMICUS. Mi señor Emperador. La verdad, desconozco de las cosas aberrantes que dice este hombre; quien por años se aprovechó de las buenas intenciones de mi amo ¡Perdón! (ASUSTADO POR EL ERROR, CORRIGE). ¡Padre! Este sujeto por mucho tiempo abusó de su nobleza. No correspondió nunca debidamente a la confianza y el cariño que este le brindó.
CAYO SEVERO. (LE DICE APARTANDOLE, SIN QUE EL RESTO PUEDA ESCUCHAR). Si no te callas ¡idiota!, diré la verdad. Sí, ¿Cómo te queda el ojo? (ENFATIZA). Sé que eres sólo el mozuelo de servicio de Máximus Cúmulus, o ¿crees que no te reconocí? Veremos entonces, a quien le va peor.
EMPERADOR. ¿Qué estás diciendo? (DESPREVENIDO INTENTA ENTRAR EN LA CONVERSACIÓN).
ENDÉMICUS. (NERVIOSO Y CON DUDA, RECITANDO TEXTO EN TONO DE ACTUACIÓN PLANA, COMO DE FARSA). ¡No mi señor!, nada. Que los problemas familiares fueron una cosa solo entre mis dos padres. Pero a mí siempre me trataron con respeto y cariño. Que pese a todo; éramos una familia feliz así tuviera cuatro papás, “literalmente”, y que lo importante siempre era ¡yo!; así fuera hijo de padres divorciados. ¿Cierto Papito?
CAYO SEVERO. Así es, muy cierto hijito.
EMPERADOR. Está bien, aprobado. Entonces a por la gloria de Roma y su Emperador. (YA MIRA CON TOTAL DESAGRADO A ENDÉMICUS Y ESTE SE RESIGNA). Bien, Manganesius, por lo pronto encarguémonos de los preparativos para recibir a nuestros invitados. Por cierto, voy tarde a la reunión de las brujas. Pobre senador, no imagina lo que le espera. Al menos será un senador menos del que preocuparnos. Si sale con mi suegra de seguro no dura vivo un día. (SE VA A TRASESCENA CON EL BURÓCRATA).
CAYO SEVERO. Así que pensaste que podrías liberarte del castigo por el engaño. ¿Creíste que era Idiota? Si me voy de este mundo, no lo haré sólo. Eso ni pensarlo jamás. Nací egoísta y egoísta moriré. De manera que no hablemos más. Esto ya es bastante complicado para nuestro destino, que ya está marcado sin poder escapar de él. Así que debemos enfrentarlo. Mira socarrón; anda, alista tus cosas y las mías, mientras pienso que vamos a hacer. Luego nos reuniremos y te comentaré más, acerca de mis planes. Y ni se te ocurra huir. Ya sabes que en Roma tengo ojos en todos lados y tu destino final sería peor. (ABANDONA LA ESCENA).
ENDÉMICUS. (MIRANDO AL CIELO Y LAMENTANDOSE CON LAS MANOS EN LA CABEZA). Por todos los dioses, mi destino está sellado. Pronto desapareceré sin haber dejado alguna huella. En este mundo si se nace insignificante, que poca oportunidad tiene un hombre de existir. Ni siquiera supe realmente que era la felicidad. Que desdichado soy. Confiar mi destino al hilvanar divino, ¿cómo se me pudo ocurrir? ¿Por qué, quiero saber por qué? Si hice lo menos posible para notarme en la vida y no tener que luchar por nada ni nadie para sobrevivir. ¿Por qué? (COMIENZA A SOLLOZAR Y LLORAR).
APOLO. (APARECE ENTRE EL PÚBLICO). Porque cuando no hay razón que justifique una vida plena para vivir, el destino fatal se asigna aleatoriamente como castigo de esta manera, al hombre que vive sin sentido de ser y existir. Vasta y vacía es la inmensidad del rio estigia que clama por llenarse de almas. Así que los dioses aprovechamos la oportunidad de recortar la distancia en la línea de la vida, de los que desperdician vanamente su existencia sin perseguir gloria alguna.
ENDÉMICUS. La verdad me hubieras dicho antes, no me habría entusiasmado con la idea de albergar esperanza.
APOLO. La esperanza del hombre tiene el tiempo del diente de león. Su existencia no va más allá, que donde el viento extienda su vuelo.
ENDÉMICUS. Mira, Lo que menos necesito ahora es filosofar, de nada me sirve y menos cosas que no entiendo de un dios drogado de poca monta. (DESPRECIANDO LAS PALABRAS ANTERIORMENTE DICHAS POR APOLO). ¿Más bien dime porque no funcionó el anillo?
APOLO. Bueno, Su efecto terminó justo diez diálogos atrás. (HACIENDO REFERENCIA A LA OBRA Y COMO MIRANDO UN RELOJ).
ENDÉMICUS. ¿Pero por qué?, ¿acaso su efecto no estaba garantizado? (CON FRUSTRACIÓN).
APOLO. Lo siento mucho en verdad, pero lo compre por internet en una página China, y tenía un súper descuento. Seguramente se le acabó la pila. Ya sabes cómo son esos productos “Made in China”.
ENDÉMICUS. ¡Pues nada!, Iré a forjar mi lamentable destino. Gracias; ¡muchas gracias, de verdad y estoy feliz por la oportunidad!, (SARCASTICAMENTE). Vuélvanme a pedir una juemadre plegaría. Un ruego por favores. Es que jamás volveré a mirar al cielo siquiera, o esperar que mis deseos sean escuchados. Desde hoy soy ateo. Júpiter, merece morir. (CON RABIA). Que yo no me lo encuentre, porque es que lo acabo. Así este viejito no me importa. Que me lleven a la cárcel por deicida.
APOLO. Si esa es tu decisión la verdad no afecta mucho. No es que tu devoción pese una tonelada de bendiciones o algo así. (MAS SARCÁSTICO AÚN). Si esa es tu decisión yo llego hasta aquí. No respondo más. Es inútil tratar de favorecer tontos. Esa no es mi especialidad. Eso sí, te lo advierto. No habrá buen final al destino que se te ha asignado.
ENDÉMICUS. (DESAFIANTE). ¡Pues ya veremos! Ahora sí, enfrentaré mi destino como se debe. Si triunfo, la gloria será solo mía. Me iré a preparar todo para partir. (SE VA CON LA BARBILLA EN ALTO, VUELVE A ENTRAR). ¡Solo mía! (SE VA Y VUELVE A ENTRAR). ¡“Me voy, pero volveré”! (SE VA Y VUELVE A ENTRAR). ¡“Usted no sabe quién soy yo”! (ABANDONA Y VUELVE A ENTRAR). ¿APOLINAR? (LO LLAMA).
APOLO. ¿Qué?
ENDÉMICUS. No sea hijueputa hermano, baje esa perra del carro.
(FIN DEL PRIMER ACTO).
ACTO SEGUNDO.
“DEL AMOR Y OTRAS TRAGEDIAS”.
En la inmensidad del mar del amor, llevamos siempre una bitácora que cuidadosamente describimos con detalles y la dejamos para que otros nuevos navegantes, se conviertan en versados timoneles en busca de su gran aventura.
Esta nos permite entre errantes vientos, viajar más lejos de un modo en el que podemos seguir estelas invisibles que dejan los barcos que por allí cruzaron y sobrevivieron al naufragio por el canto de las sirenas. Os aseguro que es una forma menos absurda de atravesar sin tener que poner cera en nuestros oídos. Al final, si tienen en cuenta las rutas trazadas; se podrán sortear tormentas hasta donde atenuarán en calma las olas infranqueables. Seguramente entonces, aparecerán sin duda alguna, las islas con los más grandes tesoros imaginados.
NOVENA ESCENA.
(El trato divino).
(APARECE EL CÓNSUL CAYO SEVERO Y ENDÉMICUS, CARGANDO UNAS MALETAS ALGO GASTADAS. EL MAYOR PESO LO TRAE EL ESCLAVO. SALEN JUNTOS DE TRASESCENA).
CAYO SEVERO. Ya lo decía yo, debí haber aceptado mi jubilación cuando tuve oportunidad. Pero no claro, ese tenía que ser yo, “El gran Cónsul”. (AUTOCUESTIONANDOSE CON ABSOLUTO ARREPENTIMIENTO POR ELLO). No me bastaba con haber reconquistado las Galias. Eso no era todo, no era suficiente. ¿Porque tendré esa idea loca por el poder? ¿Porque esa frenética manía por influenciar a otros? ¿Hasta dónde van a llevarme mis delirios de grandeza y poder?
ENDÉMICUS. Pues francamente, su influencia no nos sirvió de mucho.
CAYO SEVERO. ¿Pero qué clase de inerme individuo eres?, que con tanta displicencia osa tan siquiera interrumpir mi lastimero clamor. O es que de verdad de alguna manera, te has convencido a ti mismo; de esa falsa posición de legionario que quisiste usurpar fingiendo noble cuna. ¿Acaso te convierten mínimamente, en alguien que pueda tan siquiera levantar una palabra, sobre un verdadero ciudadano Romano? (DESENFUNDA SU ESPADA). ¡Insolente! ¿Pero es que deseas morir? (INTIMIDÁNDOLO CON GESTO DE ATAQUE DE MUERTE). ¿Olvidas quién eres?
ENDÉMICUS. ¡No mi dominus!, no era mi intención. (SUELTA LAS VALIJAS Y ADOPTA UNA SUMISA POSICIÓN).
CAYO SEVERO. Pues entonces no me hagas enojar, que estoy bastante contrariado. (ENFUNDA SU ESPADA Y SE CALMA). Toma mis maletas y apresúrate, pronto caerá la noche junto con mi desgracia. (MIRANDO ESTÓICAMENTE HACIA EL HORIZONTE). Pronto llegará la oscuridad desde las mismísimas catacumbas y descenderemos hacia la tierra de los muertos.
ENDÉMICUS. ¡Mi señor!, ¿no hay nada que podamos hacer? (MIENTRAS RETOMA CON DESAGRADO NUEVAMENTE LAS VALIJAS). ¿No podríamos huir? ¿Y si pedimos una amnistía internacional, o solicitamos el exilio político?; ¡qué sé yo! declarémonos perseguidos ambientalistas.
CAYO SEVERO. ¡No seas estúpido!, ¿No entiendes el costo que tiene posicionar un imperio? eso implica ser odiado y repudiado en todos los estados que se someten. Es un principio del poder imperial.
ENDÉMICUS. Pero usted, que ha sido un hombre exitoso, lleno de glorias y reconocimientos; ¿está seguro? ¿No hay nada que podamos hacer? Aunque yo sea un cobarde, así sea por salir de esta; estoy dispuesto a poner de mi parte, y créame. (MOFANDOSE DE SU DESIDIOSA Y APÁTICA EXISTENCIA), eso ya es mucho decir.
CAYO SEVERO. ¡Muchacho!, ¡ay muchacho! (JUNTA SUS MANOS Y MIRA AL CIELO BUSCANDO DIVINA PROVIDENCIA). Que casta inocencia. (CON RESIGNACIÓN). ¡Cuánto me gustaría decirte que sí!, ¡pero no! Mírame, ¿a quién quiero engañar? Ya soy un pobre viejo reducido por el vino y ablandado por la lujuria. Sólo me quedaba mi posición. Mis anécdotas de antaño que causaban tanto temor en los rincones del imperio. A donde mi nombre llegaba, se erigían los más altos estandartes, y para serte sincero (MIRA HACIA SU MIEMBRO MASCULINO CON TRISTEZA). Ya no se erige nada; ¡pero nada de nada! (MIRANDO HACIA EL PÚBLICO CON VERGÜENZA, PERO CON LAS MANOS HACIENDOSE ENTENDER). Así que ya ni los dioses nos podrían salvar. Bueno tal vez si nos favoreciera alguno. Nunca es tarde para empezar a rezar. (SE ARRODILLA EN ESE MOMENTO Y EMPIEZA A ORAR AL CIELO DÁNDOSE GOLPES DE PECHO EN UN GESTO UN POCO DEMENTE).
ENDÉMICUS. Sé que usted no se fía de mí. Pero quiero decirle que yo conozco a uno; a un dios de verdad, (AFIRMA CON ORGULLO SONRÍE Y MIRA HACIA EL PÚBLICO INGENUAMENTE). No es que sea la gran cosa. ¡Sí! algo que uno diga ¡qué bárbaro, que dios! No es la estrella de rock que uno esperaría. Ni tampoco es pues alguien que verdaderamente se vea como del otro mundo. Pero fue el único que me ayudó en un momento que no fue nada fácil. Y para qué, aunque no sirvió de mucho, este tenía una buena intención. Admito que no lo traté muy bien la última vez, pero siendo honesto; me daban una rabia las bobadas que decía ese desgraciado. (EXASPERANDOSE AL RECORDAR EL ÚLTIMO ENCUENTRO). Pero es buena gente el “dios” ese. (PAUSA Y A MANERA DE COMENTARIO CONTINÚA); ¡Pobrecito!, hasta lástima me da el miserable. Ahí tiene al papá encima; ese señor don JÚPITER. Figúrese que lo mantiene relegado a la sombra de su malvada hermana gemela. Esa vieja odiosa de la que dicen que es toda una “Cazadora”, (REFIRIENDOSE A LA DIOSA DIANA). Imagínese, como ya se está quedando solterona la desgraciada; vive amargada por ello y siempre de malas pulgas. ¿Adivine con quién se desquita? ¡Pues con el pobre muchacho! Por eso es por lo que anda aburrido y triste, acomplejado y deprimido el pobre infeliz. (ASEVERANDO CON NOSTÁLIGICA EMPATÍA). Hasta lo extraño. En realidad, ¿le digo una cosa? es el único amigo que he hecho en años. ¿Sabe qué? (REFLEXIONANDO, MUESTRA UNA REPENTINA SOLIDARIRAD ÍNTIMAMENTE ESTRECHA; ASUMIENDO UNA ACTITUD BASTANTE PENDENCIERA). ¡Uy! La verdad es que lo que soy yo, por ese man me hago matar le digo. ¡con él, para las que sea!
CAYO SEVERO. ¡Pelmazo! Pero si tú eres sólo una mísera sabandija olvidada de la civilización. Cuéntame entonces de una vez, ¿cómo es eso que conoces a un dios? Desde cuando un esclavo tiene derecho a deificar, o a tan siquiera ser escuchado por los dioses.
ENDÉMICUS. Lo más curioso es que soy “ateo” mi señor. Pero admito que siempre les oré por desconfianza, por eso del que “si dios quiere”; vaya a ser algo realmente importante que luego nos reclamen en otra parte.
CAYO SEVERO. ¿Escucháis acaso la cantidad de insensateces que proclamas? Pareciera que el calor ya te ha hervido el cerebro muy pronto. ¿Deseas acaso unos buenos azotes para entrar en razón? (SE LE VA ENCIMA INTENTANDO DARLE UN AZOTE CON SU MANO).
ENDÉMICUS. Juro que lo que digo es totalmente cierto mi señor, podría probarlo. Si tan sólo tuviera un objeto con el que pudiera invocarlo.
CAYO SEVERO. Deja de decir ya locuras, te lo advertí. Si no damos pronto paso, nos tomará la noche con sus peligros. Y si no apuras, lo haré yo solo entonces para no llevar a cuestas a un tarado. (EMPIEZA A DESENVAINAR SU ESPADA NUEVAMENTE).
ENDÉMICUS. (DESESPERADO POR SU VIDA). Mi señor, ¡piedad!, se lo suplico. Si tan sólo tuviera un objeto de invocación divino. (SIENTE UN PUNZÓN DE ESPADA). ¡Ay! (ADOLECE CON EL FRÍO DEL ACERO EN SU COSTADO, MIENTRAS PIENSA EN VOZ ALTA). Si tuviera ese hijuemadre anillo que tenía el emperador. (CASI SOLLOZANDO). Me lo entregó el dios APOLO para recibir los favores de la Emperatriz, pero todo salió mal.
CAYO SEVERO. ¿Anillo? (SE DETIENE Y SE QUEDA PENSANDO UN INSTANTE Y EMPIEZA A BUSCAR EN SUS ROPAS). ¡Anillo! un anillo; el anillo; ¿dónde lo puse? (REPITE Y SACA UNO DE SU BOLSILLO MOSTRANDOSELO). ¿Te refieres a este?
ENDÉMICUS. (MUY EXTRAÑADO, PERO AGRADECIDO CON EL DESTINO). Mi señor, ¡Sí! ese es. Pero ¿cómo? no entiendo. (MUY SORPRENDIDO).
CAYO SEVERO. Y qué puedo decirte. (UN POCO ABOCHORNADO). Ando un poco mal en mis finanzas ya te lo dije. Se veía un poco corriente para mi gusto, pero en fin y al cabo era una joya imperial; y bueno estaba molesto por su decisión. (INTENTANDO DAR UNA JUSTIFICACIÓN). Pero ese no es el tema, volvamos a lo del anillo. ¿Dices que con él podrías invocar la fuerza de un dios?
ENDÉMICUS. Si, pero para ser honesto amo, ha sido él; quien siempre se ha aparecido. Tal vez, con este anillo podríamos intentar invocarlo; ¿No cree usted?
CAYO SEVERO. ¿Y hay que frotar algo? (UN POCO SÁDICO DEJANDOLO A LA IMAGINACIÓN DEL PÚBLICO). Lo digo porque escuché que en el oriente hay ciertos objetos de los que se reciben favores de esta manera.
ENDÉMICUS. (CON DESCONFIANZA LE RECIBE EL ANILLO). Pues supongo mi amo, pero no lo sé. Como le dije él siempre se ha aparecido. Así que es probable que por medio de este anillo, nos podamos comunicar. ¿Me lo presta?
CAYO SEVERO. Pues adelante, que a mí me encantan todas esas cosas esotéricas.
ENDÉMICUS. Permítame entonces, (EMPIEZA A MIRARLO POR TODOS LADOS, LO LIMPIA, LO SOPLA, LO SACUDE CERCA AL OÍDO).
CAYO SEVERO. ¿Sirve de algo?
ENDÉMICUS Pues que le dijera yo, no sé, como que se le va el wifi. (LE EMPIEZA A HABLAR A LA JOYA) ¡hola!, hola!, ¡ALÓ!, ¡APOLO!, ¡DON APOLO! No sé creo que escucho algo, pero no estoy seguro.
CAYO SEVERO. (SORPRENDIDO) ¿En serio? (SE ACERCAN LOS DOS Y CENTRAN TODA SU ATENCIÓN EN EL ANILLO. DE PRONTO UNA VOZ EN OFF).
VOZ EN OFF (APOLO). ¿Quién me llama?
ENDÉMICUS. (DEL SUSTO SUELTA EL ANILLO Y ESTE CAE AL SUELO, SE ABRAZA CON CAYO SEVERO POR EL ESPECTÁCULO SOBRENATURAL; MUY SORPRENDIDOS AMBOS) ¡hola!, don Apolo, ¿es usted?
VOZ EN OFF (APOLO). ¿Quién me está invocando?
ENDÉMICUS. (EN UN TONO ALTO Y BASTANTE ORDINARIO, SIGUE GRITANDOLE AL ANILLO EN EL SUELO, PENSANDO QUE LA VOZ PROVIENE DE AHÍ), ¡Hola como le va!, ¡soy yo! su amigo ENDÉMICUS, ¿se acuerda?
VOZ EN OFF (APOLO). ¿Quién? (COMO IGNORÁNDOLO). No qué pena no me suena. ¿A dónde está llamando?
ENDÉMICUS. (RECOGE EL ANILLO DEL SUELO). ¡Pues yo!, soy el esclavo apuesto del anillo (EL CÓNSUL EMPIEZA A PARECER ESCÉPTICO MIENTRAS EL ESCLAVO LE PIDE PACIENCIA). El que llevaba un regalo suyo a la emperatriz.
APOLO. (ENTRA A ESCENA POR DETRÁS DE ELLOS) ¿No serás el que dice que no necesita ya del favor de los dioses? ¿Qué era muy machito? ¡Pues no! qué pena, no le conozco para nada.
ENDÉMICUS. ¡Lo decía de broma nada más! (MUY ANGUSTIADO). Estoy en una posición muy difícil; ayúdeme ¿sí? no sea malito.
APOLO. (RESPIRA PROFUNDO). Benevolencia con los hombres malagradecidos, ese es el verdadero maná de los dioses. No hay nada que enaltezca más el orgullo divino. (PETULANTEMENTE). ¿Pero qué quieres ahora? Si estabas tan seguro y dispuesto a tomar el rumbo de tu destino en tus propias manos.
ENDÉMICUS. Nada más incierto que el destino de un proscrito como yo. (MIENTRAS CONTINÚA HABLÁNDOLE AL ANILLO EN SU MANO).
APOLO. Pues déjame pensar, si te concedo la gracia de escucharte. Lo que no entiendo es ¿a qué le estás hablando? (EXTRAÑADO POR LA ACTITUD DE HABLARLE A UN ANILLO, SE LES ACERCA UN POCO MAS PARA QUE SE PERCATEN DE SU PRESENCIA).
ENDÉMICUS. (CAEN LOS DOS EN CUENTA QUE HAN PASADO POR UNOS COMPLETOS IDIOTAS, MIRAN AL PÚBLICO PARA PERCATARSE DE SU REACCIÓN Y SE REINCORPORAN A LA CONVERSACIÓN CON EL DIOS). Bueno usted es omnipresente; supuse que tal vez estaba dentro del anillo. Pensé que era un anillo de Apple; un “iRing”. (REFIRIÉNDOSE A UN PRODUCTO DE LA COMPAÑÍA DE CUPERTINO, USA).
APOLO. Agradece que estaba cerca y debo hacer una vuelta judicial. Porque de lo contrario… (MIENTRAS DICE ESTO, EL CÓNSUL CAYO, LE MIRA Y LE TOCA CON EL DEDO; ESTUPERFACTO POR LA DEIDAD). Bueno ¿cuál es tu asunto?, ¿porque me necesitabas?
ENDÉMICUS. Usted ofreció ayudarme, ¿lo recuerda? Además, tiene cierta culpa en todo esto (INCRIMINÁNDOLO). Porque de haber marchado con las legiones, habría tenido al menos la oportunidad de sobrevivir entre miles. Pero gracias al resultado del anillito, voy hacia una muerte segura. ¡Gracias! (LE DICE SARCASTICAMENTE).
APOLO. Eso es lo que recibe uno por querer hacer caridad, de esa manera te lo agradecen. Es lo que se gana uno con esa gentuza. (SE SAFA DEL OSTIGAMIENTO DEL AÚN MUY ASOMBRADO CÓNSUL Y LE MIRA). A demás señor a usted ni lo conozco. ¿Saben una cosa mejor? ¡Ahí nos vemos!, ¡suerte con su suerte! (COMIENZAN A TENTAR UNA RIÑA, EL DIOS LE EMPUJA EL HOMBRO CON LA MANO AL ESCLAVO).
CAYO SEVERO. Disculpe deidad unas palabritas… (INTENTA DISUADIRLO DE SU INTENCIÓN DE PELEAR Y MARCHARSE. LE TOMA DE FRENTE POR LOS HOMBROS). Humildemente quiero que me brinde la oportunidad de ser escuchado. Por favor cálmese y no se vaya; se lo suplico.
APOLO. ¡Qué va! Lo que pasa es que me dan rabia los individuos así. Mejor dicho, a mí no me contiene ¡nadie! (SE AVIVA NUEVAMENTE EL PLEITO). Diga haber como es, lo que soy yo ¡lo enciendo de una vez! (LE LEVANTA EL ROSTRO, CON LA PALMA LE INDICA QUE SE VENGA Y CON LOS DEDOS LE HACE LAS SEÑAS DE “TE ESTOY VIENDO”. MIENTRAS EL CÓNSUL INTENTA DETENERLE. PERO ENDÉMICUS LE RESPONDE TAMBIÉN, PROCLIVE A LA TRIFULCA). ¡Va jugando igualado!
CAYO SEVERO. Pero deidad suprema, que se va a desgastar usted con un cobarde como este; no vale la pena. (EL CÓNSUL SE PONE ENTRE EL DIOS Y EL ESCLAVO, MIRA ENTRE OJOS A ENDÉMICUS; LE DICE CASI MURMURANDO ENTREDIENTES). ¡Compórtate tonto! esta podría ser nuestra única oportunidad. (NUEVAMENTE VOLTEA HACIA APOLO). No se perturbe más por problemas menores. Escúcheme, es por el bien de la civilización; “La gente de bien”.
APOLO. (RESPIRA PROFUNDO INTENTANDO CALMARSE), Bueno. (SUSPIRA). Que es lo que me quieres decir. Y eso como para que no digan que no escucho las plegarias de los hombres. (MIRA AL CIELO EN SEÑAL DE APROBACIÓN Y SEÑALA AL CÓNSUL). Eso sí, esta vez les va a costar para que aprendan.
CAYO SEVERO. El dinero no será problema alguno. Pero eso sí, deberás garantizar la efectividad de tu ayuda. Al menos yo debería sobrevivir para pagarte. (MIENTRAS EL ESCLAVO LOS MIRA CON DESPRECIO A AMBOS, AL SENTIRSE FUERA DE LA PROPUESTA).
APOLO. (CON DESCONFIANZA). Bueno, ¿qué es lo que solicitas arrogante hombre?
CAYO SEVERO. Lo que no podría saber, es cuán lejos llega tu poder, podría no ser suficiente. Y con eso de que la fe anda de capa caída, no sé si la verdad tengas la fuerza para hacerlo.
APOLO. (CON ASOMBRO E INDIGNACIÓN), Pero ¿cómo? que atrevimiento e insensatez. ¿Dudas acaso de mi poder? Pide lo que quieras insolente.
CAYO SEVERO. ¿Me puedes ayudar con mi jubilación? Resulta que ya tengo la edad, pero aún no coticé las semanas requeridas de la seguridad social y tengo una invalidez en la columna que no me permite laborar más. ¿sería posible acogerme a una jubilación anticipada?, por supuesto; ¿habiendo sido funcionario público? (EN UN COMPLETO ABSURDO DE LA REALIDAD).
