Reggaetón, identidad y construcción del gusto musical

Reggaetón, identidad y construcción del gusto musical


Reggaetón, identidad y construcción del gusto musical



Orígenes del reggaetón y su actual impacto


El reggaetón junto a múltiples canciones y cantantes que popularmente se relacionan con este género “urbano” son la tendencia musical que mayor influencia, acogida y fama han alcanzado en las últimas dos décadas, especialmente en América Latina y el Caribe. Las tribus suburbanas que se crean y expanden detrás de este conglomerado de canciones y artistas han marcado a generaciones enteras sin importar lo que significa el reggaetón y, sobre todo, en lo que se ha transformado con el pasar de los años al contrastarlo con su origen y concepción inicial. Por lo tanto, la abarcadora influencia del reggaetón en la cultura popular es ineludible porque se ha infiltrado en todos los estratos sociales a pesar de provenir de una clase social totalmente contraria al lujo, dinero y riqueza que se aparenta en los videoclips y canciones con más visualizaciones.

Sin embargo, detrás de la aplastante importancia e influencia del reggaetón se esconde un poder invisible que ha cumplido con el objetivo de homogeneizar e integrar su creación musical a los ámbitos sociales con mayor repercusión y posibilidad de ampliación. Su estrategia consiste en el control casi total de las industrias discográficas que a través del marketing y la publicidad financiadas por su propio éxito en ventas cual círculo vicioso de reinversión de capitales puede ganar la competencia con respecto a otros géneros musicales. Es decir, el florecimiento y la aceptación casi unánime del reggaetón como género preferido entre las masas de oyentes solo es posible gracias al constante estimulo y propaganda. Su incansable impulso llega al punto de romper con el origen humilde y “barrial” que lo caracterizaba a cambio de una serie de estereotipos que han conseguido ser la guía y aspiración de miles de jóvenes.

El propio significado del reggaetón se ha pervertido a medida que ha expandido su alcance en función del nivel de globalización, publicidad y marketing en el que se ha involucrado su material discográfico compuesto, producido y difundido durante la segunda década del siglo XXI. Gran parte de las canciones y artistas posteriores a tal periodo no cumplen con muchas de las características que originaron a este género musical y no necesariamente se debe a procesos innovadores y creativos que siempre son necesarios para la producción artística. Lo que antes se conocía como reggaetón ha sido sujeto de una transformación y modificación constantes que responden a las demandas subjetivas del mercado y a las tendencias convenientes que generan mayores ganancias para la industria.

¿Te gusta el reggaetón o el medio socio-cultural obliga a que te guste?


Cabe recalcar que los consumidores frecuentes del reggaetón, al igual que de otros géneros con similar o mayor influencia dependiendo de las distintas décadas y lugares, han adquirido tal inclinación y gustos musicales debido a la época en la que nacieron y el medio socio-cultural en el que crecieron y se desenvolvieron. Además, el incentivo constante por parte de individuos influyentes en la vida de cada persona tales como familia y amigos es un factor importante que se conecta con la costumbre y formación del hábito para escuchar determinado estilo musical. La concepción individual en la clasificación del arte y la belleza que podría reflejar una canción depende mucho de cuan acostumbrado estuvo el oyente con un género musical porque a largo plazo, tal consideración es determinante para conformar un criterio en específico e incluso darlo por sentado de forma penetrante.

Por ejemplo, un niño que convive en un ambiente familiar compuesto por un hermano mayor que toca las canciones de rock y metal más representativas de todos los tiempos en su guitarra eléctrica y una hermana fan de las bandas de heavy y nu metal más importantes del momento. Además, una madre que escucha la estación de radio especializada en baladas románticas a diario y un padre que constantemente rememora su juventud como dueño de una discoteca ochentera son influencias de gran significancia para el niño. Es decir, en este contexto familiar apenas se conoce el concepto de reggaetón como género musical a pesar de su ya existente fama y reconocimiento desde inicios del siglo XXI.

Es evidente la ausencia y hasta rechazo de todo lo que representa el reggaetón por parte de los cuatro miembros que conforman el hogar. Por consiguiente, es obvio que no se escuche este estilo musical en la radio durante, por ejemplo, un viaje familiar, como música de fondo en una reunión o fiesta y como opción en las preferencias para asistir a conciertos y giras de artistas nacionales e internacionales. En consecuencia, el niño adquirirá costumbre y gusto por los géneros musicales que escuchan sus padres y hermanos mayores porque este tipo de factores son muy favorables en la conformación de la personalidad, manera de ser e identidad de cualquier receptor de influencias.