APOLO. ¡Uy! no hermano, pero ahí si le digo que la tengo como difícil. Nada que hacer. (CON CARA DE TOTAL INCAPACIDAD PARA REALIZARLO). ¿No habrá otra cosita? Cosas más terrenales por favor.
CAYO SEVERO. (VOLVIENDO A LA REALIDAD). En ese caso ni la voluntad divina tiene capacidad para interferir en estos asuntos del hombre.
APOLO. Acaso se han preguntado si ¿su destino es parte de un plan mayor, en el que ustedes son simplemente un tablón para cruzar un arroyo? ¿Quién ataría la voluntad a la arrogancia de dos piezas tristes de barro cuyo polvo va a desaparecer? Son demasiado pretenciosos en su aspiración. Ideas tontas que a lo mejor no valga tanto la pena escuchar.
CAYO SEVERO. ¿Ni siquiera cuando esa mínima idea represente la existencia misma de los dioses? (CUESTIONANDO AL DIOS).
APOLO. ¿Cuál es el punto al que quieres llegar? (SE DETIENE, CUANDO SE DISPONÍA A PARTIR). Explícate de una buena vez.
CAYO SEVERO. Cierto está, que los dioses del norte proclaman la bendición a sus fieles y los favorecen siempre en batallas. Son fríos, fuertes, implacables; así como poco misericordiosos. Tanto o más diría yo, que sus mismos seguidores, a los que les exigen ríos de sangre y muerte para ser complacidos. ¿No es verdad?
APOLO. (DESPECTIVAMENTE). Pues eso dicen, pero no me consta. La verdad no conozco a ninguno de esos salvajes.
CAYO SEVERO. Pero yo sí les conozco mi gran deidad, afirmativamente de andares, batallas y viajes anteriores. Os digo que debemos prepararnos porque una vez lleguen sus hordas, que ahora mismo se disponen a marchar a Roma; destruirán todo si no son detenidas a tiempo. (CREANDO UN ESTADO DE PÁNICO). Acabarán con toda construcción y todo hombre de nuestra conocida civilización.
APOLO. Pues a tal caso lo merecen, por su falta de plegarias y su falta de fe en nosotros los dioses.
CAYO SEVERO. Pero mi divino señor, no sea usted tan ¡Bestia! (COMO PARA QUE ENTRE EN RAZÓN).
APOLO ¡Que dices anciano idiota! (CON ENOJO POR EL INSULTO).
CAYO SEVERO. Discúlpeme, pero está muy claro. Cuando no quede ninguna piedra de templo dedicado a su magnificencia, la divina providencia desaparecerá ¡y para siempre! (INTENTANDO ATEMORIZARLO).
APOLO. Crearemos nuevos hombres. (TRATANDO DE SALIR DEL APURO). Incluso si es preciso, toda una nueva civilización.
CAYO SEVERO. Venga tío qué coño. que no seas testarudo hombre. Analicémosle detenidamente. No nos digamos mentiras. Excluyendo el problema de tierras que ya están ocupadas por otros imperios y la sobre oferta actual de religiones en el mundo, cada hombre cuesta un monto muy alto de dinero. Así se fabriquen de barro, alimentarlos hasta que sean útiles y que en su conjunto formen una era dorada; tarda mucho tiempo. (HABLANDO EN VOZ BAJA SEÑALANDO HACIA ARRIBA), No nos digamos mentiras, el pobre júpiter ya no es el mismo. Sí, tal vez fueron tiempos mejores, pero ya pasaron; ya fueron. Ya ni siquiera hace héroes como Hércules, Aquiles, Ulises y Jasón; ya se fueron para siempre. hoy día lo que está de moda es el “Trending Holding”. Ósea la tendencia es, fabricar muchos humanos y por montones. El volumen de ellos es lo que cuenta en las guerras, pues mueren como hormigas y a nadie le importa. No hay destinos importantes que salvar, y mientras esté lleno de almas el rio estigia en el inframundo; de esta manera se le mantiene muy contento al tío Plutón. Todo eso sin contar que eso cuesta mucho esfuerzo en comida y lanas que también hay que crear. Y no debemos olvidar lo que representa para el prestigio frente a otras divinidades el fracaso. (EL CÓNSUL SE VENTILA LA CARA MIENTRAS APOLO SIGUE COPIOSAMENTE SU DISCURSO Y LE HACE SEÑAS DE QUE SE EXPLIQUE). Primero la Atlántida y ahora ¿toda la civilización Grecorromana? ¡Uy! (SACUDE SU MANO EN SEÑAL DE TENER VERGÜENZA). No se vería muy bien en sus hojas de vida. O ¿qué opina usted?
APOLO. ¿Eh? Yo que le digo. (DESCONCERTADO Y SIN PALABRAS POR EL ANÁLISIS DISERTADO). Bueno yo decía no más. Sí, cómo complicada la cosa ¿no? (CON SONRISA NERVIOSA), nos va a tocar encomendarnos a los dioses.
CAYO SEVERO. No lo piense, esto es un buen negocio para todos; si me ayuda a planear un ardid con su divina influencia, de seguro todos podríamos ganar.
APOLO. Está bien, ¡acepto! Pero como les dije tampoco va a ser gratis. Ya me cansé de chichiguas y de trabajar casi por nada. No se molesten en ofrecer oro, ni riquezas materiales. Eso no es de nuestro interés. Eso lo hicimos solo para que sus almas pesaran lo suficiente y cayeran al inframundo. Así que necesito algo diferente si quieren mi ayuda.
CAYO SEVERO. ¿De qué manera podríamos recibir vuestro favorecimiento?
APOLO. Hace unas centurias atrás, mi objeto más preciado; mi fabulosa cítara dorada. Fue tomada por el etrusco Tarquínio el Soberbio, de mi oráculo en Delfos. Este favorecido por mi odiosa hermana Diana, quien luego de engaños se lo entregó a sus favoritas amazonas cerca de Sarmacia más allá de Parthia. ¡Pues bien! La quiero de regreso. Desde que la perdí mi vida no ha sido la misma. Tuve que realizar las cosas más indignas que se pudieran imaginar para un dios de mi categoría. Tuve que ser político, pagar favores, y hasta vender autos usados. Ese instrumento traerá de nuevo mi esplendor y favorecimiento divino.
ENDÉMICUS. (APROVECHANDO LA OPORTUNIDAD PARA MENOSPRECIAR AL CÓNSUL). Para un decrépito anciano como este y un mentecate como yo, sería una proeza imposible de alcanzar. ¿No habría algo más sencillo que pudiéramos en verdad hacer?
APOLO. ¡Pues yo la necesito! (ENFATICAMENTE). Sino ¡no!, No hay trato. (MUY CERRADO EN SU POSICIÓN). A demás ten en cuenta que con algunas de sus melodías se llevan pestes, plagas y enfermedades a los enemigos. Así como curación divina y vida eterna para vuestros aliados, si se interpretan otras melodías. Es una pieza invaluable, incluso para su causa.
ENDÉMICUS. No quiero parecer impertinente. Pero si sabe dónde se encuentra, ¿Por qué no la ha recuperado usted mismo?
APOLO. Con la muerte de Hipólita y Pentesilea. Marte se ha puesto muy celoso con sus hijas Amazonas, ocultándolas de las deidades. Diana entregó mi hermoso instrumento para protección de ellas a cambio de la muerte de Adonis.
ENDÉMICUS. Esto ya es todo un verdadero “Juego de Tronos”. Digna de una novela de intrigas.
APOLO. Ustedes pueden entrar siendo simples mortales. Sólo hay un pequeño problema. Las Amazonas siguen siendo un grupo feminista bastante extremo. Por tal motivo aún no aceptan hombres.
ENDÉMICUS. ¿Ni tan siquiera una invitación a cenar? ¿Tal vez flores, o chocolates? (INSISTIENDO). Porque eso siempre funciona. A demás son sólo mujeres, ¿Qué tan difícil puede ser? (MISÓGINO COMO SIEMPRE).
APOLO. ¡Con estas no! ¡Nada! (ENFATICAMENTE), y ni se les ocurra mencionar la palabra “Gordas”, o tendrían una muerte terrible. Sobre todo, después que sus primas Valkirias del norte; perdieron más de 30 kilos en una dieta sueca que no quisieron compartir.
CAYO SEVERO. Pero un momento, ¿Sarmacia? eso está bastante lejos, si mi ubicación es correcta a más de 700 leguas romanas. Tardaríamos algunos meses antes de volver y no llegaríamos a tiempo para hacer algo por la ciudad.
APOLO. Deberán cruzar por el antiguo reino del inframundo y les tomará tres días en ir y volver, (ESPECIFÍCA). Cerca de aquí, hay un templo en la ciudad de Bolonia; deben descender por las catacumbas del templo. Luego tomen entrada derecha y vayan por el túnel que se dirige al norte hasta el portal de los muertos. Apaguen la luz y toquen tres veces justo después de la media noche. Esperen y sigan las instrucciones. Deben llevar estas antiguas monedas de plata. (LES ENTREGA UNOS ÓBOLOS DE PLATA Y SE VAN ATENUANDO LAS LUCES, HASTA QUE QUEDA TOTALMENTE A OSCURAS EL ESCENARIO Y EL AUDITORIO. APOLO SE VA DE LA ESCENA).
DECIMA ESCENA.
(Inframundo).
CAYO SEVERO. (CON LA LUZ APAGADA, EN LA OSCURIDAD SUENAN TRES GOLPES EN UNA PUERTA. LADRAN AL FONDO UNOS PERROS FURIOSOS QUE NO SE CALMAN). ¿Y ahora qué? (EN VOZ BAJA). ¿Qué debemos esperar?
ENDÉMICUS. (MUERTO DEL SUSTO). No lo sé amo, pero creo que deberíamos regresar; no veo nada. Creo que me quedé ciego. (EXAGERANDO CON MIEDO A LA MÚSICA DE ULTRATUMBA).
CAYO SEVERO. ¡No seas cobarde!, ALEA IACTA EST. (PRONUNCIA ESTAS PALABRAS EN LATÍN). Es decir: La suerte está echada. Así que debemos esperar. (EN ESE MOMENTO SUENA EN LA OSCURIDAD, UNA PESADA Y VIEJA PUERTA QUE RECHINA AL ABRIRSE. UNA VEZ TERMINA, SUENA UNA RÁFAGA FUERTE DE VIENTO).
PSICOPOMBUS. (SE ENCIENDE UNA LUZ EN EL CENTRO DEL ESCENARIO. HAY UNA FIGURA CON UNA ROPA ROJIZA Y OSCURA, CON UNA CAPUCHA QUE CUBRE SU CABEZA Y NO DEJA VER SU ROSTRO. SOSTIENE UN MADERO LARGO EN SU MANO DERECHA Y NO PRONUNCIA PALABRA ALGUNA. UNA FIGURA INMÓVIL, INANIMADA).
ENDÉMICUS. ¡Ay mamá!, (SE ENCIENDE UNA LUZ QUE ILUMINA MAS TENUEMENTE AL CÓNSUL Y AL ESCLAVO). Ya nos llegó la hora, (SE ABRAZAN MUERTOS DEL TERROR). Usted tenía razón, íbamos por las catacumbas derechito al mundo de los muertos.
DANTE. (SE ENCIENDE UNA LUZ CON UN PERSONAJE MAS DINÁMICO AL OTRO LADO DEL BARQUERO). Bueno se van a subir, o nos pararon para saludar. (EN UN TONO UN TANTO ALTANERO, COMO SI FUERA UN TRANSPORTE PÚBLICO INTERMUNICIPAL O INTERPROVINCIAL). Miren que el próximo pasa hasta mañana. (EN ESE MOMENTO SE ACERCAN EL CÓNSUL Y EL ESCLAVO HACIA EL CENTRO DEL ESCENARIO).
CAYO SEVERO. Necesitamos llegar a Sarmacia, y nos dijeron que esté era el camino más corto.
DANTE. Primero lo primero, son dos “lucas” por cada uno (TÉRMINO AL QUE SE REFIERAN ORDINARIAMENTE AL DINERO DE ACUERDO AL LUGAR).
CAYO SEVERO. Aquí están mis dos monedas de plata. (SE LAS ENTREGA AL COBRADOR. DESPÚES DE RECIBIRLE, DANTE SE VOLTÉA Y LE EXTIENDE LA MANO AL ESCLAVO).
ENDÉMICUS. (SE SONROJA, LE MIRA Y SE RÍE CON CARA DE IDIOTA; HACIENDOSE QUE BUSCA EN SUS BOLSILLOS. MIRA AL CÓNSUL Y CON EL CODO LO PUNZA, PUES SABE QUE APOLO; LE ENTREGÓ EL RECURSO SUFICIENTE PARA AMBOS Y SE ESTÁ HACIENDO EL QUE NO ES CON ÉL). Es que yo tenía por aquí un sencillo. (MIENTRAS SIMULA SEGUIR BUSCANDO EN SUS BOLSILLOS, VUELVE A MIRAR CON DESESPERO AL CÓNSUL, Y LE INSISTE AUN MÁS PERSISTENTEMENTE).
CAYO SEVERO. ¡Está bien! Estos pobres arrancados. Entrega las otras dos monedas. (EL ESCLAVO SE CRUZA DE BRAZOS Y SE QUEDA REFUNFUÑANDO EN SILENCIO). Usted parece un buen hombre, ¿podría indicarnos que debemos hacer para llegar a nuestro destino?
DANTE. ¿Sarmacia me dijo?
ENDÉMICUS. Específicamente donde las amazonas, queremos llegar allá para quitarles una cítara. (EN ESE MOMENTO, EL CONSÚL LO CALLA Y LE GOLPEA POR SU IMPRUDENCIA).
CAYO SEVERO. ¡No digas nada! Así es, debemos llegar allá. El dios Apolo nos ha encomendado una misión supremamente importante. (INTENTA ARREGLAR LA SITUACIÓN MOSTRANDO RESPALDO Y CREDENCIALES).
DANTE. De acuerdo, permítanme un instante, (SE VA A HABLARLE A LA FIGURA ESTÁTICA AL OÍDO Y SE SEPARA UN POCO PARA ESCUCHARLO, COMO SI ESTE LE HABLARA TAMBIÉN). Okay ¡Si señor! ¡Claro! Por supuesto. (MIENTRAS LOS OTROS DOS INTENTAN ESCUCHAR).
ENDÉMICUS. ¿Qué cree usted que estará diciendo mi amo? (CON GESTO EL CÓNSUL LE SUGIERE QUE NI IDEA).
DANTE. El Barquero hijo de Érebo, dice que ustedes no son almas y que está prohibido terminantemente por la sección tres, parágrafo cinco, que les sea permitido cruzar siendo aún dos simples mortales.
ENDÉMICUS. (LAMENTANDO SU SUERTE). Sabía que algo no iba a funcionar. No todo iba a ser tan fácil.
CAYO SEVERO. Permítame le explico. (INTENTANDO CONVENCERLE). Es de suma importancia llegar prontamente a nuestro destino. De ello depende ser recordados por las futuras generaciones. Con todo y lo que implica que los dioses también sean olvidados.
DANTE. ¡Permítanme! (ACERCA SU OÍDO OTRA VEZ AL MONTÍCULO INERTE, COMO SI ESTE LE HABLARA). Dice que con dioses o sin dioses, con reyes o sin reyes; todos vienen siempre aquí. Eso no hace la diferencia. Pero estaría dispuesto a ayudar, siempre y cuando uno de los dos esté dispuesto a realizar un sacrificio.
ENDÉMICUS. Al viejito no le quedan muchos años y tiene una enfermedad terminal terrible. (ADELANTA SU INTERVENCIÓN). Se lo puede llevar si usted desea. (MIRA A SU AMO ENFADADO). Mi señor no se enoje, recuerde que es por la gloria de Roma. (VOLTEA NUEVAMENTE Y LE SEÑALA CON GESTOS, QUE LE HAGA DE UNA. QUE DISPONGA DE LA VIDA DEL CÓNSUL).
DANTE. ¡No! Eso no es lo que pide en sacrificio. (EXPLICÁNDOLO A CONTINUACIÓN). A mi señor le ha sido concedido el don del toque de la muerte. Por lo tanto, así mismo le fue negada su capacidad para tocar a los mortales. Dice que por siglos ha visto desfilar al rio de las almas, las más bellas mujeres; entre ellas las amazonas. Eso ha despertado su curiosidad y envidia por los mortales desde hace siglos. Por eso quiere poseer a uno de ustedes, que lleve su espíritu dentro y conquistar una de esas bellas amazonas. Que por cierto desde hace mucho tiempo no vienen, seguramente protegidas por un manto divino de salud y longevidad.
CAYO SEVERO. En ese caso, (SEÑALANDO A ENDÉMICUS). Este mozuelo será el indicado. Porque a mí eso de las mujeres no se me da como muy bien, (SEÑALANDO SU INCLINACIÓN SEXUAL). Yo soy de gustos un poco más vigorosos.
DANTE. (EN SON DE BROMA Y EN CONFIANZA CON EL BARQUERO). Sabana vieja y corrompida esta. ¡Cómo le gustan bravas! Pero hay que decir que es de todo conocimiento, que las amazonas no son muy amigas de estas prácticas masculinas. Sobre todo de la conquista y el romance. Así que tocará forzar un poco la cosa ahí, si es necesario. Si fracasan, el personalmente; se encargará de que sus almas sean arrastradas con sufrimientos en el reino eterno del Infierno. Que por cierto no es muy agradable, y lo digo porque personalmente estuve ahí en un viajecito corto de vacaciones hace poco.
CAYO SEVERO. ¡Toco sacrificarse! ¡Nada que hacer! ¡Hagámoslo de una buena vez! (Y AUNQUE SE PENSABA QUE IBA A SER EL CÓNSUL CON ESAS PALABRAS QUIEN IBA A OFRECERSE PARA HACERLO. ESTE TOMA AL ESCLAVO DEL HOMBRO TOTALMENTE DESPREVENIDO POR LA FUERZA Y LO ACOMODA DE ESPALDAS AL MONTÍCULO, SOSTENIENDOLE LUEGO POR LAS MANOS). ¡Haber por donde le entra! ¡Vamos de una vez! (EL ESCLAVO SE RESISTE), Venga hombre colabore. (LE INDICA A DANTE Y LE TOMAN ENTRE LOS DOS, COMO SI EL ESCLAVO SE ESTUVIERA RESISTIENDO A UNA DOLOROSA INYECCIÓN).
ENDÉMICUS. (DA UN BRINCO COMO SI HUBIESE SENTIDO UN PIQUETE DE AGUJA POR SORPRESA EN EL TRASERO, EN ESE MOMENTO LE SUELTAN). ¡AY!, que dolor. (SE FROTA SU COLA CON LA PALMA DE LA MANO).
CAYO SEVERO. ¿Yá? (CON UN POCO DE SORPRESA).
DANTE. No lo sé, supongo que sí. En realidad, llevo muy pocos años y nunca había presenciado un ritual de posesión. Yo soy sólo un escritor. ¡Déjeme ver! (TOMA AL ESCLAVO POR LA CABEZA CON LAS DOS MANOS Y LE SACUDE UN POCO). ¿A ver?, Señor Caro, ¿está usted ahí?, ¡Conteste! (LE MIRA A LOS OJOS SOSTENIENDO LA MIRADA UNOS SEGUNDOS).
ENDÉMICUS. No lo sé, en realidad no me siento muy distinto. (MIENTRAS LE MUEVE LOS CACHETES ENTRE SUS DOS MANOS).
DANTE. ¡Pues qué les diría yo!, analizándolo en profundidad. (AFIRMA CON PLENA SEGURIDAD). Tiene los mismos ojos muertos y sin expresión. Ese rostro de parca verde y podrida de siglos, ese pelo reseco y envejecido de cadáver. (REFIRIÉNDOSE A LA FEALDAD FÍSICA DEL ESCLAVO, NO MUY SEGURO DEL RESULTADO DE LA POSESIÓN). Pero sobre todo ese olor nauseabundo a muerto que le sale de la boca, es lo que más me convence. ¡Sí!, indudablemente debe estar ahí dentro. (LO SUELTA Y SE APARTA).
ENDÉMICUS. (SE HUELE ASÍ MISMO UN MOMENTO DETENIDAMENTE Y ASEGURA). Yo que pensé que era mi olor natural.
CAYO SEVERO. Entonces supongo que ya nos podemos ir. El tiempo apremia.
DANTE. ¡Permítanme un momento! (DE NUEVO SE ACERCA AL MONTÍCULO PARA ESCUCHAR QUE DICE, COMO SI LO ESCUCHARA AL OÍDO) ¡Muy bien! así es. Cómo no.
ENDÉMICUS. ¿Qué dice ahora? (LO INTERRUMPE CON DESESPERO E INPACIENCIA).
DANTE. ¡No, la verdad nada! Parece que en el momento no está. Así que supongo que sí. Se pueden ir. Tomen el camino a la derecha y sigan por ahí sin detenerse. (SALEN DETRÁS DEL ESCENARIO ENDÉMICUS Y EL CÓNSUL, POR DONDE EL INDIVIDUO LES INDICA. TENUEMENTE SE VAN DESVANECIENDO LAS LUCES HASTA DEJAR ILUMINADO SOLAMENTE AL ESCRITOR DANTE). ¡Tengan cuidado con los obstáculos en el camino!
CAYO SEVERO Y ENDÉMICUS. (AL FONDO SE OYEN PERROS FURIOSOS LADRANDO Y LUEGO DOS GRITOS ATERRADORES EN TRASESCENA). ¡Ay me mordió! (ENDÉMICUS) ¡y a mí también! (CASI AL MISMO TIEMPO EL CÓNSUL). ¡Ayuda! ¡Auxilio!
DANTE. (EN SON DE MALDAD Y BURLA). Olvidé decirles que tuvieran cuidado con un perro de tres cabezas que andaba suelto por ahí, y que tiene un genio de los mil demonios. (CONFUNDIDO). Bueno, y ¿ahora? ¡Qué! ¿Quién va a manejar esta barca? Y yo que necesitaba ir con urgencia al purgatorio. ¿Ahora qué voy a hacer?, ¿será muy difícil manejar esta vara? (SE MUEVE FUERA DE LA LUZ QUE LE ILUMINABA Y SE APAGA EL ESCENARIO NUEVAMENTE MIENTRAS ABANDONA LA ESCENA).
UNDÉCIMA ESCENA.
(Amazonas).
(MIENTRAS SE ENCIENDE RAPIDAMENTE LA LUZ, SUENAN LAS VALKIRIAS DE WAGNER, Y UNA VOZ EN OFF PRONUNCIA).
INTERVIENEN EN LA ESCENA, ANTIGUAS GUERRERAS MUJERES GRIEGAS, PERO CONSERVADAS POR SUS EJERCICIOS FITNESS. REINA LISIPE “LA PODEROSA” (LA MANDONA), MELANIPA “LA CAZADORA” (LA INDEPENDIENTE), ANTÍBROTA “LA JUSTA” (LA SARCÁSTICA), APASA GUERRERA (LA BRAVA), ASTERIA “LA DESTRUCTORA” (LA PSICORRÍGIDA), MIRINA “LA CONQUISTADORA” (LA CONVENIENTE).
VOZ EN OFF (REINA LISIPE LA PODEROSA). Nosotras disparamos el arco, tiramos el dardo, montamos un caballo. Pero esas habilidades mujeriles de hilar el copo, enhebrar la aguja y atender a los ciudadanos domésticos jamás. (GRITO DE GUERRA DE MUCHAS MUJERES A LA VEZ. ¡HUM! ENTRAN TRES MUJERES A ESCENA. CON ARCO, FLECHA, ESPADA Y LANZA).
MENALIPA LA CAZADORA. ¡Hermanas!, un momento. Estoy segura de que anda por aquí, la presa está herida. (SE AGACHA Y HUELE EL RASTRO Y MIRA EL HORIZONTE MIDIENDO LA DIRECCIÓN DEL VIENTO).
APASA GUERRERA. Pero es la tercera vez que se escapa, debemos atraparla pronto hermana, o será mejor acabar con esto ¡ya! (UN TONO UN POCO GROSERO).
ANTÍBROTA LA JUSTA. Y es que con esas presas que estamos cazando últimamente; seguramente el hambre nos está haciendo ver visiones. Yo al menos aún no he visto todo lo que ustedes dos ven. (EN UN TONO ODIOSO). Tus habilidades de caza están deteriorándose con la edad.
MENALIPA LA CAZADORA. Mantengan la boca cerrada hermanas, sé que la atraparemos pronto. ¡Vi algo!, vamos hacia allá. (SALEN A TRASESCENA POR UN COSTADO).
ENDÉMICUS (ENTRA POR EL OTRO LADO DE TRASESCENA CON EL CÓNSUL, DISFRAZADOS DE MUJERES GUERRERAS MAL DIBUJADAS; CON ESPADA EN CINTURA Y LANZA EN MANO. ESTÁN MAQUILLADAS A LA CARRERA CON LABIAL, Y PELUCAS DE LARGAS CABELLERAS; COGIDAS POR COLAS O TRENSAS). ¿Pero era esto necesario?
CAYO SEVERO. ¡Claro que sí!, este es un plan perfecto. ¿Acaso no conoces la fama que tienen las amazonas como fieras guerreras? No tienen tolerancia, ni consideración alguna por los hombres. Incluso, se deshacen de ellos al nacer. (ADVIERTE CON RIGUROSIDAD). Así que si aprecias tu vida, deberás actuar como una de ellas. Será tal vez, la única oportunidad de acercarse a ese instrumento musical.
ENDÉMICUS. (HACIENDO MOFA DE SU VIRILIDAD). Pero mi señor, el problema es que con este porte de “MACHO” que yo tengo; francamente lo veo muy difícil. Se van a dar cuenta inmediatamente. He tenido ese problema toda mi vida. Usted no está para saberlo, pero siempre me ha costado trabajo encontrar si tengo un lado femenino. Simplemente ¡No se me da! (SE PÁRA CON LOS BRAZOS CRUZADOS Y UNA MANO EXPLICANDO CON LA MUÑECA DOBLADA. UNA POSICIÓN MUY FEMENINA, HASTA QUE CAE EN CUENTA Y SE PARA FIRME).