Por otro lado, no es una causa tan determinista a largo plazo porque durante la etapa del descubrimiento identitario que brinda la adolescencia se puede rechazar o reafirmar tales influjos en función de la intensidad de los choques incitados por elementos y personas exógenas al entorno cercano. En este punto, las estrategias de publicidad juegan un rol importante en el posicionamiento del reggaetón como estilo musical predominante pues su distribución se planifica de manera que sea alcanzable para cualquier individuo antes que otro género en competencia adhiera y asegure oyentes. Hay que recalcar que estas mismas tácticas son y fueron utilizadas por otros géneros musicales, por ende, no es exclusivo del reggaetón, pero debido a su momento de fama si el más resaltable.

En contraposición a este ejemplo, el caso de un niño que lo acostumbran y familiarizan al reggaetón en función de los gustos preferenciales del entorno familiar, compañeros de escuela y amistades barriales junto a una exposición constante a publicidad y tendencias. Tal situación genera una alta probabilidad de que el niño asimile determinadas influencias y forme parte de la homogeneización musical que lleva a cabo la industria bajo el poder actualmente atribuido al reggaetón. Medidas preventivas como el aislamiento a los comerciales y a las modas infiltradas en cualquier medio de comunicación y red social inimaginable, evitar la manipulación ejercida por la uniformidad musical y otros factores externos que han favorecido el posicionamiento del reggaetón como el género más influyente contribuyen a que el niño construya sus propios gustos.

En otras palabras, una vez alcanzada cierta conciencia y capacidad crítica de reflexión, los individuos adquieren la libertad de escoger lo que desean escuchar para no ser escogidos y atrapados por la tendencia del momento. Casos similares ocurren con la religión y las inclinaciones ideológicas cuya determinación recae más en el medio socio-cultural de nacimiento que en una verdadera convicción por pertenecer a la respectiva comunidad. Otras causas estructurales cuyo origen se encuentra en la cotidianidad del hogar más que en la globalización y propaganda de la que es muy difícil escapar pasan desapercibidas hasta que sus efectos son irreversibles. Se arraigan en la conciencia individual y colectiva al punto de normalizar las conductas y comportamientos que se promueven en sus canciones.

Por otro lado, la influencia de las redes sociales, los comentarios esparcidos en el círculo social cercano, el ambiente de las fiestas y demás rituales juveniles motivan a que las personas adquieran de manera artificial, determinados gustos musicales con tal de formar parte de un grupo y estar en “onda”. En consecuencia, el reggaetón junto a sus pasos de baile como el “perreo” se convierten en requisito de aceptación social, un medio para “romper el hielo” en las interacciones humanas. Incluso, su mediana aprobación incrementa las probabilidades de articular y consensuar relaciones amorosas y vaciles momentáneos. Por lo tanto, la principal estrategia que utiliza la industria discográfica para posicionar a un género musical como el más escuchado y famoso, en este caso, el reggaetón consiste en acaparar e infiltrar sus canciones líquidas, simples y pasajeras mediante el marketing y la publicidad a todo medio usado para la difusión de la música.

El debate polarizado y problemático entre el reggaetón tanto en su estilo musical, contenido, principales cantantes, temas polémicos y demás elementos que la componen en relación con otros géneros como el rock, la música clásica, el K-Pop, etc es inútil y no contribuye a generar una crítica genuina entre rivales. Hay que considerar que el gusto musical supuesta e ilusoriamente auténtico del que muchas personas presumen no es más que el producto de la manipulación mediática a la que se ven expuestos a diario junto a factores subjetivos, generacionales y contextuales que los influenciaron durante su niñez y adolescencia. Es casi imposible demostrar que el gusto musical y artístico nace del inconsciente y propio discernimiento analítico. La exposición e interdependencia con el mundo exterior termina por conquistar gran parte de la autenticidad que alguna vez imperó en lo profundo del ser.