CAYO SEVERO. Pues más te vale que empieces a hacer el papel de tu vida, la nuestra depende ahora de ello. Así que si no quieres morir, ponte de puntitas y mueve tus pestañitas. Piensa en un nombre adecuado de guerrera.
VOZ EN OFF (MENALIPA LA CAZADORA). (CON UN GRITO) ¡Adelante!, ¡hay alguien adelante! (SALEN LAS TRES AMAZONAS DETRÁS DE ESCENA ARMADAS CON ESPADA, ARCO Y LANZA; RODEAN AL ESCLAVO Y AL CÓNSUL).
APASA GUERRERA. (TOMA LA DELANTERA BLANDIENDO SU ESPADA). ¿Quiénes son ustedes? ¡Identifíquense inmediatamente! Se los exijo o morirán aquí mismo, ¡están en tierras sagradas de las amazonas! (ENDÉMICUS SE ACERCA AL CÓNSUL MUERTO DE MIEDO, EXIGÍENDOLE POR SEÑAS QUE HABLE POR LOS DOS).
CAYO SEVERO. Somos dos guerreras que vienen de las tierras del oeste. (CON VOZ TEMBLOROSA TRATANDO DE EMULAR LA VOZ FEMENINA).
ANTÍBROTA LA JUSTA. ¿Ustedes guerreras? ¿Una anciana y una pálida fea y debilucha? (OBSERVANDO DETENIDAMENTE LAS DOS AL ROSTRO). Pues, nunca las había visto en ninguno de nuestros clanes; ni siquiera en los clanes lejanos del oeste. Recordaría sus rostros, estoy segura. Las conozco casi a todas (CON DESCONFIANZA ABSOLUTA).
CAYO SEVERO. Usted no miente mi señora. (HÁBILMENTE DISUADIENDO LA SITUACIÓN). Mi hija y yo venimos más allá de las fronteras de los clanes del oeste. Estamos huyendo como dos pétalos furtivos al viento, del maltrato de los cochinos hombres. ¡LOS HOMBRES… HUM! (ESCUPEN TODAS AL SUELO INCLUYENDO A ENDÉMICUS Y AL CÓNSUL AL TIEMPO).
APASA GUERRERA. (AÚN NO CONVENCIDA). Eso no es suficiente, este es suelo sagrado del dios Marte. Extranjeras no son permitidas, así que deberán marcharse de inmediato o morirán… (SE ACERCA A ENDÉMICUS O AL CÓNSUL COLOCANDO SU ESPADA CERCA DEL CUELLO DE ELLOS).
CAYO SEVERO. Pero a nuestro favor tengo que decir, que también somos descendientes de las amazonas… (HÁBILMENTE INTENTANDO FLANQUEAR LA SITUACIÓN). Venimos por línea directa de la reina HIPÓLITA. Vencida por el terrible y nefasto Hércules. ¡HÉRCULES…HUM! (ESCUPEN NUEVAMENTE TODAS AL SUELO INCLUYENDO A ENDÉMICUS Y AL CÓNSUL, COMO SI FUERA LA CONTRA DE UNA MALDICIÓN).
APASA GUERRERA. ¿Cómo podemos comprobar si lo que dicen es verdad? (ACERCANDO AÚN MAS SU ARMA A LOS CUERPOS DE LOS AMENAZADOS).
CAYO SEVERO. Quizá nuestros nombres la puedan convencer. (DE UNA MANERA NERVIOSA, SE DA CUENTA QUE NO HA TENIDO MUCHO TIEMPO PARA PENSAR EN UN NOMBRE QUE LAS RELACIONE CON LA ANTIGUA REINA HIPOLITA). Por ejemplo, yo soy (MUY NERVIOSO SE TOMA UN SEGUNDO) … ¡HIPO! … ¡HIPO! (HASTA QUE SE LE OCURRE). “HIPOTIROIDEA… HIPOTIROIDEA LA” … (DUDANDO NUEVAMENTE MUESTRA UNA TENUE RISA NERVIOSA, PUES SABE QUE SU NOMBRE DE GUERRA; DEBE LLEVAR COMO COMPLEMENTO UNA CARACTERISTICA DE RESPETO, SEGÚN LAS HISTORIAS DE LOS ANTIGUOS TIEMPOS DE LA MITOLOGÍA). “¿LA ÉBRIA?”.
ANTÍBROTA LA JUSTA. Que nombre terrible, puro invento de los hombres. (CON UN TONO DE BURLA). ¡Qué patética!
MENALIPA LA CAZADORA. (VOLTEA HACIA ENDÉMICUS) y cuál es vuestro nombre. (ENDÉMICUS SE AUTOSEÑALA). Si, tú… ¡la escuálida!
ENDÉMICUS. (SE RASCA LA CABEZA, MUCHO MAS NERVIOSO QUE EL CÓNSUL AÚN; PUES SABE QUE NO ES TAN INGENIOSO). Mi nombre es… ¡cómo les dijera yo! (CON UN DISIMULADO DESESPERO). ¡Ya se! “HIPO”; “HIPÓCRITA”.¡HIPÓCRITA LA MÁS!… (SONRÍE, SUPONIENDO QUE CON ESE NOMBRE IBA A PARECER SOBRESALIENTE ENTRE ELLAS Y LAS IBA CALLAR. INCLUSO, LO DICE EN UN TÉRMINO CON SUPERIORIDAD, EN UN TONO UN POCO FASTUOSO Y PETULANTE…ÁCTO QUE NO TOMAN MUY BIEN LAS AMAZONAS).
MENALIPA LA CAZADORA Y APASA GUERRERA. (UN POCO OFENDIDAS POR LA ACTITUD DE ENDÉMICUS, LE PREGUNTAN AL TIEMPO) ¿La más qué?
ANTÍBROTA LA JUSTA. ¡Qué dices insolente! ¡Morirás inmediatamente!
CAYO SEVERO. (SORPRENDIDO POR LA BARBARIDAD DE NOMBRE PRONUNCIADO POR ENDÉMICUS Y DEL EFECTO QUE PRODUJO EN LAS AMAZONAS, LE PIDE POR SEÑAS QUE PIENSE EN ALGO RÁPIDO).
ENDÉMICUS. (AL VER EL TERRIBLE ERROR QUE COMETIÓ, PROCEDE A ARREGLARLO DE ALGUNA MANERA). Este sí. ¡La más! Pero la más “CHÉVERE” (HACE CON SUS DOS PULGARES EN SEÑAL DE APROBACIÓN). Si, así me decían mis amigas del Colegio… (COMO UNA NIÑA CONSENTIDA EN UN TONO UN TANTO SNOB, PERO INOCENTE) … Me decían ¡HIPO! Ay amiguis tu eres la más Chévere de todas. Y Yo les respondía; no bobas ¡ustedes son lo más divino! …y así no la pasábamos todo el día. Por eso me quede como; “HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE” (ESPERANDO UNA REACCIÓN AFABLE DE LAS AMAZONAS, QUIENES RETIRAN UN POCO LA AMENAZA. ENDÉMICUS SE SIENTE UN POCO MAS A SALVO AL IGUAL QUE EL CÓNSUL). Nosotras venimos en paz. (CON LOS DOS DEDOS EN SEÑAL DE PAZ). ¡Paz hermana!
APASA GUERRERA. Será nuestra Reina Lisipe la Poderosa, Quien decidirá vuestro destino. ¡Andando! (LES TOMAN POR PRISIONERAS Y LES ATAN LAS MANOS)
ENDÉMICUS. (AL PÚBLICO MIENTRAS INTENTA RESISTIRSE A LAS AMARRAS). ¡No es justo! Será una condena existencial, el hecho de que nuestras vidas ¿siempre están en manos de otros? ¿Es imposible adueñarse del propio destino y de la voluntad del ser?
MENALIPA LA CAZADORA. Ya escuchaste flacucha. ¡Andando!
DECIMOSEGUNDA ESCENA
(Reina CEO & Company).
(ENTRA A ESCENA UNA FLAMANTE MUJER MODERNA, VESTIDA DE ALTA EJECUTIVA CORPORATIVA. HABLANDO POR ALGO QUE PARECE UN CELULAR, DEBATIENDO SOBRE CONCEPTOS COMERCIALES).
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¡Ya lo dije!, ¡Quiero tres! Escúcheme bien, ¡TRÉS! No dos, no cuatro… ¡TRÉS! (CASI GRITANDO). Debe estar mañana antes de salir la última carga. Se lo advierto, si no llega; el contrato se termina y se entenderá en adelante con nuestras abogadas… Permítame un momento (INTERRUMPE SU LLAMADA, MIRA SU DISPOSITIVO MÓVIL Y REALIZA APARENTEMENTE UN CAMBIO DE LLAMADA. CURIOSAMENTE CAMBIA SU TONO DE HISTERIA INICIAL, A UN ESTADO MUY AMABLE). ¡Aló! Hola MARS… (EN UN TONO ANGLO Y SNOB PARA REFERIRSE AL DIOS MARTE). ¿Cómo estás? Aquí todo marcha bajo control, así que tranquilízate; tu sigue disfrutando de tus vacaciones por el mediterráneo. Tus chicas siguen en excelentes manos te lo aseguro. Las acciones siguen subiendo como la espuma. (ESCUCHA ALGO QUE LE DICE DEL OTRO LADO DEL TELÉFONO; MIENTRAS ENTRA UNA DE LAS AMAZONAS, COMO SI FUERA SU ASISTENTE. LA REINA LE INDICA CON LA MANO Y EL DEDO QUE ESPERE. MIENTRAS CAMBIA SU ROSTRO A UN GESTO DE PREOCUPACIÓN). ¡No! no señor eso aún no lo tengo. No, pero… (CON FRASES Y PALABRAS ENTRECORTADAS, FINALMENTE CALLA, PUES PARECEQUE LA ESTUVIERA REGAÑANDO DEL OTRO LADO DEL TELÉFONO) … Si señor… Pero… Claro…Si… Si Señor lo siento. (ESTALLA EN FURIA, PERO SIN MENCIONAR UNA SOLA PALABRA Y CON GESTO DE IRA, INTENTA APUÑALAR CON UN CUCHILLO IMAGINARIO A QUIEN ESTÁ DEL OTRO LADO DEL TELÉFONO MÓVIL, MIENTRAS LO DEJA SEGUIR HABLANDO. LE RELIZA GESTOS A SU ASISTENTE, GESTICULANDO REMEDO SIN EMITIR SONIDO ALGUNO, TOMA UNA PAUSA Y CUBRE EL MÓVIL PARA DECIR) ¿Qué tal, el colmo? (CON LA PALMA SU MANO CUBRE SUS OJOS, RESPIRA PROFUNDO; MIRA HACIA ARRIBA Y CONTINÚA. VUELVE A PONER EL DISPOSITIVO MÓVIL EN SU OÍDO). Si señor… Si…Sí que lo entendí. Como le dije no se preocupe… Sí, yo lo espero… (LO PONE EN LLAMADA DE ESPERA Y LE DICE A SU ASISTENTE) …Pero ¿qué más quiere este tipo? Como si no tuviera bastante trabajo ahora, ¿también lo tengo que esperar? (LA ASISTENTE LE PASA UNOS DOCUMENTOS PARA FIRMAR). Me está entrando otra llamada…Es mamá, ¡Demonios! (MIENTRAS TERMINA CON LOS DOCUMENTOS). ¿Algo más?
MIRINA LA CONQUISTADORA. Si mi reina.
REINA LISIPE LA PODEROSA. Permíteme entonces no te vayas. (VUELVE AL CELULAR). ¡Hola mamá! …No aún no he ido. Sí, ya sé que me comprometí; pero no he podido ir… Claro que es importante, no tienes que repetírmelo… ¿Esta noche? imposible mamá ya tengo un compromiso… ¿Qué? no llores mamá. ¿Mamá? ¡Mamá! (TOMA AIRE Y RESPIRA) … Esta bien mamá será esta noche ¡Pero Cálmate! (UN POCO DESESPERADA). Sólo permíteme yo reviso mi agenda… ¿Mamá? ¿Aló?, ¿Aló? ¡Me colgó! (CON SORPRESA). Esto ya es el colmo. Habla pronto mujer que no demora en volver a llamar el tonto de MARS.
MIRINA LA CONQUISTADORA. Han llegado las cazadoras, pero vienen acompañadas de dos extranjeras que piden vuestra audiencia. Bastante andrajosas por cierto (ACOTANDO INTENCIONALMENTE).
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¿Están agendadas?
MIRINA LA CONQUISTADORA. La verdad no, pero insisten que es importante.
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¿No se puede encargar otra? ¡Qué sé yo! una ejecutiva de mando medio y poca paga. ¿Porque será que me tengo que encargar de todo? (PROTESTANDO). No me pagan lo suficiente. En verdad no lo suficiente.
MIRINA LA CONQUISTADORA. Su majestad, parece que son vuestras primas y no quisimos adelantar un trato no digno a su linaje. Por eso las traemos ahora ante usted. Ellas aseguran, que vienen desde un punto muy lejano del oeste.
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¿Acaso que querrán? (SE PREGUNTA CON PREOCUPACIÓN EN VOZ ALTA) ¿Serán usurpadoras de mi trono? ¡Vamos! No te quedes lela, ¿Qué esperas? que pasen pronto. A estas tengo que conocerlas y sacarlas del camino. (ENTRAN SOLO LAS DOS NUEVAS INTRUSAS ESCOLTADAS POR MIRINA). ¿Decís entonces que sois cercanas a mi real ascendencia familiar? (PREGUNTA CON UN TONO DE DESCONFIANZA). ¿Y cómo por qué línea sería eso?
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). Su realeza, es un placer conocerla. Su vasto nombre recorre los rincones del mundo conocido (APELANDO A SU SENTIDO DE ADULACIÓN). Como seguramente ya os han dicho con anterioridad; el lazo que nos une, viene de antiguas fraternidades familiares. Pues al igual que nosotras, usted también es una descendiente directa de Hipólita; la reina de las Amazonas.
REINA LISIPE LA PODEROSA. Esas son meras conjeturas. Solo son relatos perdidos en la memoria del tiempo, entre los mitos y la historia. Yo soy la Reina, sólo porque fue mi derecho divino de nacimiento. Mi madre era Reina y asimismo lo era también su madre. Estamos hechas, por todo aquello que el destino nos ha brindado tan generosamente. No cabe misterio alguno en ello. Así que, si esa es vuestra acreditación; es muy poco valedera. No veo conexión alguna y no existe relación posible entre ustedes y yo. Lo mejor será condenarlas por intento de usurpación del trono.
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). Pero su majestad, nosotras no venimos por su trono; por el contrario aclamamos por su bondad. Mire que sólo somos dos indefensas mujeres buscando un lugar en el mundo, libre de la opresión y el maltrato machista… (RECURRIENDO A SU SENTIDO FEMINISTA).
REINA LISIPE LA PODEROSA. Para mí que estáis mintiendo, estoy muy segura. porque ustedes par de esperpentos, no pueden ser de mi familia. Son demasiado ¡LUSSSERS! (EN UN TONO MUY SNOB “PERDEDORAS”). Ósea, yo la verdad necesitaría más pruebas. Aunque pensándolo bien, ¡Mejor! Clavad sus cabezas en lanzas a la entrada del reino como advertencia. (ORDENANDO A MIRINA).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). (POR UN MOMENTO SE QUEDA TIESO Y FRÍO, CON LA MIRADA FIJA HACIA EL PÚBLICO). Un momento, creo que ya lo tengo… ¡EUREKA! ¡I ALÍTHEIA! (PRONUNCIA PAUSADA Y FUERTEMENTE EN GRIEGO ESTA FRASE h alhqeia QUE SIGNIFICA: “LA VERDAD”. COMO SI LE VINIERA DE UN CONOCIMIENTO ANTIGUO MUY PROFUNDO). Cierto es que cuando Eneas arrasó los pueblos del rey Turno. Su hija, “La reina de los Volscos”; descendiente por línea directa de la reina Hipólita e instruida asiduamente en las artes amazonas. Es por quien lleva su majestad su segundo nombre; brindado al igual que el mío, en honor a nuestra antecesora común. Pues bien, en su afán de huir y a su desesperado juicio, buscando proteger su descendencia, separó a sus dos castas hijas… Una de ellas y quien fuera la tátara abuela de mamá, ósea de está linda viejita aquí presente, (REFIRIENDOSE AL CÓNSUL AHORA COMO HIPOTIROIDEA LA EBRIA). fue enviada hacia el oeste. Mientras que a la que fuera “su hermana” es decir, la segunda hija y quien es su real antecesora; fue enviada hacia el este. Si usted bien lo piensa, eso nos daría de alguna manera una remota relación consanguínea, cómo de “ciertas primas lejanas”. ¿No lo cree?
REINA LISIPE LA PODEROSA. (LA REINA SE MUESTRA ESCÉPTICA Y NIEGA ESA AFIRMACIÓN, AUNQUE UN POCO INSEGURA AHORA, PORQUE EN ALGÚN MOMENTO HABIA ESCUCHADO EN SU HISTORIA FAMILIAR, ALGO AL RESPECTO). Cómo dije antes, sólo conjeturas. Demasiada larga a la imaginación, (EN UN INTENTO DE DESPRESTIGIAR DICHA INFORMACIÓN).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). Pero la prueba irrefutable es el mismo defecto congénito que tenemos atrás. (LA REINA LISIPE ABRE LOS OJOS CON ASOMBRO E HISTERIA, SE LLEVA SU MANO AL TRASERO Y MIRA CON HORRIPILANTE MIRADA A ENDÉMICUS, AHORA COMO HIPOCRÍTA LA MAS CHÉVERE DE TAL MODO, CÓMO SI QUISIERA MATARLO O TRAGÁRSELO; POR INTENTAR REVELAR ALGÚN DEFECTO FÍSICO SUYO). Así es, tenemos una misma marca heredada. Una deformidad congénita en el Culo. (SE VA SEÑALANDO MIENTRAS TODAS MIRAN CON ASOMBRO).
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¡Cállate! (INTENTA INTERRUMPIRLE Y LE GRITA ENTRE DIENTES CON UN GESTO AMENAZANTE, TRATANDO DE DISIMULAR; MIENTRAS ENDÉMICUS CONTINÚA).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). (SIGUE DESCRIBIENDO, SIN PERCATARSE DE LA FURIA DE LA REINA). Bueno, en realidad es como una diminuta colita. Podemos notar esta pequeña protuberancia un poco más arriba del Coxis. Si, allí se ve, pero nada que pareciera muy fuera de lo normal. (INTENTANDO MOSTRAR SU PROPIO DEFECTO AL PÚBLICO). Aunque debo decir, que se pone un poco fea cuando se inflama. Cuando se enrojece; a veces parece un gran forúnculo.
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¡Qué te calles imbécil! (MIENTRAS LA OTRA AMAZONA Y EL CÓNSUL AHORA COMO HIPOTIROIDEA LA EBRIA, SE MIRABAN ENTRE SÍ Y YA ESTABAN PREDISPUESTAS A LA BURLA Y A LA CRÍTICA).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). (PASANDOSE DE IMPRUDENTE Y TENTANDO SU SUERTE INGENUAMENTE). La verdad si usamos falda larga no se nos nota mucho, pero por otro lado; si usamos traje de baño muy corto y miramos bien. ¡Se nota por completo! (ENFATIZA).
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¡Bueno ya basta!, ¡suficiente! (INTERRUMPE MUY ASUSTADA DE CAER EN VERGÜENZA FRENTE A SU SUBDITA Y FRENTE AL PÚBLICO). ¡Está bien!, está bien; somos primas lejanas, ¡ya está! (PARA QUE SE DETENGA Y PARE DE HABLAR).
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). (SORPRENDIDO Y COMUNICANDO POR SEÑAS, LLAMA LA ATENCIÓN DE ENDÉMICUS INTENTANDO PREGUNTAR CON LA MIRADA, ¿COMO SUPO DE ESE DETALLE? A LO QUE CONTESTA QUE NO LO SABE; QUE SIMPLEMENTE LE VINO DE ADENTRO). Su aún muy bella majestad, no somos unas cazafortunas, ni nos interesa fama o gloria alguna. Sólo queremos tranquilidad. Ser libres al fin de la opresión, del chantaje sicológico, de los abusos y de la inutilidad para realizar toda labor de los odiosos varones. Y ni qué decir del acoso sexual; puesto está que ellos sólo piensan en Sexo, comida y Guerra… o si no en Comida, Guerra o Sexo… y cuando pueden en Guerra, Comida y más Sexo. No lo pudimos soportar más. No queremos cocinar más. No queremos ni coser, ni planchar sus ropajes. Simplemente ¡no más!
REINA LISIPE LA PODEROSA. Anciana… ¡Despierta a la realidad! “La libertad femenina” no es para todas. Algunas deben sacrificarse para mantener a esos desgraciados lejos de otras. Nuestra política es: “Si naciste subyugada debes aceptar tu destino”. Solo las que nacimos libres, sabemos lo que significa realmente ser libres. Ustedes en realidad ya no son puras; vienen contaminadas y están tan sucias, que ya no podrían entender nuestro punto de vista, a nuestra manera. Traen enfermedades como esa que llaman “AMOR”; que viene marcada por síntomas funestos como el apego y la sumisión. Ya es muy tarde para ustedes. Voy a ser franca, no les voy a permitir que anden por ahí deambulando y favoreciendo a enemigas que quieran el poder, alimentando ideas de cambio con vuestra causa perdida. (HABLANDO HACIA EL PÚBLICO, EN UN GIRO DE SU PROPIA REFLEXIÓN). Por otro lado, no estaría bien sino cuido de mi propia sangre. Correría un rumor tan nefasto entre mis súbditas, que me haría perder tanto favorabilidad, como popularidad. ¿Qué puedo hacer con ustedes?
MIRINA LA CONQUISTADORA. Sugiero lo consulte con la vicepresidenta, con la jefa de relaciones públicas, con la directora de prensa y la gerente de Marketing.
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¿Y qué esperas? convócalas inmediatamente, que este asunto no da espera. Marte no se puede enterar, mi cabeza al frente de la compañía está de un hilo. (AL CÓNSUL Y A ENDÉMICUS). Y ustedes dos se quedan en esta oficina y esperan mi regreso. Cuidadito con abrir la boca. ¡Pronto! colocad una guardiana a la salida, por ningún motivo ninguna de estas debe salir de aquí, hasta que se tome una decisión corporativa. (SALEN LA REINA Y SU SÚBDITA ASISTENTE A TRASESCENA).
DÉCIMOTERCERA ESCENA.
(La Cítara).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). ¿Ahora qué hacemos?
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). Aprovechemos para buscar la cítara en esta oficina. Siendo un objeto tan valioso, debe estar en un lugar seguro cercano a la reina. (PASA CERCA DE UNA JARRA CON VINO O ALGUNA BEBIDA ALCOHÓLICA, LA CATA UN POCO; LUEGO DE UN GESTO DE FELIZ APROBACIÓN, EMPIEZA A TOMAR SU CONTENIDO COMO DESESPERADO. INCLUSO DIRECTAMENTE DE LA VASIJA).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). ¿Qué está haciendo?, (ENOJADO POR LA POCA IMPORTANCIA QUE LE DA A LA BÚSQUEDA, A CAMBIO DE LA BEBIDA). ¡Suelte eso! (INTENTA ARREBATARLE EL ÁNFORA, PUES SABE DE ANTEMANO DE LAS CONSECUENCIAS TERRIBLES QUE TRAE AL CÓNSUL EL BEBER TANTO).
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). ¡Déjame! Un chorrito, es lo que necesito para emprender esta búsqueda. (SE SAFA CON VEHEMENCIA DEL INTENTO DE ENDÉMICUS DE QUITARLE EL RECIPIENTE CARGADO DE BEBIDA FERMENTADA. SE AFERRA A ELLA Y SIGUE TOMANDO A GRANDES TRAGOS MIENTRAS SU NIVEL DE BORRACHERA EMPIEZA A SUBIR). ¡Epa, esto si está bueno! (ENDÉMICUS, ABANDONA SU INTENTO DE FRENAR LA INTENCIÓN DE BEBIDA DEL CÓNSUL Y FRENÉTICAMENTE, SE PONE A BUSCAR POR TODO EL SITIO. INTENTA POR TODO MEDIO, ENCONTRAR INDICIO ALGUNO DEL ANHELADO INSTRUMENTO. DESPÚES DE UN RATO, ENCUENTRA UN ARMARIO CERRADO CON UN CANDADO).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). ¿Aquí debe estar?, pero ¿cómo la abrimos?
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). ¡Te lo voy a responder con tres palabras! (UN TONO FESTIVO Y YA PASADO DE ALCOHOL) ¡QUE ME IMPORTA!
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). ¿Qué quiere decir?, ¿enloqueció?
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). ¡Ja! ¡Me cansé!, que hagan conmigo lo que quieran. Ya estoy viejo; Ya viví lo que debía vivir. Esto no da más. ¡Adiós mundo cruel! (LEVANTA LA VOZ, MIENTRAS ENDÉMICUS LE SUPLICA QUE HAGA SILENCIO).
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). (MUY BRAVO POR LA ACTITUD DEL CÓNSUL, LOGRA FINALMENTE ARREBATARLE LA VASIJA). ¡No entiende que debemos abrir esto! Concéntrese por favor. ¡Ayúdeme se lo suplico!, debemos salir pronto de aquí. (INTENTA DESESPERADAMENTE FORZAR LA MANIJA DE APERTURA DEL ARMARIO, TRAS DESHACERSE DE LA VASIJA). ¡Ábrete!, ¡ábrete sésamo! (TIRA DEL CANDADO CON FUERZA. EN ESE MOMENTO IRRUMPEN, SE ABRE Y SE CIERRA ABRUPTAMENTE UNA PUERTA DE REPENTE). ¡Ah! (GRITAN AMBOS DEL SUSTO).
ASTERIA LA DESTRUCTORA. ¡Alto ahí! ¿Qué creen que están haciendo? (ENTRA UNA MUJER BASTANTE GRANDE). ¿Qué buscáis ahí?
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). Nada en especial (EN UN TONO ALTERADO Y NERVIOSO). Solo teníamos curiosidad por saber cómo vive la prima.
ASTERIA LA DESTRUCTORA. ¡No me digas! ¿No será que estáis buscando algo que no os pertenece? (NO CONVENCIDA DE SU EXPLICACIÓN).
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). ¿Nosotras? ¡jamás! ¿Cómo se le ocurre? (CON GESTO DE INDIGNACIÓN). Estábamos buscando algo para ambientar esta oficina con un poco de música, solo mientras esperábamos. (DE MANERA GUAPACHOSA MUEVE LOS HOMBROS ADELANTE Y ATRÁS EN UN TONO FIESTERO). No sé, una radio o cualquier cosa que suene, la idea es preparar una rumbita para festejar nuestra llegada. A lo mejor quizá, podría servir algún instrumento. Unas maracas, una guitarra ¿o porque no? una buena cítara.
ASTERIA LA DESTRUCTORA. Con que una cítara… ¡Ya veo! Podría ser por ejemplo ¿la que se encuentra dentro de ese cajón? (SONANDO MUY IRÓNICA). Esa sí que les serviría, estoy segura.
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). (SINTIENDOSE ATRAPADO CON LAS MANOS EN LA MASA). Pero ¿es que había una aquí? (SEÑALANDO EL CAJÓN DEL ARMARIO Y SIMULANDO SORPRESA). ¡Vaya! mira que coincidencia madre (HACIA EL CÓNSUL). ¿Qué cosas no?, toda una verdadera suerte.
ASTERIA LA DESTRUCTORA. ¡Pero díganme por favor!, insisto; ¿supongo que ahora necesitan esa cítara? ¿verdad? (SONANDO MAS IRÓNICA AÚN).
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). Mi portentosa guerrera, pues que le diré. Simplemente si no se puede, no es que sea necesario tampoco. Podemos pasar aquí solas conversando toda la tarde si es preciso. Lo de la animada fiestita era algo opcional. (ESPERANDO APACIGUAR LA TENSIÓN PROPIA DE LA SITUACIÓN).
ASTERIA LA DESTRUCTORA. ¡Ya veo!, entonces nos olvidamos del instrumentito. Hago de cuenta como si no lo estuvieran buscando y aquí no ha pasado nada. Que nadie se entere, ¿Cierto?
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). Si nos hicieras ese inmenso favor, no te imaginas cuanto te lo agradeceríamos. (SINTIENDOSE DEFINITIVAMENTE ATRAPADO). Por algo así seríamos amigas, te lo aseguro; amigas de verdad y para siempre.
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). Mira, no es por nada malo, pero ten en cuenta que la prima Lisipe; no necesita más preocupaciones. Hagamos que esto quede entre nosotras. (RETOMANDO LA VASIJA), ¿Quieres un traguito?
ASTERIA LA DESTRUCTORA. ¡Suficiente! ¿Me creen estúpida o qué? Esto que hicieron es imperdonable. ¿Creen que se va a pasar por alto?
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). (SINTIENDOSE DE REPENTE MUY ARREPENTIDO, SE QUIEBRA ANTE EL INTERROGATORIO). ¡Lo siento! yo no quería, pero fui obligado por el dios APOLO que la quiere de regreso. ¡Piedad! ¡Se lo suplico! Este viejo loco me convenció y yo le dije que no; que era imposible burlar su sagacidad, su astucia e inteligencia.
ASTERIA LA DESTRUCTORA. ¿Obligado? ¿Viejo loco?, ¡pero como que viejo loco! además ¿Resulta que sois hombres ambos? (LEVANTANDO A UN MAS SU VOZ).
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). ¡Al menos yo sí!, porque a esta rata cobarde y delatora no se le conoce condición viril. ¡Valiente Machote! (HACIENDO REFERENCIA A ALGUNOS DIÁLOGOS ANTERIORES DEL ESCLAVO PROSCRITO).
ASTERIA LA DESTRUCTORA. ¡Ya cállense los dos!, basta de estupideces. Intentaron infructuosamente abrir ese cajón, donde se encuentra en instrumento sagrado. ¿Saben las consecuencias de eso? (MIENTRAS SE LAMENTAN ARRODILLADOS UNA VEZ MAS PIDIENDO PIEDAD CON GESTOS Y GEMIDOS). ¿Saben lo que tendré que hacerles ahora?
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). Estamos muy arrepentidos, por favor; déjenos ir. Nos iremos en silencio sin protestar. Usted parece una buena persona y no se lo diremos a nadie.
ASTERIA LA DESTRUCTORA. En ese caso, (SACA DE DENTRO DE SUS ENVESTIDURAS ACORAZADAS) ¡Tened! esta es la llave del cajón. (ABSOLUTAMENTE SORPRENDIDOS POR EL CAMBIO REPENTINO EN LA SITUACIÓN). ¡Soy yo! APOLO. Su dios favorito en estado de mujer. (SE RÍE EN SON DE BURLA). Cómo se asustaron. ¡Sois una partida de cobardes! Muy machitos los dos; francamente que decepción. En fin, pude infiltrarme gracias al alboroto que armaron. Todas están reunidas y distraídas en este momento decidiendo su futuro.
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). (ENOJADO AUN POR EL SUSTO MIENTRAS SE REINCORPORA). Porqué definitivamente, ¿no lo hace usted?
ASTERIA LA DESTRUCTORA (APOLO). Si me acerco, existe en él; un maleficio divino con el que se darían cuenta inmediatamente. Así que apresúrense, ¿que hubo? ¡muévanse! (LE ORDENA A AMBOS).
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). ¡Muévete idiota no discutas!, no hay mucho tiempo y aún podemos salvarnos.
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). Yá, está bien, ¡ya voy! Todo le toca al pobre esclavo. (SE DIRIGE AL CAJÓN DEL ARMARIO Y LO ABRE CON LA LLAVE). ¡Diablos!
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). ¿Qué sucede? ¿no está?
ASTERIA LA DESTRUCTORA (APOLO). (LAS MANOS A LA CABEZA) ¿Cómo así?, ¿ahora qué pasa? Habla de una buena vez.
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). ¡No! si está, lo que pasa es que aquí adentro huele a diablos. Un momento. (TAPA SU NARIZ, METE SU MANO Y SACA EL INSTRUMENTO. SE LO ENTREGA A APOLO Y ESTE SE LA DEVUELVE AL ESCUCHAR QUE ALGUIEN ESTÁ A PUNTO DE ENTRAR).
HIPOTIROIDEA LA EBRIA (CAYO). Cierra ahora y deja todo como estaba para que no se den cuenta. ¿Nos vamos? (MIENTRAS APOLO DISFRAZADO DE AMAZONA, REPENTINAMENTE CAMBIA SU ACTITUD). Ya es muy tarde, ¡ya están aquí!
ASTERIA LA DESTRUCTORA (APOLO). (CON FUERTE GRITO). ¡Ladronas!, ¡deténganse!
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). ¿Qué pasa? (MUY CONFUNDIDOS ÉNDEMICUS Y EL CÓNSUL, CON EL CAMBIO DE ACTITUD DEL DIOS, MIENTRAS HACEN SU ENTRADA EL RESTO DE LAS AMAZONAS).
MIRINA LA CONQUISTADORA. ¡Su majestad! El instrumento; intentan llevarse ¡el instrumento! ¡Detenedlas!
ASTERIA LA DESTRUCTORA (APOLO). (CON FUERTE GRITO) ¡Las encontré justo cuando se disponían a huir!
HIPÓCRITA LA MAS CHÉVERE (ENDÉMICUS). No es lo que parece; lo tomamos para amenizar el momento. (CONSTERNADO Y SIN SALIDA). Era una rumbita nada más. Ella nos obligó. (SEÑALANDO AL DIOS, QUIEN ESTABA EN FORMA FEMENINA). Sé que por las circunstancias es algo difícil de creer; pero no es quien parece ser.
ASTERIA LA DESTRUCTORA (APOLO). (CON SENTIDO DE VENGANZA POR EL INTENTO DE DENUNCIA) ¿Sí?, Ustedes que creen; que les vamos a creer a dos mentirosos. (LES QUITA LAS PELÚCAS Y TODAS SE ASOMBRAN Y REPITEN AL TIEMPO EMPUÑANDO LA MANO) ¡Hombres! ¡HUM! (SE PONEN EN PIE DE GUERRA).
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¡ASTERIA!, llévate la Cítara de aquí inmediatamente. Protégela con tu vida. Podría salir dañada en esta masacre.
ASTERIA LA DESTRUCTORA (APOLO). (CON UNA CARA DE FELICIDAD AL PÚBLICO). Enseguida su majestad, la protegeré con mi vida. (MIENTRAS TODAS RODEAN AL ESCLAVO Y AL CÓNSUL, LOS TOMAN POR SUS ROPAS AMENAZANDO SUS VIDAS CON SUS ARMAS)
REINA LISIPE LA PODEROSA. Digan sus últimas palabras. (YA RESIGNADOS A SU SUERTE LOS DOS HOMBRES PONEN CARA TERRIBLE DE TRAGEDIA. SE ESCUCHA AL FONDO DEL ESCENARIO UNA VOZ QUE DICE ¡FORREST! Y REPITE ¡FORREST! HACIENDO REFERENTE A LA PELICULA “FORREST GUMP”). ¿Qué sucede? Intentando todos ver de dónde viene la voz.
DECIMOCUARTA ESCENA.
(Reencuentro afortunado).
ENDÉMICUS. ¿Quién?, ¿Nubia? (EXTRAÑADO AL VERLA MIENTRAS SE ACERCA). ¡Nubia! ¿Qué haces aquí? (SE SUELTA Y SE ESCABULLE ENTRE LOS ACEROS, PARA REUNIRSE CON NUBIA. YA ARRIBA EN EL ESCENARIO, ESTA LE DA UN BESO MIENTRAS LAS AMAZONAS HACEN CARA DE REPUGNANCIA). Pero dime mujer ¿qué estás haciendo aquí?
NUBIA. Te dije que necesitaba un cambio, así que me mudé para ser una mujer independiente. No iba a esperarte toda la vida. Ahora soy una mujer totalmente nueva y renovada. Decidí ser asesora de imagen.
REINA LISIPE LA PODEROSA. Pero ¿Conoces a este sujeto? Está condenado a muerte.
NUBIA. Desafortunadamente, desperdicié los mejores años de mi vida con él. Entonces digamos que sí. Y la verdad, aunque es bastante tarado, no le conocía de malos andares. No era una mala persona el individuo este, pero ya ve como son. Una vez se acaban las relaciones, los hombres se convierten en unos idiotas, unas verdaderas piltrafas humanas; unas bestias que pierden por completo el rumbo y el sentido. Quién sabe con quién andaría y a qué malas compañías se habrá acercado. (REFIRIENDOSE A MUJERZUELAS Y AMIGOS). Es probable incluso, sobre todo con aquel viejito que le acompaña; quien siempre tuvo una dudosa reputación.
ENDÉMICUS. Pero mi amor, ¿porque dices eso? Si tú y yo nacimos el uno para el otro. estamos predestinados desde la cuna. Incluso hablamos de tener hijos. (INTENTANDO SALVAR SU SITUACIÓN).
NUBIA. La última vez, no recuerdo que haya sido precisamente eso lo que discutimos. Incluso, me dejaste muy claro que podía seguir mi camino. A decir verdad, fuiste bastante específico cuando me dijiste que necesitaba conocer el mundo. Bien y aquí estoy; tenías toda la razón. Así que lo siento, ya no hay nada que quiera de usted caballero. (CON MENOSPRECIO).
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¡NUBIA LA IN! Tu llegada ha traído modernidad y tendencia Chic, a nuestra tribu. Estamos muy agradecidas por ello. Llegaste aquí como una fresca brisa con una idea de cuidados, que habíamos olvidado hace siglos. Sinceramente el SPA, está completamente de lujo.
MIRINA LA CONQUISTADORA. Y ni qué decir de las clases de pilates y zumba. Me han caído de maravilla. (APORTANDO A LA IDEA).
REINA LISIPE LA PODEROSA. A tu llegada compartiste tu sufrimiento a causa de un hombre, que supongo es este renacuajo; (COMENTA AL PÚBLICO). Que por cierto que mal gusto la verdad. Por eso he decidido dejar que la suerte de este alfeñique, este en tus manos. ¿Qué quieres hacer con él? (NUBIA SE RÍE ANTE LA NOTICIA Y LO DISFRUTA INTENSAMENTE).
CAYO SEVERO. (CON UNA LÁSTIMA APARENTE). ¡Ay! Pero mire que él la quiere. Y la quiere mucho. (HABLANDOLE A LA AHORA AMAZONA, PARA QUE CAIGA EN CUENTA Y SE CONDUELA FAVORECIENDO A ENDÉMICUS). ¡Sí! Todo el camino no hizo cosa diferente que hablar de su amada. (PENSANDO EN QUE PUEDE INFLUENCIAR, ASÍ SEA CON FALSEDAD; PORQUE PUEDE SER SU ÚNICA SALVACIÓN). Yo seré su suegro. ¡Venga nuera querida!
NUBIA. Digamos que pese a todo, le tengo cierto aprecio nostálgico a este tonto. ¿Pero perdonarlo? Eso sería aceptar todo el daño y el maltrato causado a todas las mujeres del mundo. Sujetos como “este”. Te ilusionan, te prometen cosas… Que un futuro, una familia, que amor. (TODAS LAS AMAZONAS DICEN AL TIEMPO Y LUEGO ESCUPEN AL SUELO) ¡AMOR, HUM! Así es, sobre todo eso. Así se pasan los años; nos hacemos viejas y al final no queda nada. Absolutamente nada. Ese es el verdadero crimen. ¡Merecen Morir! (EN UN TONO VENGATIVO). Ni que decir cuando te cambian por una tonta más jóven. ¡Merecen Morir! (MAS ENFÁTICA AÚN Y TODAS HACEN RUIDO APOYÁNDOLA). Hay que exterminarlos; son como una enfermedad que toma nuestra juventud y luego van por la juventud de otras. Saltan y saltan y no se detienen.
ENDÉMICUS. ¡Pero mi amor!, son tantos años. ¿y nuestros planes? (EN MEDIO DE LA BULLA).
REINA LISIPE LA PODEROSA. Ya escuchaste a la nena, ¡a Cargarse al Alfeñique! (IMPARTE LA ORDEN A SUS GUERRERAS) ¡MENALIPA, a por él!
MENALIPA LA CAZADORA. ¡Sí! Enseguida su majestad. (LA CAZADORA DA UN PASO ADELANTE Y EMPIEZA A ALISTAR SU FLECHA EN EL ARCO).
ENDÉMICUS. (EN UN ACTO DESESPERADO SE ARRODILLA DETRÁS DE NUBIA QUIEN PARA ESE MOMENTO YA LO IGNORABA Y LE DABA LA ESPALDA) ¡Esperad!, un momento; quiero una oportunidad. (ELLA VOLTEA A MIRARLO CON EXTRAÑEZA. ENDÉMICUS EMPIEZA A BUSCAR ALGO AFANOSAMENTE ENTRE SU ROPA, HASTA QUE ENCUENTRA ALGO EN SUS BOLSILLOS). ¿Quieres casarte conmigo? (SACANDO EL ANILLO DE APOLO, QUE POR SUERTE HABÍA GUARDADO PREVIAMENTE EN UN COFRECITO. TODAS QUEDAN SORPRENDIDAS).
NUBIA. (INTENTA VOLTEARSE INDIFERENTE DE NUEVO. PERO VA CAMBIANDO LENTAMENTE INTENTANDO RESISTIRSE DE GESTO DE BRAVA A UNO DE COMPLACIDA Y DE FELICIDAD, CASI CON UNA LÁGRIMA EN LOS OJOS). ¡Tonto! ¿Lo dices en serio? (UNA MANO EN SU CUELLO PARA SOSTENER EL NUDO EN SU GARGANTA Y LA OTRA SE LA DA, MIENTRAS ENDÉMICUS SIGUE ARRODILLADO). ¿Es de verdad? (NO LO CREE AUN).
CAYO SEVERO. (APLAUDE APARENTANDO FELICIDAD, INTENTANDO APORTAR EMOCIÓN) Que anillo tan maravilloso. ¡Ese es mi muchacho! ¡Boda!, (REPITE CONSECUTIVAMENTE VARIAS VECES, OVACIONANDO).
ANTÍBROTA LA JUSTA. ¡Qué piedrilla tan insignificante! Una verdadera baratija (ENTRE SARCÁSTICA Y ENVIDIOSA).
ENDÉMICUS. Uno espera toda una vida para este momento. Al ver que era posible no regresar, empecé a pensar en cuanta falta me haces, y que si tenía la oportunidad quería pasar el resto de mi vida a tu lado. Así que pasé por una bonita joyería en la quinta avenida y lo compré para ti… Pensando en el momento que pudiera volverte a encontrar; esto sería lo primero que te propondría. Ese momento ha llegado. ¿Qué dices? (DISCURSO). Hoy en frente de tus amigas, aquí; bajo este inmenso cielo; en frente de este público maravilloso (ADULANDO AL PÚBLICO). ¿Nubia? Hermosa mía; alma de mi vida. ¿Te casarías conmigo? (LE PONE EL ANILLO).
NUBIA. ¡Acepto! (SE SECA LAS LAGRIMAS DE LOS OJOS INTENTANDO NO LLORAR).
ANTÍBROTA LA JUSTA. Debe ser porque está a punto de morir. (INTENTA ARRUINAR UNA VEZ MAS EL MOMENTO, NUBIA LE MIRA CON DESCONFIANZA A ENDÉMICUS POR ELLO).
ENDÉMICUS. ¿YO? ¡No! ¿cómo se te puede ocurrir eso? Sabes que mi amor es sincero. Es más (TRAGANDO ENTERO). Elijamos una fecha. No sé, Dos o Tres… (LE INTERRUMPE NUBIA).
NUBIA. Pero dos o tres meses es muy corto tiempo para preparar todo. Las flores, la iglesia, la torta, las invitaciones. Es muy poco tiempo.
ENDÉMICUS. ¿Meses? Yo había pensado en dos o tres años. (CON DESCARO TAL QUE TODOS MANIFIESTAN EN SU ROSTRO UNA VERGÜENZA AJENA)
NUBIA. ¡QUE! (CON FURIA).
ENDÉMICUS. No amor, pensaba no más; pero se hará como tú dices. (ARREGLANDO EL ERROR)
CAYO SEVERO. (ENTONA UNA CANCIÓN ROMÁNTICA). “El día que me quieras, la rosa que engalana; se vestirá de fiesta, con su mejor color. (OVACIONANDO). Y al viento las campanas dirán que ya eres mía, y locas las fontanas; se contarán tu amor”.
NUBIA. ¡Sabes una cosa! (CON FURIA), nos casamos, pero nos casamos ¡YA! Es tu última oportunidad idiota. ¿Lo tomas o lo dejas?
ENDÉMICUS. Pero. (ATURDIDO POR LA SORPRESA). Está bien… ¡Acepto! (CON RESIGNACIÓN, AL VER QUE NO TIENE MAS SALIDA).
APASA GUERRERA. ¿Y qué hacemos con el anciano?, ¿a este si nos lo cargamos? (MIENTRAS LE SOSTIENE POR EL BRAZO).
NUBIA. ¡No me cae bien! (CON DESPRECIO). No confío en él.
CAYO SEVERO. No, un momento, un momento. (SE SUELTA DE SU APRENSORA). Nuera querida, pero si este muchacho es como mi hijo. (SE MIRAN ENDÉMICUS Y NUBIA EN MEDIO DE LA IRONÍA). Soy solo un pobre viejo. ¿Sí? (INTENTANDO APELAR A SU LÁSTIMA). Quiero conocer mis nietos.
ENDÉMICUS. (MIRA CON PESAR A NUBIA POR EL CLAMOR DEL DESESPERADO ANCIANO). Qué dices, ya le he tomado cierta estima, ¿podría ser el padrino de bodas no crees? (APELANDO A SU SENTIDO DE TRADICIÓN).
NUBIA. ¡Qué más da! (INDIFERENTE) ¡que haya fiesta para todos!
DECIMOQUINTA ESCENA.
(La boda prometida).
REINA LISIPE LA PODEROSA. En ese caso desafortunadamente, si has elegido este sujeto (CON GESTO DE ASCO), y esa es tu decisión; será respetada. Afortunadamente no son nada mío. Ya decía yo que no podía haber gente tan fea en mi familia. Lo cual es un verdadero alivio. (GESTO DE ALIVIO). ¡Niñas!, preparen todo, yo oficiaré la ceremonia.
(SACAN SUS POLVERAS Y TRATAN DE RETOCARSE UN POCO, MIENTRAS PONEN UN VELO A LA NOVIA Y LE ENTREGAN UNAS FLORES. SE PONEN DEL LADO DE LAS DAMAS DE HONOR, Y EL CÓNSUL DEL OTRO. LA REINA SE PONE AL CENTRO Y LOS DOS NOVIOS DELANTE DE ELLA. A NUBIA SE LE VE MUY FELIZ, PERO NO TANTO A ENDÉMICUS; INCOMODO POR LA PREMURA DE LA OBLIGACIÓN). Estamos aquí reunidos, para celebrar la unión entre este (LE MIRA DE ARRIBA A ABAJO CON INSULTANTE DESPRECIO). “Hombre”, Si así se le puede decir. Y esta mujer, en sagrada unión. ¿Nubia, Aceptas a este, esto, ¡como sea! (SIN PALABRAS PARA DESCRIBIRLO) ¿Cómo esposo?
NUBIA. Sí su majestad, ¡acepto! (MIENNTRAS ENDÉMICUS SE ESFUERZA POR TRAGAR).
REINA LISIPE LA PODEROSA. Y usted, ¡hey! Usted (LE CHASQUEA LOS DEDOS EN FRENTE DE LA CARA EXIGIENDOLE CONCENTRACIÓN). ¿Acepta a esta honrosa, trabajadora, virtuosa y bella mujer como esposa?
ENDÉMICUS. No conocía que tuviera tantas cualidades. (CON MUCHOS NERVIOS SE DEMORA EN DAR SU RESPUESTA, LAS DAMAS DE HONOR EMPIEZAN A DESENFUNDAR SUS ARMAS Y EL CÓNSUL LE DA UNA PALMADA EN LA CABEZA). ¡Acepto! (SIN MAS REMEDIO).
REINA LISIPE LA PODEROSA. (CON CARA DE DECEPCIÓN). Francamente. (AFIRMANDO SU DESILUSIÓN). Muy bien. Por el poder que se me ha otorgado y la licencia que se me ha brindado para celebrar matrimonios, Yo les declaro… (ES INTERRUMPIDA EN ESE MOMENTO POR UNA VOZ EN OFF DETRÁS DEL ESCENARIO).
VOZ FEMENINA EN OFF. ¡Nos robaron! ¡Ladrones! ¡Llamen a su majestad! (TODAS SE PONEN ALERTA DISPUESTAS A SALIR) ¡Se llevaron la cítara! ¡Se llevaron la cítara!
REINA LISIPE LA PODEROSA. ¡Que! ¡Vamos! (TODAS SALEN).
NUBIA. (TRATANDO DE IMPEDIR QUE SE VAYA LA REINA SIN TERMINAR SU BENDICIÓN OFICIAL) ¡Su majestad! Estoy segura de que alguien la dejó en algún lugar que no se recuerda. Mi señora se lo suplico, es solo un momento (SE PARA EN EL PUNTO ENTRE LA SALIDA A TRAS ESCENA). ¡Mi señora! (MIRA SEÑALANDO ENDÉMICUS CON EL BRAZO EXTENDIDO). ¡Tú idiota!, ni se te ocurra moverte de ahí… (CON SONRISA SOCARRONA MUEVE SU CABEZA DICIENDO ¡NO!, PERO SE SIENTE COMO ALIVIADO). ¡Ni se te ocurra! (GRITA DESDE LA TRASESCENA).
CAYO SEVERO. (OBSERVANDO PREOCUPADO LA SITUACIÓN, Y ANTICIPANDO QUE ESTA SE PUEDE COMPLICAR PARA ELLOS), ¿Sabes lo que eso significa?
ENDÉMICUS. ¡Sí!, (CON EMOCIÓN) ¡Que el mundo ha recuperado un playboy; ¡Un soltero feliz más!
CAYO SEVERO. No torpe, a estas alturas; Apolo debe haber logrado su cometido y debe ir muy lejos con el instrumentito ese, y nosotros estamos hasta el cuello en esto. Si no la encuentran querrán vengarse de nosotros. (LO DICE CON PREOCUPACIÓN). Será mejor aprovechar su distracción. Mejor que nos vayamos por esta dirección.
ENDÉMICUS. ¡Pero!, ¡Yo quería torta! Era mi pastel de bodas.
CAYO SEVERO. No seas tan bestia, ¡Que te apures que no tenemos más tiempo! (TOMANDOLE POR LA MUÑECA). En cualquier momento volverán. (EN ESE MOMENTO EL ESCLAVO SE PARA FIRME, ESTÁTICO Y RÍGIDO MIRANDO HACIA EL PÚBLICO). ¡Qué te pasa idiota, muévete! (LE INSISTE, PERO NO REACCIONA, APENAS SI PESTAÑEA).
ENDÉMICUS. (CON UNA VOZ COMO DE ULTRATUMBA QUE LE VIENE DEL ESTÓMAGO) ¡No!, ¡No me iré de aquí!
CAYO SEVERO. Pero que dices, ¡Ya es muy tarde! o en verdad te creíste a ti mismo el cuento de que te vas a casar. Si ni siquiera te veías convencido (INTENTANDO EMPUJARLE, PERO SIN CONSEGUIRLE). ¡Vamos muévete!
ENDÉMICUS. ¡NO!, ¡no me iré de aquí!
CAYO SEVERO. Pero ¿por qué?, si es por tu noviecita; estoy seguro te entenderá, no querrá ser una viuda jóven; explícame ¿por qué no?