En consecuencia, factores como el talento, la dedicación, la adquisición de habilidades y destrezas necesarias para tocar un instrumento musical, etc son menospreciadas. La industria ha ganado poder mediante el dinero, la influencia, el fácil posicionamiento de la marca y el aprovechamiento de las debilidades psicológicas del ser humano. Su nivel de alcance y repercusión social es tan alto y trascendente en la cultura líquida que impone mediante la fama y el espectáculo de las figuras públicas que se han construido como “ejemplos a seguir” a supuestos artistas como representantes de la “música de moda”. A su vez, las tendencias musicales se moldean ya no en función de la voluntad de las masas (si alguna vez existió) sino de la imitación y replicación de aquello que se obliga a escuchar como requisito para formar parte de la homogenización identitaria, tan reconfortante, entretenida y atractiva pero falsa e ilusoria.

Construcción del “buen” gusto musical


Aquello que se considera como “buen gusto musical” es muy relativo y discutible. Las mismas fanáticas que esperaron largas filas y gastaron grandes cantidades de dinero para disfrutar y observar una presentación en vivo de Elvis Presley en los fabulosos cincuenta, The Beatles en la década de los sesenta, Camilo Sesto en los setenta, Luis Miguel, Chayanne y Menudo en la década de los ochenta, The Back Street Boys
en los noventa, One Direction y Justin Bieber en los dos mil, etc serían las mismas que de pertenecer a las nuevas generaciones no dudarían en considerarse fans de Bad Bunny, Daddy Yanke y BTS. Los cantantes y bandas musicales del momento cambian de nombre, estilo y género, pero su trasfondo acaparador de fama y fanáticas se funda en métodos similares.

A su vez, la fanaticada consumiría todo material discográfico y mercancía disponible que se relacione con tales artistas. Por lo tanto, queda demostrado que el medio socio-cultural en el que se crece, la época en la que se nace y el lugar en el que se convive son factores que configuran gran parte de las preferencias musicales de cada individuo. Del poder e influencia del contexto se valen las discográficas para esparcir e imponer un determinado género musical como aquello que se necesita escuchar para seguir una corriente pasajera cuyo verdadero objetivo es recolectar la mayor cantidad de dinero y reconocimiento posibles. Para ello, juegan con los sentimientos y la identidad de los oyentes, en especial de los adolescentes que siguen modas solo para encajar en círculos sociales “importantes”.

El objetivo principal de tan abarcadora fuerza invisible es configurar la necesidad de integrar una comunidad creada no por iniciativa propia y natural sino por factores exógenos que se dictan desde el poder imperceptible de las modas rápidas. Además, la progresiva desaparición de las identidades individuales y colectivas a cambio de una extraña mezcla de gustos que sigue la máxima de “yo escucho de todo” ha ocasionado la perdición y tergiversación de grupos identitarios antes bien identificados. La modernidad sólida seguía la lógica de “lo uno excluye a lo otro”, es decir, un reguetonero auténtico no puede ser rockero y viceversa. Por tal razón, en dicho periodo histórico, hubiera sido impensable, por ejemplo, la existencia de un nazi con orígenes judíos o de un judío que se convirtiera en nazi.

Sin embargo, la división polarizada que acentúo las diferencias por encima de las similitudes a través de intensas campañas de propaganda originó un conflicto artificial entre semejantes que acabó con la vida de seis millones de judíos. Por un lado, durante la modernidad líquida se han disuelto las aparentes diferencias que en algún momento pusieron en conflictos a múltiples grupos con gustos e inclinaciones musicales definidas y, por tanto, una identidad consolidada tales como emos, punks, metaleros, rockeros, reguetoneros, raperos, etc. Por otro lado, los rasgos que distinguían y diferenciaban a estas culturas suburbanas ya no son relevantes porque un mismo individuo puede navegar simultáneamente por todos los estilos musicales sin encontrar contradicciones. La fidelidad y el convencimiento hacia un género en específico ya no cabe en una sociedad globalizada, interconectada e indefinida.