ENDÉMICUS POSEIDO. ¡Quiero a mi amazona!, no me iré sin probar al menos una. (CON LA MANO HACIENDO ÉNFASIS DE QUE SE TRATA DE LA POSESIÓN DE CARONTE EL BARQUERO).
CAYO SEVERO. (CAE EN CUENTA DE SU ANTERIOR Y ADEUDADO PACTO. SE RASCA LA CABEZA CON DESESPERO, NO SABE QUE HACER). ¡No puede ser!, ¿justo ahora?
ENDÉMICUS POSEIDO. ¡Quiero una!, (CON CARA DE DEGENERADO Y DE FELICIDAD) ¿No las viste?, Quizá de pronto la mandona, me gusta que me dominen. O tal vez la prejuiciosa o la brava; la cazadora que tiene un cuerpazo. No sé, no me he decido por ninguna. ¡Creo que todas! (SE BABEA Y LO REPITE VEHEMENTEMENTE MIENTRAS EL CÓNSUL LE TOMA POR LOS HOMBROS PARA QUE REACCIONE, SE OYEN LAMENTOS Y GRITOS DE GUERRA QUE VIENEN DE TRASESCENA, VOLVIENDOSE MAS INQUIETANTE AÚN LA SITUACIÓN). ¿No te gusta alguna?
CAYO SEVERO. Soy inmune a esa debilidad. Pero entre otras cosas usted ya está muy viejito. ¿Como puede pensar andar en esas? ¿Aún tiene fuerzas?
ENDÉMICUS POSEIDO. ¡Aunque no tenga fuerzas ya!, La maldad queda.
CAYO SEVERO. Viejo corrompido.
VOZ EN OFF (REINA LISIPE LA PODEROSA). (CON VOZ DE TRAGEDIA GRITA). ¡No puede ser!, preparen el Botox. ¿Hay algún cirujano plástico entre el público? Se nos están cayendo los senos, el culo; todo. Alguien tiene que morir por esto. (ADVERTIDO QUE, SIN LA MELODÍA DE LA CÍTARA, SU EDAD NATURAL RETORNARÍA INMEDIATAMENTE).
CAYO SEVERO. ¡Te lo dije!, (SACA DE UNA ESQUINA UNA ESPECIE DE BIBLIA, UN CRUCIFIJO Y UNA ESTOLA. EMPIEZA UNA ESPECIE DE RITUAL DE EXORCISMO). Yo te invoco o maligno. Abandona a este hombre. ¡Abandónalo!
ENDÉMICUS POSEIDO. ¡Qué haces idiota!, Te dije que me quedo.
VOZ EN OFF (REINA LISIPE LA PODEROSA). ¡Qué mueran todos! ¡Menalipa a ellos! atrápenlos primero, y exprímanlos. Ellos deben saber dónde está. (UNA VOZ ENRARECIDA).
MENALIPA LA CAZADORA. (ENTRA A ESCENA UNA ANCIANA CASI NONAGENARIA, DOBLADA POR LA ESPALDA Y APOYADA EN SU ARCO USADO COMO BASTÓN. CON UNA SOMBRILLA DEBAJO DEL BRAZO, VESTIDA CON LOS ROPAJES DE LA CAZADORA, PERO AHORA LE CUELGAN). ¡Bellacos, esperen, no huyan! (EMPUÑANDO LA MANO CON UNA VOZ DE VIEJITA, SE LE CAE HASTA LA CAJA DE DIENTES).
ENDÉMICUS POSEIDO. (AL VER A LA DECRÉPITA ANCIANA). ¡Qué es esto! ¡No! ¡No puede ser! (UN PROFUNDO GRITO, PONE SUS OJOS HACIA ARRIBA Y CAE DESMAYADO COMO SI ABANDONARA EL CUERPO DE ENDÉMICUS).
NUBIA. (VIENE DETRÁS DE ESCENA A AYUDAR A LA ANCIANA, LA CUAL A TROPEZADO Y CON UNA SOMBRILLA; LE DA DE GOLPES AL CÓNSUL) ¡Meni!, qué haces. Te puedes lastimar. (LA TOMA Y LA CALMA, LE AYUDA A SALIR A TRASESCENA).
MENALIPA LA CAZADORA. Yo venía. Venía a… Ya no me acuerdo mijita (CONFUNDIDA, MIENTRAS SE REINCORPORA ENDÉMICUS).
ENDÉMICUS. ¿Qué ha pasado? ¿ya me morí? (SE TOCA POR TODAS PARTES).
CAYO SEVERO. Te aconsejo con sabiduría, si eres inteligente; te marches de aquí en el acto. Pronto llegaran las hordas de sus enemigos, acumulados por siglos por su extremado “FEMINAZISMO”. Todos esos clanes que por años habían repelido, ahora vendrán a reclamar su humillación.
ENDÉMICUS. Peor aún. ¿Me casé? (CARA DE TRAGEDIA).
NUBIA. Para tu fortuna ¡no! Pero lo que ha sucedido aquí es una tragedia. Sin la cítara mágica, estas pobres ancianas están expuestas a un gran sufrimiento. Jamás ahorraron ni siquiera para una jubilación digna. Lo único que tenían era su bravura para defender su libertad de los hombres… Ahora están tristes y a su suerte. No las puedo abandonar. Todas han sido unas madrinas para mí. (EMPIEZA A LLORAR).
ENDÉMICUS. ¿En verdad tanto te importan estas locas mujeres? (CON EMPATÍA).
NUBIA. Son como las hermanas que tuve y nunca conocí. (LLORA DESCONSOLADA).
ENDÉMICUS. ¡Si algo no soporto en la vida! Es ver llorar a mi mujer… (CON APARENTE VALENTÍA). Te prometo que recuperaré la cítara y la traeré devuelta para tus amigas. (REALIZA UNA PROMESA QUE DEJA SORPRENDIDOS A TODOS).
CAYO SEVERO. Ver para creer. (BURLA)
NUBIA. ¿Serías capaz de hacerlo por mí? (CON EXPRESIÓN DE FELICIDAD).
ENDÉMICUS. No digo que será algo fácil, y tal vez tarde más de lo que quisiera, Incluso puede que muera en el intento. Pero es más; prometo que haré lo que esté en mis manos para que finalmente nos casemos.
NUBIA. ¡Te amo! (LE BESA CON LOCURA MIENTRAS EL CÓNSUL SE BURLA DE LA CURSILERÍA).
CAYO SEVERO. Si no partimos ya, par de tortolos; no habrá pastel de bodas que cortar, así que tomen su decisión. No sé ustedes, pero yo me voy. Si quieres seguirme debes alcanzarme, no me voy a exponer a más sombrillazos de estas ancianas. (Y SE VA A TRASESCENA).
NUBIA. Recuerda que te estaré esperando. ¡Te amo! (SE DESPIDE CON ADIOS ROMÁNTICO DE DESPEDIDA Y OCASO. ELLA SE QUEDA EN MEDIO DEL ESCENARIO CON LA MANO EXTENDIDA MIENTRAS SALE ENDÉMICUS).
ENDÉMICUS. Te lo prometo mi amada. Recuerda. “Me voy, pero volveré”.
(FIN DEL SEGUNDO ACTO).
ACTO TERCERO.
“LOS VIAJES DE LA VERDAD”.
En qué dirección debería moverse el libre albedrío del hombre, cuando este se limita a dos condiciones; en aceptar “La razón”, cuando por sí misma es una persigna condición de poder y quién lo tiene; ejerce a su bien favor la voluntad de los demás. O exiliarse por estar en contra de ello y de ninguna manera esta se pueda aceptar. Esa es la difícil decisión de todos los tiempos.
Hay una proscrita obsesión en aquellos conscientes y distantes de los sistemas institucionales, en ellos; sus sueños de libertad reflejan la búsqueda insaciable de “Veritas”. Y aunque no sepan exactamente como es, ni tan siquiera donde encontrarla; siempre se muestran dispuestos a brindar sus entrañas por “entregar la luz”; pero realmente, cuan pocos son capaces de exponerlas para bien de todos.
DECIMOSEXTA ESCENA.
(La Huelga).
(DISCURSO POR QUIEN INTERPRETA AL JEFE BÁRBARO). Porque ya es hora de un cambio, El tiempo del tirano debe terminar. Nuestras tierras ya no soportan la sangre de nuestras mujeres, ni de nuestros hijos. Nos ofrecieron igualdad a cambio de sumisión, pero solo encontramos muerte, hambre y desolación; cuando nos prometieron justicia y cambio. Su traición nos superó en alianzas banales en contra de nuestros enemigos, quienes también eran sus amigos. Y todo para que al final, la balanza se inclinara en favor de quienes pagaban con más sangre. No existe una voluntad del bien para todos en uno sólo. Ni un vasto periodo de poder en el que no se intente acapararlo todo. ¡El tirano debe morir! Mañana marcharemos a Roma.
BEHAART. (ENTRA A ESCENA CON EL CÓNSUL TOMADO POR EL CUELLO, ESTÁ UN POCO MALTRECHO POR EL BÁRBARO). ¡CONNAN! ¡El anciano decrépito ha vuelto!, dice que viene ahora como Cónsul del imperio. ¿Qué hacemos? ¿lo destripo con mis propias manos?
CAYO SEVERO. (CON VOZ ENRARECIDA Y CASI SIN AIRE, CUANDO EL BÁRBARO LE TOMA POR EL CUELLO). No hace falta tanta violencia jóven, vengo en son de paz. Os ruego tan siquiera unas palabras; escúcheme al menos mi gran señor nórdico.
CONNAN YORG HËLG. (MIENTRAS COME UNA GRAN PIEZA DE PERNIL COCIDA DE ALGÚN ANIMAL. CON LA BOCA LLENA, CON MODALES POCO FINOS Y LA BARBA ATESTADA DE RESIDUOS DE COMIDA, VINO Y GRASA. LE SEÑALA). ¿Para proferir tus mentiras de siempre o tus falsas promesas que jamás cumplirás? ¡Hoy no estoy de humor!
CAYO SEVERO. Esta vez es distinto. Traigo la propia palabra del emperador para usted. La traigo firmada hasta notarialmente.
WÜTEND. ¡Pamplinas! Todo es una vil mentira. los Romanos siempre traman algo y nunca traen buenas intenciones. No lo escuches YORG. Recuerda lo que hizo ese General Bruto huyendo con tu exmujer.
CAYO SEVERO. Se lo suplico tenga piedad. Un minuto nada más. Quiero aclarar que descalifico absolutamente lo que hizo ese desgraciado. Incluso ya notifiqué un reclamo formal por sus cuernos al emperador en Roma.
CONNAN YORG HËLG. ¿Qué dices infeliz?
WÜTEND. ¡Muerte por su ofensa!, acaba con él inmediatamente, qué importancia tiene. además, esa mujer era solo una más; en la vida del Gran Connan. (TRATANDO DE RESTAR IMPORTANCIA AL HECHO).
CAYO SEVERO. (MUY ASUSTADO POR LA IMPRECISIÓN) Perdón por mi imprudencia gran señor ¡Yo y mi gran boca! Son los nervios ante la situación. Cuando estoy así, solo digo barbaridades. En realidad, me refería a la irreverente forma en que ese imbécil de Bruto, puso un punto final a nuestras relaciones diplomáticas en el norte. Se las llevó por “Los Cachos”. (SE TAPA LA BOCA COMPRENDIENDO SU ERROR NUEVAMENTE).
CONNAN YORG HËLG. (REACCIONA CON FURIA, CASI ATORANDOSE CON LA COMIDA) ¡Qué!
WÜTEND. ¡Ahora sí!, arránquele la cabeza. No se altere mi señor, que esa mujer no valía la pena, (TRATANDO DE CALMAR AL MOLESTO JEFE DEL CLAN ENROJECIDO).
CAYO SEVERO. (SE VE ASFIXIADO Y SIN SALIDA). Perdón una vez más, se lo suplico. Os aseguro que podrá vengarse de este sujeto y tener de vuelta a su mujer. (YA SIN PODER HABLAR POR EL AHOGO Y DESVANECIENDOSE, CON SEÑAS LE PIDE SOLO UN MINUTO).
BEHAART. Cállate de una buena vez idiota y muere.
CONNAN YORG HËLG. ¡Esperad un momento!; lárgale un poco que quiero escuchar. Eso me interesa.
WÜTEND. ¿Estás seguro? Piénsalo bien Connan; esa bruja no te conviene. Ya la estábamos superando. Recuerda que el psiquiatra te recomendó tomar distancia.
CAYO SEVERO. (TOSIENDO POR LA ASFIXIA Y TOMANDO LUEGO UN POCO DE AIRE). Así es mi señor. Ese será su gran moño de regalo; podrá resarcir al fin su reputación.
CONNAN YORG HËLG. ¿No me estarás engañando, ni mintiendo por salvarte?
WÜTEND. Y qué esperas de este sujeto, si ya sabes cómo ha sido desde antes. dice cualquier cosa con tal de salvarse. No debes para nada confiarte de él.
CONNAN YORG HËLG. ¡Déjame! que eso lo decidiré yo. Habla de una buena vez Cónsul.
CAYO SEVERO. Eso es mi señor. “Al toro por los cuernos”.
BEHAART. ¡Y dale! Que terco eres hombre. (SE DISPONE A TOMARLE DEL CUELLO NUEVAMENTE).
CONNAN YORG HËLG. No, ¿sabes qué? ¡Déjale!; esta vez si aplica. Habla anciano, tienes un minuto para convencerme.
CAYO SEVERO. Mi gran señor nórdico. Tal vez usted ha tenido una mala impresión de nuestro emperador hasta ahora. Pero os aseguro que no todo es lo que a su bien parece. Como comprenderá, mantener un estilo de vida acorde a las necesidades de un imperio cuesta. Mas aún, tener a todo mundo contento es verdaderamente apremiante. Nuestro emperador Romano; ese muchacho sí que entiende bien las necesidades de su pueblo, así como la situación de sus aliados. Al punto que me ha manifestado lo mucho que concuerda con vuestra causa. Dice que es justa y que en principio las intenciones de libertad y equidad para vuestro pueblo le conmueven profundamente. Siempre se ha proclamado como de centro izquierda, al punto que él quisiera para sus ciudadanos lo mismo.
CONNAN YORG HËLG. ¿Lo dices en serio? Porque yo tenía una imagen totalmente opuesta del majo.
CAYO SEVERO. Es porque no le conoce en persona, pero en realidad; él es un gran y justo líder. Al igual que usted, el sueña con un imperio más equitativo para todos. El problema no es él, el problema es su legislatura actual. Ese senado odioso, que está lleno de hombres corruptos y ambiciosos. Todos son unos viejos seniles que han acumulado intereses a lo largo de los años y han ramificado su podredumbre, su sed de poder. Ellos no quieren un cambio; no pierden oportunidad para influenciar e ir cada vez más allá de los límites políticos que se les han otorgado. Son ellos los que se oponen a una verdadera transformación progresista en el sistema.
WÜTEND. Y si así es la cosa, ¿qué hay de la política expansiva de exterminio difundidas en nuestros pueblos en nombre de su tirano emperador?
CAYO SEVERO. Como hombre de estado usted bien comprenderá. Si mi señor emperador no tomara participación en nombre propio de las cuestiones de política externa, aunque no fuera iniciativa suya; los incautos dudarían de su magnanimidad. Ya sabe usted que en nuestro estado la tragedia transita por los caminos de la traición, cuando nuestros líderes denotan debilidad.
BEHAART. Se te acaba el tiempo desgraciado. Profieres sólo conjeturas.
CAYO SEVERO. Atienda mis palabras. Esta misión casi secreta en la que vengo, aun a costa de mi vida misma, intenta arreglarlo todo. Comenzando por usted.
CONNAN YORG HËLG. ¿Por mí?
CAYO SEVERO. Así es mi señor, le reitero; comenzando por usted. Quiere que vaya a Roma no como esclavo o como enemigo. Sino como un hermano, como un ciudadano no solo de su noble nación, sino de Roma. Será un ciudadano de primera categoría, uno de primer mundo.
WÜTEND. No lo creo aún, esa promesa ya se había hecho con anterioridad.
CAYO SEVERO. No lo nombran Cónsul a uno si no tuviera algunos privilegios. Aquí está la carta firmada por nuestro amado emperador, donde se le nombra como distinguido ciudadano Romano. Hasta tendrá posiblemente alguna curul importante. Yo como Cónsul firmaré su propia VISA.
BEHAART. ¿Y qué hay de nosotros? ¿Piensas que le dejaremos ir sólo a Roma?
CAYO SEVERO. (APUNTÁNDOLE CON EL DEDO INDICE, UNO POR UNO) Visa, Visa y Visa. ¡Visa para todos! Nos vamos para Roma. Hace un verano fantástico y les espera un gran festín organizado por el propio emperador.
CONNAN YORG HËLG. Si, suena todo muy atractivo. Pero dudo que realmente esto no tenga algún costo que tengamos que pagar.
CAYO SEVERO. (PENSANDO UN POCO PARA DECIRLO) Bueno en realidad, mi señor emperador si desea algo de usted.
WÜTEND. Como decía antes, con ellos nada es lo que parece.
CAYO SEVERO. Pero mi señor, es algo realmente insignificante. En realidad, es más una pequeñez, dadas sus inmensas facultades guerreras.
CONNAN YORG HËLG. ¿A caso sus pretensiones son bélicas?
CAYO SEVERO. Pero nada del otro mundo en realidad. No nos digamos mentiras. Con la caída del último general romano en partía, usted es el líder guerrero con mayor proyección de este lado del hemisferio. Lo dice la revista “FORTUNIUS”. Su popularidad va francamente en ascenso, es usted el rey en las redes. “#holasoyfandeguerrerolindo”, es la sensación y está a reventar. Por ello se hará una gran fiesta privada a puerta cerrada, donde ustedes acompañados con todos sus soldados, asistirán exclusivamente con el emperador y los senadores quienes son unos viejitos de no menos de setenta años. Después de uno que otro placercillo sorpresa que os han preparado, cuando se enciendan las luces pirotécnicas, en audaz movimiento alguien gritará: ¡Los senadores quieren asesinar al emperador! ¡Traición! Nadie dudará porque en fin y al cabo eso ocurre con frecuencia allá. Pero ahí es donde usted y sus hombres entran. Darán muerte a todos esos funestos senadores y para cuando sean abiertas las puertas; ustedes habrán salvado a Roma y el emperador les dará su venia.
WÜTEND. ¿Como sabemos que no se nos va a traicionar?
CAYO SEVERO. (MOLESTO POR LA DESCONFIANZA DEL ASESOR DEL REY GUERRERO). Que no seas incisivo hombre y sácate esos colmillos, esto es algo que nos conviene a todos. Para sellar con confianza nuestro acuerdo, traigo varias ofrendas que estoy seguro serán de vuestro total agrado. La primera de ellas son las escrituras de vuestras tierras. Todos sus acres, lagos, ríos y hasta ese maravilloso spa resort y club de golf cerca de la costa. Todo vuestro, exento de impuestos y libre de asedio militar. Cero legiones en vuestras tierras. Por escrito de puño, letra y sello imperial. ¿Cómo le quedo el ojo? (SOBERBIAMENTE BURLON AL FASTIDIOSO GUERRERO QUE LE CRITICABA).
WÜTEND. (MENOSPRECIANDO) Unas míseras tierras grises y frías, vaya logro.
CAYO SEVERO. No señor, no acaba ahí. El evento principal, será el castigo al General Bruto proveniente de sus propias manos. Este fue aprehendido mientras se bronceaba en las costas de Hispania. Al parecer ya había dejado a su mujer por una chica más jóven. No se entendieron y al parecer ella está pidiendo una audiencia para que usted le perdone. Pues que carajos aprovechamos de una vez.
CONNAN YORG HËLG. (EMOCIONADO) ¿De verdad?
CAYO SEVERO. Y le digo más, porque tampoco acaba allí. Traigo en mí bolsillo un anillo que puede serle de utilidad, es una propia joya del emperador romano.
CONNAN YORG HËLG. (DANDOSE UN AIRE RADICAL CONTEMPORÁNEO) Soy demasiado Hípster para usar joyas, no van con la nueva ola millenials. Lo siento, pero no.
CAYO SEVERO. Pero no es cualquier joya mí señor, la he visto trabajar, tiene ciertos poderes de invocación. Particularmente responde a él, un tipillo. Un ser divino postmoclásico de tercera generación no muy agraciado. Pero que le favorecerá de buena forma si usted le dice que viene de parte mía. Tiene un instrumento para acabar con sus enemigos. Vea acéptelo, sé que le servirá en algún momento. Yo sé porque se lo digo.
CONNAN YORG HËLG. No creo mucho en divinidades sureñas, lo ofreceré más bien a alguna fundación para salvar algún animal de la extinción.
CAYO SEVERO. Bueno como usted desee. Y detrás de la puerta número cuatro: Tenemos un destacado legionario Romano. “ENDÉMICUS CUMULUS DI MERDA”
BEHAART. (ENTRA CON EL ESCLAVO DEL BRAZO DE TRÁS ESCENA, APREHENSADO POR LAS MANOS Y CON LA BOCA AMORDAZADA PROTESTANDO EN VOZ ALTA SIN ENTENDERSELE NADA) Aquí está. El anciano llegó con esto.
CAYO SEVERO. Este chico, es vuestra garantía verdadera.
CONNAN YORG HËLG. Explícate.
CAYO SEVERO. Ante usted no tiene solamente al hijo del General que venció a su padre en el norte hace algunos años, y quien es el primo consanguíneo más querido del emperador. Sino que a su vez este asignado pretor es actualmente el amigo más íntimo del emperador. Si usted me entiende. (MIENTRAS ENDÉMICUS LE LANZA UNA MIRADA ASESINA AL CÓNSUL POR SUS PALABRAS).
CONNAN YORG HËLG. La verdad no muy claramente.
CAYO SEVERO. (CON GESTO UN POCO AFEMINADO, PARA ACLARAR LA CONDICIÓN SEXUAL). Señor, usted sabe. Amigos de espadas, soplador de cuellos y muerde almohadas, Hansel & Fabio. (ENDÉMICUS, REFUTA LA CALUMNIA CON SU CABEZA).
CONNAN YORG HËLG. Hombre, que no entiendo esas cosas. ¡Habla yá!
CAYO SEVERO. ¡Está bien!, (AFIRMATIVAMENTE). Son novios mi señor. (ENDÉMICUS GRITA DETRÁS DEL PAÑUELO E INTENTA PATEAR HISTÉRICO AL CÓNSUL MIENTRAS EL GUERRERO LE SUJETA). Mi señor se lo ofrece, como garantía de su pacto. Este es el ser que el más desea. Y pide que una vez se realice lo acordado, sea devuelto a su lecho.
CONNAN YORG HËLG. ¡Muy bien! Acepto. Haré caso de las intenciones que tiene esta vez vuestro emperador. Cónsul, ve y avisad que iremos en paz. Mientras tanto, nos quedaremos con tu servil legionario en señal de amistad; se me ocurre que aquí le podemos dar un buen trato a sus habilidades tan apreciadas por vuestro señor.
CAYO SEVERO. (SE INCLINA SALIENDO DE ESPALDAS SIN PERDER TIEMPO), Gracias mi señor, partiré inmediatamente a comunicarlo a mi señor Emperador, Gracias, Gracias (SE VA DE ESCENA).
WÜTEND. (DESCONFIANDO AÚN Y ATEMORIZADO). ¿No habrás creído lo que ha dicho el decrépito anciano verdad?
CONNAN YORG HËLG. No lo sé, aún hay algo que no encaja del todo. Pero por otro lado, aunque pensábamos marchar a Roma; no pensé que tuviéramos en algún momento la posibilidad de acercarnos al emperador. En cambio, ahora parece que lo tendremos a nuestro alcance. Siendo honestos yo esperaba que la protesta nos congelara la tarifa de agua y acueducto, al menos un año mientras ahorraba para pagarla. Pero esto nos cambia totalmente el panorama. ¿No crees? Además, si lo piensas por un segundo; ya tenemos las tierras, este chichicuilote que aparentemente es importante y este cachivache de anillo; el cual si funciona, nos dará alguna ventaja. Haremos lo que nos piden, pero debemos prepararnos para dar el golpe final. Ellos no saben que los clanes del oeste se nos unirán. Y son cerca de quinientos mil hombres. Que esperen a las afueras de la ciudad. Nosotros abriremos las puertas. Roma arderá desde adentro. ¡Roma caerá para siempre! Arrasaremos con todo.
BEHAART. Prepararé a nuestros hombres y daré las instrucciones. Primero llevaré a este rey de espaditas a las mazmorras. Igual no saldrá vivo de aquí.
CONNAN YORG HËLG. Wütend y yo llevaremos este anillo a la hechicera, ella me dirá como activar su poder divino. (SALEN DEL ESCENARIO CON ENDÉMICUS ATERRORIZADO POR LO QUE ACABA DE ESCUCHAR Y SE ATENÚAN LAS LUCES).
DECIMOSEPTIMA ESCENA.
(Monólogo de la conciencia).
(VOZ EN OFF). (SE ENCIENDEN TENUEMENTE LAS LUCES, ENTRE NEBLINAS; TRUENOS UNA VOZ EN OFF) ¡Mi Señor! es el camino. “El precioso nos llama”.
ENDÉMICUS. ¡Cállate que debemos huir! (SE ENCIENDE LA LUZ Y SE DA CUENTA QUE ESTÁ HABLANDO SÓLO. ESPERA LA REACCIÓN DEL PÚBLICO EN UN ESTADO APARENTE DE HISTERIA Y LOCURA). ¿La pregunta es a donde huir? Y bueno yo diría lo más lejos que se pueda. Pero realmente, ¿cuán lejos podría llegar? ¿Es que existe algún lugar para mí distinto a lo que ya conozco? ¿A caso es que realmente puede ser peor? A donde quiera que vaya, soy un tenue suspiro de la realidad; a merced del poder, de la política y de la miseria. En este mundo sólo hay amos y subyugados. Imperios contra imperios. Nada de eso va a cambiar. Estoy tan al centro de todo, como en el mismísimo límite de la sociedad. ¿Entonces que es distinto? ¿Por qué pensar que algo pueda cambiar? (AL PÚBLICO). Búrlense de este infeliz. Muchos de ustedes estarán pensando, cómo un sujeto tan guapo cómo yo; con tanta belleza física y tanto porte, ¿puede sufrir y lamentarse tanto de su suerte? Pero no crean porque esa no es la realidad, así no se hizo este sistema. Uno puede nacer divino y todo; pero las condiciones que le rodean a uno cuando nace le afectan profundamente. Como por ejemplo ser millonario. Si yo hubiera nacido millonario, habría sido un complemento a la calidad que ya es este muchacho (AUTOSEÑALANDOSE). Vea es que le digo. Yo millonario, mejor dicho. Que cuentos de emperadores o bárbaros. Tendría tierras y mil vacas a lo sumo. ¿Casa? ¡Ni para qué! ¿Y tener que limpiarla? ¡Nada!, puro hotel “Caesars Palace” (O SEA EL CASO SE MENCIONA UN HOTEL DE LA CIUDAD TRADICIONAL, PERO VIEJO Y BARATO, QUE LA GENTE RECONOZCA COMO ORDINARIO). Eso sí que sería bueno. Hacer que lo atiendan a uno y no tener que hacer nada. Pero eso sí, ser bien estricto con esos esclavos de porquería. Porque con esa gentuza uno nunca sabe. “Uno les da la mano y luego se toman el brazo”. Vea yo se los digo porque los conozco, de esa calaña de personas no se puede esperar nada bueno. (CON REPUDIO), definitivamente no saben cómo me caen de mal. ¡Uy gas, que asco!; esa gente no sabe guardar su posición con nosotros los millonarios. (CAE EN CUENTA, QUE ESTA DICIENDO UNA TONTERIA DESDE SU POSICIÓN). Bueno tengamos en cuenta que ahora soy un legionario, ad honorem. (TRATANDO DE REIVINDICARSE). Al menos ese es el rol, que el destino para bien o mal me ha asignado. ¿Entonces? ¿Cuál es mi deber? (PIENSA UN MOMENTO). Digamos por un momento que tengo cierta responsabilidad con este cargo. Brindar ayuda y delatar las intenciones que tiene el rey Connan con Roma, me haría un héroe. Aunque sería muy arriesgado. Pero si salvo al imperio podría ser reconocido por la historia como Filípides en Maratón, o como a Leónidas en las Termópilas. Podría traerme otros beneficios, por lo menos que ya no tuviera tan duros jornales. Por otro lado, si me aparto y me marcho en sentido contrario, seré un desertor, claro; un desertor vivo. Pero, aunque sea un traidor; ya a nadie le importará cuando Roma sea aplastada y no quede piedra sobre piedra. No obstante, quedará El karma por mi madre y mi sobrino. no podría avisarles y no habré hecho nada por ellos. “los célebres acordes del himno nacional o Chiquilín Picarón. ¡Qué compromiso! ¡Qué compromiso!” (FRASE DE “BROMATO DE ARMONIO” LES LUTHIERS 1996).
VOZ EN OFF. (TRASESCENA SE ESCUCHAN MUCHAS VOCES), ¡Debes salvar Roma! ¡Debes salvar Roma! ¡Debes salvar Roma!
ENDÉMICUS. (CON SUSTO Y SORPRESA PIENSA QUE SE ESTÁ VOLVIENDO LOCO) ¡Cállense! ¿Quién anda ahí? ¿Será mi conciencia? De parte de dios o del diablo ¡Manifiéstate!
APOLO. (DE TRASESCENA EN UN EXTREMO DEL ESCENARIO, DESNUDO CON GORRO DE BAÑO Y DE ESPALDA AL PÚBLICO CON LAS NALGAS AL AIRE, UNA TOALLA EN LA MANO Y UN CEPILLO DE FRIEGA BAJO EL BRAZO, COMO SI ESTUVIERA TERMINANDO DE DUCHARSE. SE PERCATA DE QUE YA NO CAE AGUA Y CONFUNDIDO MIRA ALREDEDOR. ESCANDALIZADO, SE CUBRE INMEDIATAMENTE CON PUDOR, CUANDO SE DA CUENTA QUE ESTÁ EN ESCENA). ¡Que! ¿dónde estoy? ¿Qué es esto? ¿hola por qué?
ENDÉMICUS. (LO VOLTEA A MIRAR CON DESILUSIÓN) ¿Apolo? (MIRA AL CIELO). ¿Es que no hay otro?
APOLO. (FURIOSO) ¿Qué? No hermano, no puedo creerlo; ¿Otra vez usted? (RECUERDA QUE ESTA DESNUDO Y TRATA DE CUBRIRSE CON LAS MANOS). ¡Uy no! usted me está espiando. (SE SUELTA Y SE ENVALENTONA SACANDO EL PECHO). Venga ¿cierto que usted me está acosando sexualmente? Ya veo que se enamoró de mí. ¿Qué quiere? (SEÑALANDOSE VULGARMENTE LAS PARTES QUE METAFÓRICAMENTE MENCIONA). ¿Le saco pierna, rabadilla, pechuga o morrillo? No sea cochino hombre. Ya deje de ser mirón. ¡Voyerista! ¡Puerco!
ENDÉMICUS. (CON DESPRECIO Y ABOCHORNADO) ¿Yo? No gracias, tengo mejores gustos.
APOLO. (MOLESTO POR LA INADECUADA INVOCACIÓN, LE REGAÑA) ¡Si! Entonces, ¿A usted le parece justo hombre? Me estoy bañando. Respéteme hermano. Mire al público. Hay menores y damas. ¿No le da vergüenza? No sea tan degenerado.
ENDÉMICUS. (EXCUSANDOSE) Pero no era mi intención. Ni siquiera sé que hice. No traigo ni el anillo. No sé ni cómo lo traje aquí.
APOLO. (CON MENOSPRECIO) haber, como le explico señor. Usted es un muerto de hambre. un individuo insignificante; un necesitado crónico de salvación. Cualquier angustia suya automáticamente se convierte en una petición queja o reclamo. Es decir, una PQR. Eso llega al sistema directamente y se convierte en una orden de servicio automática.
ENDÉMICUS. (CONFUNDIDO). No entiendo.
APOLO. (CON MENOSPRECIO) ¡Qué tipo tan bruto! Venga no hace falta que entienda eso. Lo que quiero saber es porqué carajos ¡Me llamó!
ENDÉMICUS. (EXPLICANDOSE Y APROVECHANDO LA OPORTUNIDAD) No se enoje don Apolo, más bien; por primera vez ayúdeme, pero ayúdeme de verdad. Necesito el consejo de un amigo.
APOLO. ¡Amigo Ja! (SATIRICAMENTE) “Los mejores de toda la vida”. ¿Amigo? (SE TOMA UN INSTANTE). Bueno, en realidad yo no lo había pensado. Pero acaso, ¿usted esta insinuando que somos amigos?
ENDÉMICUS (CON HUMILDAD) Bueno la verdad yo si pensé.
APOLO. (CON LA MANO EN LA BARBILLA Y EN UN TONO UN POCO DE AUTORREFLEXIÓN, RECORDANDO DIÁLOGOS ANTERIORES). Bueno debo admitir que defenderme de mi papá y mi odiosa hermana fue un detallazo. Si me di cuenta de eso. Hasta ahora nadie había hablado así de mí. Para que hermano, si se fajó con esa acción (PULGAR EN SEÑAL DE APROBACIÓN). Y bueno uno tampoco es que encuentre un amigo todos los días. Que importa si es feo, pobre y mortal. Además yo siempre he sido más bien solito; de ahí que nunca tuve nadie ni con quien jugar. Todos eran amigos de mi hermana. ¡Vagabunda! No más porque le veían las piernas. Y eso que yo mostraba también las mías y ni así. ¿Sabe qué? Lo perdono. Venga, un abrazo de mi mejor amigo (EXTENDIÉNDOLE LOS BRAZOS).
ENDÉMICUS. (LO ABRAZA UN POCO INCÓMODO POR SU SEMIDESNUDEZ) Yo también lo quiero amiguis.
APOLO. (SE DA CUENTA QUE ES UN POCO BOCHORNOSO E INCÓMODA LA SITUACIÓN Y SE DISTANCIA). Muy bien. Pero entonces ¿qué consejo te puedo brindar?
ENDÉMICUS. (CON ANGUSTIA). En verdad. Tu qué has existido desde antes y has visto encrucijadas y tragedias de dioses y hombres. Podrías decirme ¿qué vale más? La fortuna de ser reconocido como un gran héroe, aunque tontamente muera al final de una batalla épica cómo le sucedió a Aquiles; o es mejor reiniciar una nueva era lejos de la guerra y el odio, así como hizo Eneas.
APOLO. (CONFUSO POR LA CUESTIÓN). Bueno la verdad es que está un poco difícil. Tienes razón no es una decisión fácil, pero si me puedes dar más información.
ENDÉMICUS. Aunque he logrado huir de los crueles Bárbaros por muy poca ventaja, estos ya se dirigen a Roma con determinada intención de borrarla del mapa.
APOLO. (INTENTANDO HACER EMPATÍA). Hombre que calamidad. Que contrariedad. Pero entonces, ¿cuál es el dilema que debes resolver?
ENDÉMICUS. Pues al pertenecer a Roma, intento definir si mi ética, mi moral y mi conciencia me dan la fuerza para dar aviso; o mi mezquindad y mi egoísmo se interponen en ello y me permiten alejarme corriendo en sentido contrario. ¿Qué hago?
APOLO. (PENSANDO UN INSTANTE). A ver analicémoslo a profundidad. ¡Ya se!, No hagas nada.
ENDÉMICUS. ¡Qué! ¿Cómo Nada?; ¿esa es tu brillante respuesta? ¿Esa es la solución de un dios sabio?
APOLO. ¡Pues si!, No hagas nada.
ENDÉMICUS. (CON ENFADO Y SARCASMO). ¿y qué significa “Nada”? ¿me quedo aquí? ¿inmóvil? ¿Qué se acabe la obra? Valiente solución. ¡Estúpida solución!
APOLO. Sin grosería o no le ayudo. Mire muchacho. Venga le explico. Existe algo que nosotros los dioses llamamos “Predestinación”. Si Roma cae, seguramente es porque en algún momento algún designio divino así lo requería. No puedes intervenir. Sería contra natura. Incluso estoy seguro de que mi hermano Marte y el tío Plutarco (REFIRIENDOSE A PLUTÓN), tienen algo que ver en todo esto. Ellos favorecen siempre a quien tenga más hambre de sangre y muerte. Así que mi consejo es que no interfieras. Escuché el otro día en el reino de los cielos que por siglos los Romanos han olvidado a sus dioses y eso no los trae de buenas. Y con esa nueva religión que se está poniendo de moda, definitivamente es un peligro. Así que lo mejor es Control Alt Suprimir. Es decir, Reiniciar.
ENDÉMICUS. (CON ASOMBRO) Sigo sin entender. Sobre todo porque por centurias hemos visto a semidioses, héroes y hombres, cambiando el rumbo del destino de la historia. Hércules, Perséo, Rómulo, Augusto; todos ellos de alguna manera inclinaron la balanza en favor de sus hazañas.
APOLO. Como lo dije antes. Pura predestinación. Todos nacieron con un propósito, estaban de alguna manera y por así decirlo; bendecidos para cumplir con el destino escrito para ellos. Cuando no se ungían del nirvana de los dioses, nacían al menos en una cuna de poder. Y tú no tienes ninguna de esas dos cualidades. Así que mi consejo como amigo es que no hagas nada. Que te hagas a un lado y mires que nuevos vientos de cambio trae el resultado final. Eso sí, a una distancia prudente.
ENDÉMICUS. (REFLEXIONA CON RESISTENCIA AL CAMBIO, CON TRISTE NOSTALGIA). Pero todo lo que he conocido hasta hoy se podría perder. Va a desaparecer para siempre. ¡Kaput! ¡Ya! Simple, se fue con el viento.
APOLO. Tómalo como una nueva oportunidad, a lo mejor vas a ser libre y podrás ser lo que tú quieras. Será un nuevo mundo para levantar tus propias reglas. Nunca más recibirás azotes ni humillaciones. ¿No te parece eso genial? Mira que hasta ahora llevas una vida paupérrima. No tienes nada.
ENDÉMICUS. (PIENSA CON EVOCACIÓN AL PÚBLICO). A donde vaya siempre habrá tiranos; siempre habrá opresores de ideas sobre ideas. Amos que querrán hacer de la vida de otros miserables mientras ellos disfrutan de sus placeres banales y superficiales. No habrá diferencia. Solo otro dómino sentado en el poder. Siempre habrá alguien bendecido y predestinado a inclinar la balanza de la historia a su favor. Eso no marca realmente una diferencia para mí. Algo debe cambiar.
APOLO. (EN UN TONO DE ADVERTENCIA). Es mejor que te acostumbres a la idea. Como te dije no hay nada que puedas hacer. No está en tus manos y las consecuencias podrían ser terribles para ti. Así que pórtese serio y deje la huevonada marica que se va es a perjudicar. No vaya a hacer lo que estoy pensando.
ENDÉMICUS. (EN UN ATAQUE DE VALENTÍA Y CON EMOCIÓN). “El destino del hombre en manos del hombre”. Un acto heróico de un sólo hombre insignificante que salve la humanidad, podría cambiarlo todo.
APOLO. (CONCILIANDO UN ACUERDO) Endémicus, hágame caso hombre, mire que como su amigo estoy tratando de salvarlo.
ENDÉMICUS. (PERSISTENTE E INQUEBRANTABLE) ¡Ya sé! Don Apolo présteme su cítara.
APOLO. (APELANDO A SU AMISTAD) Mire que le he cogido aprecio y eso no es muy frecuente. Venga, aprovécheme y siga mi consejo.
ENDÉMICUS. (ALTERADO PERO SEGURO LE EXTIENDE SU MANO) ¡Apolo! su cítara me sería de mucha utilidad, préstemela. Mire que yo se la devuelvo hombre, hágalo por un amigo.
APOLO. (INSISTE TRATANDO DE PERSUADIR EL TEMA). Mire Endémicus, si usted me escucha; nos podemos reunir un día de estos para un juego de pokarito entre amigos, y con unas buenas cervezas frías; pasamos una tarde fenomenal. Yo invito.
ENDÉMICUS. (CHANTAJEÁNDOLE COMO COMPROMISO DE AMISTAD) ¡Apolo! Si en verdad es mi amigo y me quiere ayudar, présteme su cítara.
APOLO. (YA FODONGO PERO AVERGONZADO, HACE PUCHERO) ¡Ay ya hermano! ¡Qué no puedo! La extravié esta mañana.
ENDÉMICUS. (DECEPCIONADO RESPIRA PROFUNDO). ¡Qué lástima! Pero bueno ¡No importa! Aun sin ella, seguiré adelante; salvaré a Roma y cumpliré mi promesa a mi amada Nubia.
APOLO. (CONFRONTÁNDOLO DIRECTAMENTE) En verdad esa es tu decisión
¿Pese a todas mis recomendaciones?
ENDÉMICUS. (CON DECISIÓN). Lo siento, pero así es.
APOLO. Todo lo que os dije, de manera elegante y filosóficamente como por una hora ¿te valió madres? Es decir ¿te importó un culo?
ENDÉMICUS. (OPTIMISTA LE PALMEA EL HOMBRO). Realmente aprecio profundamente tus palabras, pero tomé mi decisión y es una decisión definitiva.
APOLO. Entonces en ese caso que Dios lo bendiga papito, (TOMÁNDOLE POR LOS HOMBROS LO PERSIGNA). Mi señor me lo lleve con bien. Se va por la sombrita que se me insola, toma agüita y mucho cuidado no le haga caso a nadie. ¡Ah! y eso sí, me llama cuando llegue. (SE RELAJA, SE PONE EL CEPILLO DE FREGAR BAJO EL BRAZO, SE ACOMODA EL GORRO DEL BAÑO Y ABANDONA LA ESCENA).
ENDÉMICUS. (SOLO EN EL ESCENARIO). Hoy nace una nueva esperanza para el hombre sin destino, para el condenado a duros jornales y esclavitud. Mi hazaña se tomará como ejemplo. Incluso mi nombre podría estar en los anales de la historia. Hasta podrían considerar el nombre de una plaza en mi honor. Todas son verdaderas posibilidades ahora. ¡Gollum! sigamos nuestro camino.
VOZ EN OFF. (MIENTRAS SE ATENÚAN LAS LUCES HASTA LA OSCURIDAD). Si mi señor. El precioso nos espera.
DECIMOCTAVA ESCENA.
(Sínodo de intereses).
MANGANESIUS. (ENTRA A ESCENA APRESURADAMENTE). Mi Señor. ¡Pronto! La hora de las luces se acerca. Desde aquí podremos presenciar todo el espectáculo.
EMPERADOR. (ENTRA JUNTO A LA EMPERATRIZ, QUIEN LLEVA TOMADO POR EL BRAZO AL REY BÁRBARO, LE SIGUEN COMO LACAYOS, WÜTEND Y EL CÓNSUL CAYO SEVERO). ¡Pues bien! a benevolencia y gracia dejo en manos de nuestros distinguidos invitados el agasajo que hemos preparado para vosotros. Venid por aquí.
EMPERATRIZ. (SIN DISIMULAR SU INTERES EN EL REY NÓRDICO, LE COQUETEA SIN PUDOR). ¡Claro! Si yo tengo algo personalmente preparado para después de la fiesta. Os aseguro infinita satisfacción.
CONNAN YORG HËLG. (UN POCO ABOCHORNADO POR LAS ATENCIONES, INTENTA SAFARSE DEL ACOSO AL QUE ESTÁ SIENDO SOMETIDO POR LA EMPERATRIZ). Agradezco profundamente sus atenciones. Pero me gustaría saber ¿a qué hora es el evento del Bruto ese? ¿A qué hora podré ver a mi mujer? Es que soy hombre apenas de una sola.
EMPERATRIZ. (DESINFLADA POR EL RECHAZO, LE SUELTA Y SE APARTA). ¡Ay! Que mono más lindo, pero que bobo tan aburrido.
CAYO SEVERO. (INTERVIENE). Señor Connan, no se preocupe. Eso será a su debido momento. Quisiera primero saber, si todo el plan esta entendido; porque ya es casi la hora señalada.
CONNAN YORG HËLG. (UN POCO MOLESTO POR LA PREGUNTA). Pero por supuesto. ¿Me tomas por tonto, o acaso no confiáis en mi palabra? Pero eso sí, antes tengo una petición, y es crucial.
EMPERADOR, EMPERATRIZ, CAYO SEVERO Y MANGANESIUS (TODOS AL TIEMPO, SORPRENDIDOS POR EL REPENTINO SUCESO SOBRE LA HORA). ¿Cuál?
CONNAN YORG HËLG. (SACA UN DOCUMENTO ALGO COMO UN PERGAMINO Y LO PASA A MANGANESIUS). La verdad quiero que me firmen éste. Si no, no habrá trato.
MANGANESIUS. (LO LEE Y SE SIENTE EXTRAÑADO). No entiendo. ¿Esto es un recibo de agua y acueducto?
CONNAN YORG HËLG. Si, os aseguro que la tarifa está carísima y tengo un retraso que deseo renegociar. Al menos una rebaja del treinta por ciento y una refinanciación a doce meses.
MANGANESIUS. ¡Uy no! Pero ya va a ver que eso va a estar dificilísimo le digo; Primero debe registrase en el puesto de padrón como reclamante apto mayor de edad, luego hay que llenar tres formas; la A24-15, la R98 y la 20-345. Con ellas se va a la oficina de aguas y pide una solicitud de facilidad de pago, que debe enviar los tres primeros días del mes para ver si la aprueban. Se le responde en quince días hábiles y ahí si solicita la refinanciación, tomando un turno en la casilla nueve; que atiende sólo de siete a ocho de la mañana jueves y viernes.
CONNAN YORG HËLG. (CON LA EXPECTATIVA ROTA, SOLICITA DE REGRESO EL PERGAMINO Y LO GUARDA). Sabía que era una tarea imposible. Bueno, en ese caso está bien; adelantemos lo previamente acordado.
WÜTEND. Nuestros hombres ya están listos cuando den la orden.
CAYO SEVERO. (TRATA DE DECIRLO EN VOZ BAJA ENTRE LOS PRESENTES PERO QUE EL PÚBLICO LO ENTIENDA). Tan pronto pasen las luces alguien entrará gritando. ¡Traición, quieren dar muerte al emperador!; ¡los senadores quieren dar muerte al emperador! ¡Sálvenlo! Es ahí donde ustedes intervienen, ¿está entendido?
CONNAN YORG HËLG. (CON IMPERTINENCIA Y EN VOZ BAJA). ¿Están seguros de que no se puede hacer nada con el recibo del agua? (TODOS SE MIRAN Y LO NIEGAN CON LA CABEZA). Lástima.
WÜTEND. (DESPÚES DE IR HACIA ATRÁS Y MIRAR TRAS BAMBALINAS, VUELVE). Me informaron que ya estamos preparados.
MANGANESIUS. (CON EMOCIÓN) ¡Ya vienen las luces de fuego!, el espectáculo está comenzando. (SE ENCIENDEN Y APAGAN LAS LUCES EN ESCENA Y EFECTOS DE FUEGOS ARTIFICIALES POR UNOS SEGUNDOS, HASTA QUE TODO SE DETIENE Y SE MIRAN ENTRE SÍ).
ENDÉMICUS. (ENTRA DE TRASESCENA IRRUMPIENDO Y MUY ALTERADO). ¡Traición, quieren dar muerte al emperador! ¡Los Bárbaros quieren dar muerte al emperador! ¡Sálvenlo! (TODOS SE MIRAN).
CAYO SEVERO. (MIENTRAS LOS BÁRBAROS SE MIRAN ENTRE SÍ CON EXTRAÑEZA, DESCONCERTADOS Y SIN SABER QUE HACER). ¡Qué dices idiota! Repítelo nuevamente.
ENDÉMICUS. (TOMANDO AIRE Y PIDIENDO UN SEGUNDO, PARA PODER ACLARARLO MÁS DESPACIO). Que esto es una ¡traición! y que quieren dar muerte al emperador. ¡Estos Bárbaros quieren dar muerte al emperador! (SEÑALANDOLOS A AMBOS). ¡Sálvenlo!
EMPERADOR. (FURIOSO Y CONFUNDIDO, BLANDE SU ESPADA Y MIRA AL CÓNSUL Y A ENDÉMICUS, MIENTRAS LA EMPERATRIZ SE ASUSTA Y SE ESCONDE DETRÁS SUYO. MANGANESIUS HUYE DESPAVORIDO E HISTÉRICO A TRASESCENA). Un momento. ¡Un momento! que no entiendo nada. (AL CÓNSUL Y A ENDÉMICUS). A ver par de idiotas explíquenme, ¿qué significa esto? ¿qué fue lo que hicieron?
CONNAN YORG HËLG. (ALTERADO POR LA CONFUSIÓN TAMBIÉN BLANDE SU ESPADA Y SE REUNE CON WÜTEND). Bueno que es lo que quieren. Decídanse ¡Carajo! ¿Qué es lo que pretenden decir?
CAYO SEVERO. (ENTRE DIENTES A ENDÉMICUS PARA QUE CORRIJA EL ERROR). Mira lo que estás haciendo imbécil, lo vas a arruinar todo. Son los senadores los que quieren traicionar al Emperador. ¡Dilo tonto!, ¡Los Senadores quieren matar al emperador! Repítelo o aquí va a correr sangre.
ENDÉMICUS. (SEGURO DE SU INTERVENCIÓN). ¡Perdónenme, pero no! Quiero reiterar. Estos señores Bárbaros quieren arrasar con Roma. Traen todo preparado para destruirla.
CONNAN YORG HËLG. (TRATANDO DE DESMENTIR). Pero que muchacho tan impertinente. ¿Nosotros? ¿Cómo se les ocurre?
WÜTEND. Qué tipo tan chismoso, ¿cómo se atreve a difamarnos? Seriamos incapaces. Somos hombres de palabra. ¡Eso no me parece correcto!
ENDÉMICUS. (EN ESTADO DE ALERTA). Después del festín les esperan sus hordas a las afueras de la ciudad.
CONNAN YORG HËLG Y WÜTEND. (SE MIRAN TRATANDO DE DISIMULAR). ¡Qué mentira más grande! Ahí si no. ¡Pura cizaña!
CONNAN YORG HËLG. (SOLLOZANDO CASI CON LÁGRIMAS EN LOS OJOS). Nunca nos habían tratado de esa manera, nos sentimos insultados y ofendidos. Mejor nos marchamos de una vez. ¡Suerte es que les digo! Pero; ¿Antes no me firmarían el recibo de aguas y acueducto?
EMPERADOR, EMPERATRIZ, CAYO SEVERO Y ENDÉMICUS (TODOS AL UNÍSONO). ¡Que no!
WÜTEND. (ADVIERTE MIENTRAS INTENTAN RETIRARSE). Nuestras fuerzas darán cuenta de esta ofensa.
EMPERADOR. Si lo que dice es cierto, ahora tendré que aplastar a esas fuerzas invasoras a las puertas de la ciudad. mequetrefe, ¿Cómo cuantos rebeldes dices que hay allí afuera?
ENDÉMICUS. Pues mí señor, cuando venía a unos pocos kilómetros de aquí. Se aglutinaban ya como medio millón y seguían llegando.
EMPERADOR. (MUERTO DE MIEDO, ARREMETE CONTRA EL CÓNSUL). ¿Tántos? Todo esto es tu culpa, no debí fiarme de ti. ¡Arréglalo! O me encargaré personalmente de estrangularte antes de mi masacre.
CAYO SEVERO. (ANTES DE LA PARTIDA DE LOS BÁRBAROS). Un momento. aguarden todos por un momento. Calmémonos y vamos a aclarar todo de una vez. ¿Les parece?