Canciones antípodas


El sentimentalismo y la búsqueda de referencias sobre la vida amorosa y personal configuran una necesidad de identificación con el contenido de las canciones tanto en su letra como composición. Para ello, se ha creado y representado cada paso del complejo proceso amoroso, mismo que contiene todo tipo de situaciones que les ocurren a los seres humanos en su relación sentimental con otros individuos. Por ejemplo, se han escrito y compuesto canciones que se pueden dedicar a esa persona especial que se ama con todo el corazón (El amor de mi vida has sido tú de Camilo Sesto) y (La cosa más bella de Eros Ramazzotti). Otras piezas musicales abordan la desconfianza e incomodidad que ocasiona un individuo, popularmente conocido como “cruceta” en su intención de arrebatar la pareja a su mejor amigo o amiga (Pobre diablo de Emmanuel).

También hay canciones que recrean una discusión típica de pareja (Alza tu copa y brindemos por el adiós del Greco), de igual forma para aquellos a los que se les adelantó un “mejor” hombre o mujer en una declaración de amor (Perdí mi oportunidad de Cadillac). También las hay para despechados que ya no creen en el amor verdadero (Yo no nací para amar de Juan Gabriel). Incluso hay piezas musicales que sirven para pedir disculpas después de que haya terminado una relación amorosa (Perdóname del Dúo Dinámico). Otras se caracterizan por su extremismo debido a que son criticadas y tachadas de machistas por un contenido vengativo hacia la exnovia (Bella sin alma de Ricardo Cocciante), (Disculpa los malos pensamientos de Panda) e (Ingrata de Café Tacuba).

En tan amplio repertorio de canciones también se encuentran las que sirven para reclamar a la pareja por sus infidelidades, desaciertos y defectos; las hay de hombre hacia mujer (Porque yo quiero de Salvatore Adamo) y viceversa (Ese hombre de Rocío Jurado) o (A esa de Pimpinela). Situaciones más específicas como cuando la pareja termina la relación por haber encontrado un “mejor” hombre (¿Y cómo es él? de José Luis Perales). Otras más reflexivas sobre temáticas como el embarazo preadolescente (Cuando agosto era 21 de Fernando Ubiergo), la muerte prematura de la pareja amada (Morir al lado de mi amor de Demis Roussos) y (Un último beso de Leopoldo Sánchez). Aún faltan muchos temas por abordar con relación al amor y desamor. Los ejemplos citados pertenecen en su mayoría al género de baladas románticas compuestas y producidas en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta.

La intención de la anterior ejemplificación es demostrar mediante la comparación que la temática romántica atribuida a un género en específico como la balada no es exclusiva de un estilo musical, época, país, cantante, etc. El enamoramiento y su contraparte, el desenamoramiento son procesos humanos que también pueden escribirse y expresarse en otros géneros musicales, su variabilidad radica en el ritmo, estilo, expresión y fondo musical. Hay que tomar en cuenta que en muchas piezas artísticas se han creado grandes éxitos que hablan sobre cualquier proceso implicado en el enamoramiento y sus consecuencias. ´Por ende, no cabe pretexto para rechazar, despreciar y sobrevalorar a un género en particular al menos en función de su contenido.

Por lo tanto, Camilo Sesto y Bad Bunny a pesar de representar a géneros musicales contrapuestos y diferentes como lo es la balada romántica en español, el reggaetón y trap respectivamente. Bajo un análisis más profundo se demuestra que ambos cantantes figuran como los principales “paños de lágrimas” en cuanto al amor se refiere en la respectiva época y generación. No se trata del artista del que emanan las canciones sino del sentimentalismo y las emociones compartidas que inducen. Su diferenciación radica en el lenguaje, alcance e influencia que proyectan en función de los principales estándares y captadores de atención masificados a través de los medios tanto de comunicación como entretenimiento del correspondiente momento.

No solamente en los temas más recurrentes como el amor y desamor se pueden encontrar canciones antípodas entre varios géneros musicales. En tópicos relacionados con la protesta, rebeldía, anarquía y denuncia social que se suelen atribuir al rock, heavy metal y punk también hay canciones en otros estilos musicales que transmiten las mismas vibras antisistémicas. Por ejemplo, una canción de punk en español de la banda mexicana Acidez (Pierdes tu tiempo) y otra extraída de los últimos álbumes de Bad Bunny (Yo visto así) son muy parecidas en su contenido porque rechazan los prejuicios de las demás personas debido a su manera tan peculiar de vestir. En el primer caso, un extracto de la canción dice lo siguiente: “nos críticas por nuestras manera de pensar, por la música que escuchamos, por la manera en la que vestimos, pero sabes que, pierdes tu tiempo. Romperemos barreras seguiremos de frente”.