EMPERATRIZ. (SUMANDOSE A LAS INTENCIONES DE CALMAR LOS ÁNIMOS). ¡Si! Por favor no se peleen. Eso está bien ¡OUT! La paz es la que está de moda.
CAYO SEVERO. (INTENTANDO CONCILIAR). Yo solo veo aquí, un conjunto de intereses comunes que encajan medidamente en algo que nos puede beneficiar a todos.
CONNAN YORG HËLG. (EXPECTANTE Y DEFENSIVO). Explícate con claridad anciano.
CAYO SEVERO. (ACLARA). Usted señor Connan quiere regresar con su mujer a sus tierras y castigar al general Bruto, quien se la llevó y le dejó en vergüenza. ¿Cierto? (CONNAN ASIENTE CON LA CABEZA). Por otro lado, mi señor Emperador quiere pasar tranquilo el resto de sus años gobernando al imperio con absoluta magnanimidad, sin ataduras ni control legislativo alguno. ¿Ó acaso me Equivoco? (EL EMPERADOR HACE LO MISMO, ASIENTE) ¡Pues ya está! La solución sería: “Fuerza por poder y poder por fuerza”. Con las fuerzas bárbaras recuperaría el imperio la capacidad militar que ha perdido en los últimos años. Y el rey Connan por su parte obtiene lo que quiere.
MANGANESIUS. (ENTRA DE TRASESCENA CON UN PAPEL). Mi señor, El senado también se ha pronunciado. Traigo un comunicado vuestro. Dadas las circunstancias, dicen que si les perdona la vida; formarán un partido de unidad con el gobierno y cerrarán la oposición. Que todo lo aprobarán por una módica participación de la contratación estatal. Y lo firman todos los senadores.
EMPERADOR. (REFORZANDO SU IDEA). Bien, si es así; propongo que después de mi muerte, se realice una división del imperio en la que alguno de mis hijos se case con la hija del jefe nórdico y se encargue de las tierras de occidente. Los otros se pueden encargar de las tierras del imperio en el oriente. Mientras tanto pueden disfrutar y vivir en Roma. ¿Sabe qué? Preste le firmo ese recibo.
CONNAN YORG HËLG. (CONSIDERANDO SERIAMENTE LA PROPUESTA MIENTRAS PIENSA EN VOZ ALTA). La verdad no me suena tan mal la idea. Ya que la pobre BERGTHÄ está un poco solterona y no he encontrado un príncipe a su altura. La verdad para qué. La condenada es ¡Fea! tiene incluso más barba que yo. (WÜTEND CONFIRMA CADA AFIRMACIÓN DICHA POR EL REY CONNAN MOVIENDO SU CABEZA Y CULMINANDO ENTRE GESTOS DE ASCO Y VÓMITO). Pero que le puedo hacer si nació igualita a su madre, osea mi primera esposa. Y es que en esa época era yo un jóven muy inexperto, que por cierto lo recuerdo. Y en esas tierras frías no había mucho de donde escoger. Tanto que, era escogerla a ella; o una osa grande negra y peluda, que rondaba los bosques. (WÜTEND SE BURLA EN SILENCIO, DE LA SUERTE QUE CORRIÓ EN EL ALBOR DE SU JUVENTUD EL JEFE BÁRBARO, SIENDO EL UN TESTIGO). Al final, no pude encontrar por ningún lado a la bendita osa. Así que no tuve alternativa. Me casé con su madre. De tal modo que esta sería una gran oportunidad. Así que entonces lo acepto, se hará. (LE PASA EL RECIBO DE AGUAS AL EMPERADOR PARA QUE SE LO FIRME CON SATISFACCIÓN).
ENDÉMICUS. (SONRÍE ORGULLOSO, CREYENDO MUY IMPORTANTE SU AZAÑA). Qué bien, pude evitar una masacre. Entonces ¿Salvé a Roma? ¡He salvado a Roma! He creado mi propio destino como el salvador de Roma.
CONNAN YORG HËLG. (INTERRUMPE REPLICANDO). Pero aún queda lo del General Bruto. A ese, yo quisiera estrangularlo con mis propias manos.
EMPERADOR. (INTENTA CONVENCERLE). Pero para que te vas a ensuciar las manos hombre. Querido consuegro. Eso no hace falta y no es necesario. Bruto es un traidor; pero a su vez, no podemos negar que es un ciudadano Romano y un héroe de guerra. No se te daría muy bien para tu nueva imagen. Enviémoslo más bien a la arena y divirtámonos un rato. Al final si se salva, igual se lo echaremos a los leones y asunto arreglado. Más bien arréglate la barba para el reencuentro con tu amada. ¿Manganesius?
MANGANESIUS. ¿Si mi señor?
EMPERADOR. (ORDENANDO Y SEÑALANDO A ENDÉMICUS). Haced los preparativos necesarios, Que continúe nuestro festín con las buenas nuevas. Ah, y llevad a este metiche y tonto legionario a la arena, quien se atreve a proferirse asimismo como “El salvador de Roma”. En dos días, que se enfrente al General Bruto y me deshago de esas dos ladillas de una buena vez.
ENDÉMICUS. (ASOMBRADO POR LA DECISIÓN GRITA MIENTRAS MANGANESIUS LO SACA A LA FUERZA POR EL BRAZO). Pero mi señor. Si yo salvé a Roma. ¡yo salvé a Roma! ¡yo salvé a Roma!
EMPERADOR. Que te quede muy claro, en este mundo sólo hay un espacio para un solo salvador de Roma.
CAYO SEVERO. (ADULANDO). Ese solo puede ser usted mi gran señor. Y ya que todo se solucionó, me preguntaba ¿si podía realizarle una petición?
EMPERADOR. Tus engaños me han costado un hijo. En el buen sentido de la palabra, gran señor del norte (TRATANDO DE CONGRACIARSE CON EL REY CONNAN).
CONNAN YORG HËLG. (LAMENTANDOSE). No, yo entiendo. La verdad cuando la conozca también va a pensar que es un sacrificio.
EMPERADOR. Más no dudo de su noble alcurnia, de su elegancia o finura (TRATANDO DE CONGRACIARSE CON EL REY CONNAN).
CONNAN YORG HËLG. (LAMENTANDOSE LE DICE CON PENA NEGATIVAMENTE CON SU CABEZA AL IGUAL QUE WÜTEND). La verdad no. Es que no tiene gracia alguna.
CAYO SEVERO. Yo quisiera que se resolviera lo de mi jubilación mi señor.
EMPERADOR. (TOMA DE LA MANO A LA EMPERATRIZ Y SALEN PRECIPITADAMENTE HACIENDO UN GESTO HILARANTE AL PÚBLICO, MIENTRAS EL CÓNSUL LES SIGUE). ¡Ahora no! ¡Ahora no!
CAYO SEVERO. (DESESPERADO HASTA TRAS ESCENA), Pero mi señor, ¡es mi jubilación! Se lo suplico.
WÜTEND. (UN POCO CONFUNDIDO AÚN POR LA NUEVA SITUACIÓN). Pero rey Connan. ¿Y nuestro gran objetivo, dónde queda? Nuestro espíritu de lucha, la oportunidad para cambiarlo todo; todo nuestro discurso progresista. Prácticamente el triunfo estaba en nuestra bolsa.
CONNAN YORG HËLG. (INTENTANDO EXPLICARLE.). Ay mi inocente amigo. “La Política” es sólo una. Mi querido Wütend; a veces es más importante aceptar un cambio para el cual uno se adapte más fácilmente; que intentar cambiar lo que a bien construido ya está. Mira estos palacios, mira esta ciudad. Piénsalo, ¿qué nos espera en el norte? Una tierra fría hundida en el letargo, la superstición y la guerra. Con unos enemigos salvajes que crecen cada día con más ambición y sed de sangre. ¡Despierta Wütend! Aquí es donde está el verdadero progreso. Las verdaderas oportunidades. Ya estoy cansado de luchar por tierras estériles. Aquí hay un verdadero futuro. Mis nietos serán verdaderos patricios. Simplemente nos estamos sumando al mando del poder.
WÜTEND. Llevamos poco tiempo en esta ciudad y usted cambió totalmente mi señor. ¿Qué pensarán sus seguidores? Parece que este sistema corrupto se ha apoderado de usted. Yo siempre le he seguido, pero francamente esta vez estoy sumamente consternado. Creo que no le acompañaré en esta aventura. (DESILUSIONADO DE SU SEÑOR ABANDONA LA ESCENA).
CONNAN YORG HËLG. No te enojes Wütend. Demos una oportunidad a esta nueva vida. Verás que tengo razón. Más bien acompáñame, que debemos ir de compras. Quiero estar presentable para ver a ALVER ÏNGA. ¡Wütend! No te vayas. (ESTE PARTE TAMBIÉN)
DECIMONOVENA ESCENA.
(Antígona encadenada).
ENDÉMICUS. (A ESCENA ENCADENADO CON VESTIMENTAS RASGADAS Y CON UNA ACTITUD DERROTADA Y SIN FUTURO). yo salvé a Roma. ¿Pero de que me sirvió? Para mal de todos los males, ahora sentenciado a derramar mi sangre en el mismísimo caldero de Vulcano. Esta vez sí que no hay esperanza alguna. De esta no salgo vivo. Jamás he blandido tan siquiera una espada, y así que me echan a las manos de un sanguinario, un guerrero que no ha perdido batalla jamás. Nada más pienso en todo lo que dicen de él. “El gran matador”, “El gran Bestiario”. Cómo pelea “Que Bruto”.
VOZ EN OFF LANISTA. (SE ESCUCHA UN LÁTIGO TRAS ESCENA Y UN FUERTE GRITO DE INTIMIDACIÓN). ¡A entrenar condenado! Deja de hablar, toma una espada y ponte en guardia. Mañana debes dar un gran espectáculo en la arena.
ENDÉMICUS. (DESCONSERTADO MIRA HACIA LOS LADOS PARA VER QUIEN IMPARTE LA ORDEN Y ATEMORIZADO HACE CASO). ¿No sería posible aflojar un poco las cadenas? Es que están un poco apretadas.
LANISTA (APOLO). (ENTRA APOLO CON UN ATUENDO DE ENTRENADOR DE GLADIADORES). ¡Nada, si ve hermano! Yo le dije que no diera papaya. Uno le aconseja, pero usted es que no hace caso.
ENDÉMICUS. (CON ALGO DE EMOCIÓN, ESPERANDO UN POCO DE AYUDA). ¿Don Apolo, es usted? ¡Qué bueno! viene a ayudarme.
LANISTA (APOLO). Esta vez no. Usted lo jodió todo. Nadie anda contento con lo que ha hecho. Mire que yo se lo advertí y ya nada puedo hacer. Antes, no importaba porque usted era un perfecto desconocido; pero ahora cada cosa que hace la miran con lupa desde arriba. Usted y su manía de desconocer los hilos del destino, lo llevaron a esta situación.
ENDÉMICUS. (CON ARREPENTIMIENTO). Don Apolo, yo sólo quería tener una oportunidad de cambiar algo en este mundo.
LANISTA (APOLO). (MENOSPRECIANDO LA IDEA) ¿Pero para qué? Mire lo que logró con su brillante hazaña. Reconozca que yo tenía razón.
ENDÉMICUS. (DESAHUCIADO) ¿Qué me queda?
LANISTA (APOLO). La verdad nada. Yo solo le traía una razón de los dioses que me enviaron para que usted se sintiera realmente mal. (CONMOVIDO AL VERLO SIN REMEDIO). ¿Pero sabe qué? Voy a hacer mi último esfuerzo por apoyarlo. (MIRA AL CIELO). Siempre termino favoreciendo a los tontos. Bueno, al menos voy a enseñarle a luchar en la arena.
ENDÉMICUS. (CON ESPERANZA). Eso sería algo bueno, porque para ser sincero nunca he empuñado una espada en contra de nadie.
LANISTA (APOLO). ¡Muy bien! (SE SEPARA UN POCO, CIERRA SUS OJOS Y SE PREPARA EN UNA RIDÍCULA POSICIÓN DE MEDITACIÓN). Nada que una técnica marcial oriental no pueda superar. Permíteme un momento que me voy a concentrar. (MIENTRAS ENDÉMICUS SE DESCONCIERTA, APOLO EMPIEZA A DAR TUMBOS TORPES Y DESCORDINADOS POR TODO EL ESCENARIO, SIMULANDO UNA APARENTE DANZA ACROBÁTICA).
ENDÉMICUS. (DESCONFIANDO) ¿Qué está haciendo señor Apolo? ¿Comenzamos?
LANISTA (APOLO). (LE PIDE PACIENCIA CON LA MANO). Espere que sólo estoy calentando. (SE DETIENE Y RESPIRA PROFUNDO). ¡Ya! Hágale, póngase firme y derecho. (ENDÉMICUS LE OBEDECE).
ENDÉMICUS. (SE UBICA AL FRENTE Y DISPUESTO A RECIBIR LA INSTRUCCIÓN). ¿Así?
LANISTA (APOLO). (CON LA MANO, LE SEÑALA INCONFORME QUE MAS O MENOS; EMPIEZA A EXPLICAR MIENTRAS SIGUE EN CONSTANTE MOVIMIENTO). Esta es la milenaria técnica del dragón ciego; ponga cuidado que es bien compleja. venga inclínese un poco. Voy a extender mi brazo como si fuera una espada, cuando lo ataque por encima usted da un paso adelante y luego se va a cubrir arriba. (EJECUTA LA ACCIÓN). ¡Muy bien así es! Ahora cuando lo ataque por su izquierda usted pone su brazo a la izquierda. ¿entendido? (EJECUTA LA ACCIÓN Y ENDÉMICUS RESPONDE). ¡Mas rápido papito o nos quemamos! Que hubo ¡Eso es! Ahora lo ataco por derecha y usted se cubre por ese lado. (NUEVAMENTE HACE LO QUE DICE). ¡Muy bien! Alístese que ya viene el golpe final. ¡La sorpresa! (CUANDO INTENTA CHUZARLE LOS OJOS CON LOS DOS DEDOS, ENDÉMICUS REACCIONA Y COLOCA LA PALMA DE SU MANO, JUSTO EN FRENTE DE SU CARA; EVITANDO QUE ESTE CUMPLA SU OBJETIVO). ¡Eso es, ya lo tiene! y se detiene abruptamente. ¿Bien que te pareció?
ENDÉMICUS. (DECEPCIONADO) ¡Que! ¿Eso es todo? ¿Esa es la gran técnica?
LANISTA (APOLO). (DESCONCERTADO POR LA INGRATITUD). Si, hasta ahí me la sé. No regresé nunca a las lecciones de Karate.
ENDÉMICUS. Ahora si voy derecho al infierno.
LANISTA (APOLO). (INTENTANDO CONGRACIARSE). Antes agradezca que no quise ser duro con usted. Le di suave.
ENDÉMICUS. (CON CANDIDA INOCENCIA). ¿Cree acaso que con esa técnica podre ganar?
LANISTA (APOLO). (CON UNA CARA PESIMISTA). Pues no. Francamente no hermano, pero no se me ocurre otra. Ya le enseñé todo lo que sé. Lo mejor es que se vaya despidiendo de este mundo.
WÜTEND. (ENTRA FURTIVO Y ENCAPUCHADO EN UN MANTO DE MISTERIO). No necesariamente. Puede que haya una opción.
ENDÉMICUS. (UN POCO DESORIENTADO, APOLO LE PREGUNTA CON SEÑAS POR LA PRESENCIA DE ESTE SUJETO). No lo sé; él es uno de los bárbaros de confianza del rey Connan. ¿Qué hace usted aquí?
WÜTEND. He venido porque necesito algo de ti. El rey Connan se ha vuelto loco y lo ha enfermado la ambición por el poder y la obsesión por su mujer. Sin embargo, nosotros aún sin él; seguimos en pie de lucha. Queremos un mundo mejor. Estamos firmes para derrocar la tiranía del imperio. Así que decidimos tomar Roma por nuestra cuenta con, o sin su aprobación. Nuestros hombres a las afueras de la ciudad no se marcharon y ahora estamos listos para entrar durante las fiestas.
LANISTA (APOLO). Parece que la rueda del destino ha puesto a marchar nuevamente el curso de su camino.
WÜTEND. Eso yo no lo sé. Pero queremos justificar nuestra causa y para ello se nos ha ocurrido un plan que podría resultar. Así que queremos que seas parte en esto.
ENDÉMICUS. No lo entiendo. ¿De qué manera? (SE EMOCIONA). ¿Podré ser un héroe?
WÜTEND. Tanto como eso tampoco lo sé. Pero si sabemos, que el General Bruto es favorito de su pueblo. A bien nuestro y en su actual situación, sería potencialmente un aliado que estaría dispuesto a compartir el poder apoyado por la voluntad de la gente, quien lo reverencia como un héroe de guerra. Sin embargo, hasta el momento no sabemos dónde lo tienen. Nadie le ha visto, pero tenemos la certeza que estará contigo en la arena. Así que durante el combate necesitamos que le entregues esto. (SACANDO DE SU CAPA LA CÍTARA).
ENDÉMICUS Y LANISTA (APOLO). (SORPRENDIDOS). ¡La Cítara!
LANISTA (APOLO). Yo sabía, alguien la tomó mientras yo estaba dormidito. Yo sentí como una bruja en el pecho. Pero esa es mía. ¡Muy atrevido!
WÜTEND. Yo no sé de quién sea. Me la entrego la hechicera y me dijo que era muy poderosa. Así que ya es parte de nuestra causa. Y este insignificante sujeto, será el medio para el logro del objetivo.
LANISTA (APOLO). Oiga, pero no lo trate así que él tiene sentimientos. Mírelo lo va a poner a llorar. Mas bien, devuélvame mi instrumento.
WÜTEND. (LO ESCONDE Y SACA SU ESPADA). ¿Devuélvame? Me tiene es que matar.
LANISTA (APOLO). (ACOBARDADO) ¡Uy! Está bien, se la presto pero no se ponga violento. Y al menos pida el favor.
WÜTEND. (CON SARCASMO). Que sensibles las nenas. Pierdo mi tiempo. ¿Van a ayudar o no? Os prometo que si el plan resulta, serás señor de una ínsula.
ENDÉMICUS. Bueno claro, ahí si estamos hablando otro idioma. Entre gente elegante y refinada nos podemos entender, pero ¿Que es una ínsula?
LANISTA (APOLO). (SACANDO LA CARA POR EL IGNORANTE DE ENDÉMICUS) Venga, pero como representante con un cuarenta por ciento de mi artista ¿Quiero saber si la entregan libre de impuestos, predial y valorización?
ENDÉMICUS. (SONRIENTE Y APARENTEMENTE DE ACUERDO). Suena bien, Pero ¿Que es una ínsula? (APOLO, CON GESTICULACIÓN Y SEÑAS, LE PIDE QUE HAGA SILENCIO QUE ÉL SE ENCARGA).
WÜTEND. (ACEPTA CON INCONFORMIDAD Y LE PASA LA CÍTARA A ENDÉMICUS). Que así sea entonces. Ten y que este cobarde te explique; parece que el conoce como funciona este cacharro a la perfección. Estas guitarritas son para maricas.
LANISTA (APOLO). (OFENDIDO, PERO COBARDEMENTE TRATANDO DE LEVANTAR LA VOZ). ¿Usted sabe quién soy yo?
WÜTEND. (LE DEVUELVE UN GRITO CON SENTENCIA BÉLICA). ¡No!, ¿por qué debería saberlo? ¿Cuál es el problema?
LANISTA (APOLO). (HUMILLADO SE VOLTEA HACIA ENDÉMICUS, UN POCO AMEDRENTADO Y SIN GANAS DE SEGUIR REFUTANDO; LE SEÑALA LAS CUERDAS). Mira, si tocas esa cuerda es Do; esta es Re, y esta es Sol. (TRATANDO DE DISIMULAR LA HUMILLACIÓN, AGACHANDO LA MIRADA).
WÜTEND. (ACLARA). Durante la pelea entrégasela, explícale todo y convence al General Bruto de nuestro plan.
ENDÉMICUS. ¿También quieren que se los entregue bañado, limpio y descansado?
WÜTEND. (PROSIGUE SU DIALOGO, IGNORANDO EL SARCASMO). Dile que esperamos su señal y que estamos listos para atacar bajo sus órdenes.
ENDÉMICUS. ¿Cuál es esa señal?
WÜTEND. ¡Y yo que voy a saber! Por ejemplo, qué se yo. Cuando te corte una oreja, una pierna, un brazo, la cabeza. Que sea creativo y que luego use la guitarrita en la batalla. (ABANDONA RAPIDAMENTE LA ESCENA).
ENDÉMICUS. Qué plan tan verdaderamente loco.
LANISTA (APOLO). (ADVIRTIÉNDOLE). ¡Muy bien!, ahora que tienes la cítara en tus manos, es mi deber explicarte sobre su uso. Permíteme decirte que lo más difícil, es saber quién es amigo y quien enemigo. Entender qué es lo conveniente y lo inconveniente. La cítara funciona una sola vez cada trescientos años en manos de los humanos. Si bien para salvarte, para salvar a tus amigos; o bien, para condenar a tus enemigos. Tienes que tomar la decisión y debes elegir. Ello implica que vivas eternamente protegido con un manto de inmortalidad, y que todo lo que conoces sea condenado a desaparecer; incluyendo todo aquello y aquellas personas que amas. Si decides salvar a tus amigos, no tendrás su misma suerte, sacrificarás tu juventud, envejecerás prematuramente y serán ellos los que perduren en el tiempo. Por otra parte, si decides usarla en contra de tus enemigos; los aniquilarás con peste, muerte y destrucción. La decisión de tu destino está finalmente en tus manos.
ENDÉMICUS. Debo pensar muy bien esta vez lo que sería conveniente para mí. No debo precipitarme. La última vez tomé una decisión sin medir las consecuencias.
LANISTA (APOLO). Te enseñaré una sola tonada cuando elijas tu destino, lo haré bien para que se la entregues al general Bruto y cumplas tu acuerdo; o para que tú mismo te salves en la arena. ¡Vamos, hay poco tiempo! (SALEN JUNTOS MIENTRAS LAS LUCES SE ATENÚAN).
VIGÉSIMA ESCENA.
(La danza de la Lluvia).
Mientras se encienden las luces, suenan trompetas y fanfarrias. Una muchedumbre que festeja enardecida y grita en las tribunas. Se escucha aclamar: ¡Bruto!, ¡Bruto!, ¡Bruto!
EMPERADOR. (SUBE A UN PULPITO DESDE DONDE SE SUPONE LE HABLA AL PÚBLICO. LAS GRADERIAS SE VAN SILENCIANDO PARA ESCUCHAR, MIENTRAS ESTE PROCLAMA SU DISCURSO). ¡Pueblo de Roma! Hoy, nos reúne el bien común. La fortuna, el honor y la gloria de ser verdaderos hijos de Roma. Toda opresión y sufrimiento que tuvo que resistir nuestra gente. Ese enorme sacrificio que hizo nuestra nación, enfrentando guerras sin sentido con los pueblos hermanos del norte. La desgracia y el infortunio de enviar nuestros propios hijos a los campos de muerte, sólo por la abnegación bajo un poder no legítimo, disperso en todos esos burócratas sin compromiso por nuestro estado. Todas ellas, son unas sanguijuelas ambiciosas que se visten a la conveniencia de sus propios intereses. ¡Eso se termina hoy! ¡Ya no más! Desde hoy yo seré su primer y su único gran líder. Por mucho tiempo, el poder no estuvo en la mayoría, sino más bien en esa minoría privilegiada y pervertida que usaba nuestros sagrados recursos del imperio en sus necesidades más banales. ¡Eso ya no lo puedo permitir! Desde ahora, el pueblo Romano vivirá feliz, sabiendo que mi visión ahora es la única y verdadera. Cualquiera que se considere digno de la mejor nación, aprovechará para sumarse y lograr conmigo, el liderazgo que se ha perdido. A ellos, Roma nunca los abandonará. Todos ustedes, serán mis hijos y tendrán cabida bajo mi seno. Yo los voy a proteger. Yo los voy a cuidar. No vamos a permitir que nadie nos diga que hacer. Yo seré la voluntad de mi pueblo y mi pueblo será mi voluntad. El verdadero sentir de unidad, nace hoy a lo largo de nuestro imperio desde nuestros jóvenes; ellos serán el pilar del pueblo y mantendrán nuestra pureza por mil años. En este momento seremos los padres de una nueva era, donde construiremos nuestro futuro en propias manos. Aquel que se oponga, ¡desaparecerá para siempre! Aquel que se oponga se arrodillará ante nosotros. Aquel que se oponga verá la luz por última vez y cerrará sus ojos viendo a un romano inquebrantable en pie. Porque somos la mejor raza que ha existido. Somos los hijos dignos de nuestros fundadores. Somos la civilización más sabia. Somos la cúspide de la razón. Seremos el nuevo símbolo de la eternidad… ¡Larga vida a Roma! ¡Larga vida al imperio! (SE ESCUCHA LA MUCHEDUMBRE ENARDECIDA, ACLAMANDO AL EMPERADOR). ¡Que comiencen los juegos! (FANFARRIAS, MULTITUDES, TAMBORES).
MANGANESIUS. (SUBE A AL PULPITO DESPÚES DE LA SALIDA DEL EMPERADOR Y LE HABLA AL PÚBLICO). ¡Pueblo de Roma! Hoy. En nuestro evento principal en la arena. Un gigante traído desde las tierras de Hispania. En nombre de Roma, venció las fuerzas de Hipermétropix el Galo. Como General de las legiones, aplastó las revueltas de Britania y contuvo por más de veinte años las fuerzas enemigas en el norte. Fiel a su imperio, pidió el honor de enfrentar a sus enemigos en la arena como gladiador, para defender la honra de su pueblo; incluso aun a costa de su vida misma. Señores… “EL COLOSO DE LAS GALIAS, EL INVICTO DE MIL BATALLAS, EL GRAN BESTIARIO”. ¡El único e inigualable! Nuestro Campeón: ¡TRACIO QUINTUS BRUTUS! (SE ENLOQUESE LA GENTE EN LAS TRIBUNAS Y ACLAMA SU NOMBRE MIENTRAS ENTRA UN GLADIADOR DE UN EXTREMO DEL ESCENARIO, CON UN ESCUDO Y UNA ESPADA EN ALTO).