Para el caso del trapero puertorriqueño, la letra parece ser una continuación de la anterior porque nos sugiere que: “yo visto así, no me voy a cambiar, si no te gusta, no tienes que mirar. Yo visto así, no me voy a cambiar. Mi valor no se basa en como yo me vista. Lo que digas no me importa. No me importa, tú criticando y yo en portada de revista”. En el caso del punk, la manera típica de vestir se caracteriza por una colorida mohicana, camiseta de banda favorita, chaquetas rasgadas y llenas de parches, pantalones rotos, estampados y botas negras de caña alta. Para la canción de “reggaetón”, la estética se apega al fast fashion promovido por las marcas de ropa más famosas que intentan imponer su estilo tanto al cantante como a sus demás consumidores. Además, refleja la libertad anhelada por Bad Bunny para escoger su marca preferida sin importar lo que implique para la construcción de su imagen como cantante.

Por ende, ambas canciones representan diferentes estilos musicales, culturas suburbanas, formas de vestir e incluso ideologías, pero coinciden en su rechazo a las críticas que reciben por parte de la gente debido a su estética. El mensaje común que trasmiten es que no debería importar la vestimenta sino las manera de ser y proceder. Si bien es cierto, la canción de Acidez está acompañada por un fuerte mensaje anarquista de rechazo al partido político que gobernó México por más de setenta años, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en cambio Bad Bunny resalta la disputa entre marcas de ropa y accesorios como Nike y Adidas. Es decir, mismo mensaje y causa política, pero en diferentes contextos, estilos y expresiones.

En caso de un intercambio de letras no habría mayor diferencia porque aquellos que desconocen ambas canciones no lo notarían ni juzgarían en base a un prejuicio sesgado de gusto o preferencia como suele ocurrir en ciertos debates tan polarizados. Sin embargo, la intención del análisis y comparación de canciones no es nominar a la mejor o peor pieza artística con su correspondiente género musical sino concientizar sobre la importancia de escoger la música que necesitamos escuchar y no permitir la imposición de una moda lucrativa. Varios estilos musicales contradictorios y opuestos según sus más fieles seguidores demuestran en su contenido que transmiten ideas similares, por ende, escucharlas resulta equivalente y puede dar lo mismo en cuanto a sentimentalismo y necesidad de identificación.

La música y sus estrategias de influencia identitaria


Entonces, por un lado, ¿Por qué escuchar el último álbum de reggaetón solo para seguir la tendencia de una red social a pesar de que su esencia musical ya había sido transmitida en anteriores canciones olvidadas y desprestigiadas?. Por otro lado, ¿Por qué escuchar una canción setentera de rock que de no ser por su popularización en Tik Tok o porque forma parta del
soundtrack
de una película se la habría ignorado por completo?. Es decir, una escapada de la “zona de confort musical” es muy importante para conocer a fondo la esencia artística de las diversas canciones de las que se dispone en YouTube, Spotify, etc. La exploración y el descubrimiento abre la puerta a experiencias musicales distintas y que rompen con lo convencional.

Sin embargo, un sondeo musical de tales dimensiones nace y se desarrolla en la voluntad propia del oyente mas no por presión externa porque es un proceso fundamental en la construcción del pensamiento crítico y artístico. Cabe recalcar que factores como la globalización, el acceso ampliado a la variedad musical impartida por plataformas como Spotify o YouTube y la liquidez cada vez más palpable de la modernidad han ocasionado la unificación de gustos y preferencias que generaciones anteriores no experimentaron. La convicción por un gusto musical determinado y el apego leal y durable a un género en particular es cada vez menos alcanzable y realizable. Nadie parece conformarse ni rendirle culto mesiánico a un único estilo artístico.

Las personas, en especial los jóvenes dividen su juventud por etapas en las que escuchan cada uno de los estilos musicales existentes de manera que, a cierta edad ya han logrado acaparar gran parte de la oferta de antes, ahora y siempre en cuanto a canciones, artistas y estilos. Los adolescentes de décadas anteriores parecían identificarse con un estilo musical con más fidelidad y compromiso que aquellos individuos nacidos a finales del siglo XX y lo que va del XXI. En consecuencia, los enfrentamientos y disputas entre grupos que escuchaban y se identificaban con géneros musicales contradictorios eran mucho más comunes y evidentes que en la actualidad. Por un lado, tal conflicto aún persiste en las redes sociales debido a los argumentos esparcidos por defensores del rock por encima del reggaetón.