PUEBLO DE ROMA EN OFF. (REPITE MUCHAS VECES) ¡BRUTO! ¡VIVA BRUTO!
MANGANESIUS. ¡Pueblo de Roma! Del otro extremo de la arena. El gran… (LEE UN POCO EL PERGAMINO, Y SE DA CUENTA QUE NO TIENE UN CURRICULUM TAN PROMETEDOR). ¿El gran? ¿Qué es esto?, pero si aquí no dice nada. (NO TIENE MUCHO QUE DECIR DE ÉL). ¡Ha conquistado! (PAUSA DUBITATIVA). ¡Pueblo de Roma! ¡ENDÉMICUS CÚMULUS DI MERDA! (SILENCIO SEPULCRAL, MIENTRAS ENTRA ENDÉMICUS CON LAS MANOS ARRIBA ESPERANDO EL APOYO DE LA MULTITUD. SÓLO SE OYEN GRILLOS COMO SI LAS GRADERÍAS ESTUVIERAN VACÍAS).
CAYO SEVERO. (ENTRA ÉBRIO DE TRAS ESCENA ATROPELLANDO A MANGANESIUS INTENTANDO DAR UN DISCURSO, HINCHO DE BORRACHO), ¡Un momento! ¡Un momento! Tampoco, que el muchacho tiene lo suyo. Ustedes no saben quién es él. Pues él es hijo mío. o bueno como si fuera. ¡Puta! Ahí donde lo ven, Deforme, feo, retardado y sospechosamente eunuco. (SOLLOZANDO SUSPIRA PROFUNDO EN EL PECHO). Es un buen muchacho. ¡Él, es un buen muchacho! Ustedes no saben todo lo que ha hecho para estar aquí. Se enfrentó a los dioses más terribles, acabó con las amazonas. Vino a advertirnos de los invasores para salvar a Roma. ¡Ustedes no lo saben! Pero incluso, tuvo que enfrentar una novia loca que lo quería casar en contra de su voluntad. Eso sí que es peligroso. Pero en resumen, ¡El no merece estar ahí! Es una víctima de este sistema. Les pido una oportunidad para este pobre infeliz. Sólo pido una sola oportunidad. (INTENTANDO CONMOVER AL PÚBLICO, PARA SALVAR LA SITUACIÓN). ¡Puta! Chino, lo quiero restos oyó; ¡perdóneme! (CON ARREPENTIMIENTO).
EMPERADOR. (VIENE DE TRAS ESCENA Y DICTA UNA ORDEN), Que lancen a este a la arena y que muera con los leones. (EL PÚBLICO SE ENCIENDE NUEVAMENTE).
MANGANESIUS. ¡Que comience la lucha! (TOMA POR EL BRAZO AL CÓNSUL Y SE MARCHAN A TRASESCENA).
BRUTO. (SE PARA DE FRENTE AL PÚBLICO). ¡Los que van a morir te saludan! ¡Salve Roma!
ENDÉMICUS. ¡Eso! Lo que dice aquí el regalado, supongo. (SE SEPARAN ALISTANDOSE PARA LUCHAR). A ver, ¿cómo era? El Dragon ciego. ¡Arriba-Izquierda-Derecha-al centro! (REPITE). Arriba-izquierda-derecha-al centro.
BRUTO. (GRITANDO Y ROGANDOLE A LA ESPOSA DEL JEFE BÁRBARO, QUIEN SE VISLUMBRA BAJO LOS TOLDOS DEL PALCO IMPERIAL; AL LADO DEL REY CONNAN). ¡ALVERÏNGA! Perdóname linda, aquello fue un mal entendido. ¡yo te amo de verdad! Mira que lo arriesgamos todo para tener nuestro amor. ¡Perdóname te lo suplico! Yo sé que tu sientes lo mismo. Recapacita, mira que aún no es tarde mi amor.
ENDÉMICUS. (REPITE). Arriba-izquierda-derecha al centro.
BRUTO. (REFLEXIONANDO), ¡Esta bien! Si para demostrarte mi amor debo sobrevivir a la muerte, espérame. Pronto estaremos juntos otra vez. Acabaré con quien sea por estar a tu lado. Me enfrentaré a la mismísima muerte y a lo que venga por tu amor. Está será mi mejor batalla. Seré más implacable de lo que nunca haya sido. ¡Hoy seré un animal! (SE PONE EN PIE DE LUCHA).
ENDÉMICUS. (MUY ASUSTADO, TRATA DE POSCICIONARSE PARA EL COMBATE). ¿Y tenía que ser hoy justamente que se sintiera tan motivado don Bruto?
BRUTO. La única forma en que mi amada vuelva conmigo, es que triunfe en esta arena.
ENDÉMICUS. Pero tenga en cuenta que yo estoy de su lado. Somos del mismo bando. Yo le admiro profundamente. Tengo incluso la colección completa de sus afiches. Tengo membresía de su club de fans.
BRUTO. Lo siento mi amigo, pero no queda otro camino. Prepárate a morir; ¡Ven, no huyas! (LANZA UN ESPADAZO QUE A DURAS PENAS ALCANZA A ESQUIVAR TORPEMENTE).
ENDÉMICUS. Es posible que haya una alternativa don Bruto. Si me permite un minuto. (LANZA UN SEGUNDO ESPADAZO MUY DÍFICIL DE EVITAR, PERO SE SALVA AL HUÍR). ¡Tenga cuidado!
BRUTO. ¡Estas condenado! (LE DA UN FUERTE GOLPE CON EL ESCUDO QUE LO TIRA AL SUELO, MIENTRAS LA MULTITUD SE EMOCIONA). ¡Ponte de pie!
ENDÉMICUS. (UN POCO ATURDIDO POR EL GOLPE, TRATA DE EXPLICARSE).
Un emisario de los Bárbaros, le envía un mensaje. Dice que le apoyarán para que sea el nuevo líder de Roma, si les promete un trato más justo.
BRUTO. ¡Estas mintiendo! (LE HACE UN NUEVO LANZAMIENTO).
ENDÉMICUS. Le digo la verdad. Dicen que Roma lo sigue y tienen a las puertas de la ciudad un enorme ejército, que está esperando dispuesto para apoyarlo. Sólo esperan su señal.
BRUTO. ¿Y cuál es esa señal que están esperando?
ENDÉMICUS. La verdad, no fueron muy específicos al respecto. Pero sugiero algún pañuelo rojo.
BRUTO. ¿Y de dónde voy a sacar yo un pañuelo rojo? ¿Estás intentando distraerme para ganar algunos segundos de vida? (LANZA UN SABLAZO QUE ALCANZA A RASGUÑAR UN BRAZO DE ENDÉMICUS Y LE DESARMA DE LA ESPADA, QUEDA JUSTO AL FRENTE DISPUESTO A DAR LA ESTOCADA FINAL).
ENDÉMICUS. (ASUSTADO POR SU PROPIA SANGRE EN LA ARENA Y SIN MAS OPCIÓN, SE CUBRE LA HERIDA CON LA MANO). ¡Ay, que dolor! Mire, hágalo por el hijo que espera la esposa del rey Bárbaro. ¡Es suyo! ¿Dejará que el rey Connan lo críe y lo eduque?
BRUTO. (QUEDA ESTÁTICO DE LA IMPRESIÓN POR LA NOTICIA). ¿Que?
ENDÉMICUS. (APROVECHANDO HACE SU MOVIMIENTO). Arriba-izquierda derecha-al centro. (LE PINCHA LOS OJOS CON LOS DEDOS).
BRUTO. (QUEJANDOSE DE DOLOR, SUELTA SU ESPADA Y SU ESCUDO. SE CUBRE CON LAS MANOS SUS OJOS). ¡Ay! ¿Qué hiciste cobarde? He quedado ciego, no veo nada.
ENDÉMICUS. (EXCUSANDOSE). Lo siento don Bruto usted no me dejó otra alternativa, no quiso escucharme. No me dejó más opción.
BRUTO. (SE QUITA SU CASCO, CAE DE RODILLAS MIENTRAS LAS TRIBUNAS ENMUDECEN DE DESCONCIERTO). Me engañaste con tus sucias y falsas palabras. ¡Maldito embustero!
ENDÉMICUS. (EXCUSANDOSE NUEVAMENTE). Lo siento don Bruto, usted fue muy agresivo y yo le decía la verdad. Sólo tenía que escucharme. Sólo había que enviar una señal.
BRUTO. (ENCEGUECIDO Y TOTALMENTE DESVALIDO ANTE LA SITUACIÓN) Pero al fin ¿Cuál es la maldita señal?
ENDÉMICUS. (SIN SABER QUE RESPUESTA DAR, ASUME UNA POSICIÓN DUBITATIVA. TOMA UNA ESPADA Y SE LE ACERCA AL OÍDO). Perdóneme señor don Bruto, le aseguro que esto no es nada personal. (Y DE UN MOVIMIENTO LE TOMA POR LA OREJA, SE LA CORTA Y LA LEVANTA MOSTRANDOSELA A TODOS, MIENTRAS ENMUDESEN ASOMBRADOS). ¿Es esta la señal?
BRUTO. (SE TOMA POR LA OREJA CON MUCHO DOLOR). ¡Ay! ¿Qué hiciste canalla? Acaba conmigo de una vez. ¡No me tortures!, dame mi honor.
ENDÉMICUS. (SIGUE MOSTRÁNDOLA EN ALTO ESPERANDO ALGUNA RESPUESTA DE LOS BÁRBAROS). Le ruego me perdóneme señor don Bruto. Este es el único camino que había. Además, aún le queda la otra oreja. Repito, ¡señor don Bárbaro! ¿Esta es la señal? (SIN PODER UBICARLO, LO BUSCA ENTRE LA MULTITUD).
WÜTEND. (DESDE EL PÚBLICO) ¡Olvídalo! No seguiremos a un ciego discapacitado.Mejor volveremos al norte. (ANTE EL ASOMBRO DE ENDÉMICUS).
MANGANESIUS. (SE MUESTRA EN EL PALCO DE HONOR, JUNTO CON EL EMPERADOR). ¿Qué haces tonto?, debes proseguir con la pelea. ¡Alguno debe morir yá!
ENDÉMICUS. (ESPANTADO POR LA IDEA). Pero si yo nunca he matado a nadie.
BRUTO. (LAMENTANDOSE). Ellos tienen razón. Sea como sea, estoy derrotado. Mi amada y mi hijo están en manos de otro. Mi gloria y mis hazañas han sido pisoteadas por mi traición a Roma. Por favor te lo imploro. Por mi honor. Acaba conmigo de una vez.
ENDÉMICUS. (CONMOVIDO). Don Bruto, no sea usted tan Bruto. Aún hay cosas porque vivir. No está todo perdido, yo sé porque se lo digo. Tengo un psiquiatra buenísimo que estoy seguro le ayudará a superarlo.
BRUTO. Sin mi ALVERÏNGA ya no quiero vivir.
ENDÉMICUS. (HACIA EL PALCO IMPERIAL, SEÑALANDO AL GLADIADOR CAÍDO). Mi señor emperador. Este hombre es un héroe. Sirvió incansablemente a Roma en el frente por mucho tiempo. Fue su campeón en mil batallas y su único pecado fue amar a una mujer ajena. Y que bien que sabe él, cuánto se equivocó; al cambiar el amor de su patria por el amor verdadero. ¿Pero quién podría culparle? Os aseguro que las condenas han sido pagadas con vergüenza y arrepentimiento. Por eso clamo aquí misericordia hoy. ¡Piedad! para este pobre hombre.
EMPERADOR. (CONMOVIDO POR LAS PALABRAS, LEVANTA SU PULGAR SONRIENDO Y PONE A LA ESPERA POR SU DECISIÓN). ¡Que muera! (VOLTEANDO SU PULGAR HACIA ABAJO) ¡Que mueran los dos! (EL PÚBLICO ENARDESE).
ENDÉMICUS. Sabía que era usted muy comprensivo.
MANGANESIUS. (SUENAN TAMBORES Y RUIDOS DE LAS FIERAS). ¡Suelten los leones!
CAYO SEVERO. (ENTRA DE TRAS ESCENA BORRACHO CON UNA CAPA ROJA EN LA MANO, MIENTRAS ENDÉMICUS LE TOMA POR EL BRAZO. BRUTO SE ARRASTRA A TRASESCENA). Que venga el primero que yo me lo cargo.
ENDÉMICUS. ¿Qué hace usted aquí?
CAYO SEVERO. (DESCONCERTADO, PERO AUN ÉBRIO). Yo pregunté por mi jubilación y me dijeron que aquí la podía solicitar de manera exprés, y aquí me trajeron; por mucho que insistí que no tenía tanto afán. Bueno en realidad, me obligaron.
ENDÉMICUS. ¿Y ahora qué hacemos?
CAYO SEVERO. (CON GANAS DE CONTINUAR LA FIESTA). Si tienes algo de sangría, aunque sea un poquito; podríamos sentarnos a disfrutar la faena. ¡Venga toro! ¡Que viva San Fermín!
ENDÉMICUS. (MUY ASQUEADO SEÑALANDO). Está diciendo locuras. No son toros; son leones. Mire que ya se comieron a don bruto y seremos los siguientes.
CAYO SEVERO. ¿Como así? (MIRA LA CAPA Y SE DA CUENTA QUE ES INÚTIL, LA TIRA). Entonces ahora si es nuestro fin. No tengo nada más. Pero antes, déjame decirte que te aprecio. En serio te aprecio mucho, porque has acompañado a este viejo decadente en su última aventura. Mis últimos momentos de gloria. (NOSTÁLGICO). En otras circunstancias, en verdad habrías sido un buen hijo; ese hijo que nunca tuve. ¿Sabes dónde está tu mamá? (REFIRIENDOSE AL AMO DE ENDÉMICUS). Es que quisiera despedirme de ella.
ENDÉMICUS. (EXTRAÑADO POR LAS PALABRAS DEL CÓNSUL). ¿Qué haremos ahora?
CAYO SEVERO. No sé, a estos no se les puede timar con palabras. ¡Pero eso sí! No les va a quedar fácil juemadre. (SE TIENDE EN EL SUELO Y SE REVUELCA). Que me coman sucio y les duela el estómago.
ENDÉMICUS. Sólo nos queda esta cítara (LO SACA DE SU ARMADURA, DONDE LA TENÍA ESCONDIDA).
CAYO SEVERO. (SE SIENTA Y SE DETIENE). ¿De dónde salió eso? Si funciona, es nuestra única salvación.
ENDÉMICUS. Pero yo le prometí a Nubia, que la llevaría para salvarla. Sólo quería usarla en caso de una verdadera crisis.
CAYO SEVERO. (CON IRONÍA MIRA AL PÚBLICO). y es que acaso, ¿esto no te parece una verdadera crisis? ¡Ya! Mira aquel león marrón, creo que viene a comernos.
ENDÉMICUS. Sólo debo recordar la tonada exacta que me enseñó don Apolo.
CAYO SEVERO. (ATERRORIZADO, SE PONE DETRÁS DE ENDÉMICUS) ¡Qué pasa! ¿Por qué no empiezas? Shiu, shiu (INTENTANDO REPELER AL LEÓN).
ENDÉMICUS. Entienda que estoy nervioso y es mi primer recital en vivo. Hay mucha presión. ¿Como era? (INTENTANDO RECORDARLA CON DESESPERO).
CAYO SEVERO. (CON HORROR POR LA CERCANÍA DE LA BESTIA) Así sean “Las Mañanitas” ¡Pero hazlo ya!
ENDÉMICUS. (SALEN MUCHOS PERSONAS DETRÁS DE ESCENA APARENTEMENTE HUYENDO DEL FESTÍN DE LOS LEONES. TOCA ALGUNAS NOTAS Y TODOS SE DETIENEN MIENTRAS SUENA SWEET DREAMS. TODOS PERMANECEN INMÓVILES; ENDÉMICUS Y CAYO SALEN ENTRE ELLOS A TRASESCENA, EMPIEZAN ALGUNOS PERFORMANCE COREOGRÁFICOS MIENTRAS SE APAGAN LAS LUCES).
VIGÉSIMA PRIMERA ESCENA.
(Apuesta por el final).
CAYO SEVERO. (APARECE SENTADO EN UNA SILLA AL LADO DE ENDÉMICUS). ¿Qué sucedió?
ENDÉMICUS. No estoy seguro, pero después de tocar la cítara, todo se detuvo y entramos de repente en un plano existencial muy surrealista.
CAYO SEVERO. (CONFUNDIDO Y DESUBICADO). ¿Pero estamos muertos?, ¿Somos inmortales?; ¿Qué somos? ¿Qué sigue, vamos a volver a Roma?
ENDÉMICUS. Ahora que lo pienso, todo tiene un extraño pero cierto sentido; creo que no es posible saber si algún día volveremos precisamente allá. Pero al final, lo único que parece realmente valioso es cuanto pudimos salvar de nuestra conciencia.
CAYO SEVERO. Quién lo diría. La razón en las palabras de un esclavo.
ENDÉMICUS. Toda situación era contraria para nosotros. Nadie esperaba que lográramos salir al final. Pero mire, aquí estamos.
CAYO SEVERO. (CONFUSO SOBRE ELLO). ¿Pero estamos vivos?
ENDÉMICUS. Eso no lo sé, yo diría que al menos estamos despiertos.
CAYO SEVERO. ¿Y despiertos que significa? ¿Qué somos libres?
ENDÉMICUS. (MIRA SUS MANOS Y SE TOCA EL ROSTRO CAYENDO EN CUENTA). ¡Sabe que sí! Quien lo iba a imaginar, esto debe ser lo que se siente ser libre.
CAYO SEVERO. “Libertad”, ¿Eso sirve de algo?
ENDÉMICUS. (EVOCANDO). Así pensaba yo antes. Pero en realidad sí, parece que puede cambiarlo todo.
CAYO SEVERO. (REFLEXIONANDO SARCASTICAMENTE SOBRE ELLO). ¿Y qué esperamos ahora? ¿Que cambie la humanidad?
ENDÉMICUS. Sólo deben despertar y llegar hasta aquí.
CAYO SEVERO. Pero ahí sí muy mal, porque hace falta más que la buena voluntad del hombre para cambiar su conciencia.
ENDÉMICUS. Tal vez, pero sólo ellos lo pueden descubrir.
CAYO SEVERO. Pero dime, ¿Qué crees que sigue para nosotros ahora?
ENDÉMICUS. (MIRA AL HORIZONTE Y POR LOS DOS LADOS HACIA ABAJO, COMO SI LO HICIERA DESDE EL SHANGRI-LÁ). Por lo pronto, creo que esperar a que al menos podamos definir en qué punto estamos. Ya que volver a Roma, no parece una opción viable.
CAYO SEVERO. ¿En cuánto tiempo lo sabremos?
ENDÉMICUS. Cuan complejas suelen ser las cuestiones del tiempo, cuando aferrado a este estamos y para todo asignamos una fracción suya. Un tiempo para vivir, un tiempo para comer, un tiempo para trabajar. Pero es nuestra directa participación en los eventos lo que realmente debe importar.
CAYO SEVERO. (CON RESIGNACIÓN) En ese caso no regresaremos. Y yo que ya tenía todo preparado para recibir mi jubilación.
ENDÉMICUS. ¿Sabes? muchas personas esperan, que esto no sea más que la rueda de un ciclo; que se vuelve a repetir por toda la eternidad. Pero eso no es así.
CAYO SEVERO. ¿Por qué estas tan seguro de eso?
ENDÉMICUS. Porque no existe un destino y no hay un bien o un mal supremo que lo rija. Siempre estuvo en mis manos. Siempre fue mi opción en todas las decisiones. El barro ha caído de mis brazos y mis costados, para entender que depende sólo de nuestros actos y no de las circunstancias. Por ello, la razón y la conciencia deben ser las verdaderas guías.
CAYO SEVERO. ¿Crees que lo entenderán?
ENDÉMICUS. Tardarán mucho tiempo aún. No lo sé. Pero tengo la esperanza de que algún día lo sepan. Por ahora me voy.
CAYO SEVERO. ¿Por qué es el final?
ENDÉMICUS. Claro que no, creo que este es tan sólo el comienzo y aún tengo una promesa que debo cumplir. Iré con rumbo a Sarmacia, donde están las amazonas. quiero descubrir que es el compromiso. ¿Vienes?
CAYO SEVERO. Porque no. yo ya me jubilé.
ENDÉMICUS. Perdón, ¿Hacia dónde está Sarmacia?
CAYO SEVERO. Bueno, en ese caso; Sarmacia está en la dirección para donde quieras ir, el resto lo resolveremos en el camino. (ABANDONAN EL ESCENARIO CONVERSANDO).
VIGÉSIMA SEGUNDA ESCENA.
(Extra Inning).
SE APAGAN LAS LUCES, PERO CUANDO EL PÚBLICO SE DISPONE A APLAUDIR, SE ENCIENDEN LAS LUCES TENUEMENTE Y UN HOMBRE ENTRA DEL OTRO EXTREMO, EN ALGO QUE PARECE LA BARRA DE UN BAR O UNAS MESAS, SEGÚN. ACOMODA UNAS SILLAS SUPERPUESTAS Y SE PONE DETRÁS DEL MOSTRADOR, COLOCANDO UN POCO DE MÚSICA SUAVE. ENTRA EL DIOS APOLO.
APOLO. (EL DIOS SE SIENTA EN LA BARRA DEL BAR FRENTE AL CANTINERO). Hermano sírvame uno doble. ¿Y qué, viene mucha gente hoy?
BARMAN. (LE DICE QUE NO CON LA CABEZA, Y LE SIRVE).
APOLO. (TRATANDO DE ENTRAR EN CONFIANZA). Venga, es que actualmente estoy desempleado, busco trabajo; ¿le puedo lavar los platos?
BARMAN. (LE DICE DE NUEVO QUE NO CON LA CABEZA Y SE ALEJA A CONTINÚANDO CON SUS ACTIVIDADES).
APOLO. (UN POCO OFENDIDO POR LA INDIFERENCIA, MENCIONA CON SARCASMO). ¡Si gracias! Muy formal jóven. Muy a gusto conversar con usted. (SE TOMA EL TRAGO COMPLETAMENTE Y ENVALENTONADO). Venga sírvame otro igualito. ¿Sabe qué?, deje la botella.
BARMAN. (REGRESA Y LE SIRVE OTRO TRAGO DOBLE Y LE DEJA LA BOTELLA).
APOLO. (SE LO TOMA Y SE SIRVE EL MISMO NUEVAMENTE, RESPIRA PROFUNDO CON NOSTALGIA UN POCO MAREADO). Bueno que se le va a hacer. mañana será otro día. Qué pena con esos dos infelices, tenerlos que abandonar donde esas amazonas. Pero se lo buscaron por tontos. ¿Qué habrá sido de ellos? (CON PREOCUPACIÓN). La verdad, no me caían tan mal; el viejito era hasta divertido. (EN ESO ENTRA UNA ATRACTIVA MUJER Y SE SIENTA EN UNA SILLA A SU LADO. SORPRENDIDO POR LA DESPAMPANANTE FÉMINA, EL DIOS INICIA SU RITUAL DE GALÁN SEDUCTOR). ¡Hola! ¿Cómo estás?
MUJER DE LA BARRA. (COQUETEANDO LE SONRÍE). Hola, ¿me invitas un Martini?
APOLO. (PRESTO, GALANTE Y COMPLACIENTE). ¿Un Martini?¡Uy claro! qué rico.
(LLAMA AL MESERO). Jóven, me le sirve a la dama un Martini y lo que pida.
BARMAN. (ASIENTE Y EMPIEZA A REALIZAR SU SERVICIO).
MUJER DE LA BARRA. Gracias, que galante señor.
APOLO. No, ¿Cómo señor? (LE EXTIENDE LA MANO). Con toda confianza. Me puedes llamar “POL”.
MUJER DE LA BARRA. Bueno POL, que lindo nombre. ¿Qué haces para vivir?
APOLO. (MINTIENDO UN POCO PARA FLIRTEAR). Soy músico. Tampoco uno muy conocido internacionalmente, más bien uno local; pero no me gusta presumir mucho mi fama. Más bien hablemos de ti. ¿De dónde vienes?
MUJER DE LA BARRA. ¿Yo? (SONRÍE CON PICARDÍA). ¡Já! Yo vengo del norte.
APOLO. (ABSOLUTAMENTE EMBOBADO, SE RÍE CON ELLA). Hace un poco de frío por allá ¿No?, (TRATANDO DE EMPATIZAR APARENTANDO INTERÉS). Pero cuéntame más de ti ¿Y qué haces?
MUJER DE LA BARRA. (SEDUCTORAMENTE). ¿Yo?, Soy bruja, me gusta embrujar a los hombres. Cuando me gustan mucho, hago todo lo que ellos me piden.
APOLO. (RENDIDO EN ESE MANTO ERÓTICO). ¡Uy que rico! No digas, ¿y qué clase de hombres son los que más te gustan? (INTENTANDO LIGAR).
MUJER DE LA BARRA. Curiosamente los hombres que más me gustan a mí, son los Músicos. ¡Qué coincidencia! Me apasionan sobre todo los músicos que tocan instrumentos.
APOLO. (TOTALMENTE TENDIDO A SUS PIÉS). ¿Y qué instrumento te gusta más?
MUJER DE LA BARRA. Particularmente: te confieso que me enloquecen las cítaras. (APOLO LANZA AL PÚBLICO UNA MIRADA DE SÁDICO AFORTUNADO, MIENTRAS ELLA SE LEVANTA DISPUESTA A SALIR DE AHÍ CON EL DIOS). ¿Vienes? (APOLO ASIENTE CON LA CABEZA CON CARA DE TONTO, ELLA LE TOMA DE LA MANO Y SALEN JUNTOS DE AHÍ).
(FIN DE LA OBRA).
OPINIONES Y COMENTARIOS