Por otro lado, en un lapso de entre los 13 a los 20 años, muchos jóvenes escuchan reggaetón, pero también rock en español. Luego se introducen en la onda ochentera por un momento para quedar extasiados por el indie producido a nivel nacional e internacional. Finalmente, creen haberlo escuchado todo y vuelven a las novedades del reggaetón debido a que lo necesitan para encajar en las fiestas y ambientes juveniles pues implícitamente es un prerrequisito para su disfrute. La existencia de rockeros, metaleros, reggaetoneros, punks, k-popers etc que estén dispuestos a mantener fidelidad a sus gustos musicales de por vida es cada vez más escasa; aplica quizás a individuos que superan los treinta o hasta cuarenta años de edad. Siempre hay excepciones, pero la tendencia parece imponerse cada vez más.

Conclusión


En conclusión, la fuerza demoledora del reggaetón ha irrumpido en la zona de influencia de los demás estilos musicales a tal nivel que un oyente promedio escucha gran parte de la oferta existente en las principales plataformas, pero el “género urbano” permanece latente en su radar musical. El poder blando y la estimulación propagandística casi omnipresente a la que es sometido el individuo genera en su inconsciente la costumbre y el mal llamado “buen gusto musical” en dirección favorable a la moda y tendencia. En consecuencia, se impone un sesgo que separa lo que se considera “bello” “genial” y “juvenil” de lo “anticuado”, “viejo” y “desgastado”, sin embargo, el gran alcance y fama de una canción desechable se esfuma tan pronto como otra de igual o mayor éxito la reemplaza.

Por lo tanto, la aceptación incuestionable y casi unánime de las canciones y artistas que la industria musical ha decidido que deben gustar provoca la infravaloración, discriminación y hasta extinción de los demás géneros musicales pasados y presentes. Ya no se selecciona la música democráticamente porque se ha configurado el oído de las personas hacia una tendencia en particular. Son los estilos comerciales y sus estrategias psicológicas de tan oculto propósito las encargadas de escoger y atrapar a los oyentes. En consecuencia, el reggaetón o cualquier tipo de música en auge requiere de ciertas estrategias manipuladoras para arraigarse al gusto de la mayoría de las personas que también contribuyen a su expansión como si se tratara de un círculo autoalimentado de influencia que no parece tener final.

La música como principal referente cultural transmite en sus canciones una serie de temáticas, sentimientos, sensaciones y experiencias de vida que parten de una misma base a pesar de su diversidad y aparente heterogeneidad. Es decir, la materia prima de la que parten las piezas musicales sin importar el estilo al que pertenezcan es bastante similar, por ende, su mayor diferenciación radica en el lenguaje, ritmo, instrumentos musicales, complejidad, etc. Por lo tanto, la preponderancia y homogeneidad que transmite el reggaetón en todo medio socio-cultural latinoamericano no se debe a la novedad y “revolución” de sus canciones. La razón oculta es simple, la industria musical convertida en un negocio de entretenimiento más que un facilitador del arte ha encontrado las formas de cautivar a oyentes jóvenes que buscan medios y pretextos para socializar, disfrutar y ligar con sus coetáneos.

La clave del éxito de la aplastante expansión del reggaetón no radica en su contenido ya que como se ha demostrado, en el fondo, es más de lo mismo pues otros géneros musicales han seguido estrategias de publicidad y consumo similares. Los medios de difusión masivos y totalizantes, el posicionamiento de canciones de moda como medios canalizadores de identidades, etc son ventajas que han permitido resaltar al reggaetón de otros estilos musicales pasados y presentes. El reggaetón se ha desconectado de su origen social y para la mayoría escucharlo no implica un fin en sí mismo sino un medio para festejar, calmar las penas y emborracharse. Su desechabilidad y simplicidad otorga un momento corto pero intenso de sensaciones que se esfuman tan rápido a diferencia de otros estilos que perduran por más tiempo. El reggaetón es popular en las fiestas, por ende, muy poco escuchado en la vida cotidiana. 

